La cita fue con Franz Jalics, un jesuita que misionaba en un barrio humilde del Bajo Flores y fue "chupado" por la Marina en marzo de 1976
Cita de Francisco con un sacerdote secuestrado durante la dictadura
El Vaticano no informó el contenido del encuentro. Bergoglio, como titular de la Compañía de Jesús en los '70, fue acusado de haber "entregado" a ese y otro religioso. Sin embargo, éste lo libró de toda sospecha en marzo de este año.
Franz Jalics, el misionero jesuita secuestrado en marzo de 1976 y torturado durante seis meses por la última dictadura cívico militar, mantuvo un encuentro con quien fue sospechado durante años, y eximido meses atrás, de haber actuado como su entregador, Mario Bergoglio, cuando el actual Papa Francisco dirigía la Compañía de Jesús en una Argentina sometida al terrorismo de Estado. El contenido de la cita, que fue anunciada de modo escueto por el Vaticano, no fue revelado por ninguno de sus participantes. En tanto, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que encabeza Hebe de Bonafini, dio a conocer una nueva carta que le envió al Sumo Pontífice solicitándole que la Santa Sede reconozca su vínculo con el régimen militar (ver recuadro).
Pese al hermetismo de Roma, la reunión entre Francisco y Jalics cobra interés porque el Papa fue sospechado, y acusado por algunos referentes de Derechos Humanos con lazos con el gobierno nacional, de no haber protegido al misionero en tanto superior provincial de los jesuitas en los '70. Jalics, quien tiene 86 años, había sido secuestrado y sometido a tormentos junto a otro jesuita, Orlando Yorio, fallecido hace dos años.
Fue el propio Jalics quien desmintió, en marzo de este año, pocos días después de que Francisco fuera ungido como Sumo Pontífice, haber sido vícima de una delación. "Estos son los hechos: Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio", afirmó Jalics a través de un comunicado publicado en la página web de los jesuitas de Alemania, donde el misionero vive.
"Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los '90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada", añadió en aquella oportunidad Jalics.
Yorio y Jalics misionaban y residían en el barrio de emergencia del Bajo Flores. De allí, fueron "chupados", en mayo de 1976, por más de 50 efectivos de la Infantería de Marina. Fueron llevados a la ESMA, donde parmanecieron unos días, y luego a una casa quinta de Don Torcuato, según relató Emilio Mignone en su libro Iglesia y Dictadura, El papel de la Iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar.
Fue precisamente Mignone, de acuerdo a lo que él mismo relató como testigo en el juicio a la Junta de las Fuerzas Armadas, para que fuesen liberados los dos jesuitas. “"¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!", escribió Mignone en su libro, un pasaje que no hizo más que sembrar sospechas sobre la actuación de Bergoglio antes y después del secuestro de Yorio y Jalics.
Sin embargo, años después, con Yorio ya muerto, Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia, en Baviera, Alemania, deslindó de toda responsabilidad al actual Papa del secuestro y torturas que recibieron él y su compañero. Y consideró que la Marina actuó por la conexión que ambos tenían en la villa con una catequista, que primero trabajó junto a ellos y "luego ingresó en la guerrilla".
En aquel comunicado, Jalics expresó: "Durante nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días después de su detención también fuimos detenidos. El oficial que me interrogó me pidió los documentos. Cuando vio que había nacido en Budapest (Hungría) creyó que era un espía ruso".
A todo esto, tiempo atrás, Bergoglio admitió haber experimentado "un período de gran crisis interna" durante la dictadura argentina. Sin embargo, el Vaticano, con él ya en su rol de Papa, rechazó cualquier vinculación de colaboración de Francisco con la dictadura.
Fuente:TiempoArgentino
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