17 de agosto de 2014

FONDOS BUITRES.




16-8-2014
Fondos buitre
Zaffaroni analizará el fallo de Griesa el martes próximo
Cristina: "Las amenazas de los buitres son para todos los argentinos"
"El gran tema de los fondos buitre es que no quieren arreglar. ¿Solamente por avaricia y codicia? No, no solamente por avaricia y codicia, sino también por una decisión política y geopolítica de querer volver a endeudar a la Argentina y tirar abajo, de cualquier modo, la reestructuración de deuda soberana", posteó hoy la presidenta en su cuenta de Facebook.
Majo Malvares
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo hoy que "el gran tema de los fondos buitre es que no quieren arreglar", y pidió "tomar cuenta" de que las "amenazas" de estos grupos "son a todos los argentinos".

"El gran tema de los fondos buitre es que no quieren arreglar. ¿Solamente por avaricia y codicia? No, no solamente por avaricia y codicia, sino también por una decisión política y geopolítica de querer volver a endeudar a la Argentina y tirar abajo, de cualquier modo, la reestructuración de deuda soberana", posteó hoy la presidenta en su cuenta de Facebook.

Cristina remarcó que "el titular del fondo Aurelius dió por cerrada la negociación con privados y advirtió, a los argentinos, a todos, a los 40 millones" sobre "lo que está por venir".

"Nos gustaría saber qué es lo que está por venir, y cómo se puede tolerar, y cómo se puede sentir cada argentino aquí amenazado, y sobre todo cómo puede haber otros argentinos que defiendan a esta gente.

Esto es lo que más...", escribió la mandataria.

Y agregó: "debe ser el único país del mundo donde hay argentinos que defienden actitudes como estas, amenazantes e hirientes para la soberanía nacional, de una persona que tiene el tupé de amenazar a todo un país. Porque acá no dijo: "le vamos a quebrar un brazo a la Presidenta, o me van a torcer la pierna"", agregó.

"No, esto es una amenaza a todos los argentinos. Y creo que deberíamos tomar cuenta de eso", insistió la presidenta en la red social



17-7-2014
Fondos buitre
"El interés de los fondos buitre es la apropiación de recursos estratégicos"

Lo dijo el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, durante su habitual conferencia de prensa. Más temprano, Presidencia de la Nación publicó una nueva solicitada para desmentir los dichos de la American Task Force Argentina, la organización financiada por el fondo buitre NML Capital.
Telam
"Los fondos buitre nunca invirtieron en el país y Argentina siempre cumplió con sus acreedores. El verdadero interés de los fondos buitre es la apropiación de recursos estratégicos del país, como Vaca Muerta", el yacimiento de gas y petróleo que explora y explota la empresa nacional YPF.
Según afirmó el jefe de Ministros en su habitual conferencia de prensa en Casa de Gobierno, ese interés es el que queda plasmado explícita e implícitamente en su estrategia comunicacional, que ayer tomó la forma de solicitadas en matutinos nacionales.

El funcionario destacó el "apoyo de la comunidad internacional" a la Argentina en el conflicto que mantiene con los fondos buitre, que ayer sumó en Brasilia el respaldo de los países que conforman los bloques Brics y Unasur, y ratificó que el país "cumple con sus obligaciones" y "no hay ninguna posibilidad técnica de ingresar en default".

En ese sentido, remarcó que el apoyo de la comunidad internacional "permite observar la preocupación del mundo respecto a esta situación" y afirmó que la Argentina "no está en default y tampoco puede estar en esa situación, cuando el deudor paga".

-Solicitada de presidencia
En una nueva solicitada publicada en los principales matutinos el gobierno nacional afirmó que los fondos buitre "extorsionan, amenazan y difaman" al país, al tiempo que sostuvo que "default es no pagar" y "Argentina paga".La Casa Rosada insistió además que los holdouts "intentan embargar el dinero de los bonistas para lograr una ganancia exorbitante".

"Argentina no se encuentra como dicen los fondos buitres 'sentando las bases para un nuevo default`. Al contrario, la Argentina continúa honrando el pago de su deuda externa, tal como lo viene haciendo desde 2005. El 30 de junio, la Argentina pagó en concepto de intereses una suma superior a los 900 millones de dólares", recordó el Ejecutivo Nacional en respuesta a la solicitada que ayer publicó en los diarios la American Task Force Argentina.

"Luego de fracasar en los más de 900 juicios e intentos de embargo contra el país, los fondos buitres pretenden ahora quedarse con el dinero que es de los bonistas de los canjes 2005 y 2010", y añadió: "Así, un 1% de los bonistas pretende perjudicar al 92,4% que aceptó la reestructuración".

"Los fondos buitres que quieren obtener una ganancia de más de 1600% intentan ahora por vía judicial adueñarse de más de 500 millones de dólares. Argentina pagó su deuda externa y lo seguirá haciendo", completó en ese sentido, para luego sentenciar que "la justicia norteamericana debe liberar los fondos que son propiedad de los bonistas argentinos y permitirles cobrar su dinero".

El Gobierno también reiteró que "los fondos buitres no negocian" y "nunca lo hicieron". "En lugar de negociar con Argentina e ingresar a los canjes de 2005 y 2010, como lo hizo el 92,4% de los acreedores del país, eligieron comprar bonos en default en el año 2008 por 20 centavos de dólar y litigar en la justicia norteamericana para obtener una ganancia escandalosa, que atenta contra la sostenibilidad del sistema financiero internacional y contra los procesos de reestructuración de deuda soberana", agregó en ese marco.

En otro párrafo de la nota, que lleva la firma de Presidencia de la Nación, el gobierno argentino advirtió que "los fondos buitres intentan permanentemente que Argentina vuelva al modelo de sobreendeudamiento que lo llevó al default de 2001".

Para el Poder Ejecutivo Nacional, "mediante esta maniobra" los holdouts "quieren poner al paí­s contra las cuerdas", ya que -añadió- "cuando los recursos financieros no son suficientes los paí­ses deben recurrir, como la Argentina hizo en el pasado, a hipotecar sus activos estratégicos y sus recursos naturales". En ese sentido, menciona "un artículo aparecido ayer en el sitio web de AFTA en el que se relaciona el pago a los fondos buitres con la propiedad de Vaca Muerta, el segundo reservorio de gas no convencional del planeta que está en la Patagonia argentina".

"Argentina quiere seguir dialogando en condiciones justas, equitativas y legales para 100% de los bonistas", finaliza la nueva solicitada, que concluye con el mensaje "Default es no pagar; Argentina paga. Es hora de dejar de mentir y especular".




16-7-2014
Fondos buitre
Los lobistas acusan al gobierno argentino de negarse a negociar
Respuesta del Gobierno a la solicitada de los buitres: "Argentina paga"

Argentina "no está, no estará y no puede estar en default", djio el jefe de Gabinete. Así respondió a la solicitada que la American Task Force Argentina, la organización financiada por el fondo buitre NML Capital, publicó hoy en los principales diarios nacionales.
Fotos:Mariano Armagno
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, aseguró hoy que Argentina "no está, no estará y no puede estar en default" porque el Estado paga a sus acreedores, y aclaró que si los tenedores de bonos de la deuda argentina no pueden cobrar los fondos depositados es por la decisión de un juez y no del gobierno argentino. Así respondió a la solicitada de la American Task Force Argentina (ATFA). La organización financiada por el fondo buitre NML Capital, de Paul Singer, publicó hoy una página en los principales diarios argentinos con el título “¿Estará la Argentina sentando las bases de un default?”. Los lobistas acusan al gobierno argentino de negarse a negociar y al ministro de Economía, Axel Kicillof, de preferir entrar en default en vez de "acordar con sus acreedores".

En su solicitada, los holdouts buscan presionar al gobierno argentino y afirman: "Argentina, el default es una elección. Es hora de negociar". El jefe de ministros descalificó el término "default técnico" que utilizan algunos para hablar de la situación argentina, y dijo que "es un eufemismo que no existe, es articulado por calificadoras de riesgo o por accionistas que buscan ejecutar acciones contra el país". Los holdouts se negaron a ingresar al canje de la deuda, al que sí suscribió el 93% de los tenedores de bonos, y hoy piden a través de la justicia estadounidense que se les pague a valores superiores a los que se acordó con el resto.

"Argentina paga, Argentina cumple regular y responsablemente. Es un juez el que impide que los acreedores reciban los fondos que ya han sido depositados", dijo Capitanich en su habitual conferencia de prensa en Casa de Gobierno. Agregó que "son los acreedores los que deben pedir al juez" estadounidense Thomas Griesa que libere esos fondos para que sean cobrados, y reiteró que "existe una decisión judicial que impide la percepción de ese pago".

Capitanich explicó que "Argentina paga de un modo regular y continuo", y que siempre ha sido la posición argentina su disposición al "diálogo" para "generar las condiciones de negociación". "Argentina ha propiciado siempre un discurso unívoco respecto a esta posición: promovemos el diálogo para lograr condiciones de negociación justas, equitativas y legales para el 100 por ciento de los bonistas", dijo.

"El eufemismo default técnico existe sólo en la literatura de agentes nacionales e internacioales que pretenden poner a la Argentina en una situación en la que no está", advirtió. Incluso señaló que tampoco hay posibilidades de "un default promovido por un acreedor", y enfatizó: "Argentina no está en default, no va a estar y no puede estar".

"Argentina paga, Argentina cumple, regular y responsablemente con los acreedores", consignó Capitanich. "Los fondos buitre son unos auténticos caraduras. Nunca pusieron un centavo en Argentina, sino que -por el contrario- adquirieron acciones a precio vil para promover acciones contra el país, y ahora pretenden establecer recomendaciones para la economía argentina", dijo.

La posición nacional es "clara y contundente", y reiteró que "Argentina está dispuesta mediante el diálogo a generar condiciones de negociación". "Es imposible hablar más claro. Hemos concurrido a todas las audiencias", aseguró.

En este marco, Capitanich cuestionó a "las potencias en el mundo, principalmente los Estados Unidos, que promueven acciones en organismos multilaterales de crédito generando trabas a la aprobación de préstamos para Argentina", y citó el caso del Banco Mundial. También señaló, en esta misma línea, a las calificadoras de riesgo, que cuestionan el riesgo argentino en términos de calificación.
Fuente:Infojus





VERBITSKY EN UN ENCUENTRO ECUMENICO: ALTERNATIVAS AL CAPITALISMO GLOBAL
Geiere, Avvoltoi, Vultures, Vautours
Durante una cita al pie de los Alpes, el presidente del CELS expuso sobre el default y los buitres para un grupo de activistas europeos, asiáticos, africanos y americanos, cristianos, judíos y musulmanes, en el Centro Ecuménico de Agape, construido por la iglesia valdense en la posguerra como lugar de encuentro para debatir los problemas del mundo. La Federación Mundial de Estudiantes Cristianos planteó este año la construcción de paradigmas políticos superadores del capitalismo global.
Por Horacio Verbitsky

El presidente del CELS con el presidente de la sección norteamericana de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos, Luciano Kovacs, y con la geógrafa humana Teresa Isenburg.
Las calificadoras de riesgo, las agencias noticiosas y los grandes medios internacionales sostienen que la Argentina ha vuelto a entrar en default, evocan la crisis de fin de siglo y acusan por la recaída al populismo irresponsable de su gobierno. Con reprobación moral añaden que el país pidió dinero para vivir por encima de sus posibilidades y que cuando le tocaba pagar no honró sus compromisos con quienes le prestaron. Lo primero que debe decirse es que nada de todo ello es cierto.

La situación actual es el último coletazo de la crisis en que la Argentina fue sumergida por el neoliberalismo, a partir del golpe de Estado que en 1976 instauró la más cruel dictadura cívico-militar, con sostén del Episcopado Católico. Al comenzar esa década Estados Unidos había abandonado el patrón oro y comenzado a financiar su déficit comercial con el crédito forzoso que implicó la conversión del dólar en la moneda internacional de reserva respaldada por el más temible poder militar de la historia humana. Los grandes bancos occidentales acumularon enormes cantidades de petrodólares, originados en las exportaciones de hidrocarburos de los países de la OPEP y los prestaron a países del Tercer Mundo. Este fue el mecanismo por el que la Argentina, que a mediados del siglo XX tenía un ingreso per cápita superior al de Italia y España y constituía la sociedad más desarrollada y equitativa de América Latina, destruyó las bases materiales de ese progreso e ingresó al siglo XXI como un pordiosero. Con el pretexto de modernizar la economía y de controlar la alta inflación, la dictadura remodeló en forma drástica la sociedad, dando primacía a las finanzas sobre la producción de bienes para el mercado interno. Los bancos transnacionales prestaban sus petrodólares a los mayores grupos económicos, que los represtaban dentro del país a las empresas menores que no tenían acceso al mercado internacional, con una diferencia importante de tasa de interés. Sumado a la represión que se centró en los obreros industriales y las clases medias, esto desmanteló la industria, que en aquel momento estaba alcanzado un punto de maduración y hasta producía electrónica de punta, y permitió bajar en forma drástica los salarios.

El verdadero default
Pese a las denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos, los grandes bancos también financiaron a la dictadura. La deuda externa argentina se septuplicó en apenas siete años y un tercio del total se dedicó a la adquisición de armamentos, para sostener la expansión del aparato represivo y la ilusión de su proyección internacional. Esto se expresó en una guerra con Chile (impedida a último momento por la mediación papal en 1978) y otra con Gran Bretaña cuatro años después. Luego de tres meses de combates Margaret Thatcher, con apoyo de Ronald Reagan, retuvo las islas Malvinas, arrebatadas a la Argentina a principios del siglo XIX y fugazmente recuperadas en abril de 1982. Ese mismo año la dictadura ofreció a las empresas un canje muy ventajoso: el Estado se hizo cargo de la deuda privada en dólares y los deudores originarios le pagaron a largo plazo con pesos, evaporados por la inflación. Como unos toman el crédito y otros lo pagan, la deuda externa se convirtió en el gran reciclador de las relaciones internas de poder.

Esto condicionó a los posteriores gobiernos democráticos, precipitando la hiperinflación y la cesación de pagos en 1989. El ex Secretario de Estado Henry Kissinger inspiró un plan que en sucesivas etapas aplicaron los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush padre y sus ministros James Baker y Nicholas Brady, por el cual una parte de la deuda en mora de la Argentina y de otros países latinoamericanos fue fragmentada en unidades menores y colocada por los bancos en el mercado mundial a centenares de miles de ahorristas, y otra parte fue canjeada por acciones de las empresas del Estado, que pasaron así a manos privadas. Esta privatización a precio vil enajenó el capital social acumulado por generaciones de argentinos.

Al mismo tiempo se perdió así el rastro del pecado original de la deuda, los bancos endosaron el riesgo y se modificó el funcionamiento de la sociedad en términos de muy difícil reversión. Al mismo tiempo se ató el peso argentino al dólar estadounidense, una equivalencia ficticia que sólo pudo sostenerse unos años a costa de una nueva oleada de endeudamiento externo, con refinanciamientos a tasas cada vez más altas y plazos más cortos, hasta que la Argentina no pudo seguir pagando y se declaró en default a fines de 2001. Los bancos congelaron los depósitos de los particulares y la desocupación llegó al 25 por ciento, la misma cifra que hoy castiga a España. En la Argentina de entonces, como en la Europa actual, todas las medidas de auxilio se han dirigido a salvar a los bancos, no a las personas.

La reestructuración
Para salir de ese colapso, el Estado argentino volvió a privilegiar la producción, el empleo y el consumo en el mercado interno y llevó adelante la mayor reestructuración de deuda pública conocida en el mundo. Lo hizo en dos pasos. El primero, en 2005, comprendió el canje de los títulos impagos en poder de tres cuartas partes de los acreedores, quienes aceptaron una quita de dos tercios, una conversión de divisas fuertes a moneda nacional y un alargamiento de los plazos. El segundo, en 2010, llevó el índice de aceptación al 92,4 por ciento de los tenedores de bonos de la deuda pública argentina. Los nuevos títulos emitidos incluyeron dos cláusulas sin las cuales el canje no hubiera sido aceptado: la primera, que quedarían sometidos a jurisdicción extranjera (de Nueva York, Londres, Tokio o Bélgica); la segunda, que si antes de enero de 2015 se formulara una mejor oferta a otros acreedores, todos tendrían derecho a reclamar iguales condiciones (Rights Under Future Offers, o RUFO). La economía gozó de la década de más alto crecimiento de la historia y la Argentina cumplió con los pagos prometidos a todos los acreedores que aceptaron el canje.

El 7,6 por ciento que no reestructuró sus créditos está integrado por sectores muy diversos: desde pequeños ahorristas que compraron bonos como seguro para su vejez hasta especuladores financieros, como los fondos de inversión Aurelius y Elliot Management, que nunca le prestaron un dólar a la Argentina. Por el contrario, compraron por monedas títulos en default en 2008 y recurrieron a la justicia de Wall Street en busca de cobrar el valor nominal más los intereses acumulados desde 2002. Por eso se los conoce como buitres, vultures, vautours, avvoltoi o geiere. Sólo poseen el 1% de la deuda argentina pero pretenden obtener una ganancia del 1600 por ciento y condicionar toda la exitosa reestructuración realizada en la última década. Como apuestan a todos los números, además de los bonos en default también han adquirido títulos reestructurados, con los que esperan activar la cláusula RUFO; poseen seguros contra default e integran la entidad privada que sentencia cuándo se cumplen las condiciones para gatillar esos seguros. La Unctad, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la OEA, la Unasur, el Mercosur, el propio Fondo Monetario Internacional han advertido contra estas prácticas predatorias.

Dentro de Estados Unidos y entre privados está prohibido adquirir papeles de una quiebra para litigar por su valor original, pero los tribunales de ese país, que forman parte relevante de la globalización financiera, exceptuaron de esta restricción a las deudas soberanas. Durante cuatro años los buitres intentaron embargar todo tipo de bienes argentinos en el mundo, desde la nave escuela de la Marina de Guerra, hasta un satélite, una usina nuclear, el avión presidencial y las reservas del Banco Central. Una vez fracasadas todas esas tentativas consiguieron que el anciano juez del distrito financiero del sur de Manhattan, Thomas Griesa, realizara una caprichosa interpretación de la cláusula de pari passu de los títulos en default. En 2012, el juez sostuvo que además de la simultaneidad del pago esto implicaba que la Argentina debía cancelar la totalidad de la deuda defaulteada a quienes no habían aceptado la reestructuración. El gobierno argentino ha denunciado además que el objetivo final es forzar un nuevo ciclo de endeudamiento externo, que someta al país y lo fuerce a ceder los codiciados yacimientos de petróleo y gas no convencional. Esta sentencia fue confirmada por la Cámara de Apelaciones en 2013 y quedó en firme en junio de este año cuando la Corte Suprema estadounidense rehusó pronunciarse sobre la apelación argentina.

Senilidad y prepotencia
Al vencimiento de sus compromisos de junio, la Argentina depositó el importe correspondiente como lo venía haciendo desde 2005 pero el banco fiduciario que recibió ese dinero no lo transfirió a los tenedores de los títulos, porque se lo prohibió ese juez de 84 años que ni siquiera entiende de qué se trata. Y esto no lo dice un autor argentino sino The New York Times, que llegó a esa conclusión luego de leer la versión taquigráfica de una de las audiencias. Era preciso repetirle las preguntas hasta siete veces y no tomaba decisión alguna. Entre otras confusiones, ni siquiera había advertido que al prohibir el pago de bonos emitidos en Europa y bajo ley europea excedía con holgura las facultades de su tribunal. Cuando se lo hicieron notar respondió que su jurisdicción abarcaba a la República Argentina. Esta impactante suma de senilidad y prepotencia no debería oscurecer la centralidad de los fondos buitre en el dispositivo de la globalización y el hecho de que su disparatada orden haya sido ratificada por la muy conservadora Corte Suprema de Justicia, que con pocos días de diferencia paralizó la tibia reforma del sistema de salud del presidente Barack Obama, reconoció derechos religiosos a las personas jurídicas, sentenció que el descuento de una cuota sindical lesionaba la libertad de expresión y convalidó el hostigamiento fundamentalista contra mujeres vulnerables frente a las clínicas a las que recurren para realizarse un aborto.

Es todo el sistema judicial estadounidense el que privilegia una lectura restrictiva del contrato, como si se tratara de una relación comercial entre particulares y simula ignorar el contexto mundial en que ese contrato se consuma. El caso argentino es una perfecta ilustración del carácter irracionalidad y destructivo que ha alcanzado la globalización capitalista. Si se pretende construir un paradigma superador, en el que los derechos de los bancos no prevalezcan sobre los de las personas, el enfrentamiento contra la centralidad del sistema financiero es ineludible y urgente.



Las trampas de la antipolítica
Por Horacio Verbitsky


La geógrafa humana y licenciada en filosofía y letras Teresa Isenburg vive desde hace cuarenta años entre Milán y San Pablo, donde enseña e investiga sobre la agricultura y el agua. En Agape se identificó como parte de una generación que vivió la última parte de la gran utopía de la segunda posguerra mundial, inscripta en la onda secular iniciada a mediados del siglo XVIII y que giraba en torno a racionalidad, progreso, revolución y tecnología. Nadie dudaba de que la vida era un esfuerzo de grandes grupos colectivos para construir y conquistar en primer lugar la justicia social, objetivo tras el cual Isenburg tuvo actividad de base en organizaciones políticas. Esas luchas de masas en la posguerra fueron exitosas. En el centro del sistema capitalista impusieron una transferencia de ingresos desde la renta y las utilidades del capital hacia los asalariados, y en la periferia quitaron espacio a la expansión del capitalismo por medio del proceso de descolonización. La respuesta fue el neoliberalismo y la financiarización. El sistema capitalista se reorganizó, sustituyendo la fábrica fordista integrada verticalmente por la acumulación flexible bajo el comando del capital financiero. En cambio, las fuerzas que lo enfrentan no se reorganizaron en forma sistemática, lo que produjo un cuadro asimétrico. El capitalismo tiene un enfoque muy concentrado en las finanzas pero sus antagonistas se dispersan en diferentes planteos, como el ambientalismo, las cuestiones de género, la defensa del salario y la lucha contra la precariedad. En este contexto asimétrico, los activistas que expresan utopías no producen proyectos autónomos, sólo luchas defensivas ante las situaciones que se les presentan. Esta limitación es más marcada en Italia que en Brasil, donde algunas fuerzas políticas y sindicales elaboran proyectos totalizadores relativos a la transformación de la sociedad, como es el caso del movimiento de los Sin Techo que, siguiendo el ejemplo de los Sin Tierra, se organizó hasta conseguir la transformación de un asentamiento en un complejo habitacional popular. En diversos campos, como las consecuencias ambientales y sanitarias de los procesos productivos, es posible construir redes de alianzas entre movimientos, instituciones, sectores de la investigación, con relaciones internacionales.

Según Isenberg para tender un puente entre utopía y realidad es necesario superar varias trampas ideológicas y operativas: el sistema comunicacional, cuyo control es decisivo para la acumulación de poder; la antipolítica y el antipartidismo que esos medios proponen, y el orden jerárquico de la globalización capitalista conducido por las finanzas. El discurso sobre la reducción de los costos de la política y la idea de que los políticos son todos iguales, “cosa que no es cierta ni siquiera en la pésima situación italiana”, conduce en línea recta a la expropiación del voto y de la representación, porque refuerzan los intereses de los grupos de poder más fuertes y el éxito de fuerza políticas que gritan palabras de orden vacías y vulgares, en vez de construir y aplicar programas bien planificados. En esta etapa histórica, las elecciones institucionales tienen una directa incidencia material en la vida y la calidad de vida de los ciudadanos y sobre la distribución del ingreso, a través de las normas fiscales, laborales y de salud. Por eso resulta tan útil un poder político controlable, como es evidente en Italia.

Fijar prioridades
El mundo globalizado es descripto como una competencia continua entre puntos y sujetos, en una equiparación universal. Esto ignora el orden jerárquico que el capital financiero controla con ojo incansable desde su Torre de Moldor. Los activistas actúan como si esta estratificación no existiera, cuando este es un punto fundamental para jerarquizar a su vez las actividades que se eligen realizar para enfrentarla, ya que no es posible hacer todo. Se trata, entonces, de fijar prioridades.

Si bien la globalización capitalista neoliberal es hija de las orientaciones de Reagan y Thatcher, su triunfo ideológico recién se dio con la caída del muro de Berlín y la implosión de la URSS. Casi al mismo tiempo, en 1991 se inicia un período de guerras imperialistas que bajo la conducción de Occidente no tiene trazas de concluir. Esas guerras implican un refuerzo del control social por medio de la seguridad, y la violencia y la impunidad de las fuerzas del orden. Por eso, agrega Isenburg, este debería ser el nivel jerárquico superior de cualquier acción política iluminada por la utopía. Esto se vincula con la industria militar que junto con la farmacéutica constituyen los campos de mayor poder mundial del sector manufacturero.

El segundo nivel jerárquico que debería ordenar las acciones de lucha es la irrupción de la religión, en su forma organizada y a través del rol dominante del clero, directamente en la organización, en las relaciones y en las decisiones políticas. Italia arrastra esta desgracia desde hace siglos, mientras Brasil tuvo una discreta separación de Estado e Iglesia. El problema es catastrófico en Israel, en países con prevalente religión musulmana, en parte de Estados Unidos y en Polonia.

En el tercer nivel jerárquico, Isenburg coloca lo que llama “la traición de los intelectuales”, que siempre habían tenido un rol insustituible en los procesos innovativos de transformación cultural y política de la sociedad, como Dante Alighieri. Pero en las últimas décadas los intelectuales (considerados como categoría amplia, que incluye a estudiosos e investigadores) han abjurado de la producción de saber crítico, como si los médicos abdicaran del juramento hipocrático. Los hay solitarios, óptimos, importantes, infatigables. Pero el conjunto está muy lejos de serlo. La alucinante normalización académica que está sucediendo en todo el mundo, con sus venenosas consecuencias dentro del proceso de transmisión del saber y el conocimiento, es consecuencia de esta traición. La movilidad de la fuerza de trabajo multiplica las tensiones, con la utilización de inmigrantes como ejército de reserva, de modo que el control mundial de la fuerza de trabajo se convierte en un nudo crucial, junto con las guerras. La coerción que se ejerce sobre la fuerza de trabajo mediante el doble flujo de las migraciones y las deportaciones, constituyen un pilar de Occidente y una construcción ideológico/material que, más allá de la solidaridad, puede reconstruirse también culturalmente.



Itinerario
La exposición sobre el conflicto con los fondos buitre y los jueces estadounidenses tuvo lugar en el Centro Ecuménico de Agape, construido después de la Segunda Guerra Mundial por la Iglesia Valdense como punto de encuentro y debate sobre las cuestiones centrales del mundo que emergió de aquella catástrofe. Fue concebido como un signo de reconciliación, de esfuerzo colectivo en el trabajo manual, de vida comunitaria y de experiencia ecuménica. La iglesia valdense surgió en el siglo XII cuando un comerciante de Lyon, Pietro Valdo o Vadesius, decidió desprenderse de todos sus bienes y dedicarse a la predicación del Evangelio, la misma práctica que al mismo tiempo emprendió Giovanni di Pietro Bernardote en Asís. Ambos recurrieron al papado, con diferente efecto. Bernardote obtuvo la autorización de Inocencio III y en el siglo siguiente fue canonizado como San Francisco de Asís. Valdo fue proscripto por Alejandro III, y sus seguidores perseguidos, porque además de predicar la pobreza Valdo hizo traducir la Biblia a la lengua romance de Occitania, para su lectura y reflexión en las calles y en las casas, sin acudir a las iglesias. Precursores de la reforma luterana, con la que se conectaron, en el siglo XVII los valdenses fueron expulsados del norte de Italia y del sur de Francia. Masacrados por miles debieron huir a pie por las montañas hasta Ginebra, de donde recibieron autorización para regresar siempre que aceptaran concentrarse en una región del Piemonte, es decir al pie de los Alpes, que hoy se conoce como valles valdenses. En esos mismos valles está Torre de Pellice, donde todos los años se realiza una feria del libro. Allí hablé de la historia política de la Iglesia Católica en la Argentina y de su comportamiento durante la última dictadura militar. Cuando se realizó en Roma el juicio a los ex generales Carlos Suárez Mason y Santiago Riveros, por el secuestro y asesinato de Mario Marras, Martino Mastinu, Laura Carlotto, su bebé Guido, Roberto Julio Morresi, Pedro Luis Mazzochi, Luis Alberto Fabri y Daniel Jesús Ciuffo, ocho de los 500 desaparecidos en la Argentina que tenían pasaporte italiano, la Iglesia Valdense brindó alojamiento en uno de sus hogares de la capital italiana a quienes llegábamos de la Argentina para testimoniar. El itinerario se completó con una ascensión a la montaña (no lejos de donde en 1943 fue capturado Primo Levi, que integraba un grupo de la resistencia antifascista, y fue enviado a un campo de concentración alemán en Polonia) y con una presentación en la Asociación Argentino Italiana Piemonte de Turín sobre el estado de los juicios por crímenes de lesa humanidad. Allí celebramos con alegría el reencuentro de aquel bebé, que hoy se llama Ignacio Hurban, con sus abuelas Estela Carlotto y Tenchi Ordura.
Fuente:Pagina12

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