Doña Dora, la madre que marcó el camino
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@monodemarinis
Por Gustavo De Marinis
Dora Paula Catalina González logró saber que su hija Ana María, estudiante de Filosofía y Letras y nadadora de Andes Talleres, asesinada por las balas de la dictadura en 1977 en la puerta de ingreso a la iglesia Virgen de Fátima en Godoy Cruz, había sido enterrada en el cuadro 33. Un amigo de la familia, empleado de una funeraria, le avisó que había visto el cuerpo de Ana María.
Desde entonces Dora y su esposo, Manuel, iban todos los sábados al cementerio a dejar flores en un lugar que sólo pudieron señalizar con una cruz, ni siquiera un nombre.
Cuando la democracia volvió, la familia recuperó el cuerpo y le dio la sepultura correspondiente. Muchos años después el Equipo Argentino de Antropología Forense llegó a trabajar al cementerio, pero le faltaba algún indicio para empezar a buscar.
La convocaron a Dora y ella, ya con 80 y pico de años, fue enseguida.
Reconoció el lugar en el que un árbol le daba sombra 30 años atrás y facilitó el inicio de las tareas que hoy han permitido identificar a Néstor Oliva. Dora ya no está, pero dejó su legado.
Fuente:DiarioUnoMdza.
Dora Paula Catalina González logró saber que su hija Ana María, estudiante de Filosofía y Letras y nadadora de Andes Talleres, asesinada por las balas de la dictadura en 1977 en la puerta de ingreso a la iglesia Virgen de Fátima en Godoy Cruz, había sido enterrada en el cuadro 33. Un amigo de la familia, empleado de una funeraria, le avisó que había visto el cuerpo de Ana María.
Desde entonces Dora y su esposo, Manuel, iban todos los sábados al cementerio a dejar flores en un lugar que sólo pudieron señalizar con una cruz, ni siquiera un nombre.
Cuando la democracia volvió, la familia recuperó el cuerpo y le dio la sepultura correspondiente. Muchos años después el Equipo Argentino de Antropología Forense llegó a trabajar al cementerio, pero le faltaba algún indicio para empezar a buscar.
La convocaron a Dora y ella, ya con 80 y pico de años, fue enseguida.
Reconoció el lugar en el que un árbol le daba sombra 30 años atrás y facilitó el inicio de las tareas que hoy han permitido identificar a Néstor Oliva. Dora ya no está, pero dejó su legado.
Fuente:DiarioUnoMdza.
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