viernes, 22 de agosto de 2014
Los fusiladores protegidos por la Armada. Los compañeros fusilados protegidos por la lucha y la memoria
Los fusiladores protegidos por la Armada. Los compañeros fusilados protegidos por la lucha y la memoria
La historia de los fusiladores de Trelew y de cómo la Armada los protegió
Los investigadores creen que la fuerza armada los cobijó durante años.
Tal vez no haya un hecho tan reñido con el pretendido espíritu de coraje y sacrificio de la Armada Argentina como los fusilamientos de Trelew, cuando un grupo de marinos al mando del capitán de fragata Luis Emilio Sosa asesinó a 16 militantes de organizaciones revolucionarias en la Base Almirante Zar, en agosto de 1972.
Los investigadores creen que la fuerza armada los cobijó durante años.
Tal vez no haya un hecho tan reñido con el pretendido espíritu de coraje y sacrificio de la Armada Argentina como los fusilamientos de Trelew, cuando un grupo de marinos al mando del capitán de fragata Luis Emilio Sosa asesinó a 16 militantes de organizaciones revolucionarias en la Base Almirante Zar, en agosto de 1972.
Cuando la causa se reactivó hace un mes con el pedido de detención de los máximos responsables de la masacre, una pregunta surgió naturalmente: ¿Cómo hicieron los acusados de la matanza para permanecer tanto tiempo fuera de la consideración pública, a pesar del espíritu revisionista que ha imperado en los últimos años?
Allí emerge con claridad el rol protector que cumplió la Armada, que facilitó el ocultamiento de sus hombres, los premió con ascensos y agregadurías en el extranjero y les ofreció ayuda y asesoría en el convencimiento de que el episodio de Trelew estaba justificado.
Así lo dejó en claro el entonces responsable militar de la base, Horacio Mayorga, cuando pocas semanas después de la masacre dijo: “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho, bien hecho está”.
Según fuentes judiciales, al declarar hace dos semanas en los tribunales de Rawson donde se tramita la causa, mantuvo la misma posición: reconoció que la Armada había protegido a los acusados y justificó esta medida en que, de otra manera, corrían el riesgo de represalias de los grupos guerrilleros. “Los tuvimos que sacar, protegerlos, porque corría riesgo la vida de esa gente que había actuado en cumplimiento del deber”, afirmó.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont
22-8-2014
Trelew
A 42 años de la fuga que fue masacre
Masacre de Trelew: las diez fotos que nunca viste
Trelew
A 42 años de la fuga que fue masacre
Masacre de Trelew: las diez fotos que nunca viste
En plena dictadura de Alejandro Lanusse, el 15 de agosto de 1972 un grupo integrado por militantes políticos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarios (FAR) y Montoneros protagonizó un intento masivo de fuga del Penal de Rawson. Sólo seis lograron escapar a Chile y 19 quedaron amotinados en el aeropuerto de Trelew. Dias después, 16 serían fusilados a sangre fría.
Diario Jornada de Chubut
15 de agosto, 1972, Patagonia Argentina. Un grupo de militantes políticos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarios (FAR) y Montoneros, de pie, hablaba en una inusual conferencia de prensa ante unos pocos periodistas en el aeropuerto de Trelew. Fue horas después de un masivo intento de fuga del Penal de máxima seguridad de Rawson, una de las cárceles con más presos políticos del país y paradigma del confinamiento y la persecución política de la dictadura de Alejandro Lanusse.
El plan no salió como lo pensaron los líderes: de las más de cien personas que pensaban escapar, sólo 6 se fugaron a Chile y 19 quedaron amotinadas en el aeropuerto. Rodeados por los militares, los miembros de los grupos guerrilleros convocaron a los medios para anunciar que se entregarían a la fuerza pública “no sin antes exigir condiciones”. Había olor a pólvora. En minutos se hizo presente un juez federal. En el documental de Raymundo Gleyzer “Ni olvido ni perdón” (1972), Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP), uno de los líderes, agachó la cabeza y dijo ante las cámaras:
-Queremos garantizar nuestra integridad física. No sólo para que no nos asesinen, sino tampoco para que las fuerzas represivas nos torturen
Los seis jefes guerrilleros que se habían fugado a Chile fueron Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, del PRT- ERP; Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR; y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros. Todos se subieron a un avión secuestrado y fueron refugiados por el gobierno de Salvador Allende. De ahí volaron a Cuba, donde pidieron por la vida de los 19 presos que, por un error en la planificación, tomaron unos taxis desde el Penal y nunca llegaron a tiempo para tomar el avión.
La masacre que los militantes querían evitar con la conferencia, finalmente, ocurrió. A la madrugada del 22 de agosto, en la Base Naval Almirante Zar, los 19 detenidos fueron sorpresivamente despertados y sacados de sus celdas. Según testimonios de los tres únicos sobrevivientes, mientras estaban formados y obligados a mirar hacia el piso fueron ametrallados indefensos por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Bravo. La mayoría murió desangrada en el acto. Algunos heridos fueron rematados con armas cortas en el piso. Los sobrevivientes fueron trasladados al día siguiente a Puerto Belgrano. Eran Alberto Miguel Camps (FAR), que sería ejecutado años después por los militares, en 1977; y María Antonia Berger (FAR) y Ricardo René Haidar (Montoneros), desaparecidos en 1979 y 1982, respectivamente.
Los fusilamientos fueron justificados, en aquel momento, con una versión oficial de "intento de fuga". Como consecuencia de los disparos fallecieron Rubén Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Segundo Suárez, José Ricardo Mena, Humberto Adrián Toschi, Miguel Angel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Eduardo Campello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgart.
El pueblo de Trelew no vivió ajeno a la masacre. Tras el fusilamiento, los vecinos se organizaron para reclamar y convirtieron en el centro de operaciones el Teatro Español, un edificio señorial que todavía sigue abierto frente a la plaza Independencia, poblada de pinos. Allí colgaron un cartel que decía: “Prohibido dormir” y organizaron una serie de medidas de protesta. La dictadura de Alejandro Agustín Lanusse no les perdonó ese gesto de insurrección: el 11 de octubre de 1972, un avión Hércules aterrizó en Trelew y un batallón de soldados inundó la ciudad con allanamientos y detenciones en lo que se llamó “Operativo Vigilante”. Un grupo de vecinos fue trasladado a Buenos Aires, donde fueron encerrados en la cárcel de Devoto. Tras meses de lucha, lograron su libertad. Esas historias están contadas en el notable libro “La pasión según Trelew” (1974), de Tomás Eloy Martínez y en el documental “La fuga que fue masacre” (2004) de Mariana Arruti.
A 42 años de la Masacre de Trelew, el viejo aeropuerto se convirtió en un Espacio para la Memoria. Además, este viernes la Secretaría de Derechos Humanos señalizará como sitio de memoria la base aeronaval Almirante Zar. La causa judicial por los fusilamientos tuvo enormes dilaciones y la sentencia llegó tarde. El 15 de octubre de 2012, el presidente del TOF de Comodoro Rivadavia, Enrique Guanziroli y sus colegas Pedro de Diego y Nora Cabrera de Monella condenaron a prisión perpetua a los ex capitanes de fragata Luis Sosa y Emilio Jorge del Real y al cabo Carlos Marandino por los asesinatos de 16 militantes peronistas y de izquierda y tres tentativas de homicidio. Varios represores fueron absueltos o no llegaron a ser juzgados. Otros, fallecieron en la impunidad.
15 de agosto, 1972, Patagonia Argentina. Un grupo de militantes políticos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarios (FAR) y Montoneros, de pie, hablaba en una inusual conferencia de prensa ante unos pocos periodistas en el aeropuerto de Trelew. Fue horas después de un masivo intento de fuga del Penal de máxima seguridad de Rawson, una de las cárceles con más presos políticos del país y paradigma del confinamiento y la persecución política de la dictadura de Alejandro Lanusse.
El plan no salió como lo pensaron los líderes: de las más de cien personas que pensaban escapar, sólo 6 se fugaron a Chile y 19 quedaron amotinadas en el aeropuerto. Rodeados por los militares, los miembros de los grupos guerrilleros convocaron a los medios para anunciar que se entregarían a la fuerza pública “no sin antes exigir condiciones”. Había olor a pólvora. En minutos se hizo presente un juez federal. En el documental de Raymundo Gleyzer “Ni olvido ni perdón” (1972), Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP), uno de los líderes, agachó la cabeza y dijo ante las cámaras:
-Queremos garantizar nuestra integridad física. No sólo para que no nos asesinen, sino tampoco para que las fuerzas represivas nos torturen
Los seis jefes guerrilleros que se habían fugado a Chile fueron Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, del PRT- ERP; Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR; y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros. Todos se subieron a un avión secuestrado y fueron refugiados por el gobierno de Salvador Allende. De ahí volaron a Cuba, donde pidieron por la vida de los 19 presos que, por un error en la planificación, tomaron unos taxis desde el Penal y nunca llegaron a tiempo para tomar el avión.
La masacre que los militantes querían evitar con la conferencia, finalmente, ocurrió. A la madrugada del 22 de agosto, en la Base Naval Almirante Zar, los 19 detenidos fueron sorpresivamente despertados y sacados de sus celdas. Según testimonios de los tres únicos sobrevivientes, mientras estaban formados y obligados a mirar hacia el piso fueron ametrallados indefensos por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Bravo. La mayoría murió desangrada en el acto. Algunos heridos fueron rematados con armas cortas en el piso. Los sobrevivientes fueron trasladados al día siguiente a Puerto Belgrano. Eran Alberto Miguel Camps (FAR), que sería ejecutado años después por los militares, en 1977; y María Antonia Berger (FAR) y Ricardo René Haidar (Montoneros), desaparecidos en 1979 y 1982, respectivamente.
Los fusilamientos fueron justificados, en aquel momento, con una versión oficial de "intento de fuga". Como consecuencia de los disparos fallecieron Rubén Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Segundo Suárez, José Ricardo Mena, Humberto Adrián Toschi, Miguel Angel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Eduardo Campello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgart.
El pueblo de Trelew no vivió ajeno a la masacre. Tras el fusilamiento, los vecinos se organizaron para reclamar y convirtieron en el centro de operaciones el Teatro Español, un edificio señorial que todavía sigue abierto frente a la plaza Independencia, poblada de pinos. Allí colgaron un cartel que decía: “Prohibido dormir” y organizaron una serie de medidas de protesta. La dictadura de Alejandro Agustín Lanusse no les perdonó ese gesto de insurrección: el 11 de octubre de 1972, un avión Hércules aterrizó en Trelew y un batallón de soldados inundó la ciudad con allanamientos y detenciones en lo que se llamó “Operativo Vigilante”. Un grupo de vecinos fue trasladado a Buenos Aires, donde fueron encerrados en la cárcel de Devoto. Tras meses de lucha, lograron su libertad. Esas historias están contadas en el notable libro “La pasión según Trelew” (1974), de Tomás Eloy Martínez y en el documental “La fuga que fue masacre” (2004) de Mariana Arruti.
A 42 años de la Masacre de Trelew, el viejo aeropuerto se convirtió en un Espacio para la Memoria. Además, este viernes la Secretaría de Derechos Humanos señalizará como sitio de memoria la base aeronaval Almirante Zar. La causa judicial por los fusilamientos tuvo enormes dilaciones y la sentencia llegó tarde. El 15 de octubre de 2012, el presidente del TOF de Comodoro Rivadavia, Enrique Guanziroli y sus colegas Pedro de Diego y Nora Cabrera de Monella condenaron a prisión perpetua a los ex capitanes de fragata Luis Sosa y Emilio Jorge del Real y al cabo Carlos Marandino por los asesinatos de 16 militantes peronistas y de izquierda y tres tentativas de homicidio. Varios represores fueron absueltos o no llegaron a ser juzgados. Otros, fallecieron en la impunidad.
22 de Agosto de 2014
Presentación del libro Trelew 72, un documento histórico insoslayable
Al cumplirse 42 años, homenaje a las víctimas de la Masacre de TrelewEl libro sobre los 16 militantes asesinados y los tres sobrevivientes fue realizado por el Archivo Nacional de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos (ANM) y el Programa Memoria en Movimiento, con fotos de los archivos de La Jornada.
Trelew 72 - Julio Menajovsky (fotógrafo) , Mariana Arruti (ANM,) Juan Arcuri (ex subsecretario DH de Chubut) y Débora D'Antonio (historiadora) - Foto: maximiliano luna
En 1972, Emilser Pereira trabajaba en el diario La Jornada, de Chubut. Había llegado desde Río Negro y durante los sesenta, José Alberto "Chujo" Feldman –fundador del diario– lo ayudó a formarse como fotógrafo. El 15 de agosto de aquel año Pereira documentó lo ocurrido tras la fuga de un grupo de presos políticos del penal de Rawson. Varios integrantes de las organizaciones armadas FAR, ERP y Montoneros habían buscado evadirse con el objetivo de regresar a la lucha político-revolucionaria. Sin embargo, hubo fallas operativas que impidieron la fuga prevista, desde el aeropuerto de Trelew. De todos modos, tras un tiroteo en el penal, seis de ellos lograron subirse al avión con el que salieron del país. Mientras tanto, un segundo grupo integrado por 19 militantes logró llegar al aeropuerto, pero con demora. Al ver imposibilitada la fuga, improvisaron una conferencia de prensa, mientras el edificio era rodeado por las fuerzas de seguridad. Ante esta situación, la condición para deponer las armas fue la presencia de un juez que garantizara el traslado al penal de Rawson y la de un médico que certificara la integridad física de cada uno de ellos, previendo futuras represalias y torturas. Pereira fue el primero en llegar al aeropuerto. Y fue también quien fotografió a este grupo en el momento en que deponía las armas. Pese al acuerdo pactado, la dictadura militar decretó el estado de emergencia en la zona y las fuerzas de seguridad trasladaron a los detenidos a la base de la Marina Almirante Zar en la ciudad de Trelew. Una semana después, el 22 de agosto, los militantes eran asesinados y sólo tres sobrevivieron.
La foto de estas chicas y muchachos con los fusiles a sus pies, recorrió el mundo y con el tiempo se transformó en documento incontrastable de la masacre. Esa foto es parte de una serie de seis imágenes que como conjunto permaneció inédito hasta ahora. Se trata de parte del material fotográfico reunido en el valiosísimo libro Trelew 72. Este libro –que demandó casi cuatro años de investigación– fue realizado por el Archivo Nacional de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos (ANM) y el Programa Memoria en Movimiento, con fotos provenientes de los archivos de diario La Jornada, que "Chujo" Feldman se encargó de armar y preservar. La puesta en valor de estos documentos estuvo a cargo del ANM junto la Subsecretaría de Derechos Humanos y el Archivo Provincial de la Memoria del Chubut. Reúne más de 50 fotografías tomadas entre 1971 y 1973, con la asunción del presidente Héctor Cámpora y la liberación de los presos en Rawson. Con prólogo del Secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, Trelew 72 se divide en siete capítulos que reconstruyen la fuga del penal de Rawson y la masacre perpetrada en Trelew.
"El material que seleccionamos echa nueva luz sobre la violencia política que el Estado descargó sobre la sociedad durante las décadas del sesenta y setenta, y permite advertir las continuidades en las políticas represivas ensayadas por los gobiernos que se sucedieron entre los años 1966 y 1976", comenta Mariana Arruti, directora del área audiovisual del ANM. Junto a ella, dialogaron con este diario la historiadora Débora D’Antonio, el fotógrafo Julio Menajovsky y el ex subsecretario de Derechos Humanos de Chubut, Juan Arcuri, quien ejerció su cargo entre 2007 y 2011. Todos ellos también integran el ANM y son responsables de este libro, que se presenta hoy en Trelew como parte de la conmemoración por el 42º aniversario de la masacre.
"El enfoque no sólo está puesto en la masacre sino que busca un registro más amplio. En estas fotos están presentes las huelgas y movilizaciones de los trabajadores en esos años, las jornadas de repudio a los asesinatos, los obstáculos que tuvieron que sortear los abogados defensores como Mario Abel Amaya o la masiva concurrencia a los velatorios de los militantes asesinados como muestras de un compromiso político que también se tradujo en la formación de comités de solidaridad con los presos", enumera D’Antonio. Y Menajovsky apunta: "Tenés que tener en cuenta el modo en que se fue reconfigurando la situación de una zona aislada, en el sur, a comienzos de los setenta cuando empiezan a ser trasladados ahí los primeros presos políticos. La dictadura quiso instalar el discurso de la subversión pero para los vecinos pronto quedó claro que los familiares que reclamaban por sus presos, y los presos mismos, nada tenían que ver con esos discursos que los pintaban como monstruos. Hay una imagen, por ejemplo, que registra un momento de octubre de 1972 donde estos vecinos toman el Teatro Español y se da una asamblea popular que se conoce como ‘el Trewelazo’, que Tomás Eloy Martínez cuenta en La pasión según Trelew". El fotógrafo también señala la importancia de otra imagen donde se lo ve a Luis Emilio Sosa –quien será posteriormente identificado como el principal responsable de la masacre del 22 de agosto–, cuando asume como segundo comandante del Batallón de Infantería de Marina Nº 4. "La foto fue tomada en un brindis en enero de 1972.
Probablemente en su momento haya pasado completamente inadvertida pero se trata de uno de los pocos retratos de esa época que se conservan de Sosa", explica. Otra foto llamativa es la de un grupo de familiares de presos por las calles de Trelew que, en diciembre de 1972, llevan una pancarta con la leyenda "Devoto, Rawson=Campos de Concentración", preanunciando los alcances que tendría el secuestro de personas durante el terrorismo de Estado.
Arcuri señala que esta investigación es una forma de homenajear a las víctimas; es decir, a los 16 militantes asesinados en 1972 y a los tres sobrevivientes –María Antonia Berger, Ricardo René Haidar y Alberto Camps– que casi un año después volvieron a la ciudad de Trelew con el propósito de ofrecer una conferencia de prensa en el emblemático bar del Hotel Touring Club, que es escenario de varias de estas imágenes. Sin embargo, Berger, Haidar y Camps engrosan la lista de desaparecidos al continuar su militancia durante la dictadura. "Pero el libro es también es una forma de recuperar el nombre de Pereira, que debió exiliarse por amenazas de la Triple A, y de Felmdan, creador del archivo cuyas imágenes podemos ver ahora, que él mismo se encargó de preservar en épocas donde este material resultaba peligroso", agrega.
El libro se cierra con un anexo que incluye información e imágenes desde 2003 hasta la fecha. En el año 2007, el viejo aeropuerto de Trelew fue recuperado y convertido en Centro Cultural por la Memoria. El 15 de octubre de 2012, el tribunal federal que llevó adelante la causa declaró la Masacre de Trelew como delito de lesa humanidad. También condenó a Sosa y a otros militares a prisión perpetua como responsables de los crímenes que fueron el prólogo de la etapa más oscura de la historia argentina reciente.
Presentación de Trelew 72
Trelew 72 se presenta hoy a las 19 en la Asociación Cultural El Árbol (Ameghino 764) de Trelew Participarán Carlos Pisoni por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Silvia Asaro, por la Subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia del Chubut, Mariana Arruti, por la Dirección del Área Audiovisual del Archivo Nacional de la Memoria, Verónica Torras, por el Programa Memoria en Movimiento y Jorge Aidar Bestene por el diario Jornada.
Ofrecerá un recital el cantante y compositor Tata Cedrón, con el auspicio del Ministerio de Cultura de la Nación.
Fuente:TiempoArgentino
22/08/2014
Prohibido olvidar: a 42 años de la Masacre de Trelew
El acto central será a las 16 en el Museo de la Memoria. Y a las 19 se presenta en El Árbol el libro “Trelew 72”, cuya base se elaboró con el archivo de diario Jornada.
Masacre de Trelew. Hoy se recuerda un nuevo aniversario del hecho.
Trelew vivirá hoy una jornada especial al conmemorar los 42 años de la denominada “Masacre de Trelew” que recuerda lo sucedido el 22 de agosto de 1972 cuando 16 presos políticos fueron asesinados en instalaciones de la Base Aeronaval “Almirante Zar”, hecho que marcó uno de los antecedentes más fuertes del terrorismo de Estado que vivió la Argentina.
El acto central que también servirá para recordar el segundo aniversario del histórico juicio que declaró de lesa humanidad a estos fusilamientos, tendrá lugar a partir de las 11 de la mañana en el Centro Cultural por la Memoria, ubicado en el exaeropuerto viejo de la ciudad.
La ceremonia contará con las presencias del intendente de Trelew, Máximo Pérez Catán, el ministro de Gobierno de la Provincia, Javier Touriñán y la subsecretaria de Derechos Humanos del Chubut, Silva Asaro, en tanto que en representación del Gobierno Nacional asistirá Carlos Pisani, del área de Derechos Humanos de la Nación.
Asimismo y como es habitual participarán del acto familiares de las víctimas, expresos políticos, organismos relacionados a los derechos humanos además de agrupaciones políticas y sociales, entre otras autoridades provinciales y municipales. Además de los discursos de las autoridades y la entonación del Himno Nacional Argentino también se proyectará un audiovisual conmemorativo a la fecha y se inaugurarán murales en relieve.Inauguración de pilares
A partir de las 13 en la Base Aeronaval “Almirante Zar” se desarrollará otro acto significativo que tiene que ver con la inauguración de tres pilares que representan la Memoria, la Verdad y la Justicia. La ceremonia contará también con la presencia de autoridades locales, provinciales y nacionales y está relacionada con señalar como sitio de la memoria al lugar donde se produjeron los hechos del 22 de agosto de 1972.
Cabe recordar que todo se inició el 15 de agosto de aquel año cuando 25 presos políticos pertenecientes a distintas organizaciones como el PRT, ERP, FAR y Montoneros se fugaron de la cárcel de Rawson donde estaban detenidos arribando al aeropuerto de Trelew, actualmente el Centro Cultural por la Memoria, donde preveían abordar un avión rumbo a Chile. Como solamente seis de ellos pudieron hacerlo, los 16 restantes se entregaron bajo la condición de ser retornados al penal, pedido que no se cumplió, siendo traslados a la Base Aeronaval de Trelew donde en la madrugada del 22 de agosto de 1972 la guardia los obligó a salir de sus celdas y abrió fuego sobre los 16 prisioneros.Cronograma
Si bien los actos en el Centro Cultural por la Memoria y la Base Almirante Zar serán los más significativos, también hoy habrá otras actividades conmemorativas de los 42 años de la “Masacre de Trelew”, que forman parte de un amplio cronograma organizado por la Municipalidad de Trelew en conjunto con el Ministerio de Educación, la Secretaría de Cultura y la Subsecretaría de Derechos Humanos del Chubut además de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y la Comisión por la Memoria del Pueblo.
A las 15.30 se realizará una concentración en el Comedor Universitario para marchar hacia el Centro Cultural por la Memoria y a las 16 se realizará el acto que organiza la Comisión por la Memoria del Pueblo.
Otra de las actividades realizadas por este 42º aniversario tuvo lugar este miércoles a las 20 horas en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco con la presentación de un panel sobre el Juicio de la Masacre de Trelew, donde los expositores fueron el fiscal general Fernando Gélvez y los abogados Eduardo Hualpa y David Romero.
El acto central que también servirá para recordar el segundo aniversario del histórico juicio que declaró de lesa humanidad a estos fusilamientos, tendrá lugar a partir de las 11 de la mañana en el Centro Cultural por la Memoria, ubicado en el exaeropuerto viejo de la ciudad.
La ceremonia contará con las presencias del intendente de Trelew, Máximo Pérez Catán, el ministro de Gobierno de la Provincia, Javier Touriñán y la subsecretaria de Derechos Humanos del Chubut, Silva Asaro, en tanto que en representación del Gobierno Nacional asistirá Carlos Pisani, del área de Derechos Humanos de la Nación.
Asimismo y como es habitual participarán del acto familiares de las víctimas, expresos políticos, organismos relacionados a los derechos humanos además de agrupaciones políticas y sociales, entre otras autoridades provinciales y municipales. Además de los discursos de las autoridades y la entonación del Himno Nacional Argentino también se proyectará un audiovisual conmemorativo a la fecha y se inaugurarán murales en relieve.Inauguración de pilares
A partir de las 13 en la Base Aeronaval “Almirante Zar” se desarrollará otro acto significativo que tiene que ver con la inauguración de tres pilares que representan la Memoria, la Verdad y la Justicia. La ceremonia contará también con la presencia de autoridades locales, provinciales y nacionales y está relacionada con señalar como sitio de la memoria al lugar donde se produjeron los hechos del 22 de agosto de 1972.
Cabe recordar que todo se inició el 15 de agosto de aquel año cuando 25 presos políticos pertenecientes a distintas organizaciones como el PRT, ERP, FAR y Montoneros se fugaron de la cárcel de Rawson donde estaban detenidos arribando al aeropuerto de Trelew, actualmente el Centro Cultural por la Memoria, donde preveían abordar un avión rumbo a Chile. Como solamente seis de ellos pudieron hacerlo, los 16 restantes se entregaron bajo la condición de ser retornados al penal, pedido que no se cumplió, siendo traslados a la Base Aeronaval de Trelew donde en la madrugada del 22 de agosto de 1972 la guardia los obligó a salir de sus celdas y abrió fuego sobre los 16 prisioneros.Cronograma
Si bien los actos en el Centro Cultural por la Memoria y la Base Almirante Zar serán los más significativos, también hoy habrá otras actividades conmemorativas de los 42 años de la “Masacre de Trelew”, que forman parte de un amplio cronograma organizado por la Municipalidad de Trelew en conjunto con el Ministerio de Educación, la Secretaría de Cultura y la Subsecretaría de Derechos Humanos del Chubut además de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y la Comisión por la Memoria del Pueblo.
A las 15.30 se realizará una concentración en el Comedor Universitario para marchar hacia el Centro Cultural por la Memoria y a las 16 se realizará el acto que organiza la Comisión por la Memoria del Pueblo.
Otra de las actividades realizadas por este 42º aniversario tuvo lugar este miércoles a las 20 horas en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco con la presentación de un panel sobre el Juicio de la Masacre de Trelew, donde los expositores fueron el fiscal general Fernando Gélvez y los abogados Eduardo Hualpa y David Romero.
Fuente:LaJornada
Testimonio de Vicente Zito Lema, abogado de los presos de Trelew (Agosto de 1972)
"El juicio se hizo, la sentencia salió y siento que ha llegado un poco de justicia"
Mario Hernandez
Mario Hernandez (MH): Estamos escuchando “Trelew” en la interpretación de Huarque Mapu de la Cantata Montoneros . El lunes 15 de octubre de 2012, al mediodía, El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia dio a conocer la sentencia en el juicio por el fusilamiento de 19 prisioneros políticos el 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar de Trelew , durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse.
Los marinos Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino fueron condenados a prisión perpetua, como autores de 16 homicidios y tres tentativas.
Estamos en comunicación con Vicente Zito Lema que es el único abogado sobreviviente que representaba a los presos de Trelew.
¿Qué significó para vos haber llegado a esta sentencia pasados 40 años?
Vicente Zito Lema (VZL): En relación a los compañeros masacrados en Trelew, junto a Rodolfo Ortega Peña, Roberto Sinigaglia, Rodolfo Mattarollo, recientemente fallecido, por nombrar algunos de los compañeros, éramos abogados defensores de los militantes revolucionarios que fueron asesinados, por lo tanto y esto quiero aclararlo bien, los conocía a todos ellos personalmente porque durante mucho tiempo los habíamos defendido. Primero en Buenos Aires y luego cuando los trasladaron a Rawson como otra forma de castigo para alejarlos lo más posible de donde podían ser visitados con mayor facilidad por sus familiares. Los seguimos defendiendo, conociendo, queriéndolos, compartiendo sueños, a cada uno de los compañeros que luego fueron fusilados en la Base Naval.
Por otra parte, se me viene a la cabeza la historia. Cuarenta años es mucho tiempo para cualquier ser humano y por más que uno en el transcurso de su vida va asimilando el tiempo, también es cierto que de golpe aquél rompe todo control y se instala a partir de algún acontecimiento. Es como si lo estuviéramos viviendo y si bien nunca dejé de pensar en mis compañeros de Trelew, porque para nosotros como generación tuvieron un significado muy profundo, creo que cuando uno se entera de cualquier matanza o violación de los Derechos Humanos, todos los que sentimos que el mundo verdaderamente humano es de todos y pase lo que pase, conociendo personalmente o no a las víctimas uno, como condición humana, se ve como partícipe de su vulneración. En este caso, estando más ligado a los hechos, uno queda conmovido, como que aquellos cuarenta años de golpe han pasado y estamos otra vez en el centro de la escena.
También quiero ser muy sincero. Uno nunca pierde las esperanzas de que el mundo va a cambiar. Los sueños que no vio nuestra generación están vivos y van a seguir así, porque mientras haya injusticia la humanidad va a querer modificar el mundo y sino toda, siempre va a haber una parte más activa, más decidida, más valiente, más romántica, más humanística, porque las cosas son así. El mundo se cambia con el conjunto pero no se puede negar que siempre hay algunos compañeros que son los que más pujan, los que van adelante, los que generalmente pagan con su vida u otras formas crueles el haber estado empujando.
Hablar de cárcel, de exilios, de torturas, de persecuciones, son parte de la historia y concretamente de esa generación de la cual los compañeros muertos en Trelew son un símbolo profundísimo. Así como la fuerza de los sueños de nuestra generación, de los compañeros de Trelew, algún día van a estar plenamente realizados, porque el mundo no se termina con nuestros propios días, así también dudé mucho, aun cuando se empezaron a hacer los juicios contra la dictadura militar de Videla, Massera, Agosti y los demás, que en relación a Trelew iba a haber justicia. Honestamente dudé porque todo era a partir de 1976 y aquel anticipo histórico había quedado como más olvidado, no por los militantes pero sí por el conjunto de la sociedad y además era algo tabú, es decir, los distintos gobiernos democráticos no mostraban mayor interés político en revivir ese acontecimiento, de encarar esa causa jurídica y, sin embargo, más allá de mi desconfianza, por tantos golpes recibidos, por tantas injusticias que uno a veces acumula, hay que reconocer que el ímpetu de los familiares, las circunstancias políticas, quiero reconocerlo porque no se puede negar la decisión de quien fuera Secretario de Derechos Humanos, el Dr. Duhalde, quien también fue abogado de los presos de Trelew, impulsaron el juicio.
Soy un crítico de muchos de los jueces que fueron nombrados durante la dictadura militar y ratificados en sus cargos por el gobierno del Dr. Alfonsín, y no es una crítica en su contra sino que las relaciones de fuerza pareciera que no dieron para más y la mayor parte de los jueces quedaron en sus puestos y desde allí han frenado y frenan los avances para juzgar a los terroristas de estado. Esos juicios son muy difíciles, muy lentos, toda una maquinaria para que no sean todos los asesinos los que realmente tengan que ser juzgados. Sin embargo, y a pesar de todo, pareciera que estaba destinado por la historia, de que el principio de toda esa década de horror de los ’70 tuviera por fin la sentencia que de alguna forma consuela, pone algo de amor por la justicia donde antes reinaba la impunidad y la muerte. En lengua clara y simple: el juicio de Trelew se hizo, la sentencia salió y siento que un poco de justicia al mundo ha llegado con este acontecimiento.
A mí me da una doble satisfacción, por un lado me emociono, me pongo triste porque recuerdo a los compañeros, la forma vil en que la canalla los asesinó, pero también, por otra parte, siento que todos los que los quisimos nos sentimos reconfortados con el fallo.
MH: Vicente, te agradezco muchísimo este testimonio. Has sido muy claro y nos estamos viendo en cualquier otro momento.
Carlos Alberto Astudillo, Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Alfredo Elías Kohon, Clarisa Rosa Lea Place, Susana Graciela Lesgart de Yofre, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sebrelli, Ana María Villarreal de Santucho, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi, Jorge Alejandro Ulla, María Antonia Berger (sobreviviente de la masacre y desaparecida por la dictadura en 1979), Alberto Miguel Camps (sobreviviente de la masacre y desaparecido por la dictadura en 1977), Ricardo René Haidar (sobreviviente de la masacre y desaparecido por la dictadura en 1982)
21-08-2014 |
"El juicio se hizo, la sentencia salió y siento que ha llegado un poco de justicia"
Mario Hernandez
Los marinos Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino fueron condenados a prisión perpetua, como autores de 16 homicidios y tres tentativas.
Estamos en comunicación con Vicente Zito Lema que es el único abogado sobreviviente que representaba a los presos de Trelew.
¿Qué significó para vos haber llegado a esta sentencia pasados 40 años?
Vicente Zito Lema (VZL): En relación a los compañeros masacrados en Trelew, junto a Rodolfo Ortega Peña, Roberto Sinigaglia, Rodolfo Mattarollo, recientemente fallecido, por nombrar algunos de los compañeros, éramos abogados defensores de los militantes revolucionarios que fueron asesinados, por lo tanto y esto quiero aclararlo bien, los conocía a todos ellos personalmente porque durante mucho tiempo los habíamos defendido. Primero en Buenos Aires y luego cuando los trasladaron a Rawson como otra forma de castigo para alejarlos lo más posible de donde podían ser visitados con mayor facilidad por sus familiares. Los seguimos defendiendo, conociendo, queriéndolos, compartiendo sueños, a cada uno de los compañeros que luego fueron fusilados en la Base Naval.
Por otra parte, se me viene a la cabeza la historia. Cuarenta años es mucho tiempo para cualquier ser humano y por más que uno en el transcurso de su vida va asimilando el tiempo, también es cierto que de golpe aquél rompe todo control y se instala a partir de algún acontecimiento. Es como si lo estuviéramos viviendo y si bien nunca dejé de pensar en mis compañeros de Trelew, porque para nosotros como generación tuvieron un significado muy profundo, creo que cuando uno se entera de cualquier matanza o violación de los Derechos Humanos, todos los que sentimos que el mundo verdaderamente humano es de todos y pase lo que pase, conociendo personalmente o no a las víctimas uno, como condición humana, se ve como partícipe de su vulneración. En este caso, estando más ligado a los hechos, uno queda conmovido, como que aquellos cuarenta años de golpe han pasado y estamos otra vez en el centro de la escena.
También quiero ser muy sincero. Uno nunca pierde las esperanzas de que el mundo va a cambiar. Los sueños que no vio nuestra generación están vivos y van a seguir así, porque mientras haya injusticia la humanidad va a querer modificar el mundo y sino toda, siempre va a haber una parte más activa, más decidida, más valiente, más romántica, más humanística, porque las cosas son así. El mundo se cambia con el conjunto pero no se puede negar que siempre hay algunos compañeros que son los que más pujan, los que van adelante, los que generalmente pagan con su vida u otras formas crueles el haber estado empujando.
Hablar de cárcel, de exilios, de torturas, de persecuciones, son parte de la historia y concretamente de esa generación de la cual los compañeros muertos en Trelew son un símbolo profundísimo. Así como la fuerza de los sueños de nuestra generación, de los compañeros de Trelew, algún día van a estar plenamente realizados, porque el mundo no se termina con nuestros propios días, así también dudé mucho, aun cuando se empezaron a hacer los juicios contra la dictadura militar de Videla, Massera, Agosti y los demás, que en relación a Trelew iba a haber justicia. Honestamente dudé porque todo era a partir de 1976 y aquel anticipo histórico había quedado como más olvidado, no por los militantes pero sí por el conjunto de la sociedad y además era algo tabú, es decir, los distintos gobiernos democráticos no mostraban mayor interés político en revivir ese acontecimiento, de encarar esa causa jurídica y, sin embargo, más allá de mi desconfianza, por tantos golpes recibidos, por tantas injusticias que uno a veces acumula, hay que reconocer que el ímpetu de los familiares, las circunstancias políticas, quiero reconocerlo porque no se puede negar la decisión de quien fuera Secretario de Derechos Humanos, el Dr. Duhalde, quien también fue abogado de los presos de Trelew, impulsaron el juicio.
Soy un crítico de muchos de los jueces que fueron nombrados durante la dictadura militar y ratificados en sus cargos por el gobierno del Dr. Alfonsín, y no es una crítica en su contra sino que las relaciones de fuerza pareciera que no dieron para más y la mayor parte de los jueces quedaron en sus puestos y desde allí han frenado y frenan los avances para juzgar a los terroristas de estado. Esos juicios son muy difíciles, muy lentos, toda una maquinaria para que no sean todos los asesinos los que realmente tengan que ser juzgados. Sin embargo, y a pesar de todo, pareciera que estaba destinado por la historia, de que el principio de toda esa década de horror de los ’70 tuviera por fin la sentencia que de alguna forma consuela, pone algo de amor por la justicia donde antes reinaba la impunidad y la muerte. En lengua clara y simple: el juicio de Trelew se hizo, la sentencia salió y siento que un poco de justicia al mundo ha llegado con este acontecimiento.
A mí me da una doble satisfacción, por un lado me emociono, me pongo triste porque recuerdo a los compañeros, la forma vil en que la canalla los asesinó, pero también, por otra parte, siento que todos los que los quisimos nos sentimos reconfortados con el fallo.
MH: Vicente, te agradezco muchísimo este testimonio. Has sido muy claro y nos estamos viendo en cualquier otro momento.
Carlos Alberto Astudillo, Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Alfredo Elías Kohon, Clarisa Rosa Lea Place, Susana Graciela Lesgart de Yofre, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sebrelli, Ana María Villarreal de Santucho, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi, Jorge Alejandro Ulla, María Antonia Berger (sobreviviente de la masacre y desaparecida por la dictadura en 1979), Alberto Miguel Camps (sobreviviente de la masacre y desaparecido por la dictadura en 1977), Ricardo René Haidar (sobreviviente de la masacre y desaparecido por la dictadura en 1982)
PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!!!
Fuente:Rebelion
Eduardo Blaustein
A 42 años de la masacre de 16 militantes políticos
Trelew y el periodismo al servicio del Estado terrorista
Fuente:Infojus
22-8-2014
Memoria
Eduardo Blaustein
A 42 años de la masacre de 16 militantes políticos
Trelew y el periodismo al servicio del Estado terrorista
La cobertura de los diarios tradicionales sobre la masacre de Trelew fue un anticipo de lo que vendría después, con la dictadura de Videla & compañía. Fue, en palabras de Blaustein, “el préstamo de un gran megáfono privado para la repetición monocorde de una única versión oficial, castrense, perversa, banal, brutal”.
Fotos:Majo Malvares
Para quienes, como supone uno sobre los lectores de Infojus Noticias, están lo suficientemente ejercitados en la lectura crítica de los medios, y que conocen algo sobre el nivel de aberración en el comportamiento de nuestra (¿?) prensa durante la dictadura, no debería sorprender que la cobertura de los diarios tradicionales sobre la masacre de Trelew fuera apenas el préstamo de un gran megáfono privado para la repetición monocorde de una única versión oficial, castrense, perversa, banal, brutal. O quizá sí podría sorprender. Porque aquellos tiempos medios del lanussismo eran de retroceso militar, de ascenso popular, de libertades ganadas a las piñas, de movilizaciones y alegría en las calles, aun a contramano de la represión de la época. Sólo el horror extremo de la dictadura nos enseñó que efectivamente a los años de Lanusse se los podría calificar como dictablanda.
Y sin embargo Trelew. Y sin embargo, esto es lo central, porque “no era necesario” ni se respiraba tanto horror en la Argentina de 1972, se necesitó una vez más que un sistema de medios tradicional, conservador, privado, pusiera el así llamado periodismo al servicio de las necesidades de un Estado terrorista. O que se mintiera tan aviesamente sobre lo que pudiera pasar con un puñado de guerrilleros, a los que seguramente los directivos y lectores paradigmáticos de esos diarios temían por una doble vía: la del infantilismo y la del fanatismo. Ese odio y ese terror sordo, un poco tonto, de los sectores conservadores a la guerrilla, el peronismo combativo o no, o las izquierdas, explica no sólo una cobertura periodística particular, la de los hechos de Trellew, sino el conjunto de operaciones mediáticas y políticas previas al golpe del 76 y todo el nutrido acumulado de ilustre mierda (con perdón) que vino después de parte de diarios que en democracia se llenarían la boca con ya sabemos qué: democracia, república, autoritarismo, totalitarismo, libertad de prensa.
Mintieron a lo pavo, por supuesto, los grandes diarios argentinos tras Trellew, haciendo lo que desde el 24 de marzo de 1976 (y bastante antes, en el gobierno de Isabel Perón también) sería sistemático, mecánico, masivo: hacer de magáfono entre idiota y sibilino. Limitarse a amplificar un parte de guerra oficial o aun peor, amparar la ominosa mentira en esas figuras retóricas sinuosas del periodismo viejo y el presente como “fuentes habitualmente bien informadas”. El título de La Nación anticipa un muy triste clásico de los años de la dictadura siguiente, el uso de un verbo muy particular, –abatir- en este formato: “En Trelew abatióse a quince extremistas”.
Escribí en Decíamos ayer. La prensa bajo el Proceso sobre esas modalidades verbales: “Designóse, nombróse, detúvose, abatióse”. Transcribí en esas páginas este comunicado entre miles: “Un delincuente subversivo, miembro de la banda marxista autodenominada 'montoneros', fue abatido por las fuerzas legales”. Añadí: “No hay que tener un master en semiótica para detectar que las palabras cargadas de connotaciones negativas derrotan 6 a 1 a la expresión positiva "fuerzas legales" y que entre las seis y la una media la presunta neutralidad del verbo abatir, también usado para aludir a la muerte de búfalos u otras bestias, para referir al derribo de cazabombarderos o al paso calamitoso de un temporal”.
Otra cosa que recuerdo haber sentido fuertemente cuando investigaba los archivos de los diarios, particularmente las portadas siniestras del viejo vespertino sábana La Razón informando de muertes, muertes y muertes inexplicadas: en Argentina amanecían cadáveres en las calles, las barriadas, casi con naturalidad, como si amaneciera con escarcha.
El lenguaje de la época era la dictadura misma, era parte de un gigantesco y ominoso sistema cultural. Desde Trellew, pero desde mucho antes, a lo largo de décadas de violencia política y simbólica, en Argentina venía siendo así. Uno escucha el primer discurso de Pincohet justificando el golpe en Chile y puede ser nuestro y de 50 años atrás. Va de nuevo: no se trata de sólo de apoyos de los diarios, de complicidades, e intereses, Papel Prensa, de los sectores “del privilegio” pidiendo protección mafiosa a las Fuerzas Armadas. El dictador es el lenguaje y se trata de todo un sistema cultural, hoy a su modo vigente con sus cambios y sus sofisticaciones.
La pregunta es qué pasó en los poquísimos años que separan el horror de Trellew de la primavera camporista y de allí al horror de la dictadura. Escribí “horror”. ¿Pero hubo efectivamente tal horror por Trellew en la dudosamente llamada opinión pública o solo en minorías? ¿Qué dirían los resultados que aportara una brigada de encuestadores de Julio Aurelio o Poliarquía si los enviáramos al 72, al 75, al 76? ¿Cómo fue que de manera vertiginosa el aura de los guerrilleros buenos pasó a la categoría crítica y distante, muy popular, de los “tirabombas” y luego “la subversión”. ¿Qué hicieron tan mal los tirabombas para merecer su aislamiento y su desprestigio?
Si es por la negación del horror, ya sea en 1972 o 1976, se me ocurre una respuesta posible entre muchas, apenas angular, basada en un recuerdo personal. Yo era una auténtico estúpido imberbe de 14 años cuando Trellew. En esos años tomaba clases particulares de matemáticas para enfrentar un examen en el nacional Buenos Aires. Hijo de padres zurditos, hermanos ídem, ambiente igual, no me creía, como tantos, la versión oficial. Cuando comentamos la noticia de lo sucedido en Trellew con la vieja profe de matemáticas, una buena persona que, caramba, se llamaba Pía, le dije con la obvia soberbia de mis 14 años que la versión oficial era un verso, que los guerrilleros habían sido masacrados.
La respuesta de aquella profe viejita es una clave cultural de lo que las sociedades prefieren no ver: “Ay, no. No me digas eso”. No querer saber, no querer escuchar ni enterarse. En el y75, 76, fue que prevaleciera largamente la demanda de orden a la demanda de libertad. Si hay que hacer un trabajo sucio que lo hagan otros y a esconder la cabeza. Y si se trata de los medios conservadores, a esconder la suciedad de ese trabajo triste pero necesario, ya no bajo la alfombra, sino hasta lo más profundo de la tierra, junto a la cantidad de cadáveres que sean.
Y sin embargo Trelew. Y sin embargo, esto es lo central, porque “no era necesario” ni se respiraba tanto horror en la Argentina de 1972, se necesitó una vez más que un sistema de medios tradicional, conservador, privado, pusiera el así llamado periodismo al servicio de las necesidades de un Estado terrorista. O que se mintiera tan aviesamente sobre lo que pudiera pasar con un puñado de guerrilleros, a los que seguramente los directivos y lectores paradigmáticos de esos diarios temían por una doble vía: la del infantilismo y la del fanatismo. Ese odio y ese terror sordo, un poco tonto, de los sectores conservadores a la guerrilla, el peronismo combativo o no, o las izquierdas, explica no sólo una cobertura periodística particular, la de los hechos de Trellew, sino el conjunto de operaciones mediáticas y políticas previas al golpe del 76 y todo el nutrido acumulado de ilustre mierda (con perdón) que vino después de parte de diarios que en democracia se llenarían la boca con ya sabemos qué: democracia, república, autoritarismo, totalitarismo, libertad de prensa.
Mintieron a lo pavo, por supuesto, los grandes diarios argentinos tras Trellew, haciendo lo que desde el 24 de marzo de 1976 (y bastante antes, en el gobierno de Isabel Perón también) sería sistemático, mecánico, masivo: hacer de magáfono entre idiota y sibilino. Limitarse a amplificar un parte de guerra oficial o aun peor, amparar la ominosa mentira en esas figuras retóricas sinuosas del periodismo viejo y el presente como “fuentes habitualmente bien informadas”. El título de La Nación anticipa un muy triste clásico de los años de la dictadura siguiente, el uso de un verbo muy particular, –abatir- en este formato: “En Trelew abatióse a quince extremistas”.
Escribí en Decíamos ayer. La prensa bajo el Proceso sobre esas modalidades verbales: “Designóse, nombróse, detúvose, abatióse”. Transcribí en esas páginas este comunicado entre miles: “Un delincuente subversivo, miembro de la banda marxista autodenominada 'montoneros', fue abatido por las fuerzas legales”. Añadí: “No hay que tener un master en semiótica para detectar que las palabras cargadas de connotaciones negativas derrotan 6 a 1 a la expresión positiva "fuerzas legales" y que entre las seis y la una media la presunta neutralidad del verbo abatir, también usado para aludir a la muerte de búfalos u otras bestias, para referir al derribo de cazabombarderos o al paso calamitoso de un temporal”.
Otra cosa que recuerdo haber sentido fuertemente cuando investigaba los archivos de los diarios, particularmente las portadas siniestras del viejo vespertino sábana La Razón informando de muertes, muertes y muertes inexplicadas: en Argentina amanecían cadáveres en las calles, las barriadas, casi con naturalidad, como si amaneciera con escarcha.
El lenguaje de la época era la dictadura misma, era parte de un gigantesco y ominoso sistema cultural. Desde Trellew, pero desde mucho antes, a lo largo de décadas de violencia política y simbólica, en Argentina venía siendo así. Uno escucha el primer discurso de Pincohet justificando el golpe en Chile y puede ser nuestro y de 50 años atrás. Va de nuevo: no se trata de sólo de apoyos de los diarios, de complicidades, e intereses, Papel Prensa, de los sectores “del privilegio” pidiendo protección mafiosa a las Fuerzas Armadas. El dictador es el lenguaje y se trata de todo un sistema cultural, hoy a su modo vigente con sus cambios y sus sofisticaciones.
La pregunta es qué pasó en los poquísimos años que separan el horror de Trellew de la primavera camporista y de allí al horror de la dictadura. Escribí “horror”. ¿Pero hubo efectivamente tal horror por Trellew en la dudosamente llamada opinión pública o solo en minorías? ¿Qué dirían los resultados que aportara una brigada de encuestadores de Julio Aurelio o Poliarquía si los enviáramos al 72, al 75, al 76? ¿Cómo fue que de manera vertiginosa el aura de los guerrilleros buenos pasó a la categoría crítica y distante, muy popular, de los “tirabombas” y luego “la subversión”. ¿Qué hicieron tan mal los tirabombas para merecer su aislamiento y su desprestigio?
Si es por la negación del horror, ya sea en 1972 o 1976, se me ocurre una respuesta posible entre muchas, apenas angular, basada en un recuerdo personal. Yo era una auténtico estúpido imberbe de 14 años cuando Trellew. En esos años tomaba clases particulares de matemáticas para enfrentar un examen en el nacional Buenos Aires. Hijo de padres zurditos, hermanos ídem, ambiente igual, no me creía, como tantos, la versión oficial. Cuando comentamos la noticia de lo sucedido en Trellew con la vieja profe de matemáticas, una buena persona que, caramba, se llamaba Pía, le dije con la obvia soberbia de mis 14 años que la versión oficial era un verso, que los guerrilleros habían sido masacrados.
La respuesta de aquella profe viejita es una clave cultural de lo que las sociedades prefieren no ver: “Ay, no. No me digas eso”. No querer saber, no querer escuchar ni enterarse. En el y75, 76, fue que prevaleciera largamente la demanda de orden a la demanda de libertad. Si hay que hacer un trabajo sucio que lo hagan otros y a esconder la cabeza. Y si se trata de los medios conservadores, a esconder la suciedad de ese trabajo triste pero necesario, ya no bajo la alfombra, sino hasta lo más profundo de la tierra, junto a la cantidad de cadáveres que sean.
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