Viernes 29 de abril de 2016
EL SÁBADO, EN EL SOLAR DE LAS ARTES
Compromiso de vida
Ignacio Copani viene a adelantar temas de su próximo disco, junto a sus canciones más celebradas. En exclusiva, una charla con un artista plantado en su propio camino.
Foto: Gentileza producción
Así de simple: Copani optó por la independencia mucho antes de que las discográficas se retiren y obliguen a la independencia a casi todo el mundo.
Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
Mañana desde las 22, en El Solar de las Artes (9 de Julio 2955) se presentará el cantautor Ignacio Copani, con repertorio renovado y sus clásicos de siempre.
La entrada tiene un valor de 150 pesos (afiliados a Sadop, 100 pesos), con reservas de mesa al 4861395.
En la previa del show, El Litoral dialogó con el artista sobre canciones, política y más.
Desde abajo
—Más de una vez te han pegado por tu compromiso político con un proyecto. ¿Cómo es esto de “volver al llano”, donde nadie te puede acusar de “pagado” o esas cosas?
—Es que yo siempre estuve en el llano, no siento que haya estado en ningún otro lugar con respecto a mi trabajo. En las ocasiones en que me han visto en algún acto político (a los que sigo yendo, nada más que no se televisan) nunca he cobrado un mango, ni el taxi, ni los asistentes que puedo llevar si tenía que hacer una intervención artística. Lo puede revisar cualquiera en mi página web, toda la saga de actuaciones en diez mil lugares en todos estos años, de los llamados tradicionales: teatros, casinos, boliches, donde sea. Y en el exterior.
También, al menos en mi caso (aunque no me parece un pecado), no he tenido un segundo de una cortina musical en la TV Pública, ni en el informe meteorológico (risas), ni en las radios: me la he bancado siempre como lo que soy, como un trovador. El que esté censurado en varios canales, que son los de mayor alcance y los que destacan el compromiso hostigándome, no es mi problema. Sigo siempre trabajando en el llano, así que no encuentro ninguna diferencia.
—Ha cambiado el signo de los tiempos, ostensiblemente...
—Es una injusticia, parecería que hay nuevos géneros musicales: que además de haber cantantes líricos, de tango o de folclore, o por su registro de soprano, tenores o contraltos, hay un nuevo género que es el “artista ultra K”. Como si uno hubiera nacido solamente a la sombra de esos años de gobierno y el único beneficio que he tenido es el de cualquier ciudadano, de haber alcanzado derechos, que lamentablemente muchos están hoy en peligro.
Crónicas cantadas
—Por ahí el artista tiene eso de convertir en belleza las cosas feas.
—No sé si exactamente en belleza, porque en cualquier artista en cualquier rubro (en la pintura, la escultura) a veces el objetivo no es la belleza en sí sino el testimonio, el impacto que puede causar una obra.
En Picasso, es estremecedor el “Guernica” y es enternecedora la “Paloma de la paz”. Según el peso específico del tema que abordás puede salir algo con belleza, algo conmovedor, algo divertido; en eso tiene que ver la musa inspiradora.
Si escribo “Lo atamo' con alambre” no estoy pretendiendo conmover al público, sino con un poco de naturalidad y de gracia tomar una característica de cómo somos los argentinos. Pero si escribo un tema donde involucro a las Madres (de Plaza de Mayo), a los viejos muchachos de Malvinas, a mi propia historia, mi viejo, salen otras emociones. No hay canciones superficiales y canciones profundas, sino que hay temas más livianos o más pesados.
El artista deja una huella más perdurable que una fría crónica de un acontecimiento. Puede ser un músico, pero a veces un cuadrito humorístico habla más que cualquier discurso.
—“Por un dólar” en 1989, un año clave; “Igual que vos” después del estallido de 2001, “Cacerola de teflón” y “Señor vicepresidente” en 2008; ahora estamos con “Quiero volver a estar mal”. Podríamos contar la historia contemporánea argentina en canciones de Ignacio Copani. ¿Te sentís un poco un cronista?
—Sería un poco vanidoso ponerme en eso. A veces, en los conceptos no hay fronteras, y capaz que podés pintar la historia argentina con las canciones de Serrat: podrías utilizar “Disculpe el señor”, “Entre esos tipos y yo hay algo personal”, y tantas, para ilustrar un momento de tu propia aldea. No me arrogo de ser el testimonio vivo de eso, pero he ido siempre de la mano de lo que acontecía, que generalmente es a mano de lo que te conviene, porque las canciones más duras, más dramáticas, parecían fuera de época cuando las hacía en los '90 contra el “sálvese quien pueda”, la insensibilidad, el egoísmo.
Pero no había que tener la bola de cristal, simplemente tratar de recordar cuando uno empezó en la secundaria a hacer las primeras ecuaciones, que cuando A es igual a B, y B es igual a C, C es igual a A. Entonces, no hay que ser adivino para ir palpando qué tiempos se nos avecinan.
Por la propia
—Tenés canciones nuevas circulando. ¿Pensás editar un próximo material?
—Sí, ya lo estoy terminando de grabar, luego vienen unos procesos de masterización, mezcla, que no le importan a nadie (risas), la gráfica, que va a tener ese disco (que aún no sé el nombre que va a tener). Espero que lo tengamos más o menos en un mes, es un esfuerzo muy grande, porque todos los discos que hice a partir de “Rivertidísimo” (que tiene 20 años) los hice solo, los distribuí solo. Tengo una carrera independiente muy fácil de chequear, que no está bancada por nadie.
Siempre me ha costado mantener esa carrera independiente y mantener la idea para hacer los discos con esfuerzo y con ingenio, pensando que o vendía los discos o vendía el auto (risas). Me jugué mi patrimonio por mi propia idea.
Ahora, ni hablar, ninguna expectativa de venta de los discos, porque ya es un artículo al que el progreso, la tecnología le pasó por encima. Está el que le gusta tener en su mano ese soporte, ver las letras y la gráfica. Pero yo mismo pongo en mi página web los temas de cada disco, porque si no sería muy zonzo: sólo tendría derecho a escucharme el que puede gastar los mangos altísimos que cuesta un disco en las disquerías.
—Fuiste pionero de la independencia mucho antes de que las discográficas se retiren y obliguen a la independencia a casi todo el mundo.
—Sí, aparte ha sido absoluto. Porque hay veces (lo ves en los Premios Gardel) que el 70, 80 por ciento de las producciones son independientes. Pero la perversidad de las compañías hace que los músicos se banquen las grabaciones y que ellos se las repartan. Si quedan, ganan, y si no se embroma el músico. Yo preferí excluirme de eso y he llegado a repartir los discos con la logística de mi hermano, que tiene una fábrica de galletitas: donde podía me tiraba los discos.
Momentos
—Cuando uno tiene un compromiso, seguramente trae momentos felices y de los otros. Si tuvieras que recordar uno de cada uno...
—No, los malos prefiero no recordarlos, en el sentido de que soy un tipo que no anida rencor en su corazón. Podés estar de acuerdo o no con el contenido de las canciones, y nadie tiene derecho a quitarte la libertad de expresarte como quieras. Pero si hay algo que no vas a encontrar en mi repertorio es violencia ni resentimiento; ni siquiera en los discos de River, en las cargadas, vas a encontrar una agresividad más allá del chiste entre compañeros.
Las cosas malas me las olvido, qué le voy a hacer (risas): me estoy poniendo viejo y me estoy ablandando cada vez más. Pienso que buena parte de nuestro pueblo está manipulada por los grandes medios, le han inoculado mucho odio y violencia; y simplemente como un hermano trato de entenderlo y si me da la cancha, sin insultos ni difamaciones, lo charlaría. Es muy potente esa penetración. Hay cosas que uno no quiere que te terminan absorbiendo y modificando el pensamiento. Así como “Lo atamo' con alambre” o el “Bombón asesino”, también entran la violencia y el verduguear al prójimo.
"Siempre me ha costado mantener esa carrera independiente y mantener la idea para hacer los discos con esfuerzo y con ingenio, pensando que o vendía los discos o vendía el auto (risas). Me jugué mi patrimonio por mi propia idea”.
Fuente:ElLitoral
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