Resumen Latinoamericano*, 16 agosto 2019.-
La provincia de Misiones es una de las mayores reservas de biodiversidad de nuestro país, y también la provincia donde la concentración de la tierra es de lo más elevada (casi un 80% de sus tierras permanecen en manos de unas pocas familias y empresas extranjeras). Como en la mayoría de los territorios donde se produce éste fenómeno, las oportunidades de vivir dignamente son muy reducidas y las poblaciones se encuentran sometidas, por el dominio de grandes multinacionales o “pooles” que explotan salvajemente los bienes comunes, acaparando la tierra y los cursos de agua. Tal es así, que a la tradicional explotación del monocultivo de pino, conocida por el daño que provoca en los suelos y la pérdida de biodiversidad, se está tratando de incorporar en forma engañosa para los pequeños agricultores, la producción a gran escala del cultivo de maíz transgénico (ver documento aquí)
Frente a la prepotencia del agronegocio, en todos los territorios encontramos resistencias a este modelo injusto que contamina, que explota a las poblaciones e instala hábitos de consumo que atentan contra la salud… un ejemplo de ello es, el documento firmado por más de 100 organizaciones en contra de la iniciativa del maíz transgénicos; o el reciente encuentro “Feria de Intercambio de Semillas Nativas y Criollas Zona Norte” bajo el lema “Pueblos guardianes de semillas sembrando Libertad”, en la ciudad de El Dorado.
Otro de los ejemplos de resistencia al agronegocio, lo encontramos en la Asociación de Productores Independientes de Puerto Piray (parte de la Unión de Trabajadores de la Tierra – UTT Misiones), quienes desde hace años vienen resistiendo al modelo extractivista en el campo, en este caso al monocultivo del Pino.
Desde la semana pasada, las familias de Porductores Independientes de Puerto Piray, están realizando un acampe en un “Pinar” que la empresa Arauco S.A. terminó de explotar en tierras que les pertenecen. Desde el lunes 12/08 la medida sumó el corte de la Ruta Nacional N° 12 en reclamo de las tierras que legítimamente les pertenecen.
Charlamos con Gabriel y Mabel, compañerxs de PIP y nos contaron lo que sigue…
¿Qué nos pueden decir de la organización en relación a la lucha por la tierra?
Gabriel: Bueno nuestra organización, viene hace muchos años en la búsqueda de un lugar más amplio donde poder producir alimentos. Empezamos haciendo notas al municipio (Puerto Piray), a la empresa Alto Paraná en su momento, se buscó relaciones con otras familias que sufrían la misma problemática y se fue avanzando así… juntando fuerzas. Hasta que en el 2013 se nos ocurrió hacer una Ley de Expropiación y la presentamos y en junio de ese año se aprobó la Ley… dentro de ese tiempo, pasaron tres años para que nos entreguen la primera etapa de las tierras que fueron unas ciento sesenta hectáreas de las cuales cien son productivas y el resto son bañados y otra parte viven personas…nos vendieron con gente adentro…
¿Por qué motivo decidieron tomar esta medida bajo la forma de un acampe y ahora un corte?
Gabriel: Esta medida de lucha se toma porque vemos que desde el gobierno no se están ocupando del tema, por eso decidimos acampar dentro de ese lote que se echó de pino, para que se dé una solución porque nosotros creemos que si no acampamos ahí, van a volver a plantar pino y no nos van a entregar esa parte de las tierras que nos corresponden por ley y por eso tomamos esta forma de lucha y vamos a sostenerla hasta tanto nos den alguna solución.
¿Qué buscan lograr con esta medida?
Gabriel: Con esta medida nosotros pretendemos que el gobierno se ocupe realmente de esta ley, que salió en el 2013 y que hasta ahora no se cumplió en su totalidad, nosotros hasta ahora respetamos los acuerdos que hubo con el IFAI (Instituto de Fomento Agropecuario Industrial) que es el organismo provincial encargado de hacer aplicar la ley. Habíamos quedado en que eran seis etapas de entrega con sus respectivos años a medida de que la multinacional iba sacando la madera… hasta ahora van tres etapas y tres que están pendientes, y que hasta ahora estuvimos respetando, es decir esperando, pero que ahora ya no podemos esperar porque si están levantando el pino y vuelven a plantar quiere decir que no nos van a entregar esta etapa y eso no podemos tolerar…
Mabel: El acampe tiene el objetivo de reclamar una parte más de las seiscientas hectáreas que por ley nos corresponden. Porque la multinacional (Arauco) empezó con los cortes (del pino) y el gobierno provincial no nos da respuesta, habiéndonos reunido en varias oportunidades con Ricardo Maciel (Presidente del IFAI) pidiéndole siempre que apresure a la empresa para terminar con la compra de las hectáreas que faltaban…
(Nota de la R: La ley a la que se refieren establece que el gobierno provincial expropiará las 600 hectáreas mencionadas pero sólo la tierra, ya que comprarlas con la madera es mucho más costoso. Por ello a medida que la empresa multinacional va cortando y extrayendo la madera existe el riesgo que de planten nuevamente el monocultivo de pino para demorar la entrega de las tierras.)
¿En qué consisten las tareas en el acampe y cuál es el rol de las mujeres en la organización del mismo?
Mabel: En cuanto al rol de las mujeres es el mismo de cualquier compañero ya sea en la toma de decisiones o de los trabajos que hay por hacer… aquí trabajamos todos a la par… El acampe consiste en ocupar esas tierras que pertenecen a la organización para evitar que se vuelva a plantar pino cosa que ya estaba planificado por la multinacional. Las tareas en el lugar se desarrollan son desde las 7 de la mañana a las 17 de la tarde y estamos presentes todos los compañeros y compañeras. Por la noche se queda un grupo de guardia que descansa durante el día, por lo que nos turnamos para permanecer en el lugar. Si bien esta medida no es una de las más grandes que suele hacer la organización, estos días de acampe movieron a un dialogo con la multinacional, llamándonos a una mesa de diálogo, con ellos y con la provincia… así que estábamos esperando el momento para presentar nuestros reclamos allí. Luego de una semana de acampe y ante la falta de respuestas del gobierno decidimos realizar el corte informativo en la Ruta Nacional N° 12 aquí en Puerto Piray…
¿Qué mensaje les gustaría dar a los habitantes de la ciudad?
Gabriel: Primero agradecer las muestras de solidaridad que tuvimos y que esperamos continuar recibiendo; y segundo que nosotros somos 100 familias acá de productores de alimentos sin químicos, que estamos en lucha por la defensa del medio ambiente, de los alimentos sanos, de las semillas criollas y estamos llevando adelante esta lucha hace más de 15 años. Y vamos a seguir sosteniéndola porque creemos que la tierra acá en nuestra zona es la única fuente de trabajo… no hay trabajo para la familia y lo que nos queda es producir nuestro alimento y ofrecerle al consumidor un alimento sano sin químicos.
*Fuente: Huerquen. Fotos PIP-UTT
Parlamento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir: Historias de lucha y resistencia
Antonela Di Candia y Noralí Aguirre Martí / Resumen Latinoamericano / 16 de agosto de 2019.-
Son mujeres qom, tobas, wichís, mbya Guaraní, aba guaraní, charrúas, mapuches, mapuche-tehuelches, rankeles, quechuas, aymaras, diaguitas, mocovíes y kollas; representan a las 36 naciones originarias que existen en el Estado argentino y están en pie de lucha desde hace más de 500 años. Las atraviesan luchas y problemáticas similares pese a habitar en diferentes puntos de Sudamérica. La persecución policial, la violencia institucional, eclesiástica y de género, el gatillo fácil, los conflictos por la recuperación de territorios ancestrales, las luchas por la libre determinación de sus pueblos, entre otras tantas.
Este es el segundo año que se reúnen en el Parlamento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir ante la necesidad de debatir, decidir, trazar líneas de acción para los problemas que padecen desde hace siglos y también para crear un espacio de discusión que contemple su particularidad de mujeres indígenas y que les viene siendo negado en el Encuentro Nacional de Mujeres, donde un grupo se resiste a reconocer la Plurinacionalidad del territorio que habitamos.
El genocidio que continúa
Alejandra Ciriaco, mujer qom de la provincia de Chaco, se para en medio de la ronda que forman las más de 250 mujeres que se juntaron a parlamentar en la ciudad de Las Grutas. Con una voz suave, mezcla de dulzura y dolor, cuenta cómo fueron los últimos minutos junto a su hijo Ismael Ramírez, un niño de 13 años asesinado por la policía chaqueña en lo que se presentó en los medios masivos de comunicación como un saqueo a un supermercado, pero en realidad fue una protesta de la cual Ismael ni siquiera era parte.
— Ese día fuimos de visitas a la casa de una prima con Ismael y otro de mis hijos. Yo me sentía mal y justo me había quedado sin nafta en la moto, entonces ellos salieron caminando antes que yo. En la casa de mi prima me recosté, me sentía muy mal. Ismael vino, se tiró encima mío, me besó y abrazó. Me dijo: ‘mami, ¿vos sabés cuánto te amo?’, era un nene muy dulce. Ismael y su hermano se fueron caminando, como a los 20 minutos viene mi otro hijo y me dijo que le habían pegado un tiro.
El silencio en el salón de la escuela donde se parlamenta es total. En los ojos de las presentes se ve el dolor y la rabia.
— Yo vivía en Rosario, pero un año antes me había mudado al Chaco para protegerlo a Ismael de las drogas, en Rosario hay mucha droga. Yo a veces siento culpa, porque pienso que si me hubiera quedado en Rosario hoy Ismael estaría conmigo.
«Hoy tengo más fuerza porque no estoy sola, están todas mis hermanas acá», dice entre lágrimas. Antes de volver a su asiento las mujeres se acercan a abrazarla y compartir su dolor, que es el dolor de todas.
— Ismael, presente! — grita alguien en la sala —. Ahora y siempre! Ismael, presente! Ahora y siempre! Ismael, presente!
***
En el primer día del Parlamento, toma la palabra Josefa Vallena. Viene desde El Sauzalito, provincia de Chaco. Habla en Wichí, su lengua materna, y una hermana la traduce.
— Mi nombre es Marita, soy de la comunidad Wichí de El Sauzalito, en el Impenatrable -supuestamente- porque para nosotras es fácil entrar ahí, somos de la zona y ahí nos criamos.
Le pasa el micrófono a una de sus hermanas:
— Lo que más me preocupa son las niñas, y creo que pasa en todos lados, niñas embarazadas; eso es un gran dolor.
Otra de las mujeres Wichí de El Sauzalito cuenta cómo se vive en su pueblo.
Otra de las mujeres Wichí de El Sauzalito cuenta cómo se vive en su pueblo.
— En nuestra zona somos las mujeres las que trabajamos. Si van a El Sauzalito van a ver que hay mujeres y ancianas barriendo calles y veredas, trabajan todos los días ganando 1500, 1000 o 500 pesos por mes — toma aire y continúa —. Hay enfermeras que trabajan como empleadas haciendo limpieza: sacan telarañas, limpian los pasillos, los baños y no cumplen con su función, que es traducir. Con las maestras en las escuelas pasa lo mismo: trabajan como empleadas de directores o directoras, que son subelé (blancos). Nuestros chicos llegan a la escuela y fracasan: no entienden el idioma, no entienden español. Entonces el chico, al no entender el idioma, abandona. No es que no quieran hacer los trabajos, es que no entienden qué dicen los maestros.
La presentación de las mujeres de las distintas naciones lleva un largo rato. Algunas, las que llegaron con tiempo a Las Grutas, se presentaron cuando se dió inicio al Parlamento, pero otras fueron llegando a lo largo del primer o segundo día. Ahora interviene Delia, Wichí de la localidad de Pompeya.
— En Pompeya hay como 150 voluntarios que trabajan cuidando el lugar. Toda la zona es una reserva indígena que está atravesada por una ruta nacional donde todos los días mueren nuestros chiquitos, nuestras abuelas y abuelos, porque no hay control. Allí nuestras abuelas son violadas. Hay sólo 5 o 6 policías para un pueblo de 10.000 habitantes. Todos los días mueren nuestras ancianas embarazadas. El Sauzalito queda a 300km del pavimento, si llueve no podemos pasar. No hay medicamentos, no hay nada, si pasa algo la gente muere. Cuando las escuchamos a ustedes contar sobre sus comunidades entendemos el dolor. También hay femicidios, hay hombres que matan y quedan libres.
El silencio sigue siendo total, la escuchan atentas las hermanas de todas las naciones. Toma la palabra otra hermana, y refuerza ante las presentes el relato de Delia:
— Como decía ella, esa es una Guardia Comunitaria que se organizó en diciembre. Lamentablemente muchos la critican, los llaman «terroristas». Ellos cumplen la función de salvaguardar a la comunidad, porque ya demasiado nos han atropellado, ya demasiada es la injusticia, entonces lo que hacen es cuidarnos. No tienen sueldo, son voluntarios. Defendemos lo que nos pertenece: nuestra tierra, nuestros hijos, nuestras abuelas, nuestros ancianos.
Aquí aparece un fenómeno propio de los tiempos que corren: el Estado, principal responsable de la amenaza latente en la que viven cotidianamente las comunidades en todo el país, amparado por los medios de comunicación hegemónicos, decide aplicar la etiqueta de “terroristas” a las comunidades que se organizan para defenderse y vivir dignamente desde su identidad ancestral.
Diríamos que se trata de una situación inverosímil, si no fuera porque se encuentra atravesada por lo que se considera una estrategia del poder fáctico a nivel mundial. A partir de la generación de definiciones de «terrorismo» y de «terrorista» sumamente laxas e imprecisas, muchos Estados han articulado un consenso en torno a una supuesta «lucha contra el terrorismo», que resulta ser una excelente herramienta para controlar y combatir la disidencia interna, a la vez que para proteger los intereses de los grupos dominantes. Explica Pilar Calveiro, en su libro «Violencias de Estado» (2012).
Surge, así, una oleada de «legislaciones antiterroristas» a nivel mundial en la que se montan los Estados, adaptando el concepto de «terrorismo» de la manera que mejor les permita, fronteras adentro, habilitar la persecución y represión de los movimientos que se rebelen al status quo. El caso emblemático es la aplicación de la Ley Antiterrorista por parte del Estado chileno sobre el pueblo mapuche de Ngulumapu.
El Estado no actúa sólo, es asistido por los medios de comunicación hegemónicos que refuerzan la estigmatización social sobre las comunidades en general y sobre lxs miembros más activos y contestatarios dentro de ellas en particular. Tal es el caso de quienes integran las Guardias Comunitarias, y como queda expuesto en la denuncia que hacen las hermanas de la comunidad de El Sauzalito en la ronda del parlamento, se consuma, de este modo, la mayor de las injusticias.
Este Estado de derecho, mientras que encubre con impunidad un genocidio de siglos perpetuado en los crímenes que se cometen todos los días, tanto a plena luz y en la vista de todos, como en los tugurios donde se encuentran los escritorios sobre los que se escribe la historia y la ley; sólo les reconoce a las comunidades el derecho a morir lentamente, y en silencio.
Interviene otra hermana, que trae la sapiencia de las ancianas a cuento para confirmar la criminal estructura subyacente:
– Nuestras ancianas siempre repiten: en la escuela los maestros dicen ‘Colón llegó tal año…’,’Colon hizo cosas terribles’; y en realidad ustedes no deben pensar que ya se fueron los colonizadores. No, están con nosotros todavía, estamos en lucha todos los días.
La intervención de las mujeres Wichí está terminando. Una de las oradoras de la tarde propone que quienes toman la palabra expresen cómo se dice «Fuerza» en cada una de las lenguas, para darse fuerza entre todas.
— Waseb se dice ‘fuerza’ en Wichí.
— Waseb, waseb, waseb! — responden al unísono las mujeres.
***
— Soy Laura, profe de Historia, mapuche y comencé mi proceso identitario a los 18 años. Quiero hablar con ustedes de la experiencia vivida como mapuche en estas prácticas genocidas que el Estado llevó a cabo hacia nuestros pueblos, sobre nuestra tierra, hacia nuestros cuerpos. Las prácticas llevadas a cabo en el pasado perduran en el presente. Soy de Balchita, que es uno de los territorios que se encuentra a 120 km del lugar donde estamos reunidas. Balchita tiene una larga historia de despojo, violación y genocidio que es negada hasta la actualidad. Algunas no nos callamos, eso tiene que ver con una forma de resistencia, y muchas veces somos las mujeres las que salimos a hablar sobre esto.
— Balchita aparece en los textos escolares como un “descubrimiento”, un 5 de octubre de 1833. A muy temprana edad recibimos educación y empezamos a hablar del famoso “día del pueblo”. Nunca se había detenido (recién en los últimos años hay una suerte de “revisión histórica”) sobre el párrafo que, de generación en generación, se transmitía a los niños sobre qué había pasado ese 5 de octubre que era, justamente, la “hazaña” de la campaña militar comandada por Juan Manuel de Rosas, en 1833. Una columna militar de esta campaña, llevada a cabo por el mayor militar Leandro Ibáñez, llega hasta orillas del río Balchita. Lo que yo les comento está textualmente en los libros: “y ahí sorprende”, dice, a las tolderías del Lonko Cayupan, arrasando y matando a mujeres y niños; prácticas que están contempladas en lo que es el genocidio.
El genocidio en la base constitutiva del Estado nacional. Una vez constituído, los aparatos hegemónicos del mismo entran en escena para trocar los ignominiosos “métodos” criminales de los que se valió, en heroicas “hazañas militares” que se cuentan en libros de historia y manuales escolares. La historia oficial y el sistema educativo, salvando pocas y honrosas excepciones, son y han sido la principal artillería ideológica utilizada para sembrar aquiescencia con el proceder del Estado-nación y con la apropiación de la tierra y de las vidas por parte de las grandes fortunas preeminentes en el país.
Ensambladas en las lógicas del sistema capitalista global, y asumiendo el rol en la división internacional del trabajo que las potencias del momento designaron para las tierras de la Patagonia, las grandes familias oligárquicas usufructuaron, tanto los territorios de los cuales barrieron a las comunidades indígenas, como a los prisioneros y prisioneras que luego explotaron como mano de obra esclavizada.
Una vez consumado el genocidio militar, para perpetuar la dominación sobre los pueblos indígenas y la explotación de los territorios, el Estado se dotó de un aparato de múltiples brazos a partir de los que emprendió la homogeinización (identitaria, idiomática, cultural e idiosincrática) de una población compuesta por inmigración europea, criollos y las comunidades originarias que habían sobrevivido al genocidio. El fin, la construcción de una única nación “argentina”. Pero la construcción de esta identidad nacional estuvo determinada por la clase dominante que hegemonizó el Estado: las familias oligárquicas, blancas, occidentales, cristianas y eurocéntricas.
En este sentido, la condición sine qua non para el éxito de esta empresa fue, y sigue siendo, la negación de las identidades diversas de las comunidades que habitan los territorios que el Estado y el capitalismo subordinaron; y el consecuente racismo recalcitrante que permea a nuestra sociedad a todo nivel.
Laural Manquel (en el centro)
— En lo que quiero hacer hincapié — continúa Laura — , es en la experiencia de esto de negar las identidades. Mi apellido es Manquel. En mi lengua, el mapudungun, soy “cóndor” [mañque]. La “L” fue agregada seguramente después, por todo lo que es el dispositivo de poder del Registro Civil. Entonces yo no tenía idea, hasta los 18 años, de quién era. Pero sí desde muy temprana edad empecé a sentir y ver en las escuelas las prácticas de segregación racial que se llevaban a cabo, la discriminación se hacía por secciones del curso, según el color de la piel. A todas esas prácticas las padecimos: las padecí yo, mi abuela, mi mamá, mi papá… estamos hablando de generaciones jóvenes, de 50 años atrás. Estas prácticas perduran, y yo vengo a denunciar acá que el famoso 5 de octubre que se festeja como día del pueblo, en realidad, para nosotros, fue el día del comienzo del genocidio de nuestro pueblo.
Así transcurría el debate, en un círculo asambleario en el que la palabra circulaba, y en ese mismo andar y recorrer los distintos rincones del recinto -y con él, de los territorios del país- , se tornaba cada vez más diversa y profunda. Asumía la raíz ancestral de cada pueblo, y transmitía la crudeza de la realidad que viven las comunidades que habitan los cuatro puntos cardinales de este territorio.
Hay algo que quedó claro, y se constituyó en la premisa del debate posterior: el Estado fue fundado sobre la base de un genocidio que continúa hasta el día de hoy. Continúa la expropiación de los territorios; continúa la explotación de los cuerpos y la violencia; continúa la negación de las identidades indígenas y el racismo.
A pesar de las fronteras nazionales
La palabra cambió de rumbo y se hizo presente, por un momento, en idioma quichua. Tomaron el micrófono hermanas provenientes de Bolivia, quienes contaron acerca de un proyecto que vienen construyendo, la «Cooperativa Lucha y Trabajo»:
— Somos bolivianas y hemos abierto nuestra cooperativa, que se llama «Lucha y Trabajo». Primeramente éramos mujeres que escapábamos de los golpes de nuestros maridos o del encierro. En nuestra cooperativa hay mujeres paraguayas, uruguayas, peruanas, está abierta para todas. Ahí aprendimos a no ser sometidas, a que no pertenecíamos a nuestros maridos. Como dijo una de las compañeras: es nuestro cuerpo y éramos nosotras, pero nos hacían sentir que éramos culpables.
«Aquí les paso con una compañera que habla Aymara», dijo la hermana. Acto seguido una nueva sonoridad resonó entre las presentes, en un relato que quienes escriben no comprendíamos, pero que luego fue traducido como sigue:
— Buenas tardes, mi nombre es María Gómez. Yo soy boliviana, del pueblo aymara, de La Paz, Bolivia. Me encuentro feliz, contenta, porque es la primera vez que llego, y encontrarme con tantas hermanas me pone muy feliz. Me llevo un recuerdo lindo.
— Yo soy Carla, también del pueblo aymara. No hablo el idioma, pero me gustaría mucho aprender. Algo entiendo porque mi madre lo habla. Me pone feliz encontrarme con tantas hermanas de muchos pueblos, y saber de sus problemáticas y luchas. Mucha fuerza porque ahora somos muchas y vamos a salir adelante.
Y otra vez la misma coincidencia: en todos los idiomas, en todas las palabras y sinónimos posibles…lo fundamental es la unidad, la organización, la lucha colectiva. El encontrarse, conocerse y re-conocerse. Darse el espacio, el tiempo y la oportunidad fundamental de compartir los problemas (con lo que tienen en común y con la particularidad de cada caso); pero también compartir el horizonte, el proyecto de un futuro posible y deseable para toda Abya Yala, que se amasa a cada paso, con cada singular y fundamental aporte de las hermanas que vienen llegando, que se vienen sumando en el caminar del Movimiento.
— En aymara, fuerza es: Ch’ama kullaka, ch’ama! (Fuerza, hermanas, fuerza!)
— En quichwa es kaipaj: kaipaj, kaipaj, kaipaj!
***
Los ecos de esta expresión, alimentaron el raudo recorrido de la palabra ancestral hacia el Este del continente: los territorios charrúas que actualmente comparten Argentina, Uruguay y el sur de Brasil.
— Somos todas mujeres Chalonás, del pueblo Charrúa. Es un pueblo transfronterizo, de Uruguay, Entre Ríos y Río Grande do Sul; hoy venimos tres representantes de Montevideo, de Bajo de Inchalá y también de Paraná y Villaguay, en Entre Ríos. Principalmente en Uruguay, pero también en Entre Ríos, nuestra existencia es negada hasta el día de hoy por parte de políticos, de la sociedad y de la educación. Es muy compleja nuestra realidad. El Estado Uruguayo fue creado a partir del genocidio de la población charrúa e indígena; todas las prácticas que el primer presidente de mi país llevó a cabo[José Fructuoso Rivera], desde la matanza de Salsipuedes (que fue una de las más grandes), hasta la persecución, el traslado forzado de niños, mujeres y ancianos, el secuestro de los cinco charrúas que fueron llevados a Francia para ser expuestos en un circo… Todo esto, sumado a la iniciación de la industrialización, la llegada de los ingleses, a la educación vareliana homogeinizadora que prohibió la lengua, a que persiguieron militarmente a todos nuestros guerreros, fue lo que hizo que nos trasladáramos a las ciudades y pueblos… a todo eso lo padecemos hasta el día de hoy.
Distintas latitudes, un mismo problema que parece apuntar a un único culpable: el Estado-nación, la plaga que vino a intentar de terminar el trabajo iniciado en tiempos de la conquista. El Estado-nación, la peste que pretende diezmar a quienes resisten a pesar de la muerte que ofrece este sistema civilizatorio como única opción para perpetuarse y expandirse.
— Nuestra memoria aún queda en las mujeres que han sobrevivido. Nosotras venimos de “mujeres de estancia”, las cuales ocultaron durante muchísimo tiempo su identidad, y recién hoy estamos pudiendo decir “somos charrúas, somos indígenas, somos boanes”. Aún seguimos, en ámbitos internacionales y en nuestro propio país, sensibilizando a la población para que comencemos a mirarnos entre nosotros como un pueblo no puramente europeo. La historia de todas las hermanas que estuvieron hablando hoy, fue parte de nuestra historia también, y nos sentimos sumamente identificadas.
Las mujeres, la memoria, la vida, el futuro. En sus cuerpos-territorios puede leerse el saqueo, la mercantilización y el despojo que un sistema basado en el ejercicio de un poder despótico, racista y patriarcal, que prioriza el afán de lucro por sobre el valor de la vida. Son los cuerpos-territorios de las mujeres los que de manera particular sufren esta violencia, y todas las formas de violencia sexista, machista, racista e institucional que este sistema supo generar.
Pero también son cuerpos-semilla, que guardan el germen de una identidad ancestral negada, para transmitirla a la vida parida de un presente de lucha. Son ellas las que celosamente protegen el arraigo profundo de la identidad ancestral en sus memorias. Son ellas las que, atravesadas por el fluir de los ritmos de la naturaleza, recrean la capacidad de resiliencia propia de la gran madre de todes. Son ellas, también, las sostenedoras y tejedoras de las redes comunitarias que luego fungen de piedra basal para prefigurar futuros posibles, asentados sobre pilares de justicia, reciprocidad y armonía entre los seres humanos y la naturaleza. Casi un poema de rebeldía a la luz del Sol. Casi una disyuntiva resuelta al arrullo de copiosas lunas.
Defender el territorio
— Territorio es lo que está abajo de la tierra, lo que está arriba, lo que está alrededor; el territorio es más grande que la comunidad. En él hay cantidad de animales, es donde aprendemos, donde danzamos y cantamos. Si estamos fuera del territorio, ya estamos perdiendo todo. A mí nunca me importó vivir en el pueblo, quiero estar en el territorio y seguir aprendiendo, enseñarle a mis hijos a danzar, a no olvidar su lengua materna. Todo eso es el territorio.
Quien habla es Pará Mir ĩ Poty de la Nación Mbya Guaraní, comunidad de Mgokajaty, en la provincia de Misiones. El diálogo aconteció en una de las aulas del Centro Educativo Medio N° 98 «Quimel Niyeu», donde se desarrolló el Parlamento. Pará Mir ĩ Poty tiene 21 años y es lideresa de su comunidad. Estudió hasta 4to año de la secundaria pero su sueño es ser abogada para poder defender los derechos de las comunidades Mbya Guaraní que habitan el territorio misionero.
— En la comunidad somos 17 familias, 86 personas con chicos y mujeres. La principal problemática que estamos atravesando es el tema del territorio — continúa la lideresa —. Estábamos en un territorio muy chiquito y no podíamos plantar semillas, no podíamos plantar maíces, sandías. Entonces decidimos entrar un poco más. Marcamos 1.500 hectáreas en ese territorio y estábamos tranquilos, pero hace un año vinieron policías y abogados, nos dijeron que teníamos un día para desalojar: no sabíamos qué hacer. Nos mostraron la orden del juez, estaba firmada. Por suerte yo sabía un poco de la ley, la constitución nacional nos ampara a los indígenas; entonces enfrentamos a esos policías, les dijimos que teníamos derechos, que no nos podían desalojar porque el territorio es nuestro. Ya antes estaban nuestros ancestros, a esas tierras nos la regaló dios para cuidarlas, porque los otros que no son indígenas usan el monte para su economía, y nosotros no lo usamos para eso, no nos importa el dinero. Nosotros lo cuidamos porque ahí encontramos las frutas, los animales, las plantas medicinales.
Si bien no se sabe exactamente el nombre de quien pretende quedarse con esas tierras, hay información de que es un hombre que vive en Buenos Aires. El negocio forestal hace años que se desarrolla en la provincia de Misiones, donde las comunidades son desplazadas o deben adaptarse a vivir sin los beneficios que representa el monte nativo.
— Una noche vinieron a la comunidad hombres que no son de ahí, ni sabemos quiénes son. Le apuntaron en la cabeza a mi papá con una pistola, dijeron que desalojemos porque lo iban a matar e iban a matar a todas las personas que estamos ahí. Yo tengo un abuelo de 86 años que casi murió de un infarto esa noche por el miedo. Reconocimos sólo a uno, es un sacerdote que vive en el pueblo de San Ignacio, a 8 km de la comunidad. Mi papá fue a hablar con él y le preguntó porqué había hecho eso, como es que si él cree en dios hace esas cosas.
En la voz de Pará Mir ĩ Poty se lee la determinación de quien se sabe peleando por una causa justa, vital.
—Seguimos en la lucha y no vamos a salir de esa comunidad.
Jachuka Rerepoty es otra joven lideresa Mbya Guaraní del territorio misionero:
— En mi comunidad pasó que entraron empresarios, un hombre vino y dijo ‘yo ahora me voy ocupar, voy a plantar pinos, ustedes tienen que salir porque esto es mío, yo soy el dueño’. Nosotros resistimos, somos los dueños, estamos asentados en el territorio, lo ocupamos. Así fuimos ganando de a poquito hasta que salió la Ley de emergencia.
En noviembre de 2017 el Senado de la nación prorrogó la Ley de emergencia territorial indígena 26.160 por cuatro años más.
— Casi todo lo que ocupamos está rodeado de pinos; no tenemos título pero tenemos marcación territorial, tenemos papeles, posesión para vivir. Para nosotros es más importante vivir en comunidad, donde cultivamos, plantamos, protegemos el monte en el que conseguimos plantas medicinales, animales, frutas; ya no hay mucho pero protegemos y queremos seguir protegiendo lo que quedó en este territorio. En Misiones ahora sólo hay pino, pino por todos lados. Eso a mí me duele mucho porque mis abuelos contaban cómo vivían antes mis antepasados, eran felices, no pasaban hambre, no pasaban enfermedades. Pero ahora como estamos en el medio de la ciudad, que está rodeando a la comunidad, muchos chicos están muriendo de desnutrición, de enfermedades que nunca antes hemos tenido, enfermedades espirituales. Mis abuelos me contaban que ellos vivían de la chacra, del cultivo, ellos eran felices de tener un campo sembrado de semillas de maíz y mandioca.
Jachuka tiene un hablar lento y pausado, no eleva el tono de voz.
— Al lado vive una vecina que entró en 2016 y sacó todas las casitas que tenía la comunidad. Lo denunciamos y la señora hizo contradenuncias. Un día queríamos entrar y sacar algunas cosas, de ahí sacamos alimentos y medicinas. Cuando vió que entramos fue a la policía y puso amenazas, aparecieron hombres con machetes. Resistíamos hasta que el juez se puso al lado de la señora y dijo que ella era la dueña de ese lote. Las intenciones de ella eran plantar maíz, pero las tierras son de la comunidad. Vinieron y pusieron alambrados para que no podamos bajar; ahí hay un arroyo donde a los chicos les gustaba bañarse. Ellos usan el arroyo porque les gusta nadar, disfrutan de la naturaleza y entonces como vieron eso, vinieron y pusieron alambre. Los chicos no sabían cómo entrar, querían entrar pero como respetaban no entraban. Hasta ahora no lo podemos usar, todavía están ahí, si entramos seguramente llamen a la policía. Estamos ahí resistiendo de una señora que es muy mala. Nosotros queremos entrar a plantar de nuevo, ahí ya teníamos plantado, pero como vino la señora se apropió del lote. Estábamos hablando con todos los integrantes de la comunidad para que volvamos a plantar porque sin plantación no vivimos. Nosotros creemos que los empresarios están ayudando a la señora, porque es un lote muy lindo para plantaciones de maíz y mandioca, para todo lo que es alimento. Pero nosotros creemos que ellos lo que quieren es apropiárselo para plantar pinos.
Jachuka (izquierda) y Pará Mir ĩ Poty (derecha)
***
En la plenaria toman la palabra mujeres de la nación guaraní, de la ciudad de San Pedro, Jujuy:
— Para nosotras es nuevo estar en este parlamento de mujeres indígenas, y la verdad es impresionante ver que, dentro de esta movilización, somos casi todas líderes mujeres indígenas. Escuchando cómo las hermanas están dando su vivencia de todos los días, nosotras tenemos la problemática de que se están ingresando las drogas en las comunidades. Más allá de que pertenezcamos a comunidades ya urbanizadas, tenemos el problema de mostrar nuestra identidad, y el 80% de los habitantes de San Pedro son indígenas.
La líder guaraní continúa el relato:
— Tenemos espacios públicos que se les han otorgado a las comunidades, pero lamentablemente sólo son una pantalla dentro de la política municipal o provincial. Nosotras tenemos un espacio como organización de mujeres indígenas, que lo conforman artesanas, historiadoras, maestras que están luchando porque no se pierda nuestra danza, que es el Pin Pin. Tenemos maestros bilingües que están ingresando a las escuelas con muchos desafíos, porque todavía no tenemos la igualdad de poder poner maestros idóneos dentro de las escuelas. Decimos que es una lucha porque, más allá de que venimos dándole pelea al ministerio de Educación, los maestros bilingües tienen las enseñanzas de nuestras abuelas. Son nuestras, no las traemos de otras lenguas. Nuestros docentes idóneos tienen que entrar por ley a las escuelas.
Dentro del mismo grupo, una de las hermanas comparte su historia personal, en la que la Pacha le tenía preparada una sorpresiva e imperceptible brújula hacia sus raíces:
— Buenas tardes, soy Karumanta. Les voy a contar un poquito de mí. Yo estoy viviendo en Gral. Pico, La Pampa, pero mi papá era Aba Guaraní y mi mamá era Quechua de Villazón, entonces yo tengo mitad y mitad. Les voy a contar algo de cómo nuestra Pacha siempre nos cuida, porque naturalmente mi mamá era de Santa Rosa, y ella se enamoró de un kolla… ella ya estaba dada para matrimonio con un hombre. Entonces había roto una regla, y su papá la corrió de la comunidad. Ella fue a parar a Orán, Salta; y no podía seguir adelante conmigo, y me regala, ¿y dónde voy a caer? Mi mamá que me cría…quechua de Villazón; y mi papá…Aba Guaraní. La Pacha nunca permitió que yo pierda mis raíces, me mantuvo dentro del círculo natural en el que tengo que estar. Yo me siento orgullosa de ser quechua y aba guaraní, y agradezco que el universo y la Pacha nos reúna a todas; porque cargamos con lo mismo, con distintas historias, aunque todas sufrimos de la misma forma. Creo que esto nos hace fuertes.
Karumanta lleva dos largas trenzas que le llegan hasta las caderas; a pesar de su edad, detenta la dulzura de una niña. Con un hablar que más bien parece susurro, por lo lento, suave y pausado, agrega:
— Cuando nos despedimos decimos: Yasurupay! Yasurupay!…que quiere decir gracias.
Antes de despedirse, una de las hermanas recuerda algo que no puede dejar pasar:
— Queríamos contarles que nuestro territorio son 800 hectáreas que están siendo masacradas por la tala ilegal en la zona de Calilegua. Hoy en día están pasando muchas injusticias allí.
— ‘Fuerza’ se dice: Muranta!, Muranta! Muranta!
El Parlamento: un espacio político y espiritual
En los tres días que duró el Parlamento, entremezclado en el continuo de asambleas, charlas y entrevistas, la conexión entre las hermanas se expresó en un plano diferente que hace a la particularidad de este tipo de organización política: el sustrato que se encuentra en la base de las propuestas surgidas del Parlamento y del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir está anclado en la espiritualidad.
No es un mero detalle ni una nota de color. Se trata de un aspecto central de la identidad ancestral desde la que este grupo creciente de mujeres mira y analiza el contexto en el cual vivimos. Compone, de un modo filosófico e idiosincrático, todo aquello que luego se transforma en propuestas políticas de construcción de una sociedad diferente. Es aquella rendija por la cual se vislumbra la posibilidad de pensar en una verdadera alternativa civilizatoria.
Entre panel y panel, al comenzar o finalizar el día, en los pasillos de la escuela, en la vereda o a la hora del almuerzo las mujeres se fundían en abrazos, llantos, arengas. Se veían rituales de sanación, se escuchó música de todas las naciones y se bailaba durante horas para aliviar el cuerpo y la mente.
Conmueve y emociona desde las fibras más profundas a cada ser sintiente, porque una vibración de unidad fundamental nos recorría a todes y hasta la naturaleza del lugar formó parte en esto. La organización del Parlamento contempló un espacio para realizar una ceremonia a la orilla del mar: fue allí que la gran madre que nos cobija a todes nos dejó atónitas.
Las playas de la ciudad de Las Grutas se caracterizan por su línea de acantilados que trazan una pared de roca, el relieve patagónico en esta parte genera un quiebre vertical de 90 grados. El pueblo se extiende por sobre los acantilados, a 10 o 15 metros de altura respecto del nivel del mar, en el golfo de San Matías.
La ceremonia había comenzado y transcurría tranquilamente en la playa, acantilados abajo para quienes escriben. Lo que inicialmente contemplábamos como una suerte de caracol humano, lentamente se fue estabilizando en un círculo silencioso de mujeres en la arena donde sólo se escuchaba el golpe de un kultrun, acompañado por el siseo del frío viento patagónico y por el parloteo de los loros barranqueros. De pronto, como si fuera todo parte de una misma ceremonia, algo comenzó a asomarse detrás de las rocas del lecho marino que el retroceso de la marea deja al descubierto: entre las olas, mar adentro, un grupo de toninas, en una suerte de danza circular, rompían, de vez en vez, con su aleta dorsal, el paño azul profundo del mar patagónico. Quien dijera, en un hermanado rito de la vida en aquel sitio.
Palabras finales
Toda esta energía, tanto espiritual como material y física, desplegada en organización y lucha para hacer posible este encuentro, todas las realidades y las voces de cada territorio expresadas, todas las batallas cotidianas contra las injusticias que cada una de estas mujeres libra en cada rincón del país y del continente; confluyeron en el gran plenario final de cierre del Parlamento.
En este espacio, las hermanas hicieron una puesta en común de los principales puntos consensuados y proyectos a desarrollar; así como también se comunicaron las informaciones importantes para el devenir del Movimiento de Mujeres Indígenas. Una de ellas fue que Moira Millán decidió dejar la coordinación del mismo, dado que en este momento necesita disponer de mayor tiempo para ella y su familia, para la lucha que se está librando en Pillán Mahuiza a 20 años de la recuperación territorial y apuntalar otros proyectos. Uno de ellos tiene que ver con su novela recientemente presentada, “El Tren del Olvido”, editada por Planeta, y cuya temática se vincula también con el pueblo mapuche de Puelmapu. Esta novela en sí misma constituye un acontecimiento histórico, ya que se trata de la primera en su tipo publicada por una mujer indígena en América Latina.
Si bien el momento en que se anunció esta noticia fue muy intenso y emotivo, cargado de cierta tristeza nacida del cariño y el respeto que Moira supo construir entre las hermanas; también es un hecho que refuerza un aspecto fundamental y que no debe perderse de vista: el Movimiento son todas las mujeres indígenas que lo componen; y para que no pierda su potencialidad transformadora, es fundamental que cada hermana que se integra se identifique con él y se sienta parte. El Movimiento no es una estructura verticalista y centralizada, sino una construcción colectiva y diversa, y esa es una de sus mayores fortalezas. Este también es uno de los sentidos profundos de la decisión de Moira, no se trata de un alejamiento en sí mismo, sino de pasarle la posta al colectivo que se ha conformado en el transcurso de los años, desde su génesis en el 2012/2013 hasta la actualidad.
Así, con todas las esperanzas y esfuerzos puestos en ensanchar el camino para que cada vez más hermanas quepan en la senda de la rebelión de las flores, comenzaba a tomar forma la conclusión de este Parlamento.
Para volver más grande y visible la huella fundamental de las naciones ancestrales, que la historia oficial quiso y aún quiere negar y silenciar…
Para que las relaciones armónicas y recíprocas con la madre tierra constituyan los cimientos de nuestros futuros posibles…
Para derrocar al patriarcado, bregando por el respeto, la complementariedad y la amorosidad entre los géneros…
Para revertir siglos de genocidio e ignominia, de sufrimiento y explotación, en una nueva y revolucionaria alternativa civilizatoria…
Para hacerlo desde las raíces profundas de la identidad de las 36 naciones…
Y hacerlo asumiendo activamente el rol de ser las mujeres de las comunidades y los territorios, con las particularidades que ello implica…
Para transformar no sólo el destino, sino la forma de caminar, un grito retumbó en la sala:
— Vamos a tomar una decisión colectiva para hacer Justicia! Justicia por todos los abusos! Justicia por toda la violencia! Justicia por todas las violaciones y por tanta muerte! Queremos Justicia, y el Estado huinca no nos va a dar justicia. El marido golpeador y los caciques cómplices no nos van a dar justicia. Dónde vamos a conseguir la justicia? Entre nosotras! ¿Y cómo la vamos a construir, hermanas? Este es el momento en que empecemos a tomar la palabra. Toda la que se sienta con deseos de decir algo, lo dice. Vamos a tomar nota, y después vamos a consensuar la decisión que va a salir de este Parlamento. Y va a recorrer todo el país, mañana, en los diarios, medios electrónicos, medios alternativos. Las organizaciones feministas van a saber que en Las Grutas, el día 18 de julio del 2019, las mujeres indígenas de todo el país, de las 36 naciones, dijimos BASTA! ES TIEMPO DE JUSTICIA!
Resumen Latinoamericano*, 16 agosto 2019.
El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, advirtió este jueves que si el peronismo regresa al poder político en Argentina y no acompaña la actual línea liberal del Mercado Común del Sur (Mercosur), el gigante suramericano podría abandonar ese bloque regional.
“El Mercosur es un vehículo para que abramos la economía. Y si (Cristina) Kirchner entra (al Gobierno) y quisiera cerrarla, salimos del Mercosur”, amenazó Guedes durante la XX Conferencia Anual del Banco Santander en la ciudad de Sao Paulo.
“Vamos a abrir la economía de cualquier forma”, continuó el ministro ultraliberal, para luego afirmar que la inestabilidad financiera argentina no debe afectar la economía doméstica. “¿Desde cuándo Brasil necesita de la Argentina para crecer?”, desafió.
Tras el amplio triunfo del binomio presidencial que encabezan Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en los comicios primarios de Argentina el domingo pasado, el Gobierno brasileño, aliado estratégico del actual presidente Mauricio Macri, adelantó críticas contra los candidatos del peronismo.
“Argentina está sumergida en el caos porque delincuentes de la izquierda comenzaron a volver al poder”, fustigó el mandatario Jair Bolsonaro, que apuesta abiertamente por la reelección de Macri. Antes, Fernández lo había tildado de “racista, misógino y violento”, en un capítulo más de los cortocircuitos que iniciaron cuando el candidato visitó al expresidente Lula en prisión.
En el marco de su alineación político-ideológica, Brasil y Argentina encabezaron las negociaciones que precedieron a la reciente firma del preacuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), tratado que Fernández prometió revisar en caso de acceder a la presidencia.
Además, los Gobiernos de Macri y Bolsonaro se encontraban proyectando una amplia revisión del esquema de protección arancelaria del Mercosur con la premisa de reducir el Arancel Externo Común (AEC) del bloque. El país gobernado por Macri es el tercer socio comercial de Brasil y el primer destino de sus manufacturas.
(teleSUR)
La calificadora Fitch y Standard & Poor’s baja la nota por riesgo de default/ Redrado: «El Presidente dio la orden de que el dólar se vaya donde se tenga que ir»
Resumen Latinoamericano/ 17 de agosto 2019
Fitch la recortó dos escalones desde «B» hasta «CCC», una categoría que indica hay posibilidades de un default. S&P, en tanto, rebajó la nota un escalón de «B» a «-B», ya que se «ha debilitado significativamente el ya vulnerable perfil financiero del soberano».
El peso argentino cerró el viernes una negra semana en la que perdió casi 20% ante el dólar y las calificadoras de Fitch y Standard & Poor’s (S&P) degradaron la nota de la deuda debido a la incertidumbre política y riesgo de default.
Fitch la recortó dos escalones desde «B» hasta «CCC», una categoría que indica hay posibilidades de un default.
«El recorte de la nota de Argentina refleja una elevada incertidumbre política después de las elecciones primarias del 11 de agosto, un severo endurecimiento de las condiciones financieras y el esperado deterioro del ambiente macroeconómico que aumenta la posibilidad de un default de la deuda soberana o de una restructuración de algún tipo», dijo la entidad.
Según la calificadora, las elecciones primarias resaltaron los riesgos de una discontinuidad de las políticas después de las elecciones generales de octubre.
S&P, en tanto, rebajó la nota un escalón de «B» a «-B». «La pronunciada turbulencia del mercado financiero, con una depreciación significativa del peso argentino y un repunte en las tasas de interés, tras las elecciones primarias del domingo pasado en Argentina, ha debilitado significativamente el ya vulnerable perfil financiero del soberano», dijo S&P.
Fernández quedó como claro favorito tras imponerse en las primarias abiertas con 47% de los votos frente al 32% que cosechó Macri.
«Esto ha provocado un colapso de la confianza de los mercados, incluyendo una aguda depreciación del peso», dijo Fitch.
Esos resultados se convirtieron en una poderosa señal política que puso en duda la continuidad del proyecto de Macri, quien lleva adelante un severo ajuste fiscal con un auxilio por 57.000 millones de dólares de parte del Fondo Monetario Internacional.
La oposición ha cuestionado el acuerdo con el FMI, en medio de una dura crisis financiera que ha llevado a que la pobreza a un nivel del 32% en un país que tiene una de las inflaciones más altas del mundo, con un aumento de los precios de 25,1% hasta julio y 54,4% en 12 meses.
La crisis comenzó con una estampida cambiaria en abril de 2018, que llevó a Macri a acudir al FMI para apuntalar la economía.
El año pasado, la economía cerró con una contracción de 2,5% y para este año el FMI ajustó a la baja sus proyecciones, anticipando una caída del PIB de 1,3% en 2019.
Con respecto al crecimiento, Fitch proyecta una contracción de 2,5%,frente a una estimación previa de una caída del PIB de 1,7% debido a la «creciente probabilidad de que la moderada recuperación que antes se esperaba para la segunda mitad del año ya no se materialice».
Del total de la deuda, casi un 80% está denominada en moneda extranjera, en un momento que el peso argentino cerró la semana con una pérdida del 18% de su valor.
«Este recorte de la nota no fue sorprendente dada la volatilidad reciente y el colapso del peso», dijo a la AFP Benjamin Gedan, director del programa sobre Argentina en el centro de estudios del Wilson Center.
El 12 de julio, la calificadora de riesgo Moody’s cambió la perspectiva de la deuda de Argentina a negativa, pero mantuvo la nota en B2.
Redrado: «El Presidente dio la orden de que el dólar se vaya donde se tenga que ir»
El extitular del Banco Central afirmó que desde la entidad le comentaron que recibieron esa orden desde el Gobierno.

Martín Redrado.
Respecto al momento post elecciones y turbulencia financiera, Redrado consideró que «hoy la prioridad es frenar esta corrida». Y dijo que las últimas medidas económicas anunciadas por Macri «son grageas o aspirinas y para contener esta corrida, hay que dar una señal contundente».
“El BCRA los puede comprar por u$s2.000 millones y es bueno para la Argentina porque ahorra u$s1.500 millones y para el Presidente porque logra estabilizar el tipo de cambio”, indicó quien fuera presidente de la entidad.
Envio:RL









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