Nicolás Dujovne renunció al Ministerio de Hacienda y lo reemplaza Hernán Lacunza
Un nuevo manotazo para contener la crisis
Tras la dura derrota en las primarias, Macri produjo el primer cambio en el gabinete. El ex funcionario de Vidal debió suspender de urgencia sus vacaciones en Neuquén.
Por Sebastian Abrevaya
Luego de dos años y medio en el cargo, Nicolás Dujovne deja el Ministerio de Hacienda.
Imagen: Télam
Imagen: Télam
Desde el último lunes, apenas horas después de la contundente derrota electoral de Juntos por el Cambio, las versiones sobre la salida de Nicolás Dujovne del Ministerio de Hacienda no pararon de circular. Sin embargo, fue recién en la tarde del sábado cuando fuentes de la Casa Rosada confirmaron que ya le habían encontrado reemplazante al ex columnista de Todo Noticias. Quien finalmente aceptó la difícil tarea de manejar los botones de la economía en medio de la crisis es el hasta ayer ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza. Su lugar lo ocupará Damián Bonari, un funcionario de segundo rango en la cartera provincial. Acorralado por la megadevaluación, el presidente Mauricio Macri intentó mover algunas piezas con la ilusión de llegar con algún tipo de competitividad a las generales de octubre y la esperanza de poder concluir su mandato el 10 de diciembre. Anoche fuentes del Gobierno no descartaban que se produjeran más movimientos.
De buena relación con el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, Lacunza se encontraba ayer en Cerro Bayo, Neuquén, donde disfrutaba de unas vacaciones junto a su familia. El descanso patagónico del funcionario de María Eugenia Vidal fue interrumpido de inmediato por la convocatoria de Macri, quien lo mandó a buscar con el avión oficial Tango 10 para reunirse con él en la quinta Los Abrojos. No fue del todo una sorpresa: su nombre figuraba hacía rato entre los posibles reemplazantes de Dujovne, al igual que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio y el ex titular del Banco Nación, Carlos Melconián. Incluso antes de la hecatombe electoral se lo mencionaba para ese lugar en un ahora improbable segundo mandato de Macri.
“Como bien sabés, puse todo de mí, tanto personal como profesionalmente, para contribuir a la construcción de una Argentina distinta, moderna, integrada al mundo, plural y con los equilibrios macroeconómicos necesarios para un desarrollo sustentable”, escribió Dujovne en la coloquial carta de renuncia dirigida a Macri y difundida públicamente. En la última semana, con la megadevaluación y según su declaración jurada de bienes, su patrimonio creció en más de 40 millones de pesos.
Por la noche trascendió un whatsapp dedicado a sus “compañeros de ruta”. Era un breve mensaje de “aliento”, de apoyo a su sucesor y un pequeño reconocimiento de su fracaso. “La economia fue el flanco mas cuestionado por la oposicion en estas elecciones y creo que era muy saludable generar una renovacion en mi area. Voy a seguir cerca y ayudando en los primeros dias a Hernan Lacunza, un gran profesional y amigo al que le toca seguir el camino del cambio junto a Mauricio y ustedes”, afirmó, sin poner ninguna tilde, antes de cerrar con un “los quiero mucho. Fuerza”.
Antes de llegar al ministerio, Dujovne tenía como antecedente más reciente en la gestión pública un contrato de asesor del bloque de senadores radicales. Dueño de una consultora privada, se había hecho conocido como columnista del diario La Nación y del programa Odisea Argentina, conducido por Carlos Pagni. Había asumido el 2 enero de 2017, luego de la salida de Alfonso Prat Gay y el desdoblamiento de lo que hasta entonces era el ministerio de Hacienda y Finanzas. Después de un primer año con un “éxito” relativo, fue ganando poder dentro del Gabinete hasta convertirse en coordinador de un equipo económico que rápidamente dejaría al país en una profunda crisis de la que nunca logró salir.
En su nota, el ministro saliente le dejó a Macri una suerte de recomendación y un mensaje de alineamiento con el discurso de campaña: “la gestión que liderás necesita una renovación significativa en el área económica”. “Considero asimismo que mi renuncia es coherente con la pertenencia a un Gobierno y espacio político que escucha la gente, y que actúa en consecuencia”, remató.
Fuentes del Gobierno nacional reconocían ayer que la decisión también estuvo vinculada con la posibilidad de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) suspendiera su visita a la Argentina, prevista para la semana que viene. De todas maneras, continuaba la incertidumbre respecto de cómo quedará la relación con los representantes del organismo de crédito internacional luego del paquete de medidas económicas anunciado esta semana, sin consultarlos previamente. El FMI aún tiene pendiente un desembolso de 5 mil millones de dólares en septiembre, que si no llegase a concretarse podría poner en riesgo la entrega en término del poder.
La llegada de Lacunza se da en el contexto de la megadevaluación del lunes, con un dólar que tocó los 63 pesos durante la semana y cuyos alcances a mediano plazo se desconocen con precisión. A fines de esta semana dos calificadoras de riesgo internacionales Fitch y Standard & Poor’s, le bajaron la nota a la Argentina. Este viernes Fitch le puso dos puntos menos, de “B” a “CCC”, lo que indica que existen posibilidades de default mientras que S&P fue un poco menos pesimista. Cayó de “B” a “-B” con el argumento de que se debilitó “significativamente el ya vulnerable perfil financiero” del país.
En el entorno de Vidal, protestaban por lo bajo por la salida de un ministro clave en un momento altamente delicado. Si bien es la figura estelar de Cambiemos, la gobernadora bonaerense tiene todavía menos chances de ser reelecta que el Presidente, dada la amplia victoria electoral de Axel Kicillof en las PASO y el sistema electoral sin ballotage.
Desde el Frente de Todos eran anoche muy cautelosos. Alberto Fernández no opinó públicamente sobre los cambios, aunque ya había sido crítico de alguna de las medidas “paliativas” anunciadas por Macri en la semana. Uno de los gobernadores peronistas, de diálogo directo con el candidato presidencial, analizaba que sólo la salida del jefe de Gabinete, Marcos Peña, implicaría un cambio estructural y la posibilidad cierta de que se adelanten las elecciones. Les golpeó, no sólo el resultado de las primarias, sino la lectura de fin de ciclo que hicieron distintos medios alrededor del mundo.
El reemplazante de Nicolás Dujovne
Quién es Hernán Lacunza, el nuevo ministro de Hacienda
El nuevo ministro abandona la gestión de Vidal dejando una provincia muy endeudada y en una recesión más profunda que la nacional. Su primer desafío será lograr que el FMI no se baje del desembolso previsto para septiembre.
Por Raúl Dellatorre
Hernán Lacunza no tiene los títulos académicos en el exterior de esos con los que al PRO le gustaba pavonearse para exhibir a los suyos como "el mejor equipo de los últimos..." treinta, cincuenta o doscientos años. Tampoco es de uno de esos "prestigiosos" gurúes mimados por el establishment, que suelen llenar salas de lujosos hoteles para decirles a los CEOs que conforman la concurrencia, ni más ni menos, lo que quieren escuchar. Unos y otros, los "académicos" y los "prestigiosos" eran los que conformaban la "primera selección" de expertos en economía a los que recurrió el gobierno de Cambiemos desde diciembre de 2015 para ocupar los casilleros centrales. Lacunza, en cambio, fue al lugar al que nadie de esa cofradía hubiera aceptado ser enviado: acompañar a María Eugenia Vidal como candidato a ministro de una menos que improbable gestión como gobernadora de Buenos Aires. Más que por mérito propio, llegó por deserción del resto. A este economista de "descarte" en los momentos de gloria de Cambiemos, pero que en cuatro años se convirtió en figura clave del gobierno de Vidal (sólo equiparable a la de Federico Salvai), recurrió Mauricio Macri en su hora más aciaga. Para sentarse en el sillón que abandonó Nicolás Dujovne, cuando aquel empezó a parecerse a una silla eléctrica.
Lacunza deja una provincia gravemente endeudada, con una estructura productiva quebrada, una economía en caída libre y un desempleo que supera al del nivel nacional. Pero su tarea en el Palacio de Hacienda de Hipólito Yrigoyen 250 será mucho más modesta que los objetivos que no pudo cumplir en la provincia más rica del país: asegurar una transición pacífica, pero cruzando un puente que hoy se percibe quebrado y tembloroso. Con todo, sus cualidades le dan cierta ventaja sobre el renunciante Dujovne, incapaz de entablar la más modesta negociación política con sectores de la oposición, ni cumplir otra tarea que no fuera responder al mandato e instrucciones enviados desde el Fondo Monetario Internacional.
En la semana más traumática desde el inicio de su gestión, tanto para el gobierno de Mauricio Macri como para el de María Eugenia Vidal, el nuevo ministro de uno y ex ministro de otra se encontraba de vacaciones en Neuquén. Casi un signo de identidad de Cambiemos. También lo identifican con el modelo imperante desde diciembre de 2015 algunos resultados de su gestión: los datos bonaerenses del primer trimestre del corriente año muestran una caída del 6,1 por ciento en el nivel de actividad provincial, pese a una cosecha récord que permitió un aumento de la producción agropecuaria del 12 por ciento, pero con un retroceso industrial del 14 por ciento en el último año. Otras señales de esa gestión son una pérdida de 60 mil puestos de trabajo en la producción, la reducción de 16.200 millones de pesos en los recursos destinados a la salud con respecto al año anterior, menos dinero para seguridad (20.400 millones) y el retroceso de la atención educativa (290 establecimientos menos).
La reasignación de recursos tuvo un destino muy claramente marcado: el pago de intereses de la deuda externa creció cerca de un 99 por ciento en el primer trimestre de este año con respecto al año anterior. Durante su gestión, Lacunza no sólo aumentó el volumen de la deuda provincial, sino que además acortó el plazo promedio de vencimientos en casi dos años, creció la participación de la deuda en moneda extranjera sobre el total y se elevó la relación entre deuda y recursos de la provincia (en un 25,4 por ciento) y la proporción de deuda y producto provincial. Es decir, que cayó la capacidad de pago. Y será peor cuando se vuelva a calcular tras la reciente megadevaluación.
Lacunza tiene en el actual presidente del Banco Central, Guido Sandleris, a un viejo conocido. Fue su primer subsecretario de Finanzas en la provincia y, como tal, principal co-responsable en la primera y más intensa etapa de endeudamiento bonaerense. También tiene una antigua e intensa relación con otra figura que recuperó relevancia en los últimos días, justamente en relación a la actual gestión del Banco Central: Martín Redrado. Lacunza fue miembro de la Fundación Capital, que presidía Redrado. Cuando el "golden boy" (así bautizado en los años de la dictadura cívico militar) fue a Cancillería como secretario de Relaciones Económicas Internacionales (año 2002, con Carlos Ruckauf como canciller, y Eduardo Duhalde como presidente provisional), lo ubicó a Lacunza como director del Centro de Economía Internacional. Dos años después, Redrado era designado presidente del Banco Central por Néstor Kirchner, y pocos meses después de asumir ubicaba a Lacunza como gerente general (reemplazando a Carlos Pérez, otro ex Fundación Capital, ascendido a director).
Tras la salida de ambos, Redrado y Lacunza, del Banco Central luego de chocar con el kirchnerismo por el rechazo de ambos a utilizar las reservas para el pago de vencimientos de la deuda, el último comienza su acercamiento al PRO. Primero forma una consultora de efímera existencia, Empiria, para pocos meses después saltar al puesto de Gerente General del Banco Ciudad, ya siendo Mauricio Macri jefe de gobierno porteño. Allí estuvo hasta diciembre de 2015, cuando es nombrado ministro de hacienda de la flamante gobernadora Vidal.
Quienes lo conocen bien, afirman que su alejamiento de Redrado, en 2010, marcó un distanciamiento definitivo. Y también aseguran que mientras Redrado hoy busca una postura de alta confrontación con el gobierno (denunció que Macri alimentó el salto del dólar el lunes para "castigar" a los electores), ven a Lacunza en una postura más conciliadora. "Hernán no aceptaría que lo convocaran para incendiar la pradera y dejarle al próximo gobierno la tierra arrasada", sugieren. Lo ven como un conciliador, alguien con mayor capacidad (que Dujovne) para entender que su misión es administrar una "transición", en la que tendrá que mantener buenas relaciones con referentes de la actual oposición. Incluso recuerdan su vínculo con una economista que hoy ocupa un lugar clave junto a Alberto Fernández: Cecilia Todesca. Con ella, aseguran, negoció su salida (su indemnización) del Banco Central tras el alejamiento de Redrado y cuando ya había desembarcado Mercedes Marcó del Pont, con Todesca como integrante de su equipo.
La persona de mayor peso en el entorno de Lacunza es, desde hace años, Pedro Rabasa, que lo acompañó desde un cargo menor en la provincia de Buenos Aires pero participando de cada decisión importante que tuvo que asumir. Seguramente volverá a estar a su lado en la etapa que hoy inicia. Lacunza, además, es un viejo conocido de Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. El hasta ahora ministro de Hacienda bonaerense viajó frecuentemente a Washington formando parte de la delegación argentina a las reuniones del Fondo, y Werner a su vez conoce en detalle la situación de la provincia de Buenos Aires y su deuda. Este será el nexo principal que deberá atender Lacunza para superar su primera prueba de fuego: lograr que el FMI no se baje del desembolso por 5400 millones de dólares comprometidos para la primera quincena de septiembre, aunque Argentina esté lejos de haber cumplido las metas del programa económico fijadas para esta última etapa.
Fuente:Pagina12
Crisis post PASO
Gobernadores preparan un documento contra Macri por los USD 1500 millones que pierden por las medidas "alivio"
Tras el anuncio de medidas por parte del Gobierno para "aliviar" el impacto de la crisis camino a las generales de octubre sin consultar a las provincias, los mandatarios elaboran un documento para criticar esas decisiones que dañan su recaudación fiscal y asfixian sus finanzas en plena recesión. Le reclamarán una compensación al Presidente.
Después del anuncio que hizo el Gobierno en pleno maremoto político de un paquete medidas para "aliviar" el impacto de la crisis e intentar comprar votos de cara a las generales de octubre sin siquiera consultar la situación de las provincias, los gobernadores elaboran un documento para criticar esas decisiones, que dañarían las recaudación de la totalidad de las provincias en USD 1500 millones y, de ese modo, asfixian sus finanzas en plena recesión.
Los ministros de Economía de las provincias se reunieron el martes en la Comisión Federal de Impuestos (CFI) para evaluar el impacto fiscal del paquete y concluyeron en que muchas quedarán gravemente desfinanciadas por la caída de la coparticipación. Ocurre que las bajas del IVA a alimentos, la suba de los mínimos no imponibles a Ganancias, la reducción el pago del monotributo (los dos últimos tributos coparticipables) merman la recaudación de impuestos que en parte se distribuyen en las provincias y así se asfixian las finanzas locales, en plena época de recesión.
Por eso, los gobernadores tienen previsto analizar este domingo las conclusiones del encuentro de sus ministros y volver a reunirse en el CFI el miércoles al mediodía, para cuando ya diagraman un duro documento para rechazar el paquete de medidas del Gobierno.
Tal como advirtió el candidato a presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández, Macri debió haber consensuado con los gobernadores el paquete de medidas anunciado la semana pasada porque, como señaló, “con estas medidas solo desfinancian a la provincias”.
“Son sus provincias las que pierden 1.500 millones de dólares de recaudación fiscal”, disparó a través de Twitter el aspirante presidencial más votado en las PASO.
Ahora son las propias provincias las que alzarán su voz, como señaló Infocielo, mediante sus gobernadores que reclamarán a Macri una compensación por el impacto fiscal que tendrán. Según estiman los representantes provinciales que se reunieron (como es de esperarse no fueron de la partida los oficialistas), el monto será de casi $ 30 mil millones, casi la mitad de la totalidad del gasto necesario para costear las “medidas parche”.
Así, mediante la Comisión Federal de Impuestos, los gobernadores calcularon que las provincias tendrán que cubrir en total, $ 29.655 mil millones de pesos, sin tener en cuenta la eliminación del IVA de los alimentos de la canasta básica. El impacto mayor viene dado por el impacto de Ganancias y la reducción del pago de Monotributo, dos impuestos coparticipables.
Las más golpeadas serían Chubut y Santa Cruz, donde peligraría el pago de salarios. También las afecta el congelamiento del precio de las naftas, que reduce el pago de regalías y ya fue motivo de una demanda de Neuquén al Gobierno ante la Corte Suprema de Justicia.
"No parece razonable reducir el IVA indiscriminadamente como se ha hecho. Ello no redundará en una merma de los precios. Seguramente se convertirá en una ganancia adicional para las empresas. Hubiera sido mejor devolver el IVA a los sectores más postergados", fue otra de las críticas de Fernández a Macri.
Buenos Aires sería otra de las provincias más afectadas y según cálculos preliminares podría perder hasta 20 mil millones. Pero allí gobierna la oficialista María Eugenia Vidal.
Fuente:PoliticaArgentina
Colapso económico y financiero
Manotazos de ahogado
Por Guillermo Griecco
Publicada en 17/08/2019
Tras la dura derrota, Macri extorsionó al electorado que lo castigó en las urnas y ratificó el rumbo del modelo neoliberal, mientras alentó otra brusca devaluación con shock inflacionario e impacto en la pobreza, que llegaría al 40%. Luego pidió perdón y en medio del desastre anunció beneficios para algunos sectores, que serán diluidos por el aumento masivo de precios.
Como suele decirse, las urnas hablaron. Y pronunciaron un mensaje claro, que marcó un duro revés para el macrismo y su plan combinado con el FMI, que en los últimos casi cuatro años trajo recesión económica y alta inflación. La mayoría del pueblo argentino dijo no más ajuste, no más cierre de empresas, no más destrucción de empleo, no más deterioro en las condiciones de vida. El aplastante triunfo del Frente de Todos en las Paso nacionales, que lo dejó a tiro de ganar las elecciones generales de octubre, habla de la magnitud de la crisis social y económica que atraviesa el país como consecuencia de las políticas neoliberales de Cambiemos, que evidentemente es mucho más grave de lo que se creía, veía e imaginaba.
Macri, entre grogui tras ser noqueado por la realidad y endiablado por el resultado adverso de las Paso, inició una despiadada y maquiavélica campaña del miedo rumbo a octubre, dejando subir al dólar en una fuerte corrida cambiaria, cediendo a la presión de “los mercados”, profundizando la crisis económica y financiera, tomando a la población de rehén y culpando al electorado por “votar mal”, apuntando al “fantasma kirchnerista”, que está de regreso, aunque “el mundo” de Macri no le tenga confianza.
“Lunes negro”, titularon algunos diarios en sus páginas web, mientras todavía retumbaban los quince puntos de ventaja entre Alberto y Mauricio. “Pánico en la city” o “furia verde” sonaron a títulos de película, pero no de ciencia ficción justamente. La inmediata consecuencia de la hecatombe que generó la disparada del dólar y la caída bursátil fue una parálisis de la economía, con remarcación generalizada de precios, con el consiguiente impacto negativo en el poder de compra de salarios y jubilaciones, que ya venían en caída libre, situación que encima acarreará una suba en los niveles de pobreza, que se estima saltaría del 35 al 40 por ciento por el efecto dólar. Lo mismo para la indigencia, que podría alcanzar al 10 por ciento de la población.
Una nueva megadevaluación en la era M volvió a generar un enorme daño, sobre todo para las mayorías populares. Dólar alrededor de los 60 pesos, devaluación del 30 por ciento, tasa de interés de referencia al 70 por ciento, disparada de precios, especulación con mercadería de primera necesidad. Más ajuste para los que votaron contra el ajuste. Subas del 20 por ciento promedio en alimentos de la canasta básica y otros bienes de la economía en una semana: bombazo al bolsillo.
El lunes pos Paso, Macri hecho un demonio, rifando reservas y convalidando una devaluación desproporcionada. El miércoles pos Paso, Macri angelical. A tres días de la paliza en las urnas, el presidente, en modo campaña, bajó un cambio y pidió “perdón” por culpar al pueblo de la crisis económica que sus propias políticas generaron, dijo que el lunes estaba afectado por el resultado de las elecciones y “mal dormido”. Trascartón, anunció una batería de medidas para tratar de atender en parte el malhumor de la clase media e intentar amortiguar el golpe inflacionario generado por el salto del dólar.
Como en el cuento de Caperucita Roja, el lobo se disfrazó de abuelita y anunció medidas de “alivio” hasta los comicios de octubre. Un poco de populismo bueno simulado, una estrategia repetida antes de cada elección por la alianza Cambiemos, en un último intento por conquistar voluntades.
En caliente, el gobierno primero buscó generar confusión, asustó, amenazó y después pegó un viraje aunque no modificó el espíritu de su política, la misma que condujo al país hacia una crisis económica de magnitud. En un simulacro de arrepentimiento optó por poner algo de plata en los golpeados bolsillos de la población y medidas de “alivio” para pymes. Pero el daño ya estaba hecho, y en otro contexto, con un mapa político alterado por el resultado de las Paso.
Aumento del salario mínimo, refuerzo para las asignaciones familiares, bono para empleados públicos, reducción del impuesto a las Ganancias, aumento de becas del plan Progresar, flexibilización impositiva, congelamiento de los precios de los combustibles fueron algunas de las medidas anunciadas por el presidente en un mensaje grabado en la Quinta de Olivos. La mayoría de los jubilados no recibirá ningún beneficio. La CGT había pedido medidas urgentes para recuperar el poder adquisitivo.
Las medidas económicas son insuficientes ya que ese dinero extra será gastado en los incrementos de precios que deben afrontar los presupuestos familiares y no alcanzará para reactivar el alicaído mercado interno, según coinciden economistas de diferentes corrientes de pensamiento.
“Desde abril de 2018 a hoy, incluidos los alivios anunciados (por Macri), el salario privado pasó de 1.232 dólares a 620. La jubilación mínima de 379 a 185 dólares, el salario mínimo de 469 a 233 dólares, la AUH de 74 a 58 dólares. Las medidas no están mal, pero no alcanzan, porque una limosna electoral no puede reparar tanto daño”, señaló la economista y diputada opositora Fernanda Vallejos.
“Sigue la timba financiera, la fuga, la deuda. El mayor límite del gobierno para dar respuestas es que evidencia no querer revisar un modelo económico que está crujiendo. En ese cambio está basada la esperanza de los argentinos y argentinas que votaron el domingo (11 de agosto), en volver a poner el trabajo y la producción por delante. Con un riesgo país a los niveles de fines de octubre de 2001, pérdida de reservas y dólar a 60 es imperioso que el gobierno se ponga al frente de la crisis”, consideró la legisladora kirchnerista.
El terror sembrado los últimos días que echó más leña al fuego ajustador no hizo más que volver a poner de manifiesto la fragilidad de la economía macrista, que desde el vamos alentó la timba financiera, desreguló el mercado cambiario, se abrió a los capitales financieros, salió a tomar deuda de manera irracional, echando por tierra el desarrollo productivo del país.
Pero el gobierno que en casi cuatro años dolarizó tarifas, duplicó la inflación, recortó el poder de compra de salarios, alentó despidos de trabajadores, cierre de fábricas y comercios, dinamitó el mercado interno, reendeudó fuerte al país, quitó pensiones a discapacitados, empujó a miles de argentinos y argentinas a la pobreza y la indigencia, borró a la clase media, les quitó computadoras a los más chicos, suprimió medicamentos a jubilados, desfinanció universidades, desactivó satélites, entregó soberanía, promovió el gatillo fácil, tuvo su cosecha en las urnas.
Dos de cada tres electores rechazaron la política económica del macrismo y el FMI. Tapado por un aluvión de votos opositores en las Paso, a Cambiemos sólo le queda tirar manotazos de ahogado de cara a octubre
Fuente:RedaccionRosario
Fuera de control Cepo o no cepo: analizan restringir la venta de dólares
Versiones indican que el gobierno nacional estudia aplicar límite de compra de divisas: el tope posible son 50 mil dólares
FOTO: Damian Dopacio
El aumento del valor del dólar respecto del peso argentino en la semana posterior a las Paso presidenciales puso a los medios a recordarles a sus lectores medidas económicas aplicadas por otros gobiernos para contener el tipo de cambio.
El más analizado fue, claro, el llamado cepo implementado durante la última presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y que implicaba restricciones para la compra de divisas. Con las medidas anunciadas en este mismo contexto por el presidente Mauricio Macri para intentar frenar el impacto inflacionario de la devaluación, más parecidas a las que supo aplicar el kirchnerismo que a las que él mismo llevó adelante durante los últimos casi cuatro años, algunos analistas arriesgaron la posibilidad de que el gobierno de Cambiemos aplique restricciones para la compra de dólares.
Esto, a pesar de que esa decisión de Cristina para contener el tipo de cambio fue de las más atacadas por Macri. ¿Es hacia allí a donde ahora apunta el gobierno?
La urgencia la dan las cifras oficiales del Banco Central: sólo el pasado viernes mermaron en 1.287 millones de dólares, en la semana cayeron 3.904 millones, y durante las cuatro últimas semanas, las tres previas y la posterior a la votación la sangría totalizó 6.370 millones de dólares.
Además, en una semana al rojo, la retirada también llegó a los depósitos privados en moneda extranjera: entre lunes y martes perdieron 733 millones de dólares. Durante la primera semana del mandato presidencial que asumió el 10 de diciembre de 2015, Macri, a través del entonces ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, cumplió con una de sus principales promesas de campaña: levantar el llamado cepo al dólar. El impacto en la economía fue automático, con una devaluación que superó el 35% en un solo día.
Ese hecho histórico llevaría a pensar que aplicar restricciones para la adquisición de divisas sería más que improbable para el gobierno de Cambiemos. Incluso cuando esta última semana Macri sorprendió con medidas para intentar frenar la inflación, como la quita del IVA de la canasta básica, el congelamiento de las cuotas de créditos UVA y del precio de los combustibles y el aumento del Salario Mínimo Vital y Móvil, que según se publicó en el Boletín Oficialcomenzará a analizarse el jueves próximo en una reunión entre el gobierno, los sindicatos y el sector empresario.
Analistas políticos y económicos no descartaron la posibilidad de que eso ocurriera. Incluso algunos medios de comunicación deslizaron la posibilidad de que el presidente aplique restricciones a la compra de divisas, aunque sólo para aquellos que pretendieran adquirir más de 50 mil dólares.
“Es muy complejo decir si va a ocurrir o no. Creo que nadie debería atreverse a afirmarlo. Por una cuestión normativa, posibilidades hay, pero si hacemos un análisis político, considero poco probable que el gobierno lo haga antes de octubre. Salvo que las finanzas jueguen en contra y el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipe la salida de su programa, cosa que veo muy difícil en este momento”, consideró el economista de la fundación Pueblos del Sur Esteban Guida.
“Desde el punto de vista técnico, el Banco Central tiene las herramientas y las normativas necesarias para aplicar cualquier tipo de control de cambio. Si lo analizamos desde el punto ideológico, tampoco parecía posible en 2001, cuando (el entonces ministro de Economía, Domingo) Cavallo aplicó un control de cambio feroz para los minoristas, con el corralito, que no se podían hacer retiros de las cuentas en dólares”, analizó. “Ahora, dudo que el gobierno intente ese tipo de maniobra en este momento por varios motivos.
Primero porque el FMI sigue con un programa activo dentro del último acuerdo firmado con el gobierno nacional a mediados del año pasado, y le queda una cantidad importante de dólares por desembolsar. No veo la necesidad política de una medida de ese tipo en este contexto electoral”, consideró Guida.
Sin embargo, el análisis que Guida realiza sobre lo que venga después de las elecciones generales del próximo 27 de octubre –cuando los votantes decidirán si se repite o no lo que ocurrió en las Paso del domingo pasado y Alberto Fernández se impone con fuerza en las urnas– es otro.
“Si interpretamos lo que puede llegar a ocurrir después de octubre, es probable que sea necesario que haya que considerar seriamente, ya fuera de la campaña, un control de cambios”, dijo. “El contexto actual que generó Macri del mercado cambiario es inviable para cualquier país, es imposible sostenerlo. La Argentina no va a poder sostener este mismo esquema cambiario, totalmente libertino. El problema es hacia dónde va y con qué otras variables de política económica”, cerró.
Fuente:ElCiudadanoyLaRegion





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