20 de diciembre de 2021

2001: Diciembre trágico.

Aportes para construir otro Nunca Más

18/12/2021

Dos décadas después de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001, la Cámara de Casación confirmó las penas para los exfuncionarios del gobierno de Fernando De la Rúa y los policías responsables de las muertes en la Ciudad de Buenos Aires.

Pero ¿qué pasa con quienes destruyeron el tejido social y desmantelaron la matriz productiva? Un salvajismo económico que se extendió por todo el país y que se impuso con brutalidad por la connivencia de actores nacionales e internacionales.
La amenaza de default, la deuda con el Fondo Monetario Internacional, recortes en el gasto público, en los salarios, en las jubilaciones, límites en la extracción de efectivo, el riesgo país, el corralito, las cacerolas, los bancos, el hambre, la pobreza, los saqueos, la represión y la muerte. El No País.

El neoliberalismo mata. A veces de forma directa, con balas, y en otras, más agónicas, por goteo. En Argentina se contabilizaron 39 muertes en esos dos días, pero hubo muchas otras. Las muertes asociadas al infarto y los accidente cerebrovasculares crecieron. Igual que las enfermedades vinculadas a la pobreza y la mala nutrición.

Los mismos actores que provocaron ese estallido continúan: el futuro de la Argentina aparece hoy nuevamente atado a una deuda impagable y una negociación con el Fondo Monetario, y tras casi dos años de pandemia, el único gesto de la principal fuerza de la oposición es negarle el Presupuesto a un gobierno por ahora solo debilitado por una elección de medio término.

Pero, ¿cómo se sostiene el Nunca Más a la barbarie económica del 2001? La memoria colectiva de lo que pasó está latente y es un dique de contención que funciona como un Nunca Más a ese sistema voraz.

De eso se trata el especial que Tiempo publica hoy en su edición papel, y que se complementa con el micrositio web «20 historias del saqueo económico».

Recorrer las vidas de Eloísa Paniagua, de David Moreno, de Martín Galli, alcanzados por las balas policiales, o escuchar a Gabriel Legendre contar cómo creció sin conocer a su padre, asesinado por un comerciante cuando él apenas tenía 56 días de vida, es buscar ese Nunca Más.

Aprender del trabajo del reportero gráfico Enrique García Medina y del perito Rodolfo Pregliasco, ambos volcados a la tarea de reconstruir los hechos a través de fotografías en tiempos menos digitales. O descubrir cómo los integrantes de la Asamblea 19 y 20 de Rosario realizaban esa noche la misma tarea que en Buenos Aires reunía a organismos de Derechos Humanos -tal como lo relata «La Negra» Verdú- es construir ese Nunca Más.

Conocer el estado casi inmóvil de las causas; la situación de la denuncia formulada por las Madres de Plaza de Mayo atacadas por la policía Montada; o la forma en que tres jóvenes de 20 años conocieron las catacumbas policiales por salir a bancar a esas mujeres, es apostar a ese Nunca Más.

Repasar las formas alternativas de la economía que buscaban compensar el saqueo, el nacimiento a la militancia territorial en los merenderos, el empuje de los estudiantes y piqueteros en las calles, el rol de los artistas que no dudaron dónde debían pararse para concebir su arte, la historia de quienes se fueron del país para volver, o de los que vinieron a instalarse y nunca más se fueron, también sostienen el Nunca Más.

La tarea no es individual, requiere organización y memoria. En eso estamos.


La deuda de la Justicia: tras 18 años, hubo pobres avances en las causas por la represión

Ninguna tiene sentencia firme, inclusive la de los responsables políticos. Varios autores de los disparos que dejaron 39 muertos no purgaron condena. El juicio por el ataque a las Madres, sin fecha.

18/12/2021

Ninguna de las causas judiciales iniciadas como consecuencia de la represión del 19 y 20 de diciembre tiene sentencia firme. Menos aún: el expediente por la agresión de las fuerzas de seguridad a las Madres de Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada está elevado a juicio oral desde hace un año pero todavía no tiene fecha de debate. Y un expediente troncal, una suerte de remanente del fallo reciente que ratificó las condenas contra el exsecretario de Seguridad Enrique Mathov y el exjefe de la Policía Federal Rubén Santos, espera definiciones desde hace más de 18 años.

El tribunal oral federal número seis, que acumula por conexidad todos los expedientes que aún están pendientes (y más tarde o más temprano, si es que las causas no prescriben, deberá celebrar todos los procesos) tiene como próximo desafío el juicio a los policías acusados por la embestida contra las Madres.  Se trata del expediente 508/01, caratulado “Hechos de violencia ocurridos el día 20 de diciembre de 2001 –caso Madres de Plaza de Mayo”.

El 31 de julio de 2020, en plena pandemia, el juez Marcelo Martínez de Giorgi, que había heredado el juzgado de Claudio Bonadio, decretó los procesamientos de José Luis González, Fernando Héctor Villegas, Luis Oscar Rodríguez, Ramón Feliciano Vargas y  Ernesto Sergio Weber  por las vejaciones, severidades y apremios cometidos en el marco de la represión a las Madres. El delito contempla penas de hasta cinco años de cárcel, pero a ninguno se le dictó la prisión preventiva.

En diciembre de 2020, el fiscal Franco Picardi formuló la acusación y ahora transcurre la etapa previa al debate.

Hace dos meses, el 18 de octubre, Picardi le informó a la presidenta del Tribunal Oral Federal 6, Sabrina Namer, los legajos de investigación que aún siguen abiertos y la situación procesal de los imputados.

Ese documento muestra que aún están en etapa de investigación cuatro expedientes, por distintos hechos, todos relacionados con aquellos trágicos días.

Actualmente, hay 13 procesados con acusación para pasar a la etapa de juicio. Pero hay otros 67 imputados (algunos se repiten en más de un hecho) que están con falta de mérito para procesar o sobreseer, es decir, en una situación de indefinición que se extiende por años.

Entre esos nombres pueden estar los autores materiales (quienes dispararon las armas) de las muertes de Carlos Almirón, Gustavo Ariel Benedetto, Diego Lamagna, Alberto Márquez y Gastón Marcelo Riva.

Pero también siguen abiertas las investigaciones por los disparos efectuados desde el interior de una sucursal del banco HSBC cercano a la Plaza de Mayo, la represión en la Avenida 9 de Julio y los episodios ocurridos en el Congreso.

Los condenados Mathov y Santos tienen pendiente también una imputación por la privación ilegal de la libertad de todos los detenidos durante la vigencia del estado de sitio decretado por el difunto expresidente Fernando De la Rúa.

La causa se inició por denuncias de la exdiputada Marcela Rodríguez y de la aún diputada Graciela Ocaña. La acusación sostenía que “Santos, como Jefe de Policía, podía ordenar detenciones de personas siempre y cuando existieran motivos para hacerlo. Sin embargo, teniendo en cuenta el contexto en el que fue dada la orden, su motivación fue producto del abuso de su función y no el cumplimiento de un deber legal, aun cuando el marco normativo en el que vivía el país (estado de sitio) permitiera al Poder Ejecutivo Nacional detener personas fuera de la regulación que impera en situaciones de normalidad”. En cuanto a Mathov, “cumpliendo con su función durante los días 19 y 20 de diciembre de 2001, asumió un rol activo en su tarea de supervisión, control y decisión de los operativos de seguridad que se estaban poniendo en práctica”.

En ese expediente, la jueza María Servini decretó en marzo de 2002 los procesamientos de ambos funcionarios y de varios otros, pero en julio de ese mismo año la Sala Primera de la Cámara Federal, en un fallo firmado por los exmagistrados Gabriel Cavallo y Horacio Vigliani, revocó parcialmente esa medida, dispuso las excarcelaciones de ambos y le indicó a la jueza cómo continuar la investigación. Pero en el fragor de las imputaciones, que impactaban de lleno en De la Rúa y en el exministro del Interior de la Alianza, el fallecido Ramón Mestre, la situación por las detenciones ilegales fue quedando postergada y así permanece hasta hoy. Hay imputados que hace 18 años esperan una definición sobre sus situaciones procesales. El plazo ordenatorio que establece el Código Procesal Penal es de diez días.  

Fuente:TiempoArgentno





«El 19 y 20 el pueblo le puso fin a esa noche negra que empezó con la dictadura militar»

En diálogo con El Grito del Sur, el dirigente de Unidad Popular hace un balance de las jornadas del 19 y 20, que lo tuvo como uno de sus protagonistas, y analiza el escenario político actual a la luz del aniversario 20 del estallido.

 

Víctor De Gennaro fue uno de los dirigentes sindicales que encabezó la resistencia a las políticas neoliberales de la década de 1990. De extracción peronista, fundó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) -de la cual fue secretario general hasta el año 2006- y lideró el FRENAPO (Frente Nacional contra la Pobreza) que en diciembre de 2001 anticipó a través de una masiva consulta popular los alcances del descontento social: más de tres millones de personas se pronunciaron pocos días antes del estallido en favor de la creación de un salario universal para enfrentar la desocupación, la pobreza y la recesión económica.

A veinte años del estallido popular del 19 y 20, De Gennaro recuerda las tensas horas en que el entonces presidente Fernando de la Rúa decretó el Estado de Sitio y el protagonismo popular que creció desde entonces, luego de una década de resistencia contra las políticas de entrega y saqueo. Su cercanía ideológica con Lula da Silva, su rechazo a integrar el Frente de la Victoria allá por el año 2005 y las limitaciones del movimiento que acabó con la larga noche neoliberal son algunos de los temas que repasa en una profunda entrevista con El Grito del Sur. «Terror y división del campo popular era la alternativa que ellos planteaban, mientras que nuestro movimiento expresó una unidad que lamentablemente se limitó al que se vayan todos. En 2001 nos faltó la construcción colectiva de lo que queríamos», analiza.

¿Cómo recordás el estallido social del 19 y 20 de diciembre dos décadas después?

Lo recuerdo con mucha emoción porque durante esos acontecimientos, sobre todo el 19 que fue algo impredecible en las calles de todo el país -no solo en la Plaza de Mayo-, nuestro pueblo salió a decir no al Estado de Sitio y a plantarse con toda claridad para defendernos de todas las políticas de ilegalidad. Ese día sentí que se terminaba la noche negra de la dictadura militar genocida que irrumpió en 1976 para inventar la pobreza y saquear nuestro país. Al principio había creído que con la recuperación de las instituciones en 1983 había terminado lo peor, pero no. Esos años de entrega y saqueo significaron la construcción de una alternativa que se expresó de manera impredecible esa noche cuando De la Rúa dijo Estado de Sitio. Nosotros estábamos en la CTA, habíamos convocado un paro para marchar al Congreso y pensábamos quedarnos ahí toda la noche sabiendo que si nos querían detener, estuviéramos todos juntos. La gente salió a la calle y fue impresionante. Veníamos de mucha resistencia, además aquellos dos últimos años -sobre todo el 2001- habíamos hecho infinidad de movilizaciones y habíamos terminado la consulta popular en la que después de cuatro días votaron más de 3 millones 100 mil personas un shock de distribución del ingreso.

En ese momento lograron la salida del presidente Fernando de la Rúa. Rápidamente, desde el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo) presentaron un plan económico y social al Congreso. ¿Qué objetivos tenía dicha iniciativa y qué grado de cumplimiento alcanzó más adelante?

En ese momento, los sectores del poder estaban divididos entre dolarizadores y devaluadores. De hecho, había una crisis en los sectores del poder y a través del Frenapo generamos marchas, propuestas hasta acabar en la consulta. Cuando asumió Rodríguez Saá, presentamos este plan como alternativa. Sus pilares eran: salario universal para los pibes, jubilación digna, seguro de empleo y formación, reactivación basada en el trabajo y la educación. Lamentablemente, al poco tiempo de andar, la devaluación significó un saqueo a nuestros bolsillos y la aparición de Lavagna como política de ajuste que terminó imponiéndose generó que nos siguiéramos movilizando. Precisamente, contra lo que se suele pensar, el año 2002 fue el de mayor protagonismo popular. Terror y división del campo popular era la alternativa que ellos planteaban, mientras que nuestro movimiento expresó una unidad que lamentablemente se limitó al «que se vayan todos». 

El Frenapo hizo de la consulta popular un instrumento de democracia directa en medio de la crisis más profunda de la historia argentina. ¿Qué balance haces de dicha experiencia política vista desde la actualidad?

Lo primero que hay que decir es que en el año 2000 promovimos una juntada de firmas marchando de Rosario a Buenos Aires durante 15 días. Pueblo a pueblo caminando. Esto permitió la consulta popular. Cuando llegamos a Buenos Aires, presentamos las firmas a la jueza Servini de Cubría y le pedimos al Presidente o al Congreso que convoque a elecciones. Si ellos no lo hacían, íbamos a convocar nosotros. Al año siguiente, se conforma el Frente Nacional contra la Pobreza con la presencia de todas las organizaciones sociales, populares y sindicales. Además de contar con representaciones políticas y de los partidos, tenía un arco cultural muy importante: Mercedes Sosa, León Gieco, Teresa Parodi, por ejemplo, se sumaron a la campaña. La consigna era distribución del ingreso, ni dolarización ni devaluación. Ese consenso fue sostenido por marchas y movilizaciones. La consulta popular nos mostró que la gente quería votar y decidir, a pesar de que días atrás se había registrado un alto grado de voto blanco, nulo y abstención en las elecciones legislativas. Esa experiencia de democracia participativa me parece incluso una alternativa para lo que viene.

Fotos: Catalina Distéfano

En marzo del año 2002 te reuniste con Lula da Silva en Brasil, quien era candidato a presidente. ¿Por qué el fuerte repudio a la institucionalidad política no se tradujo como en Brasil en una candidatura por fuera de la estructura de los partidos tradicionales?

El balance y la autocrítica, así como lo que no pudimos hacer, forma parte de nuestros aprendizajes. Lula construyó una perspectiva nacional y convirtió a Brasil en una nación: el norte subdesarrollado, atrasado y feudal se integró a un proyecto diferente. A mi juicio, Lula representó lo que fue Perón en Argentina entre 1945 y 1955. El Frenapo, en cambio, planteaba «que se vayan todos». Hasta su propio nombre lo dice: Frente Nacional contra la Pobreza. Creo que es una gran diferencia, era un instrumento para decir lo que no queríamos. En 2001 nos faltó la construcción colectiva de lo que queríamos.

Fuiste el primer líder sindical en reunirse públicamente con Néstor Kirchner. Dos años después trascendió un ofrecimiento para encabezar la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires. ¿Cuáles fueron los motivos por los que rechazaste dicha propuesta?

En ese momento yo era secretario general de la CTA y entendía que la experiencia de la central de trabajadores era muy importante, por lo que tenía que seguir consolidándose. Desde mi perspectiva, cuestión que sigo pensando, en nuestro país las transformaciones y los procesos revolucionarios solo pueden tener cabida con una clase trabajadora organizada y consciente como herramienta fundamental. También aprendimos sobre el rol de los pueblos originarios como motores de la defensa de los derechos de la tierra y sobre el protagonismo de nuestras compañeras mujeres que han estado a la cabeza en la pelea por la diversidad y la igualdad de género. Yo renuncié al PJ en 1990 cuando Menem terminó de firmar las privatizaciones y el indulto a los militares. Siempre creí en los procesos de integración colectiva, por eso cuando dejé la secretaría general de la CTA en 2006 alentamos el proceso de la constituyente social -donde creíamos en la importancia de crecer en la apertura democrática de la institucionalidad, pero también había que constituir un sujeto de transformación-. Por supuesto me sentí muy agradecido por ese ofrecimiento, pero creí que no era volviendo a la estructura de los partidos tradicionales como se iba a avanzar en el proceso de transformación. No obstante, respeté la postura de algunos compañeros, sobre todo de alguien como Néstor Kirchner cuyo gobierno fue uno de los momentos más trascendentes de iniciativa popular.

Fotos: Catalina Distéfano

Hoy, a veinte años del 2001, la administración del Estado está en manos de otro gobierno peronista pero los niveles de pobreza e indigencia son alarmantes. ¿Por qué entonces no se vaticina un escenario de rebelión popular?

Lo de que es un gobierno peronista corre por tu cuenta. Éste es un gobierno del Frente de Todos, que nuclea a muchos sectores e instrumentos electorales como el PJ, el Frente Renovador, el PTP, Partido Comunista, Unidad Popular, etc. El Frente de Todos es un instrumento electoral que utilizó nuestro pueblo para hacer la rebelión popular echando a Macri del gobierno nacional. Creo que aprendimos eso respecto al 2001, que no vale la pena sacrificar vidas o pasar situaciones críticas coronando la anterior gobernabilidad. En 2001 se discutía si volvía la gobernabilidad anterior, que estaba cuestionada por todo el movimiento popular, o gestábamos una nueva gobernabilidad. Y si ninguna de estas dos cosas pasaba, iba a haber una inestabilidad de la gobernabilidad. Cosa que existe hoy. Esta disputa por las gobernabilidades diferentes aún no está saldada.

Por último, vuelven a aparecer en el horizonte las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) tras la fraudulenta deuda que tomó el expresidente Mauricio Macri. ¿Crees verdaderamente posible negociar un acuerdo con el FMI sin imponer un ajuste que lo paguen las grandes mayorías? 

El Fondo es un instrumento de dependencia, no es el dueño del circo. Los dueños del circo son los grupos económicos concentrados que siguen saqueando nuestros recursos y concentran riqueza, llevándose el crecimiento por poco que sea. Evidentemente, el FMI va a intentar que no crezcamos en materia de derechos. Nosotros somos conscientes de que hay que investigar la deuda externa -que ha sido ilegítima desde el origen- y creemos que hay que plantarse con toda claridad para no aceptar condicionamientos de ningún tipo. En Argentina sobra plata y riqueza, lo que está en juego no es una crisis económica sino una crisis política. También en el mundo hay una discusión de esta naturaleza. Hasta Lula, en su autocrítica y balance, planteó la importancia del Banco del Sur y las propuestas de unidad latinoamericana. Hay que plantarnos frente a Estados Unidos y China desde un lugar de autonomía, y para ello necesitamos un proyecto que integre la plurinacionalidad. No hay que tener miedo de enfrentar a los poderosos.

Fuente:ElGritodelSur


El Presidente encabezó un acto en homenaje a las víctimas de la represión de diciembre de 2001

Fue en la Casa Rosada donde el mandatario anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley para otorgarles una indemnización a los familiares de quienes murieron en la represión de las protestas.


El Presidente, Alberto Fernández, presidió, este domingo en Casa Rosada, un acto en el que se brindó un homenaje a las víctimas de la represión de los días 19 y 20 de diciembre de 2001, contó con la presencia de familiares de los fallecidos y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti.


Durante el encuentro, se descubrió una placa conmemorativa y el Jefe de Estado anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley que establece una indemnización para las personas que fallecieron o sufrieron lesiones gravísimas como consecuencia de la represión desplegada por el Estado, durante las manifestaciones ocurridas en todo el territorio nacional, los días 19 y 20 de diciembre de 2001, según consignaron fuentes oficiales.

En el homenaje, el mandatario señaló: “Es un día triste, de recuerdo, de memoria. Hubo violencia institucional que se desató en el mismo momento en que el pueblo salió a las calles para decir: ´Basta´, porque no aguantó más el pesar de un modelo económico que solo traía pobreza y postergaba el futuro de los argentinos”.

Y agregó: “El Estado no está para ser violento, sino para hacer justicia, y menos con quienes reclaman legítimamente por sus derechos. El Estado lo que debe hacer es escuchar, no disparar tiros. Así, en esta jornada nos pareció propicio que el Estado nacional, institucionalmente, se hiciera cargo de lo ocurrido, que no pasara como un día más o como una marcha más de gente que busca reivindicar la memoria y busca la justicia que nunca llega. La Justicia, en este caso, tardó en llegar 20 años, pero ninguno de los acusados fueron condenados por los homicidios ocurridos, sino que fueron condenados por delitos menores”.

En relación a la placa descubierta, que estará emplazada frente a Plaza de Mayo, el Presidente indicó que “sea el homenaje que reciban los que ya no están, que sepan que sus nombres fueron grabados en la memoria colectiva y que la vida que entregaron no ha sido en vano”.  

Por su parte, Horacio Pietragalla Corti, expresó: “Estamos recordando a esos jóvenes que salieron a las calles, donde la mayor motivación fue decir basta a la represión en la Plaza de Mayo, a defender a las Madres de Plaza de Mayo. No hay representatividad política, no había a quien pedirle que cese ese infierno que se vivía hacía años. La sociedad le dijo basta, nunca más a ese proyecto económico. Estos días tenemos que tomarlo como reflexión”.

Además mencionó que nadie más quiere volver a esos momentos políticos. “El desafío que tenemos a partir de estos 20 años es generar un recuerdo permanente a cada una de las víctimas y sobrevivientes, también brindar las herramientas a la sociedad para que no se vuelva a elegir un modelo económico neoliberal que sabemos cómo termina nuestra historia”, remarcó.

El mandatario había asumido el compromiso de elaborar dicho proyecto durante un encuentro que mantuvo en Casa Rosada el pasado 1° de diciembre con un grupo de familiares.

Estuvieron presentes Marta Adelaida Almirón y Héctor Fernando Fiori, madre y hermano de Carlos Almirón; Adriana Ochoa, prima de Gustavo Benedetto; Marta Pinedo, esposa de Alberto Márquez, que asistió al encuentro junto a su hija María Soledad Aguilera; y María Arena, esposa de Gastón Riva.

Fuente:el1Digital



Organizaciones sociales iniciaron la vigilia en Plaza de Mayo a 20 años de la crisis de 2001

19-12-2021

Con distintas consignas y diversos matices, un amplio abanico de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos -peronistas, independientes y de la izquierda- se congregaron hoy en la Plaza de Mayo, que mañana será el escenario principal del acto por los 20 años de la crisis del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando un estallido social, durante el que murieron 39 personas en todo el país, desembocó en la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa.

Las organizaciones se dieron cita en Plaza de Mayo para iniciar una jornada de "reflexión" y una vigilia como preparación de esa conmemoración.

Al encabezar el homenaje oficial a las víctimas de la represión de aquellas jornadas, el presidente Alberto Fernández aseguró hoy que "el Estado no está para ser violento, sino para hacer justicia".

"El Estado no está para ser violento, sino para hacer justicia. Lo que uno debe hacer es escuchar, no disparar tiros", subrayó Fernández en la ceremonia que se llevó a cabo en la explanada frontal de Casa de Gobierno, donde se emplazó una placa recordatoria en memoria de los muertos por la represión de 2001.

Fernández formuló estos conceptos acompañado por el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, y frente a las familias de las víctimas del accionar policial desatado durante los dos últimos días del gobierno de la Alianza UCR-Frepaso.

Por su parte, la Asociación Madres de Plaza de Mayo expresó en un comunicado que "la represión ordenada por el gobierno en las trágicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 generó 39 muertos en todo el país. Las balas policiales no pudieron detener el hambre, la bronca contenida y la desesperación".

"Las Madres de Plaza de Mayo fueron parte del pueblo que reclamó, en las calles y plazas de la ciudad. El fin de la miseria planificada", indicó la organización que preside Hebe de Bonafini.

Las Madres de Plaza de Mayo señalaron que "el jueves 20 de diciembre de aquel año quedará registrado para siempre como el final del gobierno de De La Rúa tras una brutal represión con epicentro en Plaza de Mayo".

"Las Madres fueron a la Plaza, como cada jueves, e interpelaron a la Policía para frenar la cacería humana. Recibieron palos y golpes, una vez más, y resistieron, junto al pueblo, en contra del estado de sitio y la represión policial", concluyó el comunicado.

En la represión de hace 20 años murieron cinco personas en la Plaza de Mayo y las adyacencias, pero fueron 39 los fallecidos en todo el país.

Desde la vigilia en Plaza de Mayo, en tanto, el referente de La Poderosa "Nacho" Levy destacó que durante aquellas jornadas "distintas tradiciones del campo popular nos encontramos hace 20 años en una fusión que salvó la vida de muchos compañeros y nos costó la vida de muchos compañeros".

En declaraciones formuladas a la TV Pública, Levy recordó que "en ese momento los jóvenes de 20 y pico no tenían una referencia, guía o manual. Veníamos de una generación de 30 mil desparecidos, muchos que estaban temerosos y otros rendidos, tratando de construir en carne propia un camino de salida a una crisis que nos atravesó y nos desbordó, y que encontró a un montón de jóvenes de las universidades y a sectores medios emparentados con esa lucha histórica de las barriadas y organizaciones populares".

El dirigente social evocó que "por aquel entonces no sólo había que llenar las ollas sino la democracia; no había compañeros de barrios populares en el parlamento, los medios y la academia, y hasta el día de hoy seguimos dando esa batalla".

Asimismo, Levy planteó que "con la misma corbata y el mismo cinismo hay muchos de los responsables del 2001 que siguen enquistados en el poder y en distintas expresiones de la política".

No obstante, aclaró que "el balance a favor son esas victorias palpables de cuando sí sucede esta sinergia y unidad efectiva del campo popular, poniendo el cuerpo y saliendo a la calle para construir un camino común".

Durante la vigilia en Plaza de Mayo se emitió el documental "Diciembre", dirigido por Alejandro Bercovich, (el periodista recientemente agredido y amenazado por militantes antivacunas) que procura aportar "nuevas voces" sobre la crisis social que terminó con el Gobierno de la Alianza, según explicó el propio director en declaraciones a la TV Pública. El documental será emitido mañana a las 23 a través de la TV Pública.

Fuente:GrupoLaProvincia.com



"Creí que me podían matar"

Crisis del 2001: El ministro del Interior, Wado de Pedro, recuerda cómo fue golpeado y picaneado

Fue a la plaza para ayudar a las Madres. Lo metieron en un patrullero, lo golpearon, lo picanearon y lo amenazaron de muerte.

Por Victoria Ginzberg
El ministro de Interior, Wado de Pedro, durante la represion de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo . Imagen: Télam

El 20 de diciembre de 2001, Eduardo "Wado" De Pedro se salvó de la muerte. Y no era la primera vez. En octubre de 1978, cuando tenía casi dos años, su mamá lo puso en la bañadera y lo defendió con su cuerpo de la patota del Ejército, la Policía Federal, la Gendarmería y el Servicio Penitenciario que entró a su casa y la asesinó. A su padre lo habían matado un año antes. En 2001, Wado tenía 25 años y repartía su tiempo entre la carrera de Derecho y la militancia en la Universidad, en HIJOS y en el Sindicato de Judiciales. El 19 de diciembre, fue a Plaza de Mayo cuando supo que habían declarado el Estado de Sitio. Como a muchos, el intento de prohibir las protestas fue lo que lo convocó frente a la Casa Rosada. El 20, como a muchos, fue la represión a las Madres de Plaza de Mayo lo que lo movilizó. Terminó en un patrullero, golpeado, picaneado y amenazado de muerte. 

Hoy, con años de gestión y experiencia en articulación política, cree que Fernando De la Rúa podría haber evitado el desastre que lo llevó a irse en helicóptero si le hubiera hecho caso a Néstor Kirchner: “Hay un discurso de Néstor en el que le dice a De la Rúa: ´póngase al frente de la sociedad, que la sociedad lo va a acompañar, haga lo que tiene que hacer, lo que dijo en la campaña, que la sociedad lo va a acompañar´. Pero acá vimos a un presidente que gobierna en torno al establishment y no a las necesidades de la gente. Hay un punto donde la gente te deja de apoyar y se produce lo que pasó”.

El 20 de diciembre de 2001 Wado no pudo llegar hasta la Pirámide, donde las Madres estaban siendo reprimidas por la policía montada con gases y caballos. Frente a la Catedral, lo agarró la policía. Cuando quisieron meterlo en un patrullero, escapó y siguió el protocolo: gritar su nombre. En medio del tumulto y la confusión vio a un fotógrafo que conocía, Damian Neustadt, y volvió a gritar: “Soy Wado, soy de HIJOS”. 

Los policías de la Federal lo recapturaron. La mención a la agrupación que reúne a los hijos e hijas de víctimas de la última dictadura hizo que se ensañaran más aún. “Este es de HIJOS, lo vamos a matar”, decían. “Terminé en el piso, con un par de caballos muy cerca, la policía llevándome. Me vuelven a meter en el patrullero y me empiezan a pegar bastonazos. Para que entre al patrullero me ponen electricidad. En el patrullero, se me pone un policía de cada lado y me dan con el bastón en la cintura. El que manejaba se daba vuelta y me pegaba con el codo”, cuenta el ministro de Interior en su despacho a exactos 20 años de los hechos y a pocos metros de dónde todo eso sucedió. 

Como el conductor estaba ocupado con los golpes, el patrullero chocó. Si eso no hubiera pasado, la historia de Wado podría haber sido otra: ya le habían sacado el teléfono y el DNI. Al lugar llegó una ambulancia y los policías no tuvieron más remedio que conceder que llevaran al detenido al Hospital Argerich. Allí, la ayuda de los médicos fue crucial para conseguir el tiempo necesario para que los habeas corpus presentados fueran respondidos y la Justicia ordenara su liberación.

El relato de la detención y los golpes 

--¿En qué momento y por qué fuiste para la plaza de Mayo en las protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001?

--El 19 estaba con mis compañeros de militancia universitaria en un plenario cuando vimos que habían declarado el estado de sitio y vinimos a la Plaza. Muchos sectores de la sociedad venían teniendo pequeñas o grandes manifestaciones en oposición a la continuidad de las políticas de Menem o a nuevas políticas, como el recorte del presupuesto universitario que hizo Ricardo López Murphy, la baja de los sueldos del sector público y las jubilaciones que hizo Patricia Bullrich. Hay muchos funcionarios que fueron parte de la primera Alianza que lo son de la segunda.

--¿Habías caceroleado los días previos o el detonante fue el Estado de sitio?

Venía participando desde los 90 en cada una de las manifestaciones de resistencia a las políticas que iban en contra de la producción nacional, del empleo y la represión, en HIJOS, en el MTA, en la militancia universitaria.

--¿Qué recordás del momento de la detención?

El 20, un compañero de la facultad me llama y me dice que estaban reprimiendo a las Madres. Yo tenía que ir a la Cámara Electoral, pero voy a la plaza a intentar defenderlas de la policía. No pude acceder. De repente un escuadrón de motoqueros y cuatriciclos de la policía federal me saca el bolso que tenía, me detienen enfrente de la Catedral, en Diagonal y me meten en el patrullero. Logro escapar del patrullero, corro hacia donde estaban las Madres y siento golpes por todos lados. Termino en el piso, con un par de caballos muy cerca, la policía llevándome. Me vuelven a meter en el patrullero y me empiezan a pegar bastonazos. Para que entre al patrullero me ponen electricidad. En el patrullero, se me pone un policía de cada lado y me dan con el bastón en la cintura. El que manejaba se daba vuelta y me pegaba con el codo, me tenían de los pelos para que el que manejaba pudiera pegarme. Como yo dije que era Wado de Hijos a un fotógrafo que conocía para que llame a los organismos de derechos humanos, los policías decían “este es de HIJOS, lo vamos a matar”.

--¿Creíste que te podían matar?

Estaban en eso. Yo sentía cada uno de los golpes, cada una de las amenazas. Además, me sacan el teléfono y el DNI, eso está en la nota que sale en Página/12 en ese momento. Tenía miedo, la verdad es que estaba sacados, sacados mal. Y después, cuando me llevan al hospital, me querían sacar del hospital rápido.

--¿Militabas en HIJOS, había una reminiscencia respecto de lo que les había pasado a tus padres?

Militaba en HIJOS. Las actividades de HIJOS eran reprimidas por la policía. También escrachamos a policías en funciones. Recuerdo un escrache a (Basilio Benito) Pertiné, el hermano de la mujer de De la Rúa, que era militar. En ese escrache, nosotros lo denunciamos, nos habían hecho inteligencia, nos habían mandado un sobre por medio de Rafael Bielsa, con documentación de inteligencia que habían hecho sobre nosotros sobre la actividad de Pertiné.

--¿En el momento en que te lleva la policía te vino a la cabeza el recuerdo de tus padres?

--Permanentemente. Sí. Les pedía fuerza a mis viejos.

--¿Era la primera vez que te arrestaban?

--No era la primera vez que fui reprimido. Cuando reprimían al MTA, las manifestaciones universitarias. Pero sí fue la primera vez que me llevó la policía.


La crisis, el estallido social y el recuerdo de Kirchner 

--¿Viste venir la crisis? Perdón, no la crisis, el estallido social

--El estallido social no. La crisis sí. Veníamos de un proceso de agotamiento, de descreimiento. Veníamos de una defraudación electoral en el 99, que profundizó todo lo que estaba mal, profundizó el ajuste. Hizo el canje, el megacanje, el blindaje. Pero no veíamos venir el estallido y que se iba a ir el gobierno. Pero todas nuestras áreas de militancia, la sociedad, en los barrios en todos los sectores había un descontento generalizado, la gente no daba más. Cuando íbamos a los barrios y coordinábamos con los movimientos de trabajadores desocupados veíamos una situación límite.

--Con la experiencia en la gestión que tenés ahora ¿crees que el Gobierno podría haber evitado el estallido social y la renuncia?

--Hay un discurso de Néstor Kirchner muy interesante que le dice a De la Rúa: “póngase al frente de la sociedad que la sociedad lo va a acompañar, haga lo que tiene que hacer, lo que dijo en la campaña, que la sociedad lo va a acompañar”. Acá volvimos a ver un presidente que gobierna en torno al establishment y no a las necesidades de la gente. Hay un punto donde la gente te deja de apoyar y se produce lo que pasó.

--¿El kirchnerismo podría haber existido sin el 2001?

--Sí, pero no en el 2003. El 2001 anticipó el plan de Kirchner. En un discurso de Kirchner cuando era intendente ya decía “no vamos a parar hasta llegar a la Casa Rosada”. Ya había un proyecto nacional. 

20 años para atrás y 20 años para adelante

--¿Hace 20 años cómo te imaginabas a vos dentro de 20 años?

--Siempre me imaginé participando de proyectos colectivos, de la construcción política en la Argentina. Nunca me imaginé en el Ejecutivo, sí discutiendo al lado de la gente el rumbo de la Argentina. Hace 20 años lo que veíamos de la política era todo negativo. Pero siempre le tuve mucha confianza a la militancia, a la experiencia de una generación que estaba muy cerca de la gente, que tenía experiencia sindical, en derechos humanos. Siempre tuve confianza en que íbamos a poder reconstruir el tejido social que rompió la dictadura militar y que íbamos a poder armar una fuerza política frentista, amplia para gobernar. Es cierto que Néstor nos incorpora más a lo institucional, nunca pensé que iba a ser tan rápido. Néstor generó esa confianza y el espacio para toda una generación que pasó de resistir a la construcción.

--¿Y cómo te ves ahora en 20 años?

--En el mismo lugar de concepción, confiando en una Argentina que pueda contener a los 50 millones de personas, confiando en nuestro pueblo, confiando en que vamos a tener de una vez por todas una Argentina en serio justa, con empleo para todos, con estabilidad, una Argentina más normal. Y voy a seguir del mismo lado, voy a seguir pensando lo mismo porque mis sueños todavía no están cumplidos. 


Al despertar luego de estar inconsciente, su hermano le dijo "tenés una bala en la cabeza y Duhalde es presidente"

La historia de Martín Galli: sobrevivió después de haber recibido un tiro en la cabeza durante la crisis del 2001   

"Aparecieron dos autos y una camioneta, frenaron, bajaron armados con chaleco y empezaron a tirar. Fue un segundo, me levanté para escapar y caí herido", cuenta Galli.

Por Adriana Meyer
Imagen: Leandro Teysseire

Martín Galli tenía 26 años el 20 de diciembre de 2001. No militaba pero venía de un hogar politizado. Sus padres eran delegados sindicales y habían enfrentado el ajuste menemista. Su tío Osvaldo Sánchez sobrevivió a la dictadura luego de estar secuestrado en el centro clandestino Mansión Seré, donde ayudó a escapar al deportista Claudio Tamburrini. A Galli le decían Tinta, estudiaba Letras y usaba rastas "porque a las chicas les gustaban". En su barrio, San Justo, no había damnificados por el corralito, había hambre y desempleo. Tuvo dos hijos, ahora adolescentes, con una mujer con quien se encontraba en un bar, ella a corregir y él a estudiar. "Un día llegó y el mozo le dijo 'viste el pibe, lo mató la policía', pero ella leyó en la prensa que yo estaba vivo, me ubicó y nos reencontramos en abril de 2002, formamos una familia, todo muy rápido, como una pulsión de vida después de haber sobrevivido a todo lo que fue el 20". Galli trabó una profunda amistad con quien lo salvó aquel día, Enrique "Toba" García, que dirigía un comedor comunitario en un asentamiento en Ezeiza. Al despertar luego de estar algunos días inconsciente, su hermano le dijo "tenés una bala en la cabeza y Duhalde es presidente".

Paula Simonetti fue herida a pocos metros de él, en el Obelisco. Martín cuenta que habló con ella poco antes de encontrarse con Página12, sobre el fallo de Casación que dejó firmes las condenas a los funcionarios de la Alianza condenados en 2016. Ella hace infografías en el tradicional diario Corriere della Sera en Roma. Se pone mal con la exasperante lentitud y parcialidad de la justicia, pero pudo rehacer su vida. Ambos viven con plomo en sus cuerpos, Galli en su cabeza y Simonetti en su columna.

La palabra de Martín Galli

--¿La imagen de los caballos contra las Madres de Plaza de Mayo te hizo salir?

--Me había quedado con ganas de ir el 19. Era un precarizado, cobraba 250 pesos por mes, el aguinaldo en 12 cuotas, estudiaba Letras en el Joaquín V González, ahí se caían los techos, habíamos tomado el instituto. Me habían robado la moto que ponía para laburar, entonces con 26 años no tenía futuro. Hablé con dos amigos de Boedo, me vine de San Justo en tren hasta Once, que iba lleno de gente. Mi amigo Leo fue muy preciso cuando declaró en el juicio Los abogados de los policías le dijeron "¿usted cómo hizo para ver a esa hora, las siete de la tarde?", y él les respondió que era el día previo al solsticio, por ende era el día más largo del año, es decir que había mucha luz. 

--¿Cómo fue esa secuencia?

--Llegamos caminando a Congreso, luego supe que estaba mi vieja con sus compañeras de Suteba, y se volvían en los micros porque ya era todo un descontrol, por experiencia se dieron cuenta que estaba complicada la cosa. Seguimos hasta Plaza de Mayo, por Diagonal Norte, muy inocentes quisimos pasar. La Policía Montada nos corrió hasta el Obelisco, donde había mucha gente y también estaban reprimiendo. No llegué a cruzarme a mi mamá, pero seguro me hubiera dicho que me volviera. Cuando no llegué a casa mi viejo me dijo que él presentía que me había pasado algo malo. 

--¿Cuando recibiste el disparo estaban frente al Edificio Del Plata?

--Sí. Me acuerdo que los conserjes del hotel Intercontinental, todos vestidos con sus uniformes, salieron a traernos limones para ponernos en los ojos. Había gente de maletín y traje, y otra con bolsas de comprar el pan, Cavallo logró convocar a todos. Estábamos descansando sentados en el cordón, en 9 de Julio, entre Sarmiento y Perón, tomando agua. En un momento aparecieron dos autos y una camioneta del lado de Constitución, frenaron, bajaron armados con chaleco y empezaron a tirar. Fue un segundo, me levanté para escapar y caí herido. Después de eso no me acuerdo más, lo demás me lo contaron. Hay imágenes, apareció el Toba que me contuvo la herida, me hizo RCP. (N.d.R. El "Toba" era un ex militante del ERP que revivió dos veces a Galli antes de llegar al hospital Argerich) Cayó un patrullero que nos quiso llevar a mí y a Alberto Márquez, que ya estaba muerto. La gente no los dejó, y empezaron a disparar. El Toba ligó un perdigonazo en la mochila. Tuve mucha suerte, apareció un taxista de la nada. El Toba me dijo 'a mi hermana la mataron los milicos, por mí entró al ERP y se comprometió mucho; teníamos una cita envenenada, caí a la casa y ya estaba rodeada, salvarte a vos fue como salvar a mi hermana'. Cuando le agradecía me contestaba que él me agradecía a mí por haberle permitido redimirse de esa manera.

--¿Sentiste culpa de sobreviviente?

--Conocí a Marta, la esposa de Márquez, que lo mataron detrás mío. Me preguntaba cómo estaba vivo con una bala en la cabeza, esa pregunta nunca tuvo respuesta así que me la dejé de hacer. Me daba culpa de haber sobrevivido y Alberto no. Hice terapia para entender que las cicatrices no se van, quedan a fuego. Pero uno puede hacer que no salga sangre. Me llevó mucho tiempo. Cosas que hice a los 40 las tendría que haber hecho a los 30. Tuve la dicha de formar una familia, pero en aquel momento no pude retomar los estudios, estaba pasado de rosca. La epilepsia me quedó como secuela, temía tener convulsiones mientras cuidaba a mi hijo, iba a trabajar y terminaba en el hospital, y revivía el momento del disparo. La vida se me puso en pausa, la internación, la silla de ruedas. De a poco se fue pasando, pude dejar la medicación. Pero recién hace poco me pude realizar. En la jefatura de la Biblioteca de La Boca hice proyectos, ganamos convocatorias, hubo viajes y me recibí en Bibliotecología. Más allá de la parte milagrosa de mi historia, hubo otra más interna, muy dura que duró muchos años.

--El juicio tardó 14 años y la condena otros 5 en quedar firme. Jamás hubo indemnizaciones. ¿El Estado está en deuda con ustedes?

--La verdad es que sí. En el juicio nos hostigaron, me llegaron a decir que iba a ir preso por falso testimonio. En su momento nos recibió Néstor (Kirchner) pero después no hubo un acompañamiento de la Cámara de Diputados al proyecto de ley de indemnizaciones. Lo que pasa es que en los considerandos del proyecto el Estado se hacía cargo de que había habido una represión desmedida, una masacre. Nunca lo iban a aprobar porque cuestionaba a la clase política. Esa ley era como defender el 'que se vayan todos'. Hubo familiares que la hubieran necesitado.

--¿A tus hijos les decís que se cuiden de la policía?

--Sí, al menor, que está empezando a salir. Saben lo que pasó, pero como adolescentes son medio inconscientes. Tampoco quiero traumarlos, pero les digo que lleven documentos, que no salgan corriendo, porque sigue re pasando que los persigan.

--¿Qué pasó con toda aquella rabia de diciembre de 2001?

--Creo que la rabia social sigue estando, pero se canaliza votando a la ultraderecha. Mi rabia vuelve cuando escucho a los condenados en nuestro juicio decir en qué aspectos fueron afectadas sus vidas. Pero estoy con mis hijos, pongo un disco, trabajo en la Biblioteca, que me encanta, y se me pasa.

Fuente:Pagina12



A 20 AÑOS DEL ESTALLIDO

"Memoria fotográfica: Diciembre 2001", un documental de Télam


Fuente:Telam

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