12 de julio de 2022

ENTREVISTA con GRACIELA FERNANDEZ QUINTAS.


 

Entrevista a Graciela Fernández Quintas

Las mujeres y la autogestión

 

En el marco del centenario del Día Internacional de las Cooperativas, un recorrido por los aportes que el feminismo ha hecho a dicho movimiento y viceversa, y cuáles son las deudas y desafíos para alcanzar la tan mentada “igualdad” en la real praxis política.

Debió pasar más de un siglo desde la creación de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en 1895 para que, recién en 2018, la uruguaya Graciela Fernández Quintas se convirtiera en la primera mujer en presidir Cooperativas de las Américas, el órgano de representación regional de la ACI en el continente. Tal vez porque, sin cuestionárselo durante mucho tiempo, el propio cooperativismo como sistema económico y social ha reproducido las leyes del patriarcado. 

Durante la V Cumbre Cooperativa de las Américas realizada en Buenos Aires, luego de que Fernández Quintas fuese elegida por una Asamblea de la que participaron 57 organizaciones de toda la región, el presidente de la ACI Ariel Guarco expresó: “Esto no es casual. Es producto de profundos cambios que están operando en nuestra sociedad gracias a la lucha que han sabido llevar las mujeres de todo el continente en la defensa de sus derechos y en la construcción de una mayor equidad”.

En la celebración número 100 del Día Internacional de las Cooperativas nos preguntamos si existen coincidencias entre el cooperativismo y los movimientos de mujeres, cuáles son los aportes que el feminismo ha hecho al cooperativismo y viceversa, las deudas y los desafíos del movimiento cooperativo para alcanzar la tan mentada “igualdad” en la real praxis política. 

Sobre esos interrogantes dialogamos con Graciela Fernández Quintas, quien además es la actual vicepresidenta de la Alianza Cooperativa Internacional. De profesión abogada, ex presidenta de la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (Cudecoop), y de extensa trayectoria en el ámbito cooperativo y asociativo.

—¿Qué significa para usted ser la primera mujer en presidir la Cooperativa de las Américas? ¿Qué valores promueve el cooperativismo en consonancia con el movimiento de mujeres?

—En el año 2018 cuando iniciamos este período en el ámbito de Cooperativas de las Américas significó una cuestión relevante para el movimiento cooperativo del continente que una mujer lo liderara, pero especialmente para mí significó una gran responsabilidad. Todas las compañeras cooperativistas saben que el liderazgo femenino es medido con una vara diferente, con una exigencia mayor que el resto de los líderes. Esto hacía que tuviéramos en claro lo que significaba, sobre todo un compromiso y una obligación de mi parte en dar visibilidad a todas nuestras lideresas del movimiento cooperativo, tener presente que en cada actividad que desarrollara Cooperativas de las Américas, en el plan estratégico que comenzábamos a estudiar para el período 2021-2023 y en todos los acuerdos que tuviéramos que celebrar, el tema de equidad de género debía ser transversal, debía estar permanentemente presente en nuestra actividad política cooperativa. 

Por lo tanto creo que hemos hecho el esfuerzo de llevarlo adelante, acompañadas por el Comité de Géneros de Cooperativas de las Américas y por el trabajo en equipo que hemos tenido con el resto de los consejeros haciéndoles entender el concepto de “equidad de géneros”.

Soy una convencida de que los principios y valores del movimiento cooperativo son la hoja de ruta que nos debe conducir, me refiero a nuestra columna vertebral de la membresía abierta y voluntaria, del control democrático de los miembros con el derecho igualitario de los hombres y mujeres de participar, con la participación económica, con la autonomía y la independencia, la educación, la formación, la capacitación, la cooperación entre cooperativas, el compromiso con la comunidad, todos ellos son una ventana para la incorporación de la perspectiva de género. Los principios cooperativos tienen una asociación muy clara con las demandas propias del feminismo debido a que nuestra identidad cooperativa está centrada en un cambio de paradigma para que se pueda transformar la lógica de las relaciones de género tradicionales. Creo que ahí está nuestra unión.

—¿Cómo ve hoy el desarrollo del cooperativismo en el continente americano? 

—En Latinoamérica y el Caribe estamos atravesando uno de los períodos más complejos. Hemos estado sometidos a crisis sanitarias como con la pandemia, a crisis medioambientales como consecuencia del cambio climático y a crisis económicas. Hoy, brutalmente afectados nuevamente por el flagelo del hambre y la brecha de la desigualdad y el aumento de una inflación que afecta a las poblaciones más vulnerables de nuestro continente. Todo esto es un importante desafío y lo tenemos que mirar como un gran esfuerzo porque no salimos solos, salimos trabajando en forma mancomunada, bajo la ayuda mutua, la solidaridad y la resiliencia. Entendiendo que la Economía Social es claramente un instrumento para poder intensificar y densificar el tejido asociativo y productivo de nuestro continente. 

Para ello debemos poner en marcha las herramientas de la intercooperación. Tenemos que poner el esfuerzo del desarrollo cooperativo hacia las localidades que más lo necesitan. Tenemos grandes desarrollos económicos cooperativos que deberán derramar su sapiencia, su experiencia, sus estructuras y sus logísticas en aquellas comunidades que necesitan de este proceso asociativo. Somos nosotros quienes debemos realizar el esfuerzo para llevar adelante el compromiso que hemos tomado en la agenda del Desarrollo Sostenible. 

—¿Qué puede hacer el cooperativismo para reducir la brecha de género?

—No hay dudas de que muchísimas veces hemos señalado que a menudo no nos gusta verlo ni decirlo, pero en el cooperativismo se ha dado durante muchos años una ceguera de género al no considerar ni hacer distinciones entre los sexos, no reconocer las diferencias de géneros existentes para lograr los roles que nos corresponden en los cargos políticos y que habitualmente han sido asignados a hombres. Las mujeres tenemos una presencia importante en el movimiento cooperativo de América en cuanto a números. En 2019 Cooperativa de las Américas marcaba que el sector bancario del cooperativismo era el que tenía mayor representación de las mujeres. 

Pero hay barreras para acceder a los cargos de liderazgo. Las barreras tradicionales que se han dado en los temas de géneros. Hay una ausencia por parte de nuestras cooperativas de poner encima de la mesa el tema de la corresponsabilidad de los cuidados que nos llevaría a que pudiéramos integrar un número más importante de mujeres en los desempeños de cargos políticos del movimiento cooperativo. Y en algunas de ellas además, y es sobre lo que queremos trabajar, hay una ausencia de mecanismos de prevención y de sanción a la violencia de género. En los últimos años hay países que han trabajado de forma notable, visible, brillante este tema y han conquistado al resto del continente americano. Argentina es un ejemplo de ello, la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar) ha insistido en lograr una declaración y hacer que la firmara todo el movimiento cooperativo de las Américas.

Tenemos que trabajar en cada una de nuestras cooperativas en insistir sobre la presencia de nuestras mujeres en los órganos de dirección, insistir en las reformas estatutarias, en los reglamentos internos, insistir en que todas las cooperativas tengan su comité de género. Cooperativas de las Américas, poniendo este tema arriba de la mesa en la última Conferencia de la ACI, insistió claramente en que se ponga en práctica el proyecto firmado con ONU Mujeres, en el que para nosotros es clave la capacitación de las lideresas del movimiento cooperativo para lograr integrar a más mujeres en las direcciones políticas de nuestras cooperativas. Generar mecanismos claros de capacitación y formación para estos roles, para que lideresas formadas repliquen en territorios y localidades este conocimiento para así lograr un mayor número de mujeres que se desempeñen en cargos políticos. 

—A 100 años de la primera celebración del Día Internacional de las Cooperativas, ¿el futuro sigue siendo prometedor si este modelo continúa? ¿Por qué? ¿Qué rol piensa que debería tener el movimiento cooperativo en el futuro?

—El movimiento cooperativo tiene una agenda de futuro que debe cumplir, es la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 de Naciones Unidas. Agenda que por las diversas crisis que señalaba antes, viene retrasada en su cumplimiento. Por lo tanto creo que el movimiento cooperativo debe insistir en el cumplimiento de los ODS. Pero además es un momento de tener claro que la economía social y solidaria ha sido reconocida como un instrumento clave para la inclusión social con sostenibilidad, con empleo decente, con equidad de género, con inclusión de jóvenes. Todos estos elementos tendrán que ser tenidos en cuenta en el análisis del cooperativismo internacional para lograr acuerdos multilaterales donde nos den herramientas para poder demostrar que es posible, a través de nuestras organizaciones, aportar a esta situación tan compleja que está atravesando el planeta.

Aún las sociedades más desarrolladas cuentan con niveles de desigualdad que son desesperantes. Los diez hombres más ricos del planeta cuentan con la misma riqueza que el 40 por ciento del resto de la población mundial. Por otra parte, no hay dudas de que un continente rico como América Latina sigue representando al más desigual y, al decir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), no termina de inclinarse por la eliminación de los privilegios de unas pocas corporaciones y grandes capitalistas, retrocediendo gravemente en términos de igualdad respecto a la década pasada. 

Estos desafíos han sido maravillosamente condensados en los ODS de la Agenda 2030. Allí es donde se propone la atención a las mayores desigualdades globales, pero a su vez se plantea la necesidad de revisar nuestros modelos de producción, distribución y consumo. Un desarrollo sostenible requerirá de esfuerzos hasta ahora nunca vistos a nivel global, ya que la única alternativa que tiene la humanidad es una acción mancomunada a nivel planetario. Como cooperativistas tenemos el compromiso de continuar con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ahí están nuestros desafíos.

—El lema de este año es “Las cooperativas construyen un mundo mejor”¿Cómo y por qué? ¿A qué actividades está invitando Cooperativa de las Américas? 

—Cooperativas de las Américas está invitando a una profundización democrática de la economía. Por ello señalamos que las cooperativas y todas las entidades de la economía social y solidaria son tan importantes. Traemos en nuestro ADN una visión y una práctica que debemos traducir en acciones. No tenemos más tiempo. Debemos coordinar nuestra acción a nivel local, nacional, regional y mundial. Debemos construir esperanza sobre esta historia de resiliencia, sobre esta historia de resistir desde una perspectiva diferente y en la cual no hay dudas de que las mujeres tenemos mucho por aportar. 

La clave, en perspectiva, es continuar bajo los principios y valores de nuestra Identidad Cooperativa, allí está la base de nuestra acción y la inspiración para transformar el futuro. Creo que ha sido muy buena la frase elegida para celebrar estos 100 años, ya que cada uno de ustedes en sus territorios encuentran diariamente ese mundo mejor en sus organizaciones. 

Estoy convencida de que las cooperativas sí construimos un mundo mejor y las mujeres garantizamos no desenfocar lo que importa: la vida digna de nuestras hijas y de nuestros hijos en todo el planeta. 

* Federación de Cooperativas Federadas Ltda.

Fuente:ElEslabon

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