3 de julio de 2022
Noche de las Corbatas: el crimen de
tres jóvenes en un montaje macabro
"La Noche de las Corbatas", de la que el miércoles se cumplirán 45 años, encierra un capítulo poco conocido: el crimen de tres jóvenes en un falso enfrentamiento con el Ejército en las afueras de Mar del Plata. Con ello se instaló la versión de que un grupo de abogados laboralistas secuestrados por el aparato represivo estaba en manos de Montoneros.
por Gustavo Visciarelli
Stella Maris Giourgas -“Perica”- tenía 23 años, militaba en la Juventud Peronista, estudiaba Agronomía en La Plata y el 22 de junio de 1977 a las 0.30 fue secuestrada por un grupo de tareas en la vivienda platense donde se domiciliaba con sus padres adoptivos.
Carlos Alberto Weber -“Pepón”- tenía 24 años, militaba en la Juventud Peronista y cursaba la misma carrera, pero en 1977 suspendió su prórroga para cumplir el servicio militar en el Batallón de Comunicaciones de City Bell. El 28 de junio de 1977, desde esa unidad lo enviaron a hacer un trámite a La Plata para facilitar su secuestro y los captores lo abordaron no bien salió del cuartel.
“La Cacha”
Giurgas y Weber sufrieron cautiverio y torturas en “La Cacha”, un centro clandestino de detención que funcionó en la inactiva planta trasmisora de Radio Provincia, junto al Penal de Olmos. Militares, marinos, penitenciarios y agentes de inteligencia nutrieron su plexo operativo, que articulaba con la comisaría octava de La Plata.
Unas 250 personas, contabilizando sobrevivientes, muertos en falsos enfrentamientos y desaparecidos, pasaron por “La Cacha”, incluyendo a algunos marplatenses secuestrados en esta ciudad. Ello evidenció la existencia de un corredor operativo que Giurgas y Weber transitaron en julio de 1977, cuando los trajeron a Mar del Plata para matarlos.
Reconstrucción digital del centro clandestino de detención “La Cacha”, demolido en 1981, realizada por la Universidad Nacional de Quilmes y el Equipo Huella Digital.
Los abogados secuestrados
“La Noche de las Corbatas” define los hechos sucedidos entre el 6 y el 13 de julio de 1977, cuando secuestraron en Mar del Plata a los abogados laboralistas Norberto Centeno (asesinado), Salvador Arestín (desaparecido), Tomás Fresneda (desaparecido junto a su esposa María de las Mercedes Argañaraz, embarazada de cinco meses), Raúl Alais (desaparecido), Camilo Ricci, Carlos Bozzi, José Verde y su esposa Ana María de la Arena (sobrevivientes).
En ese lapso también fueron secuestrados y permanecen desaparecidos Néstor García Mantica, empleado de una gestoría, y su esposa María Esther Vázquez.
En realidad, todo había comenzado el 13 de junio cuando el abogado Jorge Candeloro fue detenido en Neuquén junto a su esposa, la psicóloga Marta García. Luego de un traslado clandestino a Mar del Plata, Candeloro fue asesinado y su esposa sufrió torturas y cautiverio.
El escenario de “La Noche de las Corbatas” fue “La Cueva”, que funcionó en la estructura subterránea de un inactivo radar de la Base Aérea y estuvo a cargo de efectivos del Ejército y de la aeronáutica que articulaban operativamente con la comisaría cuarta. Unos 200 detenidos ilegales pasaron por allí.
Personas asesinadas o desaparecidas en “La Noche de las Corbatas”.
Causas y consecuencias
Los abogados que perdieron la vida estaban comprometidos profesionalmente con la defensa de los derechos de los trabajadores y en su mayoría representaban a gremios. La reconstrucción histórica y jurídica de los hechos encuentra en esas actividades la motivación de “La Noche de las Corbatas”.
La muerte posterior de tres jóvenes en un “enfrentamiento” emerge como respuesta del aparato represivo a la trascendencia nacional e internacional que alcanzaron los hechos.
“Se parece al de mi abuela”
La difusión periodística comenzó inmediatamente. En la noche de 6 de julio, reporteros de LA CAPITAL obtuvieron fotos y testimonios en el estudio jurídico de Falucho 2026, donde varios sujetos vestidos de civil, con sus rostros cubiertos con bufandas y pasamontañas, acababan de secuestrar a los abogados Ricci -luego liberado- y Alais, aún desaparecido.
Los clientes que se hallaban en el lugar narraron que fueron despojados de dinero y que uno de los desconocidos robó un reloj de pared (“es parecido al de mi abuela”, dijo mientras lo descolgaba). Y la encargada del edificio, que se cruzó con los secuestradores en un pasillo, afirmó: “llamé a la policía, pero no vino nadie”.
Desde ese día y durante una semana, las crónicas sumaron una incesante sucesión de secuestros.
El comienzo de “La Noche de las Corbatas”. Una de las oficinas del estudio donde secuestraron a Ricci y Alais en total desorden. El calendario de pared marca el 6 de julio. Archivo LA CAPITAL.
El impacto del caso Centeno
La conmoción por el hallazgo del cadáver de Norberto Centeno -ocurrido el 11 de julio- tuvo correlato mediático.
Figura central en la elaboración de la Ley de Contrato de Trabajo promulgada en 1974, era el abogado laboralista más importante de la ciudad y su prestigio trascendía las fronteras. Así lo acreditaron las publicaciones periodísticas, con la reproducción de telegramas de condolencia provenientes del país y del exterior, incluyendo universidades de Estados Unidos y Europa.
El abogado Norberto Centeno ofreciendo una charla informativa en la sede de la UOM. Año 1974. Archivo LA CAPITAL.
Cartas anónimas
Pero no solo fueron telegramas. El 12 de julio, día del entierro, llegaron cartas anónimas a los medios de comunicación, Tribunales y Colegio de Abogados.
El matasellos acreditaba su despacho por correo el 11 de julio entre las 18 y las 19. A esa hora, Centeno yacía en la vieja morgue del Cementerio Parque.
Las cartas contenían un texto mimeografiado con sello de “Montoneros” en tinta violácea, según publicó LA CAPITAL al difundir una somera noción de su contenido.
Canal 10 de televisión transmitió el comunicado, consignando que un pelotón del “Ejército Montonero” llamado “Pacho Elizagaray” (un joven asesinado en 1975 en “La Noche del 5×1”) se adjudicó el secuestro y juzgamiento de los abogados. Conocemos estos datos por una fuente impensada: los informes reservados que elaboraba la Embajada de Estados Unidos.
Cuestión de Estado
El flamante presidente de Estados Unidos, James Carter, jaqueaba al gobierno de facto con sus políticas de Derechos Humanos, al extremo de reducir la ayuda militar a Argentina.
En 1977, el embajador transitorio en Buenos Aires, Mawell Chaplin, envió a su Departamento de Estado una serie de informes que fueron desclasificados en 2016. En ellos hay abundante información sobre los secuestros ocurridos en Mar del Plata.
En un radiograma fechado el 18 de julio, el diplomático aseguró: “hay mucho que nos perturba. La desaparición de ocho personas en Mar del Plata, todos abogados o esposas de abogados, es un escándalo inquietante que cada día atrae más atención aquí”.
Uno de los informes reservados que elaboró la Embajada de Estados Unidos por “La Noche de las Corbatas”.
“Yo también lo estoy”
Visibilizadas por la prensa, el Colegio de Abogados de Mar del Plata realizaba diversas acciones junto a su par de la provincia y la Federación Argentina. Videla declinó recibirlos. Lo mismo hizo el ministro del Interior, Albano Harguindeguy, que inició una gira en Misiones. A la postre, fueron atendidos por un funcionario de segunda línea de esa cartera.
En Misiones, Harguindeguy fue interrogado por la prensa sobre los profesionales secuestrados. “Si el Colegio de Abogados está preocupado por esas desapariciones, yo también lo estoy”, dijo.
“Causas desconocidas”
Las noticias, pese a su profusión, no ofrecieron indicios sobre las verdaderas causas de los secuestros e idéntico tenor tuvieron las voces institucionales.
El presidente del Colegio de Abogados, Reynero Bernal, y el obispo Rómulo García condenaron públicamente los hechos pero expresaron desconocer sus motivaciones.
La información periodística pronto asoció los secuestros con el accionar terrorista. LA CAPITAL, en los días previos al “tiroteo”, publicó sucesivas crónicas sobre operativos del Ejército en busca de una “célula subversiva detectada en la ciudad” y la “detención de un terrorista” que podría ofrecer información sobre los abogados.
Camps en Mar del Plata
En su editorial del 18 de julio, el Buenos Aires Herald destacó la “sugestiva impunidad” de los secuestradores y la ausencia de voces de repudio del gobierno.
Ante la magnitud de los hechos, el jefe de la policía bonaerense, coronel Ramón Camps, estuvo en Mar del Plata el 20 y el 21 de julio.
Luego de reunirse con el juez penal de turno, Rodolfo Morales Ridecós, el militar dialogó con la prensa; y cuando un cronista le preguntó sobre la publicación del Buenos Aires Herald, respondió: “No conozco lo que dice el diario al que usted hace mención”.
El jefe de la policía bonaerense, Ramón Camps, dialogando con periodistas marplatenses en la Unidad Regional. Archivo LA CAPITAL.
Tres abatidos
El día anterior a la llegada de Camps, cerca de las 19, fuerzas militares habían ultimado a dos hombres y una mujer, jóvenes que transitaban en un Ford Falcon celeste por el camino de Santa Clara del Mar, a pocos metros de su cruce con la ruta 2. En el baúl, sano y salvo, estaba uno de los abogados: Carlos Bozzi.
La prensa, invocando fuentes extraoficiales y un comunicado del Ejército, dio cuenta del rescate de Bozzi mientras era trasladado “por delincuentes subversivos” que se tirotearon con “fuerzas legales” mientras realizaban un operativo de control.
El Falcon celeste era una “pieza de precisión” de aquella escena.
Artículos de LA CAPITAL y Clarín dando cuenta de la liberación del abogado Carlos Bozzi.
El secuestro de Centeno
Trece días antes -el 6 de julio alrededor de las 20- habían secuestrado en Luro y La Rioja a Norberto Centeno cuando caminaba desde un café hacia su estudio de La Rioja y 9 de Julio. Allí estaba su auto: un Falcon celeste que desapareció esa misma noche y que reapareció en el escenario del “enfrentamiento”.
Está probado que el profesional fue conducido a “La Cueva”, donde Marta García -esposa de Jorge Candeloro, exsocio de Centeno- dialogó con él, le humedeció los labios con agua después de una sesión de tormentos y lo escuchó morir en la siguiente.
El cadáver con múltiples fracturas fue hallado por un tractorista el 11 de julio en el camino viejo a Miramar y, pocas horas después, un forense policial certificó que la muerte por “shock traumático hemorrágico” databa de 48 horas.
Marta García se enteró del hallazgo del cuerpo por una radio que siempre estaba encendida en “La Cueva”. Los guardias, quizás por el tenor de la información difundida, dijeron riéndose: “se lo tragaron”.
“La Cueva” en 2012, cuando ya había sido reformada por la Fuerza Aérea. Pese a ello, los sobrevivientes reconocieron el lugar. Fotos: Marcelo Nuñez.
Relato de un sobreviviente
El abogado Carlos Aurelio Bozzi tenía 27 años cuando el 8 de julio por la noche lo secuestraron junto a su socio, Tomás Fresneda, en sus oficinas de Independencia entre Falucho y Brown.
Otro grupo capturó en su domicilio a la esposa de Fresneda, María de las Mercedes Argañaraz -embarazada de cinco meses-, y la trasladó al estudio junto a sus dos hijos de corta edad. Los niños quedaron junto a su abuela gravemente enferma, que habitaba un departamento contiguo a las oficinas.
Bozzi recuerda que en “La Cueva”, encapuchado, atado y sobre un piso de madera, tuvo contacto verbal con Fresneda y Argañaraz durante algunos días. Una mañana, al despertar, advirtió que ya no estaban.
El sobreviviente afrontó interrogatorios incruentos por parte de un individuo que “siempre tenía olor a jabón en las manos” y pasó el resto del cautiverio solo y encapuchado, sobre una colchoneta orinada.
El abogado Carlos Aurelio Bozzi, sobreviviente de “La Noche de las Corbatas”.
La “liberación”
El 19 de julio sus captores se identifican como “Montoneros” y le anuncian que será liberado en La Plata.
Le quitan la capucha y tapan sus ojos con una venda. Ya es de noche cuando lo introducen atado en el baúl de un auto. Bozzi recuerda cada detalle con intensidad: la alta velocidad sobre un camino de pedregullo, la combustión de la nafta que lo adormece y los ocupantes del auto hablando serenamente. Una voz es de mujer.
Luego, una frenada y un derrape. El conductor grita: “¡La puta madre! ¿Qué es esto?”. Puertas que se abren, corridas, disparos lejanos y silencio. Después, los estampidos de una Itaka y los vidrios del auto que estallan. El vehículo oscila, como si arrojaran algo en su interior. Bozzi escucha unos gemidos agónicos que pronto se interrumpen.
Alguien abre el baúl y dice: “Acá hay una persona, capitán”. Lo sacan y le quitan la venda. El capitán porta una Itaka y está alterado. Lo insulta y amenaza con matarlo, pero una voz desconocida viene en su ayuda: “Es el Negro Bozzi que juega al fútbol con nosotros”. Hasta hoy, Bozzi cree que fue un soldado a quien nunca pudo identificar.
Un abogado en el lugar
Un Citroen amarillo llega por el camino de tierra y se detiene a cierta distancia. Su conductor desciende y hace señas, pero el capitán lo expulsa. Bozzi no duda: “era el abogado Eduardo Cincotta”, exintegrante de la CNU, organismo de la ultraderecha peronista que nutrió con algunos de sus miembros al aparato represivo.
Bozzi es liberado y pronto abandona la ciudad. Dentro del Ford Falcon de Centeno, quedan los cuerpos de un hombre y de una mujer. El tercero yace a varios metros. Al día siguiente, los sepultarán como NN en la tumbas 377, 379 y 381, sector D, del Cementerio Parque. Pasarán treinta años hasta que alguien vuelva a hablar de esas tumbas y será por una pista errónea.
El abogado Eduardo Cincotta, referente de la CNU en Mar del Plata, estuvo en el lugar según el testimonio de Bozzi.
La novia de Weber
Stella Maris Bojorge, de 23 años, novia de Carlos Alberto Weber, fue secuestrada el 2 de julio de 1977 en su hogar paterno de la ciudad de Mercedes.
Una de sus hermanas, Elizabet, relata: “Cuando terminó la escuela secundaria con muy buenas notas, se fue a La Plata con un bolso pequeño pero con sueños muy grandes. Había elegido la carrera de Medicina y con excelentes calificaciones transcurrió los tres primeros años de cursada. Trabajaba, además, en una gestoría para resolver sus gastos. En una de las facultades vecinas, la de Agronomía, conoció a Carlos Alberto Weber, un joven tranquilo, cariñoso y responsable, que además de estudiar, trabajaba en la limpieza del Edificio del Registro Nacional de las Personas en calle 1 y 60 de La Plata”.
“Ambos militaban en la JUP. “Perica” (Giourgas), a pesar de que cursaba materias de cuarto año de Agronomía, se conocía con Pepe Weber. También ella era una activista de la JUP”, dice Elizabet.
Stella Maris Bojorge y su novio Carlos Weber. Pasaron por “La Cacha” y fueron asesinados en escenarios distintos.
Una pista insospechada
Los padres de Bojorge, Weber y Giourgas habían realizado desesperadas y vanas gestiones por conocer el destino de sus hijos. “Hace ya quince años, el 1 de enero de 2007”, algunos de los hermanos de Bojorge decidieron investigar “qué había sucedido con Stella Maris y con su compañero (o novio) Carlos Weber”. Pronto obtuvieron una pista que “parecía totalmente ajena a los supuestos” y que los remitía a aquel enfrentamiento en Mar del Plata.
“La hipótesis de trabajo no se descartó y mis hermanos Marcelo y Arturo iniciaron contactos. Cuando nos llegó la documentación referida a la investigación iniciada por el doctor Bozzi, creímos desfallecer ante las fuertes coincidencias. Nos pusimos en contacto con el antropólogo Alejandro Inchaurregui, quien ejercía la función de Jefe de Desaparición de Personas de la Provincia de Buenos Aires”, recuerda Bojorge.
Radiograma revelador
En los antiguos archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA), Inchaurregui rescató un radiograma enviado a la jefatura por el titular de la delegación marplatense, comisario inspector Carlos Ortiz Costa. Tenía fecha del 28 de julio de 1977 y daba cuenta de la identificación de dos jóvenes abatidos en el “enfrentamiento”: Carlos Weber y Stella Maris Giourgas. Elizabet recuerda que al leer el borroso radiograma “el corazón me latía aceleradamente hasta que leí Giourgas. Después, sobrevino la tristeza”.
Luego, quedaría probado que Stella Maris Bojorge estuvo en “La Cacha” hasta la madrugada del 22 de septiembre de 1977, cuando fue “trasladada” junto a otros siete detenidos. Todos fueron asesinados e inhumados como NN en el cementerio de La Plata con falsas constancias de haber sido ultimados en enfrentamientos.
En octubre de 2007, el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó las tumbas. “Los hermanos allí presentes -recuerda Elizabet- lo supimos: la primera sepultura era la de ella, la de nuestra querida hermana Stella… mismo
pulóver, mismo pantalón, mismos suecos…”. El estudio de ADN lo confirmaría.
Radiograma de la policía que permaneció oculto durante treinta años. Contiene la identificación de Weber y Giourgas en Mar del Plata.
El camino de la Justicia
En su investigación, el antropólogo Alejandro Inchaurregui también rescató las constancias del enterramiento de los tres cuerpos en Mar del Plata. En ellas figuran las conclusiones de Carlos Peñeñory, médico forense de la policía que certificó “hemorragia interna por múltiples heridas de bala” en los tres casos.
El forense también dejó una somera descripción de los cadáveres que fue de utilidad para constatar coincidencias con Weber y Giourgas.
Las condenas
En 2014 un Tribunal platense impuso quince perpetuas a los implicados en “La Cacha”, incluyendo al comisario Miguel Etchecolatz. En el fallo consta que Weber y Giourgas estuvieron en ese lugar hasta que fueron trasladados y asesinados “en lo que se pretendió hacer aparecer como un operativo de rescate de Carlos Bozzi”.
La justicia marplatense avanzó en diversos procesos vinculados con “La Noche de las Corbatas”. Uno de ellos desembocó en la detención del abogado Eduardo Cincotta, quien no llegó a ser juzgado porque falleció por enfermedad en 2009.
En dos juicios ventilados en 2010 y 2012 la justicia impuso siete prisiones perpetuas y otras condenas de menor rango a militares, aeronáuticos y policías por múltiples delitos de lesa humanidad cometidos en “La Cueva”. Entre ellos, se encuentran los correspondientes a “La Noche de las Corbatas”.
Otra extensa línea procesal se centró en el juez Pedro Hooft. En 2014 un Tribunal de Enjuiciamiento lo absolvió y en marzo pasado la Cámara Federal de Mar del Plata confirmó su sobreseimiento.
Nada se supo sobre el tercer joven ultimado el 19 de julio de 1977, salvo la semblanza forense que dejó Peñeñory: “26 años aprox. regular grosor, cutis mate, cabello negro, largo, ondulado, 1.70 mts de estatura, nariz pequeña, boca mediana, labios gruesos, orejas chicas”.
Los restos de las tres víctimas no fueron recuperados. El 23 de marzo de 1981 fueron exhumados y terminaron en el osario general.
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Fuentes: archivo diarios LA CAPITAL y Clarín. Testimonios de los Juicios por la Verdad en Mar del Plata y La Plata. Sentencias judiciales por delitos cometidos en La Cueva y La Cacha. Testimonios y documentación aportada por Carlos Bozzi y Elizabet Bojorge.
Fuente:LaCapitalMdP
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