24 de octubre de 2022

ROSARIO: Opinion.

 

Siete días en la ciudad

Sin largo plazo no hay paraísos

Por Leo Ricciardino
Pablo Farías, el ministro Rimoldi y la funcionaria Ana Morel en la Cámara de Diputados.

Una cosa es no tener resultados en las políticas de seguridad y otra muy distinta es exponer la debilidad absoluta del área de gobierno más problemática que tiene la provincia de Santa Fe. El gobierno de Omar Perotti dejó una puerta abierta por la que la oposición se coló y armó una gran tormenta en un balde. No es que no sean importantes los recursos para la seguridad pero hay que acordar que no se trata de un problema que se arregle sólo con plata.

Los diputados opositores hicieron quedar en ridículo a Ana Morel, una funcionaria de carrera que entró en cortocircuito rápidamente cuando varios legisladores la pusieron contra las cuerdas por los números de ejecución del presupuesto del área. Por algo no había querido ir a la primera interpelación donde el que chapoteó solo en el barro fue el ministro Rubén Rimoldi que en esta oportunidad ni siquiera le alcanzó un matafuegos a la funcionaria de carrera mientras observaba impávido cómo se la devoraban los flamígeros ataques en el hemiciclo. ¿Fue una estrategia del oficialismo sacrificar a esta dama para salvar al ministro? Todavía no está claro y Morel sigue en su cargo.

A esta altura es comprobable que el gobierno demoró demasiado en ejecutar partidas presupuestarias en seguridad y que esto lo hace quedar como insensible frente a la violencia y el crimen organizado que no amainan en Rosario, y eso fue lo que aprovechó la oposición que cuando fue gobierno subejecutó partidas en ese ministerio porque no se trata de pagar cientos de chalecos antibalas que están listos para la semana siguiente o chatas patrulleros que la industria argentina entrega de un día para el otro. El gobierno argumenta que ya compró por unos 3 mil millones de pesos que le otorgó la Emergencia en Seguridad, pero que sólo le entregaron materiales por 54 millones de pesos. El resto se verá en las calles hacia fin de año. Lo explicaron con claridad antes de la fallida intervención de Morel, el ministro de Gestión Pública Marcos Corach y, luego del paso de comedia por la Legislatura, el secretario de Gobierno Oscar Urruty.

Claro está también que este es un gobierno que no tiene mucha defensa en la Legislatura, primero porque sus diputados son pocos y segundo porque éstos no han sido incluidos desde un principio en las políticas gubernamentales. Muchos legisladores peronistas piensan en la frase de Luis Rubeo padre: “Te mandan a pelear y no te tienen el saco”.

El socialismo en el gobierno casi nunca permitía interpelaciones a sus ministros “a cielo abierto” donde no pudiera controlar los ataques opositores. Siempre planificaba las reuniones de este tipo dentro de los límites de alguna comisión, reducida a un despacho y sin prensa. Hay que pedirle al ex diputado peronista Héctor Acuña que recuerde cómo fue la interpelación en 2012 al entonces ministro de Seguridad del gobierno de Antonio Bonfatti, Raúl Lamberto, que estuvo respaldado férreamente en el recinto por otros funcionarios del Ejecutivo y por los diputados del Frente Progresista. La reunión estuvo siempre absolutamente controlada por el oficialismo y fue muy poco lo que pudieron exponer desde la oposición. Son maneras distintas de ejercer el poder, pero los resultados igualmente eran muy pobres y la ineficacia del Estado santafesino para controlar el crimen organizado ingresó en una espiral que, claramente, no resolverán las disputas políticas por más altisonantes que éstas sean.

Ciudades sin miedo

Toda esta coyuntura voraz y mezquina choca de frente con la resolución de un problema estructural, profundo y complejo como es el de la seguridad. Las urgencias hay que atenderlas porque en el camino muere gente, pero es curioso que ni oficialismo ni oposición mencionen nunca en esta crisis a la policía. No escucharon a Sabrina Frederic, la ex ministra de Seguridad de la Nación y actual titular de los Cascos Blancos de Argentina, cuando dijo que la policía de Santa Fe “es vista como una banda más” o cuando sugirió “sacar a la policía provincial de Rosario” y dejar que en este territorio actúen con mayor protagonismo las fuerzas federales. Claro, es fácil desacreditarla: “Cuando ella fue ministra no solucionó nada”, dice la política.

Pablo Giles Subsecretario de Relaciones Municipales, en Ciudades Sin Miedo.

El tema es que así nadie va a solucionar nada. Por eso es muy importante el encuentro internacional que organizó Ciudad Futura en Rosario, con militantes, activistas, organizaciones, concejales y alcaldes donde se cruzan agendas y donde la seguridad es un tema más que puede ser abordado a largo plazo y controlado por el avance de otros proyectos.

Los dirigentes de Ciudad Futura explican que Rosario fue sede esta vez porque esta es hoy “la ciudad más violenta de Argentina cuadruplicando la tasa de homicidios nacional”.

En este marco, fue muy ilustrativo lo que dijo el arquitecto y planificador urbano de Medellín Alejandro Echeverri que en una entrevista con Rosario3.com recomendó que esta ciudad “recupere proyectos que apunten al largo plazo” y sobre todo que “no se deje derrotar por el pesimismo”. Explicó además que a la violencia y al narcotráfico “no se los va a derrotar con más seguridad únicamente”. Pero también destacó que debe haber “un fuerte mensaje de transparencia y anticorrupción”.

A la inseguridad y a la violencia no le importan los tiempos de la política, ni que no haya acuerdos democráticos extendidos para -por ejemplo- reformar a la policía. Los temas estructurales no se resuelven de una gestión a otra, más bien se ven patrones que insumen cada vez más presupuestos que logran menos resultados. 

Fuente:Rosario12


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