24 de febrero de 2023

OPINION.

 


TIZA & CARBÓN

La campaña del peronismo para las elecciones del 24 de febrero de 1946

Organizados ya los partidos que daban forma electoral al naciente movimiento, comenzaron las acciones concretas de cara a las elecciones presidenciales del 24 de febrero.

Pero así como la Unión Democrática había comenzado la suya antes del 17 de octubre, también es correcto apreciar que tal vez el mayor acto de campaña del peronismo haya sido el mismísimo 17 de octubre. No se sabía por entonces si iban o no haber elecciones, pero las jornadas previas y lo sucedido el mismo «día de la lealtad», marcaron tan a fuego los tiempos futuros de la Argentina, que la elección de febrero ya tenía un ganador.

Lo dicen la inteligencia yanqui, su embajador en la Argentina, las maniobras golpistas la Unión Democrática para impedir las elecciones y cualquiera que razonara fríamente algunos minutos. El pueblo trabajador voceaba el mismo día 17 de octubre una expresión inequívoca, “Perón presidente”. Era por cierto el deseo de la mayoría. Faltaba verificarlo en las urnas y se emprendió la campaña con toda la energía necesaria, descontando que se ganaba, pero haciendo todo lo necesario para asegurar la victoria sin dar ni un milímetro de ventaja.

Una primera cuestión muy crítica para el peronismo fueron los recursos disponibles para la campaña. Competía en ese terreno contra la casi totalidad del diarios; la centrales empresarias de la oligarquía; los ilimitados recursos monetarios de esta, transformados en costosísimas gigantografías con las imágenes de sus candidatos y la folletería más cara y abundante. Sobraban este tipo de recursos. Los servicios de inteligencia extranjeros y la embajada yanqui aportaban todo lo que debían aportar.

El peronismo solo contaba con el uso de la radio estatal y con un diario de importancia, “La Epoca”, del yrigoyenista E. Colom y otros de menor tirada como el matutino “Democracia”, aparecido en los primeros días de diciembre; el sindical “El Laborista”; el semanario “Política”, aparecido en julio del 45 y dirigido por un gran historiador, Ernesto Palacio; el nacionalista “Tribuna” donde escribían Fermín Chávez, Leonardo Castellani y Jorge R. Masetti (futuro comandante Segundo, de la guerrilla marxista que operó en Salta en 1964 con la sigla Ejército Guerrillero del Pueblo) entre otros y la revista “Descamisada”, aparecida el 22 de enero de 1946 y escrita por Arturo Jauretche, José Gobello, Basilio Ruiz, Valentín Vergara, Roberto Gigante, Jorge Palacio y Arístides Rechain, entre otros; con escasísimos aportes monetarios de muy pocos amigos como Ludwig Freude, Rolando Lagomarsino o Ricardo Guardo y los pesos que, juntados “de a uno”, ponían solidariamente los trabajadores en las fábricas y sindicatos. El gobierno, a pesar de que había sido derrotado por Perón, quién no controlaba importantes áreas del mismo, fue, en materia de recursos monetarios, prescindente.

De todos estos medios gráficos, ninguno tenía alcance nacional. Solo “La Epoca” llegaba a algunos lugares del interior y todos ellos, no alcanzaban de ningún modo a la penetración que tenían los diarios de tirada nacional que manejaba la Unión Democrática. A pesar de las notables redacciones que intervenían en los medios que apoyaban a Perón, la desventaja en cuanto a la llegada al interior del país, era notoria respecto de la oposición.

¿Cómo suplir semejante escasez, y como enfrentar a la maquinaria propagandística de la U.D. con diarios como “La Nación, La Prensa, La Razón, Clarín, El Mundo, Noticias Gráficas y Crítica” y las revistas y periódicos “Cascabel, La Vanguardia, Antinazi y Acción Argentina”, entre otras?

Con tiza y con carbón

La cuestión fue resuelta con lo más genuino de la impronta del pueblo trabajador, la improvisación, la espontaneidad y el humor político, traducidos en un mar de muros pintados simplemente con carbón y tiza, alquitrán o la más barata de las pinturas. Todo cargado con el más profundo sentido político, como por ejemplo “La fórmula del pueblo-Contra la oligarquía capitalista…”, “Viva Perón Presidente”. No había en ninguno de los murales que se pintaban a diario en todo el país, intervención alguna de publicistas ni equipos centralizados que controlaran las leyendas o los mensajes, aunque se podía advertir en muchos de ellos la intervención de talentosos e ignotos dibujantes. Todo era hecho espontáneamente y el resultado no podía ser otro que el puede derivar de la frescura y sinceridad de los que pintaban: un mensaje claro, contundente y entendido por todos. Fue pintado hasta el último rincón disponible a lo largo y a lo ancho del país. Esto no podía hacerse sino de un solo modo, con la participación popular masiva desde la fábrica, el sindicato, el taller y hasta el último hogar trabajador.

Al igual que los hechos propagandísticos reflejados en paredes y volantes del peronismo, hay que apuntar a un dato clave: cada esquina de cualquier ciudad o pueblo del país, cada una de las casas de los trabajadores, cada taller, cada local sindical, cada local inaugurado por el Partido Laborista (herramienta electoral del peronismo) se transformó de la noche a la mañana (pasado el 17 de octubre), en un lugar de discusión, difusión y prédica. La movilización, en estos términos fue tan masiva y avasallante que suplió y superó la falta de grandes medios nacionales, como los que contaba la U.D. En rigor, la estrategia del peronismo fue reemplazar la falaz consigna instalada por la U.D., en cuanto a que lo que se dirimía era “Totalitarismo vs. Democracia”, por la verdadera cuestión en juego, “Justicia Social vs. Injusticia Social”.

Toda la propaganda electoral peronista reflejaba esta idea y era el eje de la campaña. La expresión ¡Braden o Perón! sintetizaba la misma. Braden expresaba la injusticia social, Perón la justicia social.

El pueblo, sin necesitar de grandes y aceitadas líneas de comunicaciones para recibir lo que habitualmente se llama “bajada de línea”, había interpretado e identificado este eje desde el primerísimo instante del comienzo de la campaña.

Cantitos y pintadas

Un cantito de la campaña del 45, de los varios recogidos por Félix Luna en «El 45»: «¡Sube la papa, sube el carbón, el 24 sube Perón!» Otro cantito del 45-46: «La madre quiere a su hijo/el gaucho quiere al facón/el oligarca a la guita/el pueblo quiere a Perón» La leyenda «Perón Nazi», con que la Unión Democrática calificaba a Perón en pintadas callejeras, se transformaba por obra de la sobre inscripción en «Peronazo»

Pero quizás la mayor expresión popular de la vigorosa creatividad del nuevo movimiento fue la resignificación de la palabra ¡BASTA!, expresada por Rodolfo Ghioldi durante la campaña electoral de 1945, que fuera tomada como consigna política por la Unión Democrática y pintada con dos grandes signos de admiración, pretendiendo sintetizar la intención de «acabar con el nazifascismo».
Los muchachos peronistas le agregaban una pregunta debajo: ¿TE DUELE?

www.historiadelperonismo.com

Fuente:ElOrtiba

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