21 de marzo de 2023

#24DeMarzo. Las letras no olvidan, no perdonan ni se reconcilian: Leo Oyola, Guillermo Martínez y Juan Gelman.

 

#24DeMarzo. Las letras no olvidan, no perdonan ni se reconcilian: Leo Oyola, Guillermo Martínez y Juan Gelman

De ingenios y apagones, de pueblos aislados, de rimas libres. Tres textos literarios, tres voces de los años de desapariciones forzadas de personas, empresarios impunes y militares asesinos.


Liliana Vera IbáñezRedacción LID @liluzlisam / IG: @PisotomiaMartes 21 de marzo

Recordar y leer sobre la última dictadura militar y la desaparición forzada de personas, así como de la resistencia y organización, no sólo puede ser desde el texto histórico. La literatura suele ser anticipatoria y algunas veces da pasos antes que el discurso historiográfico o político. Siempre hay lugar para la literatura (en cualquiera de sus géneros) que pone sobre la “mesa social” los grandes acontecimientos traumáticos.

Recomendamos tres escritores argentinos contemporáneos, conocidos por sus personajes y versos robustos, fuertes y certeros contra empresarios, militares y políticos responsables de la última dictadura militar en nuestro país.

“El Fantasma en la oscuridad” de Leo Oyola

“El Fantasma no se lleva ni mujeres ni chicos. Tampoco animales. El Fantasma solo busca hombres buenos. Tenga” dice Héctor a la vez que le entrega un cuchillo a Don Lucho para que se defienda. Porque se escuchan cosas, porque algo lo persigue, porque en la oscuridad los peones que molestan al patrón pueden desaparecer.

Este relato está ubicado en la década de 1960-70 en un ingenio azucarero de Tucumán, Santa Ana, donde Lucho, perseguido por la dictadura, se esconde entre los jornaleros. Acosado, acorralado, intenta escapar y sus amigos le advierten que tenga cuidado porque en el camino se puede encontrar con el Familiar. Este perro, negro y de gran tamaño, es una leyenda creada por el patrón de un ingenio azucarero para aterrorizar a los obreros y justificar las reiteradas desapariciones de aquellos que intentaban defender sus derechos.

Un ser diabólico recorre los ingenios azucareros del Noroeste Argentino, se llama El Familiar y aparece en forma de perro negro con ojos rojos encendidos por la noche. La cadena de hierro que arrastra produce un sonido espeluznante, los ruidos sibilantes van anunciándolo. Desde hace más de un siglo El Familiar pertenece al dueño del ingenio moderno al igual que la centrífuga y el molino industrial, los dos han pactado que El Familiar cuidará la riqueza del dueño a cambio de que este último le suministre un obrero por año para su alimentación.

Oyola nos recuerda, casi sin planearlo, a otra de las empresas familiares que fue transmitida en herencia de una generación a otra durante un siglo es el imperio azucarero de la familia Blaquier Ledesma.. Por esas tierras de impunidad, de la “Noche del Apagón” se cuenta, el Familiar “se ha comido” centenares de obreros e insurgentes entre los años 1960 y 1980.

La voz narradora encuentra el tiempo de crear climas tangibles (la sensación de asedio, de cerco que se estrecha); y en la superstición de los pueblos del norte argentino encuentra su forma de encastrarse en una historia de terror concreto, de oscuridad. La realidad misma parecía imitar las películas de terror más espantosas.

El cuento fue publicado en el libro Sultanes del ritmo ( 2017), aparece en la colección Paisajes Experimentales, y también se puede encontrar completo aquí.

Infierno grande, de Guillermo Martínez

“Muchas veces, cuando el almacén está vacío y sólo se escucha el zumbido de las
moscas, me acuerdo del muchacho aquel que nunca supimos cómo se llamaba y
que nadie en el pueblo volvió a mencionar” 
así comienza el relato. Y se asemeja a decenas de historias contadas aquí o allá, sobre tal o cual joven del lugar que de repente se lo dejó de ver. En este caso, los rumores, chismes y noticias sin pruebas confunden a quienes viven en el pueblo. La verdad saldrá del descubrimiento de pertenencias de los personajes que desaparecen.

Un joven que a su llegada a un pueblo cercano a Bahía Blanca mantiene una supuesta relación con la mujer del dueño de una peluquería. De un día para otro el joven y la mujer del peluquero no aparecen. La focalización construida en la narración, todas estas esquinas del relato, resuelven con inmejorable calidad una historia que garantiza su efecto particular. Pero en pos de ese efecto de suspenso, la voz narradora demora la revelación final. “El horror me hacía deambular de un lado a otro; no podía pensar, no podía entender, hasta que vi una espalda acribillada y más allá una cabeza con venda en los ojos. Miré al comisario y el comisario también sabía”.

Guillermo Martínez, el autor, nació el 29 de julio del año 1962 en Bahía Blanca. Además de su labor literaria, ha escrito artículos en varios periódicos, es licenciado en Matemáticas y doctor en Lógica. A finales de los años 80 debutó como escritor con el libro de relatos cortos “Infierno Grande” - que puede leer completo aquí- (1989), y más tarde aparecieron las novelas: “Acerca De Roderer” (1992), texto centrado en el contraste entre dos jóvenes de considerable inteligencia, “La Mujer Del Maestro” (1998), “Los Crímenes De Oxford” (2001), “Crímenes Imperceptibles” que fue adaptado al cine por Álex de la Iglesia con el protagonismo de John Hurt y Elijah Wood. La muerte lenta de Luciana B., Planeta Argentina, Buenos Aires, 2007 (España: Destino, 2007), Yo también tuve una novia bisexual, Planeta Argentina, Buenos Aires, 2011; Los crímenes de Alicia, Planeta Argentina, Buenos Aires, 2019, entre otras.

De Bajo la lluvia ajena (1980) (Notas al pie de una derrota) Juan Gelman III

“Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso.

¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro. ¿Qué dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave del ser se balancea ante la noche?

No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la derrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar.

Gelman era un inventor de palabras mucho antes de que la dictadura argentina asesinara a su hijo y le arrebatara a su nieta, una tragedia que marcó su vida y le convirtió en un poeta volcado en una lucha contra el olvido que mantuvo hasta su muerte en México. Nació el 3 de mayo de 1930, de familia obrera de inmigrantes, tanto su padre como su madre fueron refugiados ucranianos que huyeron de la Unión Soviética stalinista con pasaportes falsos. Abandonó su carrera de Química para dedicarse al destino de las letras, y en el año 2007 obtuvo el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por su capacidad para jugar con la musicalidad, algo tan inmenso.

El poeta argentino visitó la Casa de América el pasado 23 de noviembre de 2009.

Fuente;LaIzquierdaDiario.


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