28 de marzo de 2023

MAR DEL PLATA: La memoria entre los trabajadores militantes y sobrevivientes del puerto.

 

La memoria entre los trabajadores 

militantes y sobrevivientes del puerto 

de Mar del Plata

Cómo es el trabajo de la Comisión Memoria Portuaria en su lucha por reconocer al puerto local como otro de los escenarios del genocidio y recordar a los más de 40 desaparecidos.

La memoria entre los trabajadores militantes y sobrevivientes del puerto de Mar del Plata
(Fotos: Qué digital)
Celeste Verdicchio

Por: Celeste Verdicchio

Mantener los recuerdos vivos y no olvidar el accionar que la maquinaria represiva del terrorismo estatal desplegó en complicidad con sectores de la sociedad sobre el puerto de Mar del Plata fue lo que impulsó en 2005 y casi como una necesidad a ex trabajadores 

militantes y sobrevivientes a reencontrarse, compartir sus historias, 

buscar información sobre detenidos y desaparecidos y consolidar la 

Comisión de Memoria Portuaria

El Pescadito, el Batata y el Anteojito, son algunos de los trabajadores 

que forman parte de esos recuerdos vivos para Jorge Agüero. Esos 

que aparecen entre la nostalgia y el homenaje, pero también junto al 

terror, al habitar los mismos lugares por los que solían trabajar y 

organizarse.

Es martes al mediodía, el cielo está despejado y restan muy pocos

 

días para el Día de la Memoria y el acto que cada 23 de marzo los

 

trabajadores encabezan en la Plaza de los Fileteros, símbolo de

 

asambleas y espacio cargado de resistencia y memoria.

En la Banquina de los Pescadores —entre rostros conocidos, 

camiones que van y vienen, cajones con mercadería y también las 

tradicionales lanchitas amarillas y buques pesqueros—, emergen los 

recuerdos de Jorge sobre lo que fueron años oscuros pero también 

años de lucha, mucha militancia y compañerismo. 

“El Batata cortaba pescado enfrente mío. También teníamos a otro 

compañero que le decíamos Anteojito. Te encontrás a cinco 

desaparecidos en una sola fábrica”, cuenta Jorge al recordar con 

quienes compartía horas de trabajo en la fábrica M.I.A —hoy 

desaparecidos— en un relato que va desde el sindicalismo, la política,

la lucha obrera por condiciones dignas de trabajo hasta la persecución

 y el genocidio cometido mayormente en la década de los ’70 y de 

manera sistemática en la última dictadura cívico militar inaugurada 

tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. 

“El Pescadito desgraciadamente falleció el anteaño pasado. Era un 

compañero de la fábrica Polo Sur que lo detuvieron a fines de 1974 

con 17 años y lo liberaron en 1983. Lo mandaron a la cárcel con sus 

dos hermanos y le decían Pescadito porque cuando estabas preso, 

¿de qué hablabas? del puerto. Al hermano le decían Pescado y 

cuando cae él también le ponen Pescadito”, recuerda con humor y 

nostalgia.

Hace pocos meses, la Comisión comenzó, justamente, con una 

búsqueda de información —no solo a través de los legajos que 

contiene el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la 

Provincia de Buenos Aires, entre otros organismos que aportan datos, 

sino a través del encuentro con familiares y de personas conocidas

— para relevar quiénes son y qué cantidad de “detenidos liberados” 

(es decir, personas sobrevivientes víctimas de secuestro y, en algunos

casos, de tortura) hay en el puerto de Mar del Plata. Hasta el momento

ese registro suma más de 20 sobrevivientes.

Fileteros, fileteras, envasadores, obreros de astilleros, estibadores y 

peones son, sin embargo, quienes forman parte de los relatos y 

homenajes en lo que hace a una búsqueda sin cesar por reconstruir 

sus historias de vida y militancias plasmadas en el libro Trabajadores 

militantes del puerto desaparecidos en Mar del Plata 1975-1983, editado 

en 2011 luego de recopilar todo el trabajo que encabezó por años la 

Comisión de Memoria Portuaria (en su comienzo denominada Comisión 

por los Obreros del Puerto Detenidos Desaparecidos) en paralelo a su 

presencia en la calle en las luchas de las y los trabajadores, ante cada 

hundimiento o cada 24 de marzo. 

Al momento de la presentación del libro, la Comisión de Memoria Portuaria 

había alcanzado a confirmar 40 trabajadoras y trabajadores portuarios 

desaparecidos. Sin embargo, con el paso de los años, ese registro que da 

cuenta de la dinámica secuestro-tortura-desaparición desplegada de manera

sistemática sobre los trabajadores considerados “subversivos” por el propio 

Estado al cuestionar el orden económico y social, se amplió a 42 víctimas

(con tres trabajadores de Necochea incluidos).  

***

Ellas y ellos son Lidia Beatriz Álvarez Montenegro de Sadet, María de las 

Mercedes Argañaraz Lescano de Fresneda, Olga Margarita Benzone Piñeiro

de Petter, Raúl Ricardo Bustamante Dolcemas (conocido como Patita), 

Eduardo Alberto Cagnola López (conocido como Mocho), Juan Carlos Carrizo 

Correa (de la fábrica La Campagnola), Susana Aurora Collinet Galíndez 

(conocida como Rusa), María Eleonora Cristina Álvarez de Domínguez 

(de la fábrica M.I.A), Mario Alberto D’favio (conocido como Chuchi), Roberto 

Anselmo Echeveste, Delia Elena Garaguzzo Viera de Roldán (conocida como 

Tali de La Campagnola), Daniel Faustino Garramone Groch (pescador y patrón 

de lancha de Necochea), Alcira Ángela Giacomozzi Ruiz (de La campagnola)

Silvia Noemí Giménez Gómez de Guido, Mónica Susana González Belio de 

Padro (de la fábrica Filcon Diez), Laura Adhelma Godoy Beccerica de De Angeli 

(conocida como Estela), Rubén Ernesto Guevara Ibáñez, Rubén Jaimez 

Fernández (conocido como Ñato), Estela Beatríz Lombardo Palacios de Olave 

(conocida como Gringa).

TambiénSergio Lorenzo, Julio Mártirez Manza Galarza, Juan Felipe Miyares, 

Donaldo Davida Molina Cornejo, Haydeé Cristina Monier Gallo de Carrizo 

(conocida como Lita de La Campagnola), María Josefina Mujica Tiscornia de 

Frigerio (conocida como Lía), Jorge Raúl Olave Moreno (conocido como 

Periscopio, Peris, Pichón), Ponciano Argentino Ortiz Cabotti (conocido como 

El Negro), Telmo Juan Ortiz Acosta, Liliana Carmén Pereyra (conocida como 

Lali), Heriberto Gabriel Prado Martinet, Alfredo Reym (conocido como El Rubio 

de Necochea), Néstor Miguel Roldán Cepeda (de la planta Izzo), Germán Mario 

Rodríguez (de Rojo Mar Mellino), Antonio Mario Sasso Petruzzi, Antonio Satutto 

(del astillero Dante Grassi), Carmen Gloria Sánchez Alonso de Blanco, Carlos 

Alberto Sánchez Prado (conocido como el Batata de la fábrica M.I.A y SAPIA)

Liliana Haydeé Scocimarro Miranda de Sánchez (de la fábrica M.I.A), Nora Inés 

Vacca (de La Marplatense), Susana Haydeé Valor de Diego (conocida como 

Cristina), Jorge Máximo Vázquez (de Valastro) y Angel Luis Verón Coceres 

(conocido como Anteojito de la fábrica M.I.A).

***

HOSTIGAMIENTO, EXILIO INTERNO Y REENCUENTRO

Jorge y Adela, su compañera de vida, aseguran haber vivido “días de terror” 

entre 1976 y 1977. Además de militar, ambos eran delegados en las fábricas 

de pescado para las que trabajaban en Mar del Plata, actividad en la que la 

principal premisa era “llevar adelante las reivindicaciones de los 

compañeros”

Esa postura política —en medio de un contexto económico convulsionado

 

por la caída de las capturas y exportaciones en 1975 y 1976 y de profundización

 

de la precariedad laboral y la intensificación de las medidas de lucha del sector

 

obrero, según relatan desde la Comisión— terminó con muchos de las y los

 

trabajadores portuarios perseguidos y secuestrados

En el caso particular de Jorge y Adela (al igual que para muchos otros trabajadores), 

no hubo más opción —ante las amenazas, la persecución e incluso varios 

intentos de secuestro— que huir

“Hasta que me fui de Mar del Plata, los días fueron de terror. Vivía clandestino.

Era encontrarte todos los días con no saber qué iba a pasar con un 

compañero. Salías a la calle y era el terror, veías pasar a los coches Falcon y 

ya sabías lo que eso significaba”, recuerda. 

Como parte de ese plan sistemático de exterminio que fue precedido por una 

acción intensa de grupos parapoliciales en los años previos vinculados al 

gobierno peronista, en agosto de 1975 un grupo civil ingresó a la casa de 

Jorge “sin identificarse” algo que se traducía en una situación de peligro mucho 

mayor —describe Jorge— en comparación a las identificaciones que podía 

realizar la Policía Federal en donde “por lo menos tenías algo blanqueado, te 

llevaban, te torturaban, te soltaban, pero algo tenías de blanqueado”, recuerda.

 

“En mi caso personal, me intentaron secuestrar varias veces y en una 

oportunidad mis compañeros de fábrica evitaron que me suban arriba de un 

auto. Ellos me acompañaban del trabajo a la casa, de la casa al trabajo. Se 

turnaban. Con Adela también ocurrió lo mismo. Intentaron subirla y ella se tiró 

con el coche en marcha. Pero esto pasó en muchas fábricas”, asegura. 

Ese hostigamiento en el puerto de Mar del Plata llevó a que muchos de las

 

y los trabajadores portuarios de diferentes corrientes políticas, ideológicas y

 

sindicales se fueran entre 1974 y 1975 a otras provincias. Jorge y Adela,

 

después de varios intentos de secuestro y con cuatro hijos de poca edad,

 

siguieron ese curso: con dinero prestado y en la clandestinidad, huyeron

 

primero al campo y luego a Necochea, donde continuaron trabajando en el

 

sector portuario. 

“Van a pagar las consecuencias”, fue la amenaza directa que recibieron 

familiares y compañeros de Jorge y Adela ante la posibilidad de su regreso a 

Mar del Plata algo que, finalmente, se concretó en 1991, ya muy entrada la 

última recuperación democrática. 

“Cuando volví, la idea era encontrarme con conocidos y compañeros de 

aquellos años y empezar a preguntarnos qué pasó con este, con el otro, a 

decir a éste lo llevaron, a éste también. Así fueron los reencuentros de los 

primeros años: más emotivos que otra cosa. Y eso nos llevó a ver la 

necesidad de empezar a reunirnos para de alguna forma ordenar todo eso 

que había pasado en el puerto de Mar del Plata”, relata Jorge en lo que hizo 

al comienzo de un camino por reconstruir lo que pasó con las y los trabajadores 

militante durante la dictadura, en una construcción de la memoria colectiva que 

aún continúa.

LUCHAS PORTUARIAS QUE MARCAN EL PASADO Y EL 

PRESENTE

“Mar del Plata no solo vive de espaldas al mar, sino lo que es 
mucho más grave, de espaldas 
a las luchas y conflictos sociales
que le dan sentido a los tiempos actuales”,
(Eduardo Maro Pradas. Ediciones El Mensajero. 2006).

A mediados de los ’70, en el puerto de Mar del Plata se multiplicaron

las plantas elaboradoras de filete, envasadoras y de secado de

pescado, una actividad que —describen desde la Comisión de

Memoria Portuaria— fue altamente rentable para el capital mientras 

las cámaras empresariales ponían todo su foco cada vez más en las 

exportaciones dejando de lado el desarrollo del mercado interno.

Según datos aportados por Eduardo Maro Pradas en su libro Un 

acercamiento a la problemática pesquera marplatense, el sector 

pesquero de Mar del Plata registró en 1971 el 82% de las capturas 

marítimas, la capacidad de flota de altura se triplicó y en 1973, junto a 

la flota costera, representó más del 90% del total de la producción 

nacional.

La necesidad de mano de obra en este contexto de expansión del 

sector empresarial atrajo a un importante número de migrantes 

internos quienes a pesar de lo que implica abandonar el lugar de 

residencia esperaban mejorar su suerte en La Feliz.

Pero ese deseo se encontró con otra realidad: una intensa lucha por 

defender, de manera constante, los derechos laborales de los trabajadores 

y una puja por desarticular la conducción del Sindicato Obrero de la Industria 

del Pescado (SOIP) “en ese momento, cuidadosa de los intereses empresariales”, 

describe el libro de la Comisión de Memoria Portuaria.

“Hay un pico en el proceso de desarrollo de la industria en el puerto en el ’65, 

con la huelga de los fileteros y en la década del ’70 con un alza en la lucha 

por pedidos de reivindicación. Aparece en la industria del pescado la 

corriente clasista en oposición al sindicato y toma las reivindicaciones de 

los trabajadores”, recuerda Jorge.

Así, por ejemplo, en 1975, como resultado de asambleas multitudinarias, tomas 

de fábricas, huelgas, piquetes, paros, pero sobre todo una “obstinación 

persistente”, los obreros y obreras en común acuerdo con el SOIP, 

conquistaron el Convenio Colectivo de Trabajo 161/75 (en 

continuidad al régimen de garantía horaria de 1974 —incorporado 

previamente por la industria de la carne—) en un reconocimiento de la 

jornada laboral de ocho horas, garantía horaria, categoría, horario de 

planilla, estabilidad laboral y defensa del recurso marítimo, entre otros 

puntos.

En paralelo a esos reclamos y conquistas que derivaron, por ejemplo, 

en la importante toma de la planta Galeote con delegados de otras 

fábricas que también se sumaron al reclamo y en donde, recuerdan, 

comienza vislumbrarse la solidaridad entre la clase obrera en medio

de una crisis con la conducción sindical, también comenzó una dura 

represión en el ’74 con muchos detenidos luego liberados y otros 

que tuvieron que abandonar el puerto de Mar del Plata.

“Los reclamos eran justos. Que los dueños de la materia prima se 

hicieran cargos de los obreros porque vos trabajas, te cerraba el 

que estaba ahí y te quedabas sin nada”, relata Jorge casi como

hablara del presente. “Para eso fue la dictadura. Reivindicar a los 

dueños de la materia prima que, a su vez, eran los que tenían los 

barcos, plantas, conservas y también manejaban la harina”, sostiene.

“Llegó un momento en el que empezaron a procesar el pescado a 

través de otras plantas clandestinas o semi clandestinas que no 

se respetaba lo mínimo que había hasta ese momento. Vos corrías el 

riesgo que hoy estabas y mañana te podías quedar sin trabajo”, 

explica mientras en el presente se repite el mismo modus operandi a 

través de cooperativas “truchas” y trabajadores portuarios 

precarizados —como los 27 que encabezan desde hace semanas 

un acampe en las instalaciones del frigorífico Ostramar en reclamo 

por la registración laboral— y en condiciones de explotación

movimientos repetitivos en el caso de los “fileteros que sufren cortes, 

enfermedades por el frío, problemas en las articulaciones y los 

pulmones además de la columna”, describe Jorge.

Lograron imponer sistemas de trabajo como los de las


 ‘cooperativas’ y hoy desgraciadamente las plantas 
están clandestinas. Está lleno de esas fábricas, 
pululan por toda la periferia. Se aprovechan de la 
necesidad de trabajar de los jóvenes y los llevan al 
trabajo en negro

MEMORIA PORTUARIA

Los discursos de la memoria instalados en la sociedad, describen 

desde la Comisión de Memoria Portuaria, suelen estar enfocados en 

las desapariciones forzadas -una de las aristas de lo ocurrido en esos 

tiempos- y particularmente en aquellas sucedidas en el ámbito 

universitario, en los colegios secundarios y en los círculos 

profesionales como el caso emblemático de la “Noche de las 

corbatas”. Esa construcción, sin embargo, deja en un segundo plano 

“las experiencias sufridas por los trabajadores”, consideran desde

el espacio.

Por eso, para Jorge pero también para toda la Comisión y el sector 

portuario es tan importante la revisión de lo sucedido en términos 

de todo lo que significa el puerto para la ciudad de Mar del Plata y 

también el puerto marplatense para la Argentina como el principal en 

cuanto a descargas.

“Es necesario ver no solo la represión que hubo sino con qué

 

fines fue. Está claro que la represión implicó un cambio importante

 

a nivel de las reivindicaciones de los trabajadores. Se perdieron

 

conquistas logradas a través de años de lucha y también sucedió

 

toda una entrega”, señala.

“Nosotros nos oponíamos a los barcos extranjeros. Llamábamos a 

preservar la riqueza ictícola. Lo que produce la dictadura es barrer 

una cantidad de personas que podían ser ‘opositoras’ a ese objetivo 

que ellos tenían e instaurar algo que permitiera enriquecer a un grupo

importante de empresarios pesqueros y también favorecer a algunos

para no tener oposición o reclamos en lo sindical”, describe Jorge.

Ese pasado, lleno de dolor, tiene una lucha que hoy continúa. Por un 

lado, en la búsqueda activa de reconstruir lo sucedido, hacer 

memoria y no permitirse olvidar. Y por el otro, en el 

acompañamiento de los pedidos de quienes hoy toman las calles 

para exigir lo mismo por lo que las y los trabajadores lucharon a lo 

largo de décadas incluso durante la dictadura: condiciones laborales 

dignas.

Antes de despedirse, Jorge saca de su bolsillo una fotografía. Y cuenta

: “Ella es una compañera que murió en el ’77Era trabajadora del 

pescado y tenía 21 años cuando murió. Estamos investigando 

cómo fue. La hija de esta compañera se nos acercó a la Comisión a 

ver si podemos reconstruir la vida de la madre. Hacemos mucho 

esto con los familiares. En el último período, hijos de desaparecidos 

se fueron acercando a nosotros. La hija de esta chica tenía 2 años 

cuando murió. No conoció nada de su madre. Quiere que alguien le 

cuente quién era como trabajadora, quién era su mamá. Tenemos 42 

desaparecidos confirmados y alrededor de 20 detenidos liberados, 

pero esto es mucho más grande de lo que hay. Va creciendo día a 

día y comienza a acercarse mucha gente que no denunció”.

Fuente:QueDigital

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