La batalla por el futuro
Por José Blanco
Durante su visita a China, Lula arremetió contra el predominio internacional del dólar y llamó al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) a promover el uso de sus monedas nacionales en el comercio internacional y liberarse de la «sumisión a las instituciones financieras», como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), y formuló preguntas retóricas: «¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que fuera el dólar?»
Lula conoce la historia de Bretton Woods de 1944, la coaccionada institucionalización del patrón monetario oro-dólar al mundo, por EU, con el FMI y el BM como entes capataces regulatorios, junto con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT): un orden económico internacional impuesto por el imperialismo yanqui para su propio beneficio, y de Europa y Japón en segundo término.
No es el dólar lo que hoy está en declive, sino EU; por eso su moneda decae. Bretton Woods duró un suspiro: dados los déficits de EU en balanza de pagos –desde mediados de los años 1960–, en 1971 Nixon eliminó el vínculo del dólar con el oro y, con ello, suprimió el vínculo de todas las monedas con ese metal; el dólar fue impuesto así como moneda «fiduciaria» al mundo. El argumento no dicho por EU: su poderío económico y militar. La defección monetaria del imperio tuvo, como uno de sus productos, el señoreaje que paga el mundo a EU por el uso del billete verde. Y empezó la financierización y la implantación del neoliberalismo.
Si el balance en cuenta corriente de cualquier país es con frecuencia deficitario, su moneda termina por devaluarse en relación con la moneda fiduciaria del planeta, se llame Zambia o Reino Unido, Argentina, México o Turquía. Eso no ocurre con el dólar, aunque sea fiduciaria como todas, porque es (sigue siendo) la moneda obligada de reserva a escala internacional. Ese es el dominio de la fuerza económica y militar. EU es aún la mayor economía. Cerca de 90 por ciento de las transacciones entre divisas implican un tramo en dólares; 40 por ciento del comercio mundial fuera de EU se factura y paga en dólares, 60 por ciento de las reservas mundiales depositadas en bancos centrales están denominadas en dólares. Esos altos indicadores son actuales, pero todos provienen de tendencias a la baja.
Un estudio reciente del FMI (que refiero de M. Roberts The end of dollar dominance?) indica: la proporción de reservas en dólares de los bancos centrales “ha caído 12 puntos porcentuales desde principios de siglo, pasando de 71 por ciento en 1999, a 59 por ciento en 2021…, esta caída ha ido acompañada de un aumento de la proporción de lo que el FMI denomina ‘divisas de reserva no tradicionales’, definidas como divisas distintas de las ‘cuatro grandes’ (dólar estadunidense, euro, yen japonés y libra esterlina), es decir, el dólar australiano, el dólar canadiense, el renminbi chino, el won coreano, el dólar de Singapur y la corona sueca”.
Como se observa, el espacio monetario pasó del dominio completo del dólar, a una diversficación que incluyó primero a las «cuatro grandes», y continuó con las monedas señaladas. Las tendencias apuntan hacia una fragmentación internacional de las reservas de divisas, no a una partición Occidente-Oriente. En palabras del FMI: «Si el dominio del dólar llega a su fin (un escenario, no una predicción), entonces el billete verde podría ser derribado no por los principales rivales del dólar, sino por un amplio grupo de monedas alternativas»: la multipolaridad. Si las tendencias permanecen conllevarían resultados peores para la paz internacional y la expansión fluida del capitalismo mundial, dice Roberts. «De hecho, implica casi una situación monetaria anárquica en la que las economías imperialistas, en particular la estadunidense, podrían perder el control de los mercados monetarios mundiales». Lo que está en juego es la definición de la dirección y la gestión de la economía mundial, como consecuencia del declive de EU.
Lula en China echó su cuarto a espadas en el debate y en la lucha por la definición del futuro de los países periféricos; lo hizo en Shanghái, durante la asunción de la ex mandataria Dilma Rousseff como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo, el del BRICS. China es el principal socio comercial de Brasil desde 2009. Representó 26.8 por ciento del total de las exportaciones brasileñas en 2022 y 22.3 por ciento de las importaciones. Además, Pekín le destinó cerca de 70 mil millones de dólares desde 2010, casi la mitad del total de sus inversiones en América Latina. El futuro económico del mundo es una gran crisis. México se encuentra en un intersticio singular: los designios geopolíticos de EU pueden traducírsele en un nearshoring de alto valor. México debe buscar su posición más firme en ese marco, porque al capital trasnacional gringo o similar, lo conocemos: Vulcan Materials Co, es el modelo, el extractivismo feroz. La mejor apuesta de futuro puede estar en el BRICS. La tendencia de largo plazo así lo indica.
La Jornada
Fuente:ElOrtiba
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