Un crimen olvidado
La literatura argentina no se cansa de arrojar talento por el mundo. Pero no son muchos los que alcanzan el nivel de éxito de Hernán Díaz (ninguna relación con el ex jugador de fútbol): su última novela, "Fortuna", escrita en inglés y publicada en EEUU el año pasado, ha alcanzado todos los premios posibles en aquel país: fue elegida como uno de los libros del año 2022 por el Washington Post, el New York Times, la revista Time y hasta el ex presidente Barak Obama, que desde que dejó la Casa Blanca se ha transformado, también, en "árbitro de la moda". Se anuncia una miniserie sobre la novela, en HBO, protagonizada por Kate Winslet. Pero ¿de dónde salió semejante explosión de talento?
Exilio.
Hernán nació hace 50 años en Argentina, pero el destino lo llevó a varios domicilios, buscados y no tanto. Creció en Suecia, donde su familia se exilió durante la última dictadura cívico militar. Luego volvió a Buenos Aires, donde estudió Letras. Y luego de un tiempo residiendo en Londres, se estableció definitivamente (por ahora) en New York, desde donde escribe en inglés. Como podría haber dicho Borges, no hay nada más argentino que ser extranjerizante.
Ya su primera novela, "A lo lejos" -ambientada en los EEUU del siglo XIX, en plena fiebre del oro- había merecido la aclamación de la crítica. Pero con "Fortuna", que se presentó el viernes pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires, comienzan a abrírsele las puertas grandes de la literatura mundial, con un nivel de impacto que acaso no se veía desde la época del llamado "boom" latinoamericano.
Aquellos escritores del siglo pasado habían recalado en París, ya sea por el exilio, o por preferencias de clase, ya que varios pertenecían o estaban vinculados a la oligarquía nacional. Díaz, por el contrario, ha seguido un derrotero diferente, basculando hacia el mundo anglosajón, donde su ficción se ha encargado de poner el dedo en el mero pulso de los EEUU: el dinero y su cruel historia.
Dinero.
No hace falta ser marxista para afirmar que detrás de toda gran fortuna hay, en el origen, un crimen olvidado. La frase, en realidad, pertenece a Balzac (en su novela "Le Pére Goriot" de 1835), quien completaba el concepto aclarando que el crimen era "olvidado, por supuesto, porque ha sido debidamente manejado" lo cual le da al concepto un giro mafioso. No por nada las ficciones que narran la epopeya capitalista, como "Succession", se parecen cada vez más a "El Padrino".
Hernán Díaz se encarga del asunto con una prosa quirúrgica, por momentos distante, pero no exenta de elegancia. Dicen que eso facilitó mucho la traducción, pero por desgracia, debemos leerlo tamizado por un traductor catalán. De ahí el reduccionismo del título, "Fortuna", cuando el original, "Trust" tenía la ambivalencia del inglés, ya que esa palabra denota tanto una virtud moral (la confianza) como un instrumento jurídico financiero. El primer capítulo de los cuatro en los que se divide el relato, participa del mismo juego: "Bonds" quiere decir tanto "lazos" o "vínculos" como designa a los títulos de deuda que emiten los estados y las empresas.
Basados en un riguroso trabajo de investigación, los cuatro relatos en que se divide la obra se presentan como escritos por diferentes personas, y a medida que se desenvuelven, se complejizan y contradicen. Este recurso le permitió al autor darle voz a algunos de los habituales olvidados de la historia, como las mujeres y los anarquistas. La historia de base, sin embargo, es la misma: la del pope financista Benjamin Rask, a quien por haber nacido en una familia rica, "uno de los pocos privilegios que se le negó fue el del heroísmo".
Es curioso que no existan más novelas en las que el protagonista sea el dinero, una de las ficciones más sublimes inventadas por la humanidad: un artefacto que -como escribe Díaz- funciona como "una antiséptica cosa viviente: se mueve, come, crece, se reproduce, se enferma y muere. Pero es limpio: cuanto más grande es la operación, más lejano se siente uno de sus detalles concretos".
Daño.
La novela sugiere con fuerza dramática este aspecto crucial: el enorme sufrimiento que la acumulación de capital produce en los oprimidos, en el medio ambiente, e incluso en los propios enriquecidos. En el mundo literario, estos monos con navaja que se están cargando el planeta también merecen compasión.
Si hay en esta ficción notas que recuerdan la austera prosa norteamericana (el recurso de los cuatro relatos concurrentes recuerda vagamente a "4,3,2,1" de Paul Auster) no es menos cierto que la tradición argentina, y en particular, borgeana, transpira por todas partes.
Y no sólo por la circularidad del relato: también hay personajes que parecen prestados por Borges, un autor al que Díaz ha estudiado y comentado profusamente. Por ejemplo, la esposa de nuestro "héroe" Benjamin Rask, Helen Brevoort, posee una memoria prodigiosa, que le permite, luego de una breve ojeada, citar al azar dos libros distintos, intercalando párrafos de uno y otro. Una habilidad que la colocará en el umbral de la locura: poco faltó para que el autor la apellidara "Funes".
Es probable que al contar la historia de Hernán Díaz, la "gran prensa nacional" reitere su cantinela del argentino talentoso que debió emigrar para alcanzar el éxito. Ni se les ocurrirá mencionar que este escritor agudo se está ocupando de desnudar, con elegancia pero también con contundencia, la brutalidad del mundo del dinero que ellos idolatran.
PETRONIO
Fuente:laArena
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