Laghi junto a su amigo Videla, personaje nefasto de su misma calaña. (Foto obra del artista León Ferrari )
El cardenal Pío Laghi fue durante cuatro años (1976/1980) nuncio apostólico en la Argentina durante la terrible dictadura militar. El domingo pasado dejó suelo terrenal, para empezar a pagar (si Dios dispone) sus culpas. Muy pocos medios nacionales reflejaron la gestión de Laghi en ese período. Uno de los "logros" del cardenal, fue jugar al tenis con el represor Emilio Massera en varias oportunidades, a pesar de que el religioso lo negó en más de una ocasión. Queda claro que no sólo compartían su devoción por la tortura, exterminio y vejación sino también coincidían en sus gustos deportivos.Lo cierto, es que Laghi pudo haber actuado de una manera cristiana, frente a los tormentos que miles de personas sufrieron en los años de la dictadura, pero no lo hizo. Es más, hizo todo lo contrario. No sólo apañó el exterminio planificado por Videla y compañía sino también le dio el marco político y doctrinario a la tortura.
Con sus acciones, Laghi convenció a casi todos los militares, que eran los salvadores de la Nación, y debían ser ellos los encargados de encaminar a la Argentina sobre la doctrina de la Iglesia Católica y aniquilar el comunismo marxista leninista. El mismo discurso utilizó en 2008, el represor Luciano Benjamín Menéndez, minutos antes que lo condenen a perpetua por homicida.
Laghi, no se privó de nada fue amigo personal de la familia del presidente estadounidense George W. Bush. Es más, el cardenal se encontró con él, en 2003, en la Casa Blanca justo antes de que se desatara la guerra de Irak.
Pero muchos años antes, Laghi, visitó Tucumán, para visitar los campos de concentración instalados por Antonio Domingo Bussi en el interior de la provincia, durante el operativo independencia y bendecir a las tropas para que puedan matar sin culpas en sus conciencias.
El diario El País, de España publicó una nota fechada el 11 de noviembre de 1984, en donde se relata la visita del nuncio en ese entonces y su pasión por los derechos humanos.
"El caso es que parece cierto, (dice la crónica), que dos supervivientes del campo clandestino de detención y tortura Ingenio Nueva Baviera, en Tucumán, denunciaron al nuncio como visitante del mismo.
En efecto, Pío LaghÍ visitó aquella provincia para saludar a las tropas que en el llamado Operativo Independencia exterminaron la guerrilla rural del trostkista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), comandada por Roberto Santucho, a más de torturar, secuestrar o asesinar a muchos ciudadanos pacíficos que no tuvieron otra culpa que la de aparecer en una agenda de teléfonos. Durante los años del terrorismo militar argentino, ser el fontanero o el dentista de un militante subversivo supuso, generalmente, una muerte vil.
Un superviviente del Ingenio Nueva Baviera relató a la Conadep cómo los militares le higienizaron, le afeitaron, le vistieron y le presentaron al nuncio en visita pastoral por aquellas guarniciones. Delante de Pío Laghi le preguntaron cómo se sentía, y el pobre torturado se hizo lengua de lo excelentemente que se encontraba y del eximio trato que recibía. En el revuelo de la visita, el nuncio se aproxima al detenido y le susurra al oído si su familia sabe dónde está. El desaparecido le asegura que nadie sabe su paradero, se identifica y le ruega dé recado a su familia de su lugar de detención. Jamás el nuncio cumplió tan elemental y cristiano encargo.
La revelación de los detalles de este testimonio no corresponde a ninguna filtración periodística secreta, sino a declaraciones a la Prensa argentina de monseñor De Nevares, obispo de Neuquén y ex miembro de la "Comisión Sábato".
En la misma nota se resalta otra acción muy católica y cristiana de parte de Laghi en esta oportunidad, una conversación con Marta Francese de Bettini, que se encontraba exiliada en Madrid.
"En 1976 fue asesinado su hijo de 21 años, y al año siguiente desaparecieron -y continúan desaparecidos- su madre, su marido y su yerno. En 1979 acudió a la Conferencia Episcopal . Latinoamericana que se celebraba en Puebla de los Ángeles (México) e interpeló a monseñor Pío Laghi, solicitando su intercesión ante la dictadura argentina.
"Señora", vino a decirla, no son palabras textuales, "sus parientes están muertos, y si no han fallecido se encontrarán tan torturados que jamás se los devolverán. Es imposible hacer algo por ellos".
Como suele ocurrir con gran parte de la estructura de la Iglesia Católica, nunca desde la Santa Sede se pidieron disculpas a los familiares de los desaparecidos y muertos, por la inacción (y complicidad) de sus representantes.
A pesar de que el actual Papa, lo haya despedido con honores el martes pasado en Roma, las atrocidades avaladas por Laghi no tienen fecha de vencimiento, es más, trascienden lo terrenal y se las lleva el alma, por ende la frase "que en paz descanse" no entra en esta crónica.
Por Ramiro Rearte, Secretario Adjunto, Asociación de Prensa de Tucumán
(Fuente:Primerafuente).
El cardenal Pío Laghi fue durante cuatro años (1976/1980) nuncio apostólico en la Argentina durante la terrible dictadura militar. El domingo pasado dejó suelo terrenal, para empezar a pagar (si Dios dispone) sus culpas. Muy pocos medios nacionales reflejaron la gestión de Laghi en ese período. Uno de los "logros" del cardenal, fue jugar al tenis con el represor Emilio Massera en varias oportunidades, a pesar de que el religioso lo negó en más de una ocasión. Queda claro que no sólo compartían su devoción por la tortura, exterminio y vejación sino también coincidían en sus gustos deportivos.Lo cierto, es que Laghi pudo haber actuado de una manera cristiana, frente a los tormentos que miles de personas sufrieron en los años de la dictadura, pero no lo hizo. Es más, hizo todo lo contrario. No sólo apañó el exterminio planificado por Videla y compañía sino también le dio el marco político y doctrinario a la tortura.
Con sus acciones, Laghi convenció a casi todos los militares, que eran los salvadores de la Nación, y debían ser ellos los encargados de encaminar a la Argentina sobre la doctrina de la Iglesia Católica y aniquilar el comunismo marxista leninista. El mismo discurso utilizó en 2008, el represor Luciano Benjamín Menéndez, minutos antes que lo condenen a perpetua por homicida.
Laghi, no se privó de nada fue amigo personal de la familia del presidente estadounidense George W. Bush. Es más, el cardenal se encontró con él, en 2003, en la Casa Blanca justo antes de que se desatara la guerra de Irak.
Pero muchos años antes, Laghi, visitó Tucumán, para visitar los campos de concentración instalados por Antonio Domingo Bussi en el interior de la provincia, durante el operativo independencia y bendecir a las tropas para que puedan matar sin culpas en sus conciencias.
El diario El País, de España publicó una nota fechada el 11 de noviembre de 1984, en donde se relata la visita del nuncio en ese entonces y su pasión por los derechos humanos.
"El caso es que parece cierto, (dice la crónica), que dos supervivientes del campo clandestino de detención y tortura Ingenio Nueva Baviera, en Tucumán, denunciaron al nuncio como visitante del mismo.
En efecto, Pío LaghÍ visitó aquella provincia para saludar a las tropas que en el llamado Operativo Independencia exterminaron la guerrilla rural del trostkista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), comandada por Roberto Santucho, a más de torturar, secuestrar o asesinar a muchos ciudadanos pacíficos que no tuvieron otra culpa que la de aparecer en una agenda de teléfonos. Durante los años del terrorismo militar argentino, ser el fontanero o el dentista de un militante subversivo supuso, generalmente, una muerte vil.
Un superviviente del Ingenio Nueva Baviera relató a la Conadep cómo los militares le higienizaron, le afeitaron, le vistieron y le presentaron al nuncio en visita pastoral por aquellas guarniciones. Delante de Pío Laghi le preguntaron cómo se sentía, y el pobre torturado se hizo lengua de lo excelentemente que se encontraba y del eximio trato que recibía. En el revuelo de la visita, el nuncio se aproxima al detenido y le susurra al oído si su familia sabe dónde está. El desaparecido le asegura que nadie sabe su paradero, se identifica y le ruega dé recado a su familia de su lugar de detención. Jamás el nuncio cumplió tan elemental y cristiano encargo.
La revelación de los detalles de este testimonio no corresponde a ninguna filtración periodística secreta, sino a declaraciones a la Prensa argentina de monseñor De Nevares, obispo de Neuquén y ex miembro de la "Comisión Sábato".
En la misma nota se resalta otra acción muy católica y cristiana de parte de Laghi en esta oportunidad, una conversación con Marta Francese de Bettini, que se encontraba exiliada en Madrid.
"En 1976 fue asesinado su hijo de 21 años, y al año siguiente desaparecieron -y continúan desaparecidos- su madre, su marido y su yerno. En 1979 acudió a la Conferencia Episcopal . Latinoamericana que se celebraba en Puebla de los Ángeles (México) e interpeló a monseñor Pío Laghi, solicitando su intercesión ante la dictadura argentina.
"Señora", vino a decirla, no son palabras textuales, "sus parientes están muertos, y si no han fallecido se encontrarán tan torturados que jamás se los devolverán. Es imposible hacer algo por ellos".
Como suele ocurrir con gran parte de la estructura de la Iglesia Católica, nunca desde la Santa Sede se pidieron disculpas a los familiares de los desaparecidos y muertos, por la inacción (y complicidad) de sus representantes.
A pesar de que el actual Papa, lo haya despedido con honores el martes pasado en Roma, las atrocidades avaladas por Laghi no tienen fecha de vencimiento, es más, trascienden lo terrenal y se las lleva el alma, por ende la frase "que en paz descanse" no entra en esta crónica.
Por Ramiro Rearte, Secretario Adjunto, Asociación de Prensa de Tucumán
(Fuente:Primerafuente).
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