28 de septiembre de 2009

MISIONES: JUICIO 8º JORNADA.

Testigos de la semana:

- Mario Julio Gómez. "Solían golpearnos en estado de ebriedad total,. Al compañero Julio González le dejaron todo el cuerpo verde de los golpes”. "Las marcas de las esposas duran hasta hoy en día.
- Jorge Amado Ortellado. Detenido en la chacra de los Peczak, junto con Enrique, cuando terminaban de juntar tung. Escapé, pero “me encontraron en el monte, porque venía una partida de militares cuerpo a tierra, y me dieron una flor de paliza”.
- Florentín Lencinas, aseveró que “me torturaron por todas partes del cuerpo con picana, además el primer día ya me rompieron dos costillas con un golpe con una manopla”. Las profundas huellas de los golpes siguen presentes , ya que Lencinas posee una membrana auditiva atrofiada y su oído derecho está inutilizado.
- María Graciela Leyes cuyo hermano Héctor continúa desaparecido por un operativo concretado en el territorio bonaerense, confirmó lo que se develó en los dos juicios anteriores por Delitos de Lesa en Misiones: menores de edad, tal como fue su caso, eran detenidos sin orden judicial alguna, alojados junto con los demás presos políticos, y sometidos a los mismos tratos inhumanos.
- Esteban Lozina, recordó que “durante las torturas en la Jefatura de Policía solía tocar la banda de música para que no se escuchen los gritos desgarradores. Fuimos varios los que padecimos el turismo carcelario al ser llevados a innumerables dependencias penales del país”. Los traslados a otras provincias se concretaban bajo “condiciones infrahumanas”, solían producirse en los aviones Hércules C-130, los que no tenían asientos. Los presos políticos eran encadenados a la base del avión, cerca de los cuatro motores.
- Ricardo Alfredo Ortellado .
- Alipio Cardozo, un obrero que fue detenido en Eldorado; y Héctor Alfredo Escobar, quien trabajaba en Casa de Gobierno y fue cesanteado tras el golpe de Estado.
- Aureliano Gauto (55), otro de los testigos en el juicio por los delitos de Lesa Humanidad. “Me llevan al Servicio de Información de la Jefatura , allí me tiran de la camioneta de cabeza, pierdo un diente y me dan un pisotón y me sacan una uña, todo eso en un día”, aseguró. Gauto fue uno de los pocos a quien sacaron las vendas de los ojos. Fue para ayudar a otro interno a ir al baño, porque le habían destrozado a golpes las manos y ni siquiera podía bajarse el cierre del pantalón. “Ahí también vi cómo un Policía violaba a una rubia, una presa política que estaba atada y no podía hacer nada para defenderse”, sostuvo.
- Milagro Palacios. Docente detenida en la capital misionera y debió ser operada en el Hospital Madariaga, donde fue ingresada bajo el nombre falso de Delia Gómez, Lo llevaba escrito en una cinta adhesiva que le pegaron en la muñeca izquierda e impedía que se sepa su identidad. A través de incontables injertos de piel y en más de 20 oportunidades para reconstruir parte tejido por quemaduras, picana y golpes. Mientras era trasladada por varios CCD.
- Alipio Cardozo, un obrero que fue detenido en Eldorado; y Héctor Alfredo Escobar, quien trabajaba en Casa de Gobierno y fue cesanteado tras el golpe de Estado; Tb Aureliano Gauto.
- Ricardo Adolfo Escobar, actual ministro Coordinador de Gabinete de Misiones, recordó que fue baleado por un grupo de tareas en octubre de 1976 cuando caminaba por la avenida Tambor de Tacuarí. “Las fuerzas armadas me encontraron cuando me desangraba en una letrina, con un tiro que había entrado por la espalda y salió por el pecho”.

Tercer juicio por delitos imprescriptibles en Misiones
Diario El Territorio- 25/09/09
Antes del Golpe, los militares identificaban a sus futuras víctimas
Con inteligencia previa, los encargados de la represión elegían a sus objetivos a través de informes de diversos ámbitos misioneros
POSADAS. El accionar conjunto de los integrantes de las Fuerzas Armadas comenzó en Misiones con anterioridad al golpe de Estado que derrocó a las autoridades constitucionalmente elegidas. Antes que el gobernador Miguel Ángel “Toto” Alterach recibiera una llamada telefónica durante la madrugada del 24 de marzo, cuando el coronel Juan Antonio Beltrametti le comunicó que había sido separado de su cargo por la fuerza, los uniformados buscaban a los ciudadanos catalogados como “peligrosos” para el status quo u orden imperante. Lo anterior se concretó en plena época democrática, y se efectuó a través de diferentes operativos que “intentaban abrir los cuarteles a la población”, de acuerdo a un slogan de la época. Pero en realidad intentaban “allanar el camino a las atrocidades que se cometerían después”, según los testimonios escuchados durante la secta jornada del tercer juicio por delitos imprescriptibles que se está llevando a cabo en las dependencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas. Ese tribunal investiga a Carlos Humberto Caggiano Tedesco y a Juan Antonio Beltrametti, ambos ex jefes del Área 232 que incluía a Misiones durante la época militar, por 93 delitos de Lesa Humanidad.

Fachada
El accionar, develado a través de los testimonios, se centraba en detectar a los supuestos cabecillas de los diferentes sectores de Misiones. Sobre ellos estaban las miras de los represores, quienes antes del derrocamiento de las autoridades democráticas ya conocían todos los movimientos de sus “futuras víctimas” a través de operativos de vigilancia y de recolección de información, tales como el Toba I y II. Se trataba de campañas “acción cívica”, desde 1975 y 1976, con el objetivo declarado de “acercar las fuerzas armadas a la sociedad civil”.

Detrás de la fachada de pintar escuelas y arreglos en instituciones estatales, se escondían los “otros operativos” destinados a cosechar datos de los prisioneros políticos.

Los objetivos de los militares eran específicos: líderes políticos (tales los integrantes de la Juventud Peronista , el Partido Auténtico), religiosos (como los grupos de sacerdotes tercermundistas), referentes estudiantiles o docentes (tal como fue el caso del profesor universitario e ingeniero químico Alfredo González, o las cabezas visibles de la Unión de Estudiantes Secundarios), dirigentes de las agrupaciones gremiales (como el recordado Juan Figueredo) o agrarias, como Pedro Orestes Peczak, Julio Benítez, Susana Ferreyra, los hermanos Anselmo y Vladimiro Hippler o Michel Guilbart, todos eslabones fundamentales del Movimiento Agrario Misionero (MAM).

Esa agrupación militante, fundada el 28 de agosto de 1971, tuvo influencias de tradiciones teóricas provenientes del comunismo, cooperativismo, el peronismo y la experiencia del movimiento rural, lo cual transformó a ese movimiento en la punta de lanza de las ligas agrarias del nordeste argentino.

Sobre ellos la represión ensañó sus tentáculos para eliminar el “peligro rojo de cuajo”, de acuerdo a la cosmovisión imperante en la década del terror y en pleno escenario internacional de la Guerra Fría. La intención era desactivar a las supuestas células terroristas y subversivas que habrían tenido su lugar de operaciones en el interior misionero.

“La dictadura de 1976 golpea al movimiento de productores a través del Operativo Toba IV que los pone fuera de la ley. El Ejército a cargo del Estado declara una guerra en donde el enemigo es la subversión, cayendo en esta categoría tanto los Montoneros como aquellos sectores del movimiento agrario más cercanos a estas expresiones políticas, especialmente los allegados a las Ligas Agrarias Misioneras. Al ser suspendida y puesta fuera de la ley toda actuación sindical, el MAM y las otras agrupaciones desaparecen de la escena”, destaca una investigación a cargo del docente e investigador universitario, Guido Galafassi.
(Fuente:Rdendh).

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