“Estaba incompleta, necesitaba conocer mi verdadero origen”
Publicado el 7 de Septiembre de 2011
Por Gerardo Aranguren
María Belén Taranto Altamiranda nació en 1977 en Campo de Mayo. Reconstruyó ante el tribunal la búsqueda de sus orígenes y familia.
María Belén nació en junio de 1977 en la maternidad clandestina que funcionó en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Su madre, Rosa Taranto, había sido llevada hasta allí a dar a luz luego de pasar varios meses en El Vesubio junto a su compañero Horacio Altamiranda. Ambos permanecen desaparecidos. La joven, que recuperó su identidad en 2007, declaró ayer en el juicio oral por el Plan Sistemático de Robo de Bebés y señaló al Movimiento Familiar Cristiano (MFC) como el organismo intermediario para legalizar su adopción.
Al sentarse ante el Tribunal Oral Federal 6, la joven restituida se presentó como María Belén Gentile, su apellido adoptivo. “Fui adoptada legalmente y la gestión para tener mi apellido biológico está aún en trámite”, explicó. “Desde que tengo uso de razón mis padres adoptivos me dijeron que no era su hija biológica, al igual que a mi hermano de crianza, pero recién de grande quise conocer mis orígenes”, contó.
La búsqueda de sus orígenes comenzó al ingresar a la facultad. “Había algo que me faltaba, que estaba incompleto y creo que era saber mi verdadero origen. Cuando tomé coraje quise comenzar por Abuelas de Plaza de Mayo, por mi fecha de nacimiento y también por su lucha, que me sensibilizaba mucho”, explicó.
Cuando comenzó a indagar, su padre adoptivo le mostró los papeles de adopción y por primera vez escuchó el nombre del MFC. Más tarde pudo leer la ficha de su adopción, donde figuraba que el 12 de agosto de 1977 se presentó al MFC en Capital Federal un hombre joven que dijo conocer a la madre y explicó que entregaba la bebé porque no la podía mantener. Según la ficha, el hombre les dijo que había nacido el 7 de agosto de ese año por parto natural y luego se fue sin identificarse.
La noticia de que era hija del matrimonio Taranto Altamiranda la recibió en Córdoba, en la filial de Abuelas. Luego del análisis genético, la fundadora de la entidad en la provincia, Sonia Torres, le mostró imágenes de sus padres: “Vi su foto y me vi reflejada en ellos. No caía que me estuviera pasando”, recordó entre lágrimas. Antes de finalizar su declaración, la joven le habló a los abogados defensores, ante la ausencia de los imputados. “Me gustaría que hagan entrar en razón a los acusados. Se dicen tan cristianos, vienen a los juicios con crucifijos, entonces que tengan piedad y digan dónde están los desaparecidos, los nietos que faltan, el nieto de Sonia, el de Estela. Que nos hagan ese favor porque ya nos arrebataron todo”, manifestó.
La reconstrucción de su historia también significó el acercamiento a la de sus padres desaparecidos. Como parte de esa búsqueda María Belén pudo encontrarse con María Susana Reyes, una sobreviviente de El Vesubio que estuvo detenida junto a su madre y quien declaró en el turno siguiente. “Rosa había llegado a El Vesubio en mayo y estaba embarazada de cinco meses, uno más que yo. A las embarazadas nos trataban igual que al resto, salvo que Rosita había gestionado unos colchones”, indicó. La mujer recordó que Rosa estaba “con esperanzas” porque le habían dicho que iba a pasar 15 días con su bebé y que después se lo llevarían a su familia. “A fines de agosto se la llevaron. Volvió a los dos días con la cabeza gacha, nos contó que la hicieron parir por cesárea, tabicada, que ni siquiera pudo ver el sexo del bebé. Vio que había monjas y que era como un hospital”, declaró.
Fuente:TiempoArgentino
EL TESTIMONIO DE LA NIETA RECUPERADA MARIA BELEN ALTAMIRANDA TARANTO
“Yo necesitaba saber mis orígenes”
Es una de las jóvenes que fueron adoptadas a través del Movimiento Familiar Cristiano. Durante la audiencia de ayer, pidió a los represores que “si tienen piedad, digan dónde están los nietos y los desaparecidos”.
Por Alejandra Dandan
María Belén Altamiranda Taranto se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo y recuperó su identidad en 2007.Imagen: Rafael Yohai
María Belén Altamiranda Taranto sabía que al final de la audiencia los jueces podían preguntarle si quería decir algo más. Cuando llegó el momento, escuchó la pregunta, tomó aire, y como recogiendo las lágrimas que había dejado correr a lo largo de la audiencia, miró a los ojos de los abogados de los represores. “Quizás ustedes logren hacerlos entrar en razón –les dijo con mucha calma–. Si los acusados, que quizá se dicen tan católicos, que llegan a las audiencias con rosarios en las manos, si tienen un poco de piedad, podrían decirnos dónde están nuestros padres, dónde están los desa-parecidos, dónde están los nietos. ¿Dónde están los nietos de Sonia?”, replicó pensando en la abuela cordobesa Sonia Torres. “¿Dónde está el nieto de Estela? Que digan dónde están. Ya nos arrebataron todo: que por lo menos tengan piedad y nos digan donde están.”
María Belén declaró por primera vez en una audiencia. Ella, que recuperó su identidad en 2007, se presentó en la sala de los Tribunales de Retiro, en el juicio oral por el plan sistemático de robo de bebés, como “María Belén Estefanía Gentile”. Después de las primeras preguntas de protocolo, promesa o juramento de verdad, fecha de nacimiento, la presidenta del Tribunal Oral Federal 6 volvió sobre sus pasos.
–¿Quiénes son Rosa Luján Taranto y Horacio Altamiranda? –le preguntó María del Carmen Roqueta.
–Mis padres biológicos –dijo María Belén.
–Pero usted dio el apellido Gentile. ¿Por qué?
–Es mi apellido adoptivo –dijo ella–. Estoy adoptada legalmente y conservo el apellido porque el cambio todavía sigue en trámite.
Los padres biológicos de María Belén eran del PRT-ERP. Estuvieron secuestrados en El Vesubio. Rosa permaneció embarazada en una cucha del centro clandestino hasta que la llevaron a dar a luz al Hospital Militar de Campo de Mayo. El caso es parte de una causa paralela que investiga el rol del Movimiento Familiar Cristiano durante la dictadura que, a través de un acuerdo con el Ejército, según se sospecha, trabajó en el blanqueo de las adopciones de algunos de esos niños. Poco más tarde, se sentó en esa misma silla una ex compañera de su madre en El Vesubio, María Susana Reyes, que cuando supo que María Belén había aparecido viajó a Córdoba para contarle cómo fue nombrada desde la panza de aquella mujer (ver aparte).
“Mi nombre es María Belén”
“¿Siempre supo que era hija adoptiva?”, arrancó el fiscal Martín Niklison. “Sí –dijo ella–. Me acuerdo que desde que tengo uso de razón me contaron que había sido adoptada.” “¿Y cómo empieza su búsqueda?”, insistió. “Tengo un hermano de crianza que también fue adoptado y nos dijeron que si en algún momento queríamos saber algo de nuestros orígenes, podían llevarnos al lugar de adopción. Yo recién de grande quise saber la verdad, de chica no quería sentirme diferente al resto, la condición de adoptaba era algo que yo callaba, no lo compartía con nadie.”
María Belén reconstruyó su historia como en encastres. La crió un matrimonio católico de Belgrano. Hubo una separación. El se quedó en Buenos Aires y la mujer se fue con los dos niños a Córdoba, en 1988. Hasta que entró en la universidad, María Belén no tuvo “la suerte”, como dijo, de saber qué fue la dictadura: “Del tema de la dictadura no tuve la suerte de verlo. En el secundario, porque no se hablaba de eso cuando estudiábamos historia, era como un agujero negro, esa parte se salteaba. Recién en la facultad comencé a enterarme de qué había sucedido y a través de los medios, cuando hubo más información con respecto a las Abuelas y los juicios”. En el medio vio un documental de Abuelas donde no sólo había información sino que “me daba cuenta de que el tema me sensibilizaba mucho”. Le llevó años de todos modos empezar la búsqueda: “Sabía que era adoptada y muchas de las historias que veía eran de chicos entregados a hospitales y adoptados. Por mi fecha de nacimiento dije: ¿por qué no? Y creo que por lo que me movilizaba el tema de las luchas de las Madres y de las Abuelas decidí empezar por Abuelas a ver qué me pasaba”.
El fiscal le preguntó si pudo hablarlo con quienes la adoptaron. María Belén dijo que no: “No sabía si decirles o esperar. Sentía culpa, que pensaran que no los quería o que ellos no eran lo suficientemente buenos para mí”. Su hermano de crianza les contó. El hombre le preguntó si era verdad: “Le dije que necesitaba saber mis orígenes –dijo–, cerrar ese círculo”. Y entonces él le confesó tener miedo de que si llegaba a encontrarlos, no lo llamara más “papá”. De todos modos, le escribió el lugar donde hicieron los trámites: “En ese momento siento por primera vez el nombre del Movimiento Familiar Cristiano”, dijo ella. La búsqueda de todos modos se suspendió: “Me sentí mal, con culpa. En agosto de 2006, y después de que él falleció, empecé otra vez”.
María Belén se hizo los exámenes genéticos en mayo de 2007 y en junio la llamaron de un juzgado para contarle cuál era su familia. Cuando llegó a la Casa de Abuelas de Córdoba, la recibieron con la foto de sus padres: “Te dio positivo el análisis –le dijo Sonia–. Estos son tus padres”. En ese momento, “me dio una foto de mamá y papá y una foto de una abuela. No lo podía creer, estaba feliz pero no caía que me estaba pasando a mí, que podía ver al fin lo que tanto había buscado ver: una foto de mis padres o verme reflejada en ellos”.
Fuente:Pagina12
SUSANA REYES HABLO DEL NACIMIENTO DE MARIA BELEN
Bajo el cuidado de las monjas
Susana Reyes ya había hablado de su embarazo. De El Vesubio. De los cuatro meses. Habló de uno de los penitenciarios de guardia, Diego Salvador Chemes. De cuando le daba fruta porque le decía que tenía que cuidarse porque ese niño de la panza era para él. De cuando le llevó de regalo una “capuchita negra” para el niño. Llegó a la audiencia a pedido del Tribunal Oral Federal 6 para hablar del secuestro, embarazo y parto de Rosa Taranto, la madre de María Belén. Dijo que se lo adelantaron, le hicieron una cesárea, ella parió tabicada y “que no vio ni lo que tuvo”.
“Rosa estaba como todos, pero nosotras, las embarazadas estábamos muy preocupadas por cuánto tiempo íbamos a poder estar con nuestros hijos. A ella –dijo Susana– le dicen que la van a dejar 15 días amamantar al bebé y después se lo iban a dar a su familia. Le dijeron que después ella y su compañero iban a ser puestos en una cárcel. O sea: se hizo toda la ilusión y tenía planes. Me contó de sus dos hijos, que tenía una nena y un varón y todo lo que pensaba hacer. Todos teníamos esperanza y expectativa porque era el primer parto que teníamos. Un día la llevan a parir. La tabican y se la llevan. Fue a finales de agosto más o menos. Cuando vuelve, la vemos pasar por el frente de la cucha con la cabeza gacha. No dice nada. Al rato empieza a decirnos que la habían llevado a parir por cesárea y tabicada, que no vio ni lo que tuvo.” Les dijo que “pudo ver que había unas monjas que la cuidaban”. Que estuvo con la venda en los ojos. “Fue un bajón muy grande para todas –dijo Susana–. Para Rosa ni hablemos, pero para mí... que era la próxima... yo después de eso estuve sin querer comer nada, muy tirada, hasta que me liberan, el 16 de septiembre del ’77.”
Fuente:Pagina12
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