Publicado el 19/10/2011
Testimonios de la mañana
El primero de los testigos de la audiencia de este miércoles fue Enrique Pedersen, comerciante radicado en San Luis capital. Declaró sobre la búsqueda de su hermana María Cristina, dijo que en sus gestiones fue a dependencias de las policías bonarense, federal y organismos militares. Fue mal atendido y en algunos casos presionado, en otros sintió indiferencia. “Mi hermana me dijo quién la secuestró. Yo no quise ahondar en el tema”, aseguró.
Luego fue el turno de la esposa de Eduardo Hidalgo, María Julia Cagossi, quien recordó que el secretario general de la APDH bahiense –que declaró ayer- estuvo un mes desaparecido. Sin tener noticias de él, ella pensó que estaba muerto.
“Jamás tuvimos filiación política, éramos católicos practicantes y después de eso jamás lo pude llevar a misa”, afirmó. En ese sentido, comentó las gestiones realizadas ante la iglesia Católica, por ejemplo la reunión que mantuvo con monseñor Mayer: “la respuesta fue la de siempre, que iba a averiguar. (Me reuní también) con el capellán que estaba en calle Espora, que era del Ejército, y le pedí que se comunicara con el de La Plata para que le diera ayuda espiritual. Además yo daba clases en el Juan XIII donde me ayudaron mucho”.
“En estos años hubo mucho dolor, angustia. En estos 35 años esperando justicia había algo que no estaba cerrando, que seguía goteando, esperemos que con esto se cierre”, aseguró la mujer quien comentó que tuvieron que tener custodia porque a Eduardo lo habían amenazado de muerte cuando Corres se escapó de la Policía Federal.
Daniel Villar, es docente universitario y declaró ante los jueces que su detención “sucedió cuando se abrió una causa judicial en el juzgado de Madueño. La federal me andaba buscando, me presenté ahí y quedé detenido. Unos días después, Madueño fue a la federal a tomarme declaración, después fui trasladado a la Unidad 4, estuve detenido por un mes y después fui trasladado a La Plata hasta marzo de 1977. Fui detenido en octubre de 1976 y fui sobreseído de la causa”.
Al profesor se lo acusaba de participar en un proyecto de modificación de plan de estudio de la UNS.
El testigo mencionó que “una noche en la Unidad 4 ingresa Eduardo Hidalgo y le dice que viene de otro lugar de detención, muy golpeado, preocupado por la suerte de su hermano en un supuesto enfrentamiento con las fuerzas armadas. Los golpes eran por el trato que le habían dado. Esta sangrando muy sucio, deteriorado”.
En la policía federal le tomó declaración el juez federal: “Estaba Madueño con su secretario, me indagaron en una dependencia de la federal, declaré rodeado de las personas que estuvieron en mi detención. Yo estaba todo mojado delante del juez, producto de la tortura, y Madueño no me preguntó nada sobre mi situación física”.
El juez “tenía un objetivo personal, quería cuidar su empleo. Estaba siempre a la defensiva y muy en conexión con toda esa cuestión. El armado de la causa fue explosivo, fue muy rápido. Nos escracharon. Hubo gente que la pasó peor, gente vinculada a esta causa murió. Me quedé sin trabajo, volví recién en el ’90 y los interventores de la dictadura estaban todos dando clase. Esta causa solo con el poder de la fuerza se pudo llevar adelante”.
Una de las causa judiciales que se armó, “Ramírez de Custodio”, según relató Villar fue a raíz de la conversación de dos estudiantes del Colegio Nacional de 14 años, donde se comentó algo sobre drogas. La familia de uno de los chicos hizo la denuncia, se comenzó a investigar, se allanaron viviendas y en una de ellas había bibliografía “subversiva”. A partir de eso, se imputó a decenas de personas. Esto sucedió en pocos meses.
Al término de la declaración el abogado querellante Walter Larrea solicitó al tribunal que remita copia del testimonio al juzgado que conduce Alcindo Álvarez Canale, para incorporarlo a la prueba de la causa contra el abogado Hugo Mario Sierra por su participación en el plan criminal desde una de las secretarías penales del juez Madueño.
Sobre el mediodía declaraban Dora Gilardi y Pablo Esteban Salvatori. La primera vivía en el departamento vecino al de Hidalgo y el hombre se encontraba con ella al momento del secuestro.
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB
REPRESION-BAHIA BLANCA
DECLARO ESPOSA DE SECRETARIO DE APDH EN JUICIO POR LESA HUMANIDAD
Bahía Blanca, 19 de octubre (Télam).-Marta Cardozzi, esposa del secretario de la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Bahía Blanca, Eduardo Hidalgo, prestó esta mañana declaración en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en jurisdicción del Comando en V Cuerpo del Ejército en esta ciudad del sur bonaerense.
Cardozzi, de 68 años, docente jubilada, relató los momentos vividos al momento del secuestro de su esposo, ocurrido el 9 de noviembre de 1976 en Bahía Blanca.
Hidalgo, actual secretario de la APDH local, estuvo detenido en el centro clandestino de detención conocido como "La Escuelita" y tras ello en la Unidad Penal de La Plata y de Bahía Blanca.
La mujer señaló que "estaba junto con mi esposo y mi hijo de un año cuando se presentó un señor vestido de particular diciendo que si había estado detenido anteriormente tenía que ir a declarar por lo que le habían preguntado la vez anterior".
Es que poco antes de esta situación Hidalgo fue demorado por un grupo de personas que señalaron que eran de investigaciones y tras estar demorado por diez días lo abandonaron en el sector conocido como las Tres Villas de Bahía Blanca por lo que regresó caminando a su casa.
Tras la segunda detención de su esposo, la mujer comentó que "mi hijo me preguntaba sobre mi marido y a la medida que se hizo más grande le decía que estaba dando clases en la escuela de pupilos".
"Después de 25 meses, el 23 de diciembre de 1978 regresó, y la alegría fue indescriptible", expresó la docente.
"Estuvo en condiciones espantosas, bajo al tiempo 32 kilos y era otra persona a la que se habían llevado", agregó.
"Me sentía investigada, yo salía para la escuela y en la entrada había un Renault blanco con alguien leyendo diarios contra la pared, llegaba a la escuela y había otra persona", dijo.
Luego de haber estado en La Plata, Hidalgo fue trasladado a la Unidad Penal de Villa Floresta donde recuperó la libertad en diciembre de 1978.
Al ser consultada sobre las consecuencias de los hechos vividos por su marido, la mujer afirmó que "con mucho dolor, mucha angustia pasada y en estos 35 años esperando justicia, había algo que no estaba cerrado, una herida que seguía goteando y que espero que con esto se cierre".
Por último y ante los jueces la mujer afirmó que: "Dios ilumine a todos ustedes sobre todo para que salga la verdad".
Fuente:ElPatagónico
Publicado el 19/10/2011
Caso Rivera
Carlos Roberto Rivera nació el 4 de diciembre de 1945 y en 1970 se casó con Nélida Scagnetti, que declaró este mediodía y es la madre de sus dos hijos. Fue secuestrado a los 30 años cuando trabajaba en el Colegio “La Asunción” de Bahía Blanca. Era además delegado gremial, profesor de filosofía y psicopedagogía y preceptor en el Seminario.
En 1975 había sido suspendido de la Universidad Nacional de Sur, junto a otras personas que se oponían a la ideología y los fines que luego encarnaría la dictadura militar.
El 1 de octubre de 1976, mientras Carlos se encontraba en su domicilio de Chiclana 1656, aproximadamente a las 23:40, personal militar y policial ingresó por asalto al lugar. La patota estaba constituida por cuatro o cinco personas fuertemente armadas que contaban con el apoyo de una decena más que tomó posiciones en los alrededores de la vivienda, intimidando a los vecinos del lugar.
Los captores actuaron a cara descubierta, de civil y circulando en autos particulares, tenían entre 30 y 35 años, salvo el que dirigía el procedimiento que tendría unos 53 y un joven de unos 19 que fue el único que se cubría parcialmente el rostro.
Luego de identificar a Rivera en la puerta, los asaltantes redujeron a su esposa y la retuvieron en la cocina del hogar. Desde allí pudo escuchar golpes, un disparo de arma de fuego y gritos de su marido.
Tras ello, se retiraron del lugar secuestrando al profesor. Nélida intentó seguirlos pero se lo impidió el más joven de los secuestradores amenazándola de muerte, y el más viejo la encerró bajo llave en su vivienda. Mientras pasaba todo esto, la casa y los departamentos vecinos fueron registrados por los represores.
A partir del momento en que secuestraron a la víctima, su esposa y su padre comenzaron a realizar distintos tipos de gestiones a fin de dar con su paradero
En el V Cuerpo del Ejército no encontraron respuestas, tampoco en la comisaría Primera ni en la de Villa Mitre, aunque les informaron que el operativo había sido efectuado en zona correspondiente al Ejército.
Ni en el Comando ni en Puerto Belgrano soltaron un dato sobre su paradero. El teniente coronel De La Serna brindó respuestas evasivas y negativas y un capitán de fragata de la Armada Argentina les hizo saber que Rivera tenía un pedido de captura recomendada en Salta y Jujuy por ser “guerrillero”.
Mientras la familia lo buscaba, Carlos estaba secuestrado en el centro clandestino de detención y torturas “La Escuelita”. Testigos dan cuenta de su presencia allí, uno de ellos declaró que Rivera le preguntó por su esposa e hijos y le manifestó que creía que podría salir con vida. Otros recordaron síntomas de su asma y los reiterados pedidos de medicación.
Un día sus captores decidieron matarlo. El 5 de diciembre de 1976 junto a Ricardo Gabriel Del Río, fue sacado del centro clandestino de detención. Un subteniente le comunicó que los llevarían a la cárcel, los hicieron bañar y afeitar para mejorar sus aspectos. Después, como Rivera se encontraba sin camisa le sacada la suya a Juan Carlos Monge y se la dieron a Carlos.
Con Rivera y Del Río reducidos, atados, vendados y totalmente expuestos a los designios de sus victimarios, los fusilaron sin resistencia ni riesgo alguno entre las últimas horas del 5 de diciembre de 1976 y las primeras de la jornada siguiente.
“La mecánica de las muertes producidas por disparos de armas de fuego que impactaron sobre las dos personas que se encontraban reducidas al cautiverio en un centro clandestino de detención, intentó ser burlada y reemplazada por una versión que pretendió presentar el acontecimiento como un enfrentamiento casual entre una patrulla militar y dos delincuentes subversivos que habrían atacado a los miembros del ficticio dispositivo militar”, describe la investigación del fiscal.
Ese intento de encubrimiento llevó a que el 7 de diciembre de 1976, el comisario Ricardo Bernotas de la Policía Federal, labrara un acta haciendo constar que había recibido –a la 1:10- una llamada del Comando del V Cuerpo. Por medio de esta comunicación, el mayor López le solicitó su intervención en la calle 17 de mayo al 1800 “a raíz de haber abatido una patrulla militar, a dos delincuentes subversivos del sexo masculino, cuyos datos filiatorios se ignoraban y los cuales se resistieron a dicha patrulla”.
Según el informe pericial, la causa de la muerte de Rivera “obedeció a múltiples heridas con proyectiles de arma de fuego que afectaron fundamentalmente el tórax y miembros inferiores. Según las heridas producto de los proyectiles de arma de fuego, los disparos de arma de fuego se realizaron a corta distancia”.
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB
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