Juicio por los delitos cometidos en el llamado “circuito camps”
Testigo ofrece más pruebas que niegan la muerte de la nieta de “Chicha” Mariani
Publicado el 25 de Octubre de 2011
Por Laureano Barrera y Milva Benítez
Fotografías publicadas tras el ataque a la casa de la calle 30 muestran que no hubo ningún incendio tal como adujeron los represores.
Elsa Pavón se sentó al estrado y detalló las pruebas que llevaba consigo. “Hay fotos que fueron sacadas por el diario El Día, al otro día del ataque a la casa, donde muestra que el dormitorio tiene escombros por la pared que tiraron pero está la cama, están las mesitas de luz, está la ropa de los dueños de casa (…) y no hay nada quemado”, enumeró ante los jueces. “Me gustaría aportar esas fotos para que quede claro que nada se destruyó por fuego, se destruyó por balas y se destruyó por los hombres, pero no por fuego”, insistió la testigo. Y pidió que esas fotos, que acompañan esta nota, sean incorporadas al juicio para desarmar la versión que pretenden instalar Etchecoltaz, Cozzani y Tarela, de que Clara Anahí, la hija de tres meses de edad de Daniel Mariani y Diana Teruggi, murió calcinada durante el ataque.
Elsa y Chicha Mariani se conocieron un día de 1978 en los pasillos de un juzgado: son sobrevivientes de la misma catástrofe. A partir de ese día, fueron inseparables. Su hija Mónica Grinspón y su yerno Ernesto Logares fueron secuestrados en Uruguay y permanecen desaparecidos. Su nieta, Paula Eva, fue apropiada por Rubén Luis Lavallén, un comisario que se hacía llamar “El Coronel” por sus subordinados en la Brigada de San Justo. En 1982, por la confidencia de una vecina, la localizó. Tuvo que esperar a la democracia y varios jueces que aún la despreciaban para que su denuncia prosperara. En 1984, la justicia estableció que era Paula Logares: fue la primera vez que los análisis genéticos se usaron como prueba de filiación, aunque los vericuetos legales la privaron de abrazarla hasta diciembre de 1987.
Además de aportar las fotografías, Pavón evocó los documentos secretos de la policía, que están en el expediente, como el Legajo de la DIPPBA Sección CNº 4388, abierto cinco días después del ataque, en el que el Batallón de Inteligencia 601 requiere información sobre la ginecóloga Esperanza Gurevich, que atendió el parto y el tratamiento posterior de Clara Anahí, y del dentista Tomás Fusini, con quien se atendía Diana. En ese tiempo, en que el ADN no existía, eran fichas vitales para comprobar un vínculo biológico.
El otro testimonio de la jornada fue de Rosaria Isabela Valenzi. “En el año 1991, se acerca a la filial de Abuelas de La Plata Patricia Dominicci, diciendo que es ex esposa o pareja de Del Arco”, dijo. La mujer dijo que Daniel Del Arco era agente de la DIPPBA y le había contado del operativo y de la bebé. No volvió a repetirlo hasta 2004, en un careo judicial con la propia Valenzi: “En principio quiso negarlo, después tuvo que admitir que había estado en la filial de Abuelas diciendo lo que dijo, que el marido sabía.”
Los otros tres testigos previstos, vecinos que vieron a Clara Anahí y cómo se la llevaban viva, no declararon. Eduardo Díaz, el almacenero que vio la bebé cuando fue a llevar un pedido minutos antes del infierno, habría muerto. Los otros, dos vecinos que vieron que la sacaban en una canastita y que identificaron a Carlos “el Oso” García entregándola envuelta en una mantita blanca al chofer de un carro de asalto, aludieron cuestiones de salud para evitar presentarse ante el tribunal. La querella solicitó que sus testimonios anteriores sean incorporados por lectura.
Los policías de Camps pretenden convencer que la niña murió. Pero las confesiones de comisarios y hombres de la Curia, y documentos confidenciales los refutan. Ayer, Elsa Pavón hizo lo suyo para encontrarla viva: “Desde el año 1978 que estamos juntos con Chicha, compartiendo lo bueno y lo no tan bueno (….). Espero que sirva para desdecirlos y para ponerlos en su lugar, que son asesinos y que lo único que buscaron fue hacer desaparecer la nena, que no quedara rastro ninguno.”
Fuente:TiempoArgentino
CRIMENES DE LESA HUMANIDAD / CIRCUITO CAMPS, EL JUICIO
“Traje fotos para demostrar que la casa no fue quemada”
La abuela Elsa Pavón, amiga de Chicha Mariani, rebatió la versión de los represores
24.10.2011
La Abuela Elsa Pavón, ayer (arriba). Reproducciones del diario El Día, de noviembre de 1976 (abajo)
“No es cierto eso que dicen estos señores, a Clara Anahí la sacaron envuelta en un paño blanco y la llevaron al auto de Fiorillo”, dijo Elsa Pavón, y ofreció fotografías al tribunal en las que, afirmó, se aprecia que en el ataque a la casa de calle 30 no hubo un incendio. Las imágenes son las que fueron utilizadas por el diario El Día en la cobertura periodística realizada en los días siguientes al 24 de noviembre de 1976, en la que se reproduce la versión de la dictadura sobre los hechos, y que ahora podrían rebatir la versión de los represores que afirma que la nieta de María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani murió carbonizada.
La vicepresidenta de la Asociación Anahí y amiga personal de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo fue una de las dos testigos que ayer hablaron en el juicio a 26 represores por los crímenes cometidos en el Circuito Camps. Por su parte, la testigo Rosarina Isabella Valenzi contó que la ex mujer del policía Daniel Del Arco, acusado de ofrecer a Chicha la venta de su nieta, dijo que ese hombre había participado en el ataque y que sabía lo que había ocurrido.
La abuela de la primera nieta recuperada en la democracia, Elsa Pavón, fue la primera testigo en hablar en la decimotercera audiencia del juicio por el Circuito Camps, que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 en el ex teatro de la Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53.
“No es cierto que Clara Anahí haya muerto o haya sido carbonizada, ni nada por el estilo”, dijo la mujer que ayer llegó con su amiga Chicha Mariani al debate y recordó que la casa Teruggi-Mariani, ubicada en 30 entre 55 y 56, “es una casa museo, es una muestra de qué fue lo que pasó en nuestro país”.
“Está visible lo que han hecho con la casa: no hay quemaduras; hay pequeños rastros de papel quemado en el patio. Y yo traje algunas fotos para demostrarlo”, explicó para contrarrestar la versión de que la beba murió “calcinada”, que los imputados Norberto Cozzani y Eros Amilcar Tarela vertieron en el juicio días atrás y que Miguel Etchecolatz preparaba en una carta abierta.
La mujer contó que las fotos que aportó “fueron sacadas por el diario El Día al otro día del ataque a la casa, donde muestra que el dormitorio tiene escombros por la pared que tiraron, pero está la cama, están las mesitas de luz, está la ropa. Está la foto de la entrada de la casa que se ve hasta el fondo, en la que también están los muebles y las cosas y no hay nada quemado”.
También explicó que “está la foto del patio en la que está también todo destruido pero no quemado”.
El ataque de la casa de calle 30 ocupó la tapa de la edición del 25 de noviembre de 1976 del matutino platense bajo el título “Abaten en La Plata a otros 5 extremistas”. Dos días después, se publicó una descripción del interior de la vivienda donde funcionaba una imprenta clandestina, lo que “pudo ser apreciado durante la visita realizada ayer por el periodismo, a invitación de la Policía Bonaerense”, señalaba en ese entonces el periódico (fotos).
Esas fotos que durante la dictadura estuvieron en consonancia con el discurso oficial, ahora podría volverse en contra de los dichos de quienes entonces ocupaban los puestos de poder.
“El ataque fue desde afuera hacia adentro; no hubo respuesta de adentro”, remarcó ayer en su testimonio Pavón y aclaró que le gustaría “poder aportar esas fotos para que quede claro que no hubo, de ninguna manera, un incendio adentro de la casa y que nada se destruyó por fuego; se destruyó por balas”.
Las imágenes serán analizadas por el Tribunal, que definirá si las incorpora como prueba.
ABUELAS. Además, Pavón recordó ayer cómo recuperó a su nieta Paula Logares, hija de su hija Mónica y su marido Claudio, militantes de Montoneros secuestrados en Montevideo en 1978, y remarcó que en su búsqueda conoció a Chicha, Licha De la Cuadra y María Eva Castillo Barrios, con quienes formó Abuelas Argentinas con nietitos desaparecidos, el antecedente de las Abuelas de Plaza de Mayo.
También detalló que “mientras buscábamos a los niños también buscábamos cómo reconocerlos, cómo recuperarlos”, y explicó que fue Chicha quien en un viaje a Nueva York halló un médico que logró descifrar cómo identificar personas en ausencia de sus padres.
Con ese mecanismo, en 1984 logró encontrar a su nieta.
Fuente:ElArgentino
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