Una búsqueda que todavía no terminó
La nieta del poeta Juan Gelman detalló ante el tribunal que nunca había sospechado que no fuera hija del policía que la crió. Recién en 2000 conoció su historia. Desde entonces reconstruyó el cautiverio de su madre y su nacimiento.
Por Alejandra Dandan
“Un obispo se contacta con mi madre adoptiva y le cuenta la búsqueda de mi abuelo”, dijo Macarena Gelman.Imagen: Rafael Yohai
Uno de los jueces le preguntó en algún momento por sus apropiadores, pero Macarena Gelman volvió a nombrarlos como los llamó una y otra vez hasta ese momento: padres adoptivos. Antes o después, otra integrante del Tribunal Oral Federal 6 volvió a preguntarle sobre el momento en el que desde el presente de su restitución, ella hizo memoria sobre lo que habían sido las últimas palabras de una de esas personas. Un hombre de la policía uruguaya, masón, retirado en el año ’75 y luego jefe de policía de su distrito en la democracia de la mano del Partido Colorado. Macarena dijo que cuatro días antes de su muerte, en la cama del hospital, entendió que le estaba dejando un mensaje. Primero le dijo que fuera a buscar a la biblioteca de su casa un libro en el que “si mal no recuerdo hablaban de la dictadura argentina y mencionaban nombres como el de Aníbal Gordon. Lo otro que hizo mi papá antes de morirse es que lloraba y me pedía perdón”.
–¿Cómo era el nombre del libro? –le preguntó la presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta.
–La ira del Leviatán –dijo ella–, de un militar uruguayo, me dijo que lo busque en su casa y se lo lleve.
–¿Y usted qué hizo?
–No, no supe más nada: no presté atención en ese momento, recapacité y es todo cuanto me acuerdo: cuando me entero de todo y recuerdo ese episodio y veo que el libro era referido a ese tema.
–¿Cómo se lo dijo?
–Fue cuatro días antes de morir, en una conversación que tuvimos sobre una serie de operaciones que podían no tener fin y él tenía miedo, me pidió perdón porque no quería dejarme con problemas. Lloraba y me pedía perdón una y otra vez.
–¿Le preguntó cuáles podían ser esos problemas?
–Yo lo que me imaginaba obviamente era sobre lo que podía generar su muerte. Yo no sabía nada de que no era hija biológica de ellos. El era una persona que solía hacerse cargo absolutamente de todo, mi mamá y yo siempre fuimos muy dependientes.
Entre el presente y el pasado de esas dos historias, Macarena declaró conectada a la sala auditorio de los Tribunales de Comodoro Py desde la sede del Mercosur uruguayo. Su nombre es uno de los 35 expedientes que se investigan en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés de la dictadura. Esta vez, parte del tramo de los robos de niños que comenzaron en el centro clandestino de Automotores Orletti, base del Plan Cóndor en Argentina y el espacio donde pasaron sus padres Marcelo Gelman y María Claudia Iruretagoyena que llegó embarazada a ese lugar. Macarena inició una causa en Uruguay para encontrar el cuerpo de su madre y para que sean juzgados los responsables de su desaparición.
“A principios del año 2000 un obispo de Uruguay se contacta con mi mamá adoptiva para trasmitirle que se había puesto en contacto mi abuelo Juan Gelman, y le había transmitido su presunción de que podía ser su nieta”, explicó, en el comienzo. “Diez días después, mi mamá adoptiva me dice que yo no soy hija biológica de ellos, me dice que yo había sido dejada en la puerta de su casa en enero del ’77 en una canastita, con un cartelito que decía como que nací el 1º de noviembre: ‘Soy la madre y no puedo cuidarla’. Hasta ese momento, yo no había tenido conocimiento de mi origen, hasta que monseñor Galimberti le transmite esta presunción de mi abuelo y le dice que si yo quería podía hablar de eso con él.”
Su abuelo había llevado adelante durante todos esos años la investigación por su búsqueda, con su mujer e integrantes de los organismos de derechos humanos. A través de un dato que un intermediario obtuvo del represor Alfredo Ruffo supieron que ella podía estar en Uruguay. El 31 de marzo del año 2000 se reunió por primera vez con el poeta Juan Gelman: “Me encuentro con él, me da detalles”, dijo. Los análisis genéticos confirmaron más tarde los datos.
“Los restos de mi papá fueron hallados en 1989, estaba secuestrado en Orletti y en el año ’76 lo asesinan, en septiembre u octubre y sus restos son encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.” A su madre la trasladaron de Orletti a Montevideo, donde quedó secuestrada en el Servicio de Informaciones y Defensa. Las referencias indican que Macarena nació a fines de octubre o principios de noviembre del ’76. “La última vez que es vista con vida es el 22 de diciembre de 1976, cuando un soldado ve que se la llevan dos funcionarios militares, con rumbo desconocido y conmigo en una canastita y hace alusión a eso con un comentario, diciendo: ‘A veces hay que hacer cosas embromadas’.”
A esta altura, se sabe que María Claudia estuvo con un grupo de uruguayos que habían sido trasladados antes desde Buenos Aires. “Ellos dicen que alguien ve a una mujer embarazada que no conocían y una noche sienten a un guardia pedir una ambulancia.” En ese momento, en la sala uruguaya, del otro lado de la pantalla, Macarena dejó de hablar. “Aparentemente eso lo deducen porque escuchan que se piden indicaciones como para atender a una mujer que estaba en trabajo de parto. Pocos días después, relatan que se empezó a escuchar el llanto de un bebé. Y como algunas detenidas eran madres recientes, lo identificaron con el llanto de un bebé recién nacido.”
En esa trama de fuentes directas e indirectas, pero siempre ancladas en algún lugar fuera de sí misma, ella reconstruyó detalles apuntalados con la lógica de las referencias que le exige el discurso de las pruebas penales. Datos que sí sabía, datos que no.
“¿Sabe dónde nació?”, le preguntó el fiscal Martín Niklison. “No tengo precisión exacta, se supone que en el Hospital Militar Central, por estas referencias que se hicieron cuando piden la ambulancia.”
Las personas que la criaron la anotaron como hija propia. Alguien le preguntó por la partida de nacimiento. Ella no sabe aún si estuvo falsificada. Le preguntaron por los nombres de los testigos, quiénes eran. Macarena dijo que fueron dos, amigos del policía Angel Tauriño: uno llamado Alberto López, dueño de una automotora, su padrino y muerto en 1995, y una persona llamada Fiori. Macarena no tiene certezas de que hayan tenido vínculos con la dictadura. O por qué su madre terminó en Uruguay.
“Si bien se manejaron distintas hipótesis, desde una confusión con el apellido –porque había otro uruguayo con ese nombre– o hasta el traslado para quedarse conmigo, no he podido confirmar ni descartar nada: lo que sé es que estuvo en el lugar de los uruguayos, que a un grupo los trasladaron previamente. Y que tengo referencias de que los que integraban ese primer vuelo habían sobrevivido, los del segundo vuelo hasta ahora permanecen todos desaparecidos, no han sobrevivido y mi mamá tampoco.”
Tauriño tenía grado de comisario inspector. En 1975 inició el trámite de retiro, una de las hipótesis en las que cree Macarena es que tuvo problemas con el “régimen”. Hizo un reclamo al Ministerio del Interior por hostigamiento. En 1976 estaba retirado. Estuvo en la Asociación de Policías en Retiro y después de 1995 lo nombraron jefe de policía del Departamento de San José por su vinculación con el Partido Colorado. Los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, pero sobre todo la fiscalía, hicieron preguntas por Tauriño. En Abuelas admiten que todavía no hay demasiados datos, pero su integración a la policía y aquellas últimas palabras alientan una investigación. A tientas, trabado, intentando dejar a un lado los datos para entender acaso otros procesos, el fiscal Niklison le preguntó a Macarena qué le pasó a ella con la restitución: “Y bueno –dijo ella–, qué decir: que me sentí más completa y entiendo lo que antes no entendía y los vacíos que no sabía de dónde salían”.
En ese momento, habló del libro y el pedido de perdón.
Fuente:Pagina12
“Le sorprendió que no aparecían padres”
En la audiencia también declaró Anatole Julien, el niño que a los cuatro años vio el operativo contra sus padres, que pasó con su hermana Victoria de Automotores Orletti a Uruguay y luego a una plaza de Valparaíso en Chile en la que fueron abandonados con un cartel, en el marco del Plan Cóndor. “Me acuerdo que había una calesita, una pequeña montaña rusa, un caballito y el dueño de esos juegos nos ve cuando nos dejan abandonados y se van en un vehículo. Le sorprendió que no aparecían padres de nadie. Que estábamos bien vestidos, no parecíamos niños de la calle y teníamos acento argentino. Yo vi los reportajes de la época, hay notas de la prensa chilena y los títulos dicen: ‘Niños tupamaros dejados abandonados en Plaza de Valparaíso’: asumían que podían ser hijos de una pareja de de-saparecidos tupamaros, yo era muy contestario y dicen que no dejaba sola a mi hermana.” Anatole habló de lo que pasó más tarde. El dueño de la feria que terminó llamando a la policía. Ellos pasaron a un orfanato y a cargo de una jueza a la que volvieron a ver seis o siete años atrás para un documental. Ella los entregó en adopción al único de tres candidatos posibles que quería a los dos. En 1979, la abuela biológica los encontró a través de la vicaría de Chile. “Mi abuela lo único que quería era traernos de vuelta con la familia sanguínea, estuve más de un año yendo y viniendo, tenía arranques muy violentos y en determinado momento (una persona que lo trataba) le dijo a mi abuela que un segundo desarraigo para mí a nivel paterno sería irreparable: que yo sabía, que tenía recuerdos reales y sabía que había una trasposición de los segundos y por lo tanto no era bueno el desarraigo, ella con una nobleza por mi bienestar lo aceptó: y llegaron a un acuerdo para que viaje seguido a Uruguay.”
Fuente:Pagina12
La nieta del poeta argentino declaró por videoconferencia en el juicio plan sistemático de robo de bebés
Macarena Gelman: “Cuando recuperé mi identidad me sentí completa”
Publicado el 25 de Octubre de 2011
Por Gerardo Aranguren
Su caso forma parte de los casos vinculados al Plan Cóndor. Desde Montevideo, la joven relató el secuestro de su madre, la forma en que se enteró de su origen biológico y la relación con sus apropiadores. Un relato que emocionó.
Cuando el fiscal le preguntó a Macarena Gelman qué había significado para ella recuperar su identidad, la nieta del poeta Juan Gelman respondió de manera breve y concisa: “Me sentí completa, empecé a entender muchas cosas, vacíos que no sabía de dónde salían.” La joven declaró ayer por videoconferencia desde Montevideo en el juicio oral por el Plan Sistemático de Robo de Bebés, en una jornada dedicada a casos de apropiación en el Plan Cóndor.
Hasta el año 2000, Macarena Gelman ni siquiera sospechaba que no era hija biológica del ex comisario uruguayo Ángel Tauriño y su esposa Esmeralda Vivian. Fue recién ese año, ya fallecido su apropiador, cuando la investigación de su abuelo indicó a la familia Tauriño Vivian, y el poeta envió al obispo de San José, Pablo Galimberti, para hablar con su apropiadora sobre el origen real de la niña.
“Mi mamá adoptiva me dice que no era su hija biológica, que en 1977 me habían dejado en la puerta de su casa en una canasta con un cartel que decía: ‘Nació el 1 de noviembre de 1976, soy la madre y no la puedo cuidar’”, relató ayer Macarena.
Luego de reunirse con el sacerdote, el 31 de marzo de 2000 conoció a su abuelo, quien le contó su investigación para dar con ella, y que creía que era su nieta, hija de Marcelo Gelman y de María Claudia García Iruretagoyena. Los dos análisis de ADN, uno en Uruguay y otro en el Banco Nacional de Datos Genéticos, confirmaron su identidad y en 2005 logró también recuperar su verdadero nombre.
Macarena habló con calma ante el Tribunal Oral Federal 6 desde la sede del Mercosur en Montevideo. Sólo en pocas ocasiones perdió su tono tranquilo y se emocionó hasta el llanto. Una de ellas fue al contar las circunstancias de su nacimiento y de la desaparición de su madre.
“Mi nacimiento fue a principios de noviembre de 1976. Mi mamá estaba secuestrada en Automotores Orletti y fue trasladada embarazada a Uruguay y detenida ilegalmente en el Servicio de Información de Defensa (SID)”, contó. Según ex detenidos de ese centro, la mujer habría sido llevada de urgencia al Hospital Militar para dar a luz y volver al centro de detención, donde compartió cautiverio con Anatole Julien Grisonas, quien declaró a continuación, y su hermana menor, sobrevivientes del secuestro de sus padres en Argentina (ver recuadro).
“La última vez que me vieron con mi madre fue el 12 de diciembre de 1976. Un ex soldado, (Julio César) Barbosa Pla, vio cómo dos militares se la llevaban con rumbo desconocido conmigo en una canastita. También escuchó que decían: ‘A veces hay que hacer cosas embromadas’”, agregó la testigo. Esa fue la última vez que fue vista su madre con vida y se desconoce su paradero, sin embargo destacó ayer que un esqueleto completo fue hallado en el Batallón 14, donde un equipo de antropólogos trabaja en la búsqueda de sus restos.
Al ser consultada por la relación con sus apropiadores, destacó que siempre tuvo buen trato por parte del ex policía. “Con mucho cariño, no hubo maltrato”, aclaró la joven, quien durante el testimonio se refirió a ellos como mamá y papá.
También recordó dos hechos, que ocurrieron cuando el ex comisario se encontraba internado de gravedad, poco tiempo antes de morir, y que luego de conocer su origen interpretó como señales sobre su verdadera identidad que en ese momento no había reconocido. El primero, fue cuando le pidió que buscara y le llevara al hospital el libro La Ira del Leviatán, del represor uruguayo Jorge Troccoli. “Recapacité cuando me enteré de todo”, explicó y recordó el momento en que su apropiador, cuatro días antes de morir, le pidió perdón. “Él tenía miedo y llorando me pidió perdón porque no quería dejarme problemas. Yo me imaginaba que tenía que ver con lo que iba a generar su muerte, porque con mi mamá dependíamos de él para casi todo, ni sabía que no era hija biológica de ellos”, manifestó.
Fuente:TiempoArgentino
La historia de Anatole
Publicado el 25 de Octubre de 2011
Luego del testimonio de Macarena Gelman fue el turno de Anatole Julien Grisonas, quien con cuatro años fue secuestrado junto a su hermana menor en un operativo en Buenos Aires donde su padre, Mario Julien, fue asesinado y su madre, Victoria Grisonas, desaparecida. Ambos eran uruguayos. Luego de su secuestro en la Argentina, los niños fueron llevados a Montevideo y desde allí a Chile, donde fueron abandonados. “Con cuatro años todavía hay recuerdos que mantengo hasta el día de hoy”, señaló Anatole por videoconferencia. El primero es el ataque a su casa: “Mi madre estaba con mi hermana en brazos y me tenía de la mano. Mi padre iba de un lado al otro con un revólver. Desde el costado veo un fuego azulado, el cañón de un arma y cómo ingresa un soldado. Nos apuntan y nos llevan a mi hermana y a mí”, detalló el joven.
El siguiente recuerdo es de una bomba de combustible y de su hermana en un mesón mientras la bañaban. Según otros testimonios, ese lugar sería Automotores Orletti, donde fueron llevados ambos niños antes de partir a Uruguay. Allí compartieron cautiverio con la madre de Macarena Gelman, María Claudia García Iruretagoyena, quien los habría cuidado durante unos días en el SID. “Allí nos visitaba José Gavazzo (jefe del SID), nos regalaba dulces”, indicó. Desde el centro de detención uruguayo habrían viajado nuevamente a Buenos Aires y desde allí en un avión a Chile. “Nos dejaron en un vehículo en la Plaza O’Higgins de Valparaíso. Los carabineros nos llevaron a la justicia, pasamos un tiempo en orfanatos y nos dieron en adopción”, recordó. En 1979 los niños fueron localizados por una de sus abuelas y a partir de ese momento estuvieron en permanente contacto con su familia biológica en Uruguay. “Hubiese sido más normal si no me hubiesen encontrado pero la verdad va por delante y me dio fuerzas para enfrentar la vida”, finalizó el testigo.
Fuente:TiempoArgentino
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