18 de abril de 2012

CHILE.

martes 17 de abril de 2012
Preocupación en Chile por instalación de base financiada por Estados Unidos
PL
La instalación en Chile de una base de entrenamiento militar, financiada por el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, ha generado aquí fuerte preocupación en organizaciones defensoras de los derechos humanos.

El polémico recinto fue inaugurado el pasado 5 de abril en el Fuerte Aguayo de la comuna de Concón, región de Valparaíso, a unos 130 kilómetros al noroeste de esta capital, en el contexto del ejercicio anual de los "cascos azules" de la ONU.

La puesta en marcha de la base fue considerada como una nueva expresión del intervencionismo de Washington en la región.

Esta es la política intervencionista del gobierno estadounidense, que viene a hacer la política de la Escuela de Las Américas, que es la metodología que ha mantenido en Latinoamérica al instalar bases militares, denunció Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.

"Sabemos que donde Estados Unidos interviene con esta práctica militarista, invasora, hay que preocuparse", enfatizó.

En tal sentido, Lira rememoró el golpe militar en Chile en 1973, el cual, acotó, fue gestado y financiado por Estados Unidos.

Asimismo el diputado del Partido Comunista Hugo Gutiérrez, integrante de la comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja, expresó su preocupación por el entrenamiento con técnicas militares de las fuerzas policiales chilenas, lo que opinó podría conducir a un aumento de la represión de las protestas sociales.

Tras la inauguración de la base militar, construida con el aporte de más de 500 millones de dólares pagados por el Comando Sur estadounidense, la Comisión Etica contra la Tortura en Chile llamó a que las Fuerzas Armadas preserven como misión el resguardo de la soberanía nacional. Constituye una traición a la Patria su subordinación a los dictámenes del Ejército norteamericano, cuyas acciones devastadoras han sido padecidas por la humanidad a lo largo de la historia y particularmente por Chile, luego del golpe de Estado, señaló en un comunicado esa institución.

martes 17 de abril de 2012
¿Inepto o ineptos?
Por Andrea Dufournel
Mucho se han escandalizado en Palacio por el calificativo que apareció en “The Economist” en el que se refieren a Piñera como un político inepto, esto revela que, al igual que en Chile su “excelencia” no ha dado ni dará buena impresión. Las encuestas lo reflejan.

La soberbia y la ceguera no les dejan ver el bosque, sus “grandes triunfos” en materia macro económica son algo que se viene arrastrando desde hace años y no es completamente un triunfo del gobierno actual, es de lo cual se preocupó a fondo la concertación en sus 20 años de gobierno y vaya que lo hicieron bien: profundizaron y administraron el sistema tal cual lo dejó establecido el dictador. A todas luces el problema de la actual administración es que ya no les queda nada nuevo por hacer, excepto claro está, hacer trizas el sistema de protección social.

En materia micro económica, que es la que nos afecta y nos interesa a quienes vivimos de un sueldo o una pensión miserable que a duras penas nos permite mal comer y mal vestirnos, estamos peor…ni hablar de la educación y salud de calidad a las que no tenemos acceso.

Se han empeñado en destruir la salud estatal, entregando grandes beneficios a la salud privada, lo que ha traído como consecuencia la falta de insumos y medicamentos para los usuarios de los hospitales, se ha negado el derecho de medicación a las mujeres que padecen cáncer de mamas entre otras dolencias, cabe preguntarse ¿cuánto vale la vida de un ciudadano pobre?

Mientras todo esto ocurre, entre programas basura, noticiarios que desinforman en la televisión y la genuflexión al sistema de los diarios afines, se han aprobado alzas de los aportes del estado a las actividades de los senadores por dos millones de pesos, hecho que atenta contra la dignidad de quienes deben vivir con un sueldo que no alcanza a los doscientos mil y que, cada vez que se discute el aumento del sueldo mínimo, viene la escandalera de los honorables: de que no, de que no se puede, de que atentaría contra el empleo… y al final priman los intereses empresariales y a seguir comiendo excretas, a ver si alcanza para todos.

La forma en que se han referido a nuestro excelentísimo se define, según la RAE como: “ no apto ni a propósito para algo; necio, incapaz” …¿alguien podría dudarlo?, obviamente que quienes se han beneficiado de las medidas tomadas por el gobierno lo ponen en duda, pero quienes componemos la gran mayoría no lo ponemos en duda ni por un minuto. Los tan cacareados triunfos económicos no nos favorecen en lo absoluto, pero calificativos más o calificativos menos, vemos con preocupación que en lo que queda de gobierno se seguirá privatizando lo que se le escapó a los gobiernos anteriores y que, ni el dictador se atrevió a echarle mano.

La necedad no sólo ha hecho presa de los gobernantes, sino de quienes pretenden volver a gobernarnos sin cambiar ni su discurso ni sus propuestas, el poder les ha nublado el seso y hoy los vemos enfrascados en luchas por un cupo en alguna candidatura en las próximas elecciones municipales: los codazos y patadas en los tobillos han traído, entre otras consecuencias, renuncias a los partidos, descalificaciones y, lo que es peor, nos indican que de sus fracasos no han aprendido nada.

Seguramente en algunos meses les podremos ver, a los flamantes candidatos, tocando nuestras humildes puertas con la ineptitud que refleja que para hablar y gobernar hay que tener mucho cuidado.

martes 17 de abril de 2012
Resultados SIMCE 2011 ¿algo que celebrar?
Por Miguel Caro
Aunque parezca increíble, por estos días se ha generado una celebración en educación, algo contenida pero celebración al fin y al cabo ¿el motivo?: los resultados de la prueba Simce 2011. Que subió el promedio en matemática y que se estrechó la brecha es lo que repitieron los titulares, seguidos por entusiastas comentarios de las autoridades y de “especialistas” en educación.

Lo curioso es que ambas novedades hacen referencia sólo a datos parciales, focalizados en un sector de aprendizaje y en un nivel de enseñanza, el resto -puntos más puntos menos- es lo de siempre: inamovibles niveles de desigualdad entre grupos socioeconómicos y entre tipos de instituciones, conformando una pirámide de exclusión que pequeños avances no logran revertir. De hecho, al año siguiente nos comunicarán otras buenas noticias –aunque haya bajado lo que antes había subido-; porque con los números siempre se pueden ver cosas favorables. Incluso, a nadie pareciera importarle lo que ocurre con los datos del Simce en Ciencias e Historia, sólo porque aparentemente carecen de relevancia comunicacional.

Sin embargo, el problema de fondo no es ese, no se relaciona con el uso comunicacional de los resultados, sino con la asociación unilateral entre resultados Simce y calidad de la educación, que es lo que está a la base del discurso triunfalista.

Precisamente, el problema tiene que ver con lo que estamos entendiendo por educación y cómo definimos la calidad de esta. De hecho, por la vía de la medición a través de esta prueba, lo que está ocurriendo es el empobrecimiento sistemático de la formación escolar que se les está entregando especialmente a los sectores populares y, con ello, se hace una contribución efectiva a la profundización de las desigualdades sociales y culturales en Chile.

La razón es que la política pública, con los recursos de todos, está avalando la mantención de una situación en que la amplitud formativa presente en los proyectos educativos de los sectores altos de la sociedad, contrasta de manera abismante con la gigantesca restricción que existe en las escuelas de los sectores sociales bajos, una restricción que es cada vez mayor producto de la presión ejercida por el Simce.

Efectivamente, Arriba hay recursos, capital social y cultural, proyectos educativos multidimensionales, personalizados, con equipos multiprofesionales y una basta gama de experiencias educativas. Abajo, hay escasez de recursos, bajo capital cultural y social y proyectos educativos que, en pos del Simce, apuestan a lo mínimo, a los resultados en dos pruebas externas, restringiendo significativamente la multidimensionalidad y la potencial riqueza de las otras experiencias formativas.

Hay que señalarlo claramente, arriba, en las alturas, las habilidades funcionales son un efecto derivado del capital cultural disponible, que los proyectos educativos se encargan de mantener y acrecentar, apostando a una formación amplia, con variedad de experiencias y en los más diversos ámbitos. Allí el puntaje Simce es un subproducto, un sucedáneo de la educación que por todos lados reciben; subir o bajar levemente en torno al eje de los 300 puntos, la verdad es que representa un hecho anecdótico.

Abajo, en el mejor de los casos, hay entrenamiento para el desarrollo de habilidades funcionales, sin contexto social, cultural y político, sin reflexión crítica y sin producción creativa, con una clara reducción del currículum en términos de prioridades y una restricción progresiva de las posibilidades de incrementar el capital cultural que traen por nacimiento.

El drama de esto es que bajo el pretexto de acortar la distancia con los de arriba, se limita la vida escolar de los de abajo, desnaturalizando la labor educativa en toda su amplitud, como si alcanzar a los de arriba en el Simce fuera equivalente a conseguir calidad de la educación, cuando en realidad es todo lo contrario. Indiscutiblemente se empobrece la formación cuando se restringe y funcionaliza.

Ya nadie se impacta porque la Jornada Escolar Completa terminó transformándose en un ejercicio de reforzamiento, con más de lo mismo, quitándole tiempo a otras expresiones del desarrollo de los sujetos que, como lo indican los estudios recientes, terminan impactando positivamente en el rendimiento académico. En fin, nadie se escandaliza con la transferencia de cuantiosos recursos públicos al sector privado con este propósito.

Pero no deja de ser sorprendente, a modo de ejemplo, lo que ocurre con Lenguaje y Comunicación. Para responder al Simce, hoy se centra todo en la comprensión lectora, sacrificando la expresión oral y escrita, con lo determinantes que son ambas para el desarrollo integral del lenguaje y para la propia comprensión lectora. Así tratado este sector, la enseñanza y el aprendizaje se limitan a incorporar una habilidad pasiva, puramente receptora, que finalmente sólo asegura la funcionalidad de la conducta cognitiva, sin gatillar la movilización de la cultura de los sujetos y promoviendo el abordaje técnico por sobre la producción de sentido.

De ese modo, la comprensión lectora –y la educación escolar- queda puesta al servicio de un orden social que no tendría porqué motivar necesidades de cambio. Así, esta suerte de ideología de la comprensión lectora, se constituye en los hechos en una estrategia de la elite para producir un comportamiento social en el que se garantice el cumplimiento de las instrucciones y funciones que la vida socio-laboral requerirá para amplios sectores de la población, sin mayor cuestionamiento ni problematización. Es la eficacia escolar, como realización de lo técnico sin negociación del sentido sobre las finalidades que se deben buscar como sociedad. Esa es la calidad de la educación que se promueve, aquí pareciera estar la razón de la fiesta: que finalmente habrá cientos de miles de niños que a futuro puedan “comprender” las instrucciones, en un orden social naturalizado eclipsado por el espejismo de la movilidad social.

Porque pretender que la reducción en promedio de unos puntos los resultados de esta prueba es sinónimo de reducción de la brecha social, es una mera conclusión publicitaria, sin ningún sustento o simplemente una broma macabra.

No abordar la convivencia, la ciudadanía y la reflexión crítica del mundo en que vivimos, mientras gana la intolerancia, la homologación cultural, la estigmatización, la violencia y la exclusión, es renunciar a un mínimo de calidad educativa. Ese es, finalmente, el proyecto de país por el que nos quiere conducir la educación instrumental, para después vender diarios con las catarsis colectivas que producen los propios horrores de una educación al servicio de una minoría.
Miguel Caro es Profesor y Director de Educación de la Universidad ARCIS.
Fuente:Argenpress

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