CON LA FRENTE MARCHITA
Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
Sergio y Pablo Schoklender quedaron detenidos porque el juez Oyarbide consideró que pueden entorpecer la investigación. Sergio fue acusado de ser el jefe de una asociación ilícita y de cometer un doble fraude: contra la administración pública y contra la Fundación de las Madres.
OYARBIDE DISPUSO LA DETENCION DE LOS SCHOKLENDER POR EL PRESUNTO DESVIO DE FONDOS PUBLICOS
Los dos hermanos vuelven a la cárcel
Sergio y Pablo Schoklender y el ex contador de la Fundación, Alejandro Gotkin, quedaron detenidos “para evitar que entorpezcan la investigación”. Sergio se negó a declarar frente a las nuevas imputaciones sobre su responsabilidad en el desvío de millones de pesos.
Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
Las detenciones de Pablo Schoklender (con la cabeza tapada) y de Alejandro Gotkin.
Sergio Schoklender ya no exhibía ayer la locuacidad de hace algunos meses, cuando repartía acusaciones en todas las direcciones, incluso hacia Hebe de Bonafini, la mujer que en otros tiempos decía sentirlo como a un hijo y que lo había llevado a trabajar en Madres de Plaza de Mayo cuando en 1995 cumplió la condena por el asesinato de sus padres. Desde la mañana temprano deambulaba por los tribunales federales con un cigarrillo en la mano mientras esperaba su cita para la indagatoria con el juez Norberto Oyarbide. Antes de entrar, se limitó a decir que contestaría todo lo que le preguntaran. Pero una vez frente al magistrado, que le mostró 175 páginas de imputaciones sobre su responsabilidad en el desvío de millones de pesos que el gobierno nacional y los de algunas provincias les habían dado a las Madres para construir viviendas sociales, no abrió la boca. Recibió la noticia de su detención impasible y se fue esposado cerca de las 14.30, acusado de ser el jefe de una asociación ilícita y de cometer un doble fraude: contra la administración pública y la fundación que preside Bonafini, de la que era apoderado. Al atardecer se entregó el menor de los hermanos, Pablo Schoklender, implicado en los mismos delitos, pero en el papel de organizador. También quedó preso el ex contador de la entidad, Alejandro Gotkin.
Oyarbide dispuso que los tres queden detenidos con el argumento de que existe riesgo de que entorpezcan la investigación. Si bien hasta ahora ninguno de ellos pidió su excarcelación, es factible que lo hagan en las próximas horas, ya que los abogados consideran que las detenciones son “extemporáneas” en una causa que lleva casi un año.
El juez estuvo presente durante casi toda la audiencia –algo inusual– con el mayor de los Schoklender, quien a su vez fue acompañado por la defensora oficial Perla Martínez de Buck. Cuando comenzaron a leerle las imputaciones, Schoklender notó que no se limitaban a las que ya había hecho el fiscal Jorge Di Lello, sino que la lista había crecido con el hallazgo de facturas falsas, balances contables adulterados y algunas precisiones sobre “irregularidades” en obras y compra de terrenos. Pero uno de los principales mecanismos por los que el juzgado sostiene que los Schoklender defraudaron al Estado y a la Fundación Madres de Plaza de Mayo consistió en que “gran cantidad de fondos” públicos que la entidad recibía “salieron” de sus cuentas, autorizados por los hermanos (en carácter de apoderados), quienes los transferían a sus propias cuentas bancarias o a empresas vinculadas con ellos que no daban ninguna contraprestación. A menudo hacían retiros en efectivo, lo que dificulta la reconstrucción de la ruta del dinero. También utilizaban financieras para “evadir impuestos y/o posibilitar el cobro”.
Nombres y números
Por el cálculo que habían hecho en la fiscalía de Di Lello al pedir las indagatorias a fines del año pasado, la defraudación podía llegar a cifras cercanas a los 50 millones de pesos. La sumatoria de las maniobras de desvío que Oyarbide le adjudicó a Sergio Schoklender rondan los 260 millones de pesos. El monto que el Ministerio de Planificación informó que adjudicó para la Misión Sueños Compartidos de las Madres para construir barrios enteros con casas de paneles móviles –una tecnología que introdujo Sergio Schoklender– ascendía a 765 millones de pesos. La “asociación ilícita” que el juez considera que habría tejido la operatoria para desviar al menos parte de esa suma funcionó a partir de 2005 y está –según el juzgado– conformada por al menos dieciséis personas, entre quienes figuran Alejandra Bonafini (hija de Hebe de Bonafini), la ex mujer del mayor de los Schoklender, Viviana Sala, también Patricia Alonso (quien fuera mano derecha del ex apoderado), el ex ministro porteño y ex titular de la Corporación Sur Enrique Rodríguez, el piloto Gustavo Serventich que manejaba los aviones adquiridos por Sergio, entre otros. Las indagatorias previstas son treinta.
Gotkin quedó detenido en su casa de la calle Conde y ayer permanecía en la Alcaidía de Tribunales. A Pablo Schoklender, efectivos de la Policía Federal le allanaron el domicilio, en Juncal y Godoy Cruz, pero no lo encontraron allí. Ante la orden de detención, se reunió con su abogado, Pablo Slonimsqui, y con su novia Noelia. Al atardecer se entregó en la División Investigación Federal de Organizaciones Criminales (Difoc) de la Policía, en Palermo, por indicación del juzgado. Debajo de la remera, llevaba la camiseta de Atlanta y en su bolso metió el libro Los hijos de los días, de Eduardo Galeano, que había pedido que le compraran un rato antes. Quienes lo vieron llegar dijeron que su gesto era de “tristeza”. A la noche su novia le acercó más ropa y medicamentos para el colesterol.
Oyarbide tiene 48 horas para indagar a Gotkin y a Pablo Schoklender. Los abogados suponen que los cargos serán muy similares a los de Sergio, quien le aclaró al magistrado que en cuanto analice las nuevas imputaciones estaría dispuesto a contestar preguntas. En su caso, pidió que su lugar de detención sea el penal de Ezeiza. En un juicio oral, el delito de asociación ilícita puede depararles, por el papel que se les atribuye en la organización, penas de entre cinco y diez años de prisión. La defraudación tiene un máximo de seis años de cárcel. Oyarbide no les imputó lavado de dinero porque considera que esta causa está afectada a la ley previa a la reforma del año pasado y no contemplaba la posibilidad de imputar el “autolavado” (exige juzgar por separado a quien comete el delito “precedente” que da lugar al lavado y al que blanquea).
La descripción del papel de Gotkin como organizador encuentra su explicación en su papel de contador y ex empleado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y en su función directiva en dos sociedades sin actividad comercial que tanto la fiscalía como el juzgado han señalado como pantallas para sacar los fondos públicos de la entidad y darles otro destino: Meldorek y Antártica. El 90 por ciento de Meldorek es de Sergio Schoklender, el resto del piloto Serventich. Ambas firmas utilizadas, según concluyó el juez, para hacer transferencias bancarias y también para realizar operaciones, como compra de terrenos con dinero de la Fundación para fines no contemplados en sus proyectos. La hipótesis judicial es que el dinero fue para enriquecimiento personal de los Schoklender y al menos parte de su entorno. Otra firma, Construcciones Calificadas, se habría usado para construir y eventualmente comercializar (con los materiales de las Madres) viviendas para uso privado.
Terrenos, barcos
La lista de imputaciones señala, entre las más novedosas, que hubo dinero que por lo menos el Estado nacional, la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Chaco y Salta entregaron a Sueños Compartidos “para la realización de obras”, que “no estaría en concordancia con las obras realizadas”. En algunos casos habría obras inconclusas, o sin hacer, o que no cumplen los requisitos pactados, aunque todavía está pendiente un estudio de peritos de la Corte sobre esto. Hay 36 obras cuestionadas. Lo que está probado, según el juzgado, es la compra de terrenos con plata del plan de viviendas que tuvo cualquier otro uso. Un caso sería el de la megaquinta de José C. Paz de Schoklender, que se conoció al comienzo de la investigación; o la compra en Chaco de un terreno con recursos de la fundación que era para construir casas y terminó vendido a Meldorek. Supuestamente iban a poner una fábrica de paneles “aunque la Fundación ya tenía su propia fábrica”.
También hay sospechas sobre compra de terrenos en Misiones, Santa Fe y en Tartagal, donde incluso se iba construir un hospital que quedó a medio camino y se harían casas para víctimas del alud. Entre otros usos indebidos de los fondos se señala la compra de dos barcos: Aragorn, que luego se entregó en parte de pago de Nativo.
El fraude de mayor monto que se le adjudica a Sergio es por 151.944.695 de pesos que debían usarse para construir 780 viviendas en la villa El Cartón, tras un incendio. Schoklender había ido a ver a tres mujeres para crear una ONG con ese fin, pero se estableció que las firmas de ellas eran falsas, nunca habían firmado nada.
Las transferencias bancarias que detalló Oyarbide –en base a informes del Banco Central y de la división de Investigaciones Patrimoniales de la Policía Federal– son impactantes por sus montos, y porque muchos de los movimientos consisten en pasajes de dinero de cuentas de la fundación, con respaldo de Sergio, a cuentas personales de Pablo. Los hermanos hoy están enfrentados. También hay giros a cuentas de empresas que no prestan ningún servicio vinculado con las obras, por hasta 78 millones de pesos. El juzgado hizo una nómina en la que responsabiliza a Sergio por desvíos de 1.308.013,13 pesos de la cuenta de Madres del Banco Santiago del Estero; 13.333.685 pesos del Banco Credicoop; 7.999.722,48 del Banco Ciudad; se señalan depósitos dudosos en efectivo por más de 5 millones y transferencias con cheques por algo más de 6 millones a una cuenta en el Credicoop perteneciente a Pablo Schoklender.
En algunos casos, los Schoklender han intentado explicar las transferencias como supuestos pagos de haberes, pero según el juzgado no coinciden los montos con la cantidad de empleados. En relación al personal, la imputación señala “la falta de pago de retenciones hechas a los empleados”, más “haber tenido personal no declarado en las obras”, la falta de pago de “los aportes patronales y las cargas sociales” y su “consiguiente desvío”. En parte por esta razón es que Oyarbide en su momento aceptó a las Madres como querellantes.
Las imputaciones
Las imputaciones que Norberto Oyarbide le formuló ayer a Sergio Schoklender son las siguientes:
- Ser el jefe de una asociación ilícita integrada por otras quince personas y dedicada a distintos delitos. Como apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo habría participado en un fraude en perjuicio del Estado.
- Uno de los mecanismos consistió en que una gran cantidad de fondos del Estado, librados mediante cheques, salieron de la fundación hacia cuentas o bienes de los jefes de la asociación ilícita.
- Hubo irregularidades en las obras realizadas y en ejecución.
- Desvío de fondos hacia empresas que no habrían realizado contraprestación alguna.
- Se le imputa el desvío de cheques a través de distintas financieras.
- Se le imputa la falsificación de facturas.
- Se señala que participó en la compra de materiales con fondos públicos y de la fundación para hacer obras que nada tenían que ver con los planes de viviendas: barrios privados, quintas, el Colegio Jean Piaget, entre otras.
- Se compró por 925 mil dólares un terreno en Chaco que se transfirió a la empresa de Schoklender, Meldorek. El dinero estaba destinado a la construcción de casas del Plan Sueños Compartidos.
- Similares maniobras se hicieron en Misiones, en Rosario y en Tartagal.
LA HISTORIA DE LOS HERMANOS SCHOKLENDER Y EL CRIMEN DE SUS PADRES
Un sangriento drama familiar
Sergio y Pablo Schoklender habían sido condenados a prisión perpetua a mediados de los ’80 por el asesinato de Mauricio Schoklender y Cristina Romano. Ambos habían salido en libertad al cumplir las dos terceras partes de sus condenas.
Mayo no es un buen mes para los hermanos Schoklender. En la madrugada del 30 de mayo de 1981 mataron a sus padres. Sergio fue condenado a prisión perpetua el 12 de mayo de 1985. Pablo fue absuelto, pero un año después la Cámara Federal revocó el fallo y lo condenó a la misma pena. Estuvo prófugo ocho años: la policía de Bolivia lo capturó el 14 de mayo de 1994. Sergio se desvinculó de la Fundación Madres de Plaza de Mayo el 8 de mayo de 2011, días antes de que trascendiera la primera denuncia por enriquecimiento ilícito e irregularidades en el manejo de fondos de la fundación que preside Hebe de Bonafini. Ayer, 15 de mayo, por orden del juez federal Norberto Oyarbide, ambos volvieron a la cárcel.
Los hermanos Schoklender nacieron y vivieron su primera infancia en la ciudad de Tandil, a la que el ingeniero industrial Mauricio Schoklender se había mudado con su esposa, Cristina Romano, para trabajar en una empresa metalúrgica. Sergio es el mayor y ambos tienen una hermana menor, que se distanció tras el parricidio.
Según la versión de la historia que publicó Pablo, base de la película Pasajeros de una pesadilla, ambos fueron sometidos a distintos tipos de abusos por parte de sus padres. El asesinato de la madre se produjo durante una pelea con sus hijos, contó, y ante las evidencias decidieron asesinar al padre.
La historia del crimen ocupó centenares de páginas de diarios y revistas. Esa noche Sergio celebró su cumpleaños 23 con sus padres en un restaurante de Costanera. El ingeniero Schoklender, que había comenzado a criar a sus hijos en una pensión humilde de Tandil, vivía con su familia en un cuarto piso del barrio de Belgrano y trabajaba como gerente para una firma del grupo Pittsburgh & Cardiff, que incluía una de las mayores siderúrgicas del mundo y que durante la dictadura hizo suculentos negocios con el Estado para proveerlo de tanques, submarinos y barcos.
En la mañana del 30 de mayo, el portero de un edificio en Coronel Díaz y Las Heras vio un hilo de sangre que caía del baúl de un Dodge Polara. Al atardecer, cuando la brigada antiexplosivos logró abrirlo, encontraron los dos cadáveres, con pijamas, envueltos en una sábana blanca. Las cabezas tapadas con toallas y, arriba, bolsas de basura. El juez Juan Carlos Fontenla, tras identificar a las víctimas, llamó a la casa de la familia y le dijo a uno de los hijos que fuera a la seccional porque su padre había tenido un accidente.
Los hermanos intentaron huir. Sergio invocó graves problemas de su padre y consiguió cinco mil dólares de uno de los socios. Viajaron en remís hasta Mar del Plata y allí se separaron. Sergio huyó del hotel luego de que el encargado lo identificara, pero lo detuvieron mientras hacía dedo en la ruta. En caliente, narró un cuadro estremecedor. “Mi madre era alcohólica y adicta a las pastillas. Cuando perdía el control, le hacía insinuaciones sexuales a Pablo.” Pablo siguió viaje a Rosario y Tucumán, compró un caballo para cruzar a Bolivia, pero fue detenido en Ranchillos.
El proceso judicial duró cuatro años. Estuvieron primero en la cárcel de Caseros y luego en Devoto. Sergio comenzó a militar por los derechos de los presos y tuvo un rol central en la fundación del Centro Universitario de Devoto. Fue en la cárcel donde lo visitó por primera vez Bonafini, al final de la dictadura.
Mientras avanzaba la causa, el abogado de los hermanos, ya en democracia, argumentó que el asesinato tenía relación con el tráfico de armas del que participaba Schoklender padre y apuntó a los militares como responsables. Pero su estrategia fracasó. El 12 de marzo de 1985, Sergio fue condenado a prisión perpetua por asesinato y estafa. Pablo se benefició con una falta de mérito. Al año, cuando la Cámara de Apelaciones revocó ese fallo, Pablo se fugó, entonces con éxito.
Sergio exprimió al máximo sus años en cautiverio: cursó las carreras de abogacía, psicología y sociología, la única que no terminó. Pablo logró ingresar a Bolivia con pasaporte falso y vivió allí como ciudadano argentino.
Por un giro doloso de cheques, la policía envió sus huellas a Interpol, que descubrió su verdadera identidad. En mayo de 1994 fue detenido y enviado a la Argentina, donde comenzó a cumplir su pena.
A fines de 1995, al cumplir las dos terceras partes de su condena, Sergio salió en libertad condicional y estrechó sus vínculos con Bonafini. Alcanzó amplias responsabilidades en la Asociación Madres, de la cual fue apoderado durante años. Comenzó a administrar los millones de pesos que el Ministerio de Planificación le confiaba a la Misión Sueños Compartidos, a la que se sumó su hermano Pablo, al recuperar la libertad. Desde entonces fue acusado de haber comprado varios cruceros, un yate, una casa en Pilar, lotes y departamentos, motos y autos de lujo. En 2010, también Meldorek, con dos aviones incluidos.
Una de las primeras denuncias en su contra trascendió en mayo del año pasado. Entonces comenzó la investigación que ayer llevó a los hermanos de vuelta a la cárcel.
LAS PALABRAS DE HEBE DE BONAFINI
“Que cumplan su condena”
“Lo único que queremos es que la Justicia llegue hasta donde tenga que llegar, que vayan presos los que deban ir y que cumplan su condena. Es lo único que queremos”, dijo Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. La decisión del juez federal Norberto Oyarbide de dictar la prisión preventiva para los hermanos Sergio y Pablo Schoklender y para el titular de la empresa Meldorek, Alejandro Gotkin, dejó a las integrantes de la Asociación satisfechas.
“Estamos muy contentas por lo que está haciendo la Justicia”, apuntó Bonafini ayer, horas después de haberse concretado la detención de los principales sospechosos de haber conformado una asociación ilícita para desviar fondos públicos. La titular de la Asociación Madres aseguró que su hija Alejandra “no tiene absolutamente nada que ver”, con los hechos investigados.
Bonafini consideró “importante” la decisión de Oyarbide de dictar la prisión para Sergio Schoklender, su hermano Pablo y Gotkin, debido a que “pasó un año del daño que nos hicieron, de la traición, el robo, el horror y la mentira, de todo lo que padecimos”. Y lamentó que “las Madres tengamos que sufrir que este montón de tipos se hayan hecho ricos, hayan conformado una asociación ilícita para robar, sacar dinero del país y para hacer tanto daño como lo hicieron. No sólo nos tocó vivir la desaparición de nuestros hijos, sino también estas cosas que duelen mucho”. “Fue un año muy duro el que tuvimos que afrontar, en el que la prensa nos trató muy, pero muy mal y del que recién estamos saliendo.”
Fuente:Pagina12
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