16 de mayo de 2012

Reconocieron el centro clandestino que funcionó en el Destacamento de Arana.

martes, 15 de mayo de 2012
Reconocieron el centro clandestino que funcionó en el Destacamento de Arana
Los ex desaparecidos señalaron los cuartos en los que fueron torturados, volvieron a sus celdas y observaron el paredón donde se hacían los fusilamientos. Había un cuadro en homenaje al "personal muerto por la delincuencia terrorista".

El secretario del tribunal toma nota mientras Walter Docters habla con los jueces Carlos Rozanski y Roberto Falcone

–A mí me dieron máquina acá –recordó Docters.

–¿En este cuartito? –preguntó Eloy.

–Sí. Entrando, a la izquierda. Y acá enfrente estaba el armero, el lugar en donde guardaban las armas. Lo que pasa es que estamos haciendo el recorrido al revés, porque nos metían en auto por el portón del costado, nos bajaban y nos hacían entrar por esa puertita –describió el testigo.

–Es cierto. Esa es la puerta por la que entrábamos. Ahí está el escalón. Yo, lo que me acuerdo es del escalón… y que nos tiraban en el piso del pasillo y ahí nos empezaban a patear –contó Giglio.

Nilda Eloy, Walter Docters y Cristina Giglio fueron tres de los testigos que –entre muchos otros– recorrieron la mañana de este martes el centro clandestino de detención que funcionó en el Destacamento de Arana, en 637 entre 131 y 132.

En el lugar, aún colgaba el cuadro "homenaje de la Policía de la Provincia de Buenos Aires al personal muerto por la delincuencia terrorista", pero llamó tanto la atención de los testigos que el comisario a cargo del lugar decidió retirarlo ante los ojos de todos los presentes.

Al menos tres centros clandestinos funcionaron en Arana. El Destacamento fue el lugar de tortura, pero un galpón dentro del predio en el que funcionaba el vivero Ferrari y el casco de la Estancia La Armonía, ambos a pocas cuadras, eran sitios de alojamiento, describió Docters, quien no sólo fue desaparecido y estuvo alojado en el Destacamento, sino que recopiló una investigación en el libro Arana, centro de tortura y exterminio, editado por Editorial Solución Grafi-k. 

Los ex detenidos desaparecidos reconocieron cada uno de los cuartos en los que fueron torturados y se sorprendieron por el tamaño de lo que ellos llamaban “la celda grande”, donde por momentos hubo alojados hasta 15 personas, y no es más que un cuarto de 2 x 2,50 metros.

En el marco de una nueva audiencia por el juicio por el Circuito Camps, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 acompañó a los testigos hasta el patio, donde vieron el paredón construido entre septiembre y diciembre de 1976 en el que se realizaban los fusilamientos, del lado de adentro del predio, y luego salieron por una pequeña puerta de chapa para ver la fosa común en la que eran arrojados los cadáveres de las víctimas, incinerados luego con gomas de autos.

En el lugar, hoy protegido con una cúpula de vidrio, el Equipo de Antropología Forense encontró una fosa común con más de diez mil restos óseos de los que ha sido imposible –hasta ahora– rescatar las cadenas de ADN para su reconocimiento.

Luego de recorrer el predio, los testigos ubicaron el bar de la familia Perelló, en el que ya no hay una barra, pero aún funciona un almacén, a unos 40 metros del Destacamento. Allí, los integrantes del grupo de tareas iban a tomar whisky antes de salir a hacer los operativos clandestinos.

“Todo lo que tiene de malo volver tiene de bueno. Porque no deja de ser una alegría que este tipo de cosas sirvan para dar condena efectiva a los que mataron a tantos compañeros”, afirmó Docters al terminar el reconocimiento. 

Al mediodía se realizó una videoconferencia para tomar un testimonio y por la tarde se realizará una inspección en la Comisaría Quinta
FuentedeOrigen:Diagonales
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benites-Dumont

martes, 15 de mayo de 2012
Ex detenidos revivieron el horror en la comisaría Quinta 
Cuatro testigos recorrieron las celdas del ex centro detención durante la dictadura, en el marco de una inspección ocular en otra audiencia del “Circuito Camps”. Conmovedora galería fotográfica. Las celdas de la comisaría Quinta, hoy, donde funcionó un centro de detención ilegal (Foto: Esteban Martirena

 "No soy muy sentimental, soy más bien preciso. Por supuesto que hay otros que cuando declaran se ponen a llorar. Yo no lloro, en realidad lloro por dentro. Lloro igual”. El relato de Norberto Oslé genera un silencio profundo de reflexión en una de las celdas de la comisaría Quinta, ex centro de detención ilegal durante la dictadura, en el marco de otra audiencia ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1, que lleva adelante el juicio a los represores del denominado “Circuito Camps”.

Oslé, junto a otros tres testigos –Nilda Eloy, Hugo Marini y Alicia Mimi– participaron de la inspección ocular realizada en ese centro de detención ilegal que funcionó durante la última dictadura militar. Ante los jueces Carlos Rozanski y Roberto Falcone, integrantes del tribunal, los ex detenidos relataron el horror que sufrieron en diagonal 74, entre 23 y 24. Describieron cómo eran las celdas y el resto del centro. Contaron que robaban la comida del perro para comer. Y reconocieron la palmera del patio, que les sirvió a muchos ex detenidos para orientarse y ratificar que estuvieron en dichas celdas.

“Yo estuve en las celdas de abajo, en la primera de la izquierda. No sabía qué había arriba (en la parte superior de la Comisaría). Recuerdo que las condiciones eran deplorables. Casi inhumanas. Estuve unos meses y recuperé la libertad (el 28 de abril del 77). Me trataron 'bien', respecto a los demás. Siempre tuve los ojos vendados”, describió Oslé (63 años), detenido el 13 de febrero del 77, en su casa, y torturado en Arana, según su declaración. 

“Comíamos cada tres días, y un día nos largaron al patio por motivos de higiene. En ese momento, le robamos la comida a un perro lobo porque teníamos hambre”, recordó este militante del partido Comunista.

El en el lugar no sufrieron torturas, pero sí escucharon gritos y golpes en celdas cercanas. “Vinimos con testigos, defensores, el fiscal e hicimos la recorrida para que los testigos puedan recorrer este espacio. Lo que se trata es que puedan, si es que con el paso del tiempo pueden, recordar algo, señalarlo, describir una situación que pueda convertirse en un aporte”, contó el juez Carlos Rozanski.

Lo que se reconoció, según los testigos, fue el espacio. Se recordó el miedo y los gritos. Se volvió a sentir el horror, 35 años después de los secuestros ilegales. “Es la primera vez que vengo a la Quinta. Y las sensaciones son desagradables, difíciles de explicar. No tengo muchas palabras. Pero se siente bastante”, detalló Hugo Marini (59 años), secuestrado el 11 de enero del 77, en su Chacabuco natal, porque, cree, era el vicepresidente del centro de estudiantes de Chacabuco en La Plata, donde estudiaba medicina.

“Por lo que veo, estuve en la zona donde estaba el bañito, había un espacio de interlocución, y hablábamos con las mujeres cuando las traían a bañarse. Éramos unos 25 en la celda, con rotación constante”, dijo, sobre el lugar en donde estuvo unos dos meses en cautiverio. “Había mucho verduguero, cuerpo a tierra, salto de rana. Nos ataban de pies y manos; pero la tortura se sufría en Arana”.

De la recorrida participó también Alicia Mimi. Dijo que “hay mucha reformas”, pero recuerda donde estaban las celdas y las letrinas. “Siempre trato de ayudar a los compañeros que vienen a identificar, a reconocer y a colaborar con la Justicia. Se hace difícil… Bueno, ya no me pregunten más…”, dijo Oslé, y se marchó sonriente. Porque él no llora como todos. Llora por dentro.




Julio López identificó su lugar de detención gracias a la palmera que se venía desde su celda en la comisaria Quinta
FuentedeOrigen:Diagonales
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benites-Dumont


Circuito Camps: relatan que en La Plata hubo más de 2.500 víctimas 
Se escucharon los últimos testimonios sobre las aberraciones cometidas en la Brigada de investigaciones de La Plata, la Comisaría Quinta, y el pozo de Arana, y el relato del operativo de Calle 30; en la audiencia de ayer lunes se escucharon 4 nuevos testimonios. 

Fueron los de Carlos Gensón, Lidia Araceli Gutiérrez de Elizardi, Martín Horacio Cañas y Santiago Laborde.

El martes se realizarán inspecciones al centro clandestino que funcionó en Arana y a la Comisaría Quinta para comenzar la semana que viene con los casos de Puesto Vasco que funcionó en el destacamento de Don Bosco, Quilmes, y el relato de los secuestros de la familia Graiver y Timermann.

Lidia Araceli Gutiérrez relató que su comienzo de militancia fue 1973 en la Unidad Básica “Ramón Cesaris” del barrio La Cumbre. También iban su hermana Isabel “Pichuca” Gutiérrez de 15 años, su hermano, su padre (que era policía) y su madre. Eran militantes de la JUP, “dependientes de Montoneros”, explicó. En el año 74 ya comenzó a tener problemas de persecución por parte de la Corriente Nacional Universitaria. “Como tengo familia en Olavarría, me fui para allá”, pero Isabel y su marido Juan Carlos Ledesma se quedaron.

La pareja se mudó con la familia Santucho que se venía de militar en la Jup desde Bahía Blanca y debido a la persecución en esta ciudad se mudaron al barrio de Melchor Romero, La Plata. El día del operativo en la casa, Isabel y Juan Carlos estaban trabajando. Como ya se relató en este juicio, ese 3 de Diciembre de 1976 en un operativo, fueron asesinados el matrimonio Santucho y secuestrada una de sus hijas, Mónica, de 14 años, quien luego fue fusilada.

Isabel pudo escapar de la persecución, y su padre pudo recuperar el bebé (su nieto) que salió ileso de la casa con Alejandra Santucho. Meses después se fueron para Olavarría y, tras la ayuda de su hermana (la mujer que relata el testimonio) comenzaron a militar allí; “alquilan una casita muy humilde y se integran a laburar con los compañeros de ahí, ya la militancia era distinta, no había una militancia como la que teníamos antes”, relató.

El 13 de Septiembre, en Tandil, es secuestrado su padre, le preguntan por Isabel y lo llevan a Olavarría. Revisan distintas casas de parientes con la foto de Isabel en mano, “la persona que se presenta dice ser el Coronel Bergel, y también Pippo”. Finalmente acudieron a la casa de Isabel, quien estaba esperando a su esposo que era pintor; en boca de Lydia: “mi hermana se quedo esperando a mi cuñado que trabajaba de pintor, se quedo esperándolo a el…era su compañero y se querían muchísimo…que conste que mi hermana tenía 19 años y el 21…esa noche se llevan a mi hermana con la bebe de 8 meses y mi cuñado…ya a mi papa lo habían torturado en la comisaría de Olavarría…eso fue el 15 de Septiembre”.

La historia no termina ahí. El día siguiente es secuestrada toda la familia, los llevan a la Brigada de Cuatrerismo de Las Flores. A la semana los dividen, algunos quedan en Monte Peloni, en Olavarría, y a otros los llevan a La Plata. Su padre es llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata e Isabel y Juan Carlos Ledesma son trasladados al Pozo de Arana. Lydia relató decenas de personas con que los miembros de su familia compartieron cautiverio.

“Mi papa me cuenta que para el 24 de diciembre la vienen a buscar a mi hermana al centro clandestino y ella dice ´pero yo todavía no comí´ y el tipo le dice que al lugar donde ella iba no precisaba comida…por el otro lado mi papa me contó que mi hermana estaba recién parida cuando se la llevan, tenia infecciones en los senos…él dice que quizás fue mejor porque le cortaron la agonía, porque estaba muy mal, infectada”, fue el triste relato de su padre a Lydia, sobre el destino de su hermana Isabel. Su padre fue liberado el Febrero del 78.

“¿Qué pasó con la nena de 8 días?”, preguntó la Querella. “A mi sobrina la llevaron, después pusieron en el auto de mi papá un recorte de diario que decía que habían abandonado a una bebe en Chacarita en la puerta de la comisaria, y arriba decía esta es su nieta; mi mamá va y la habían llevado al hospital de azul, fue bastante engorroso, su presunta abuela no puedo acreditar el vinculo, pero se la dieron en adopción… mi sobrina se llama María de las mercedes Gutiérrez y su nombre es Natalia Ledesma…”.

Su padre fue cesanteado de la policía bonaerense y luego citado por el propio Comisario Camps. “Mi padre era respetado porque era muy honesto”, contó Lydia, por eso Camps le dijo que su familia ya había sufrido bastante. Lo reincorporan y después lo jubilan.

Cuando Lydia estaba secuestrada en Olavarría, fue trasladada un tiempo a Azul, allí fue el General Saint Jean, “no Ibérico, sino su hermano, que estaba a cargo de toda la zona esa y comandaba el grupo que torturaba ahí donde yo estaba”.

Finalmente relató el encuentro con el policía Rubén Lúa, amigo de su padre, que delató la casa en que Isabel se escondía en Olavarría. Trabajaba en Tandil pero había realizado un curso en La Plata, y había presenciado el Operativo de Calle 30; después se van al Distrito, y, según le relató a Lydia, tenían a Clara Anahí Mariani escondida en una bañera con un colchón encima.

“Hubo alrededor de 70 mil víctimas en el país” 
Martín Horacio Cañas cuenta que la familia Cañas tenía cinco hijos, de los cuales Martín era el menor. El padre era un trabajador ensenadense, la madre, María Angélica Blanca era docente y era hija de un reconocido pintor platense: Enrique Blanca Se van a vivir a Azul para que el padre realice la secundaria como Sub oficial. Allí nacen Angélica, Santiago, Guillermo, Carmen y el propio Martín.

Cerca de las elecciones de 1973 Martín comienza a militar en el Movimiento Cristiano de la Parroquia, iban a lugares carenciados y “fuimos echados de la parroquia por la Asociación de Padres de Familia con el Monseñor Plaza a la cabeza”. Por otro lado también militaba en la JUP, junto con su hermana Carmen, y Angélica y Santiago estaban en la UES. Además la madre era una referente del Partido Autonomista Auténtico.

A mediados del 76 son secuestrados algunos compañeros de ellos y la familia comienza a mudarse constantemente. El 15 de Abril del año siguiente fue secuestrada la primera de las hermanas, María Angélica de 29 años, cuando se dirigía a la casa de Cecilia Salomone, ambas dirigentes de la UES.

Por otro lado, Santiago, era compañero de Daniel Mariani. Juntos participaban en la Prensa de Montoneros, y habían realizado una interferencia con una proclama de esta organización, a una pelea de Monzón el 30 de junio de 77. Daniel estaba viviendo con Laura Carlotto quien se muda el 29 de Julio hacia otro lado; cuando el muchacho vuelve de hacer la mudanza ve que la casa había sido allanada y el matrimonio Aued-Medici secuestrado. “Allí se hizo una ratonera, y cuando llegó Daniel lo matan”, explicó Martin de aquella noche del 30 de Julio del 77. Las fuerzas se quedaron en la casa y cuando su hermano Santiago “Tito” Cañas llega a la casa, es perseguido y secuestrado el día 2 de Agosto, a sus 25. Estuvo en Bilp y después en el Pozo de Banfield. 

Martín, con sus 20 años, se fue de la ciudad por dos días y cuando volvió a la casa de 143 y 19 vio el operativo que había asesinado un día antes a su madre y a su hermana Isabel; también estaban su sobrino y Cecilia Porfidio (hija de uno de los muertos en la Calle 30); “Generaba conflicto con el barrio que hubiere dos bebes, entonces se sacaba a la beba durante el día para que no haya tanto llanto”, contó como anécdota de los dos bebés. “Mi madre pidió un alto el fuego y sacó a los dos niños al patio, en lugar de entregarse vuelve a la casa y ahí la matan”, relató sobre el operativo. Allí estaban, según el relato, Etchecolatz, la CNU, Infantería.

Su padre, un suboficial, hace Habeas Corpus por Angélica y por Santiago; “a partir de ese momento yo no doy más señales de vida a mi padre, y presenta un habeas por mi”, dijo y continuó: “, mi padre hace el camino jurídico administrativo que el entendía…referenciándose en su superior, a Videla, a la iglesia con varios personajes…pero en general no es recibido”.

“Él mantenía que la institución era buena, lo que pasa es que había habido personas que habían cometido errores, delitos pero que la institución era sana, noble…en el 89 mi padre está internado en hospital militar y él se da cuenta y me dice que lo que había sucedido no formaba parte de errores, excesos, sino que había sido un trabajo sistemático y esa noche se murió, no lo pudo soportar…el ejercito era su vida”.

Años más tardes Matías Horacio Cañas realizó una investigación con Chicha Mariani y Graciela Lorenzo, “en lo que hace a La Plata recopilamos alrededor de 2.500 víctimas… observamos una planificación de la represión, un plan sistemático de exterminio”. Luego contó que en el país las victimas llegan a andar entre los 60.000 o 70.000.

Luego del ataque lograron reunirse con “mi compañera María Lage”, Ines Ramos, Oscar di Nova y se van a vivir a Paraná, luego escapan a Brasil y consiguen refugio de Francia, “volamos a Francia un simbólico 23 de Agosto del 78, la fecha de Trelew”, recordó el detalle Matías. De ahí él se va a México y al volver la democracia retorna al país “a buscar a mis hermanos que nunca encontré”.

Santiago Laborde relató su vida como hijo de padres secuestrados: discriminación, amenazas y orgullo 
Santiago Agustín Laborde es el hijo de Adriana Calvo y Miguel Ángel Laborde. Tenía un año y medio cuando, el 4 de Febrero del 77, él estaba con su madre y una patota se la llevó a ella, mientras que a él lo dejaron con unos vecinos, que se lo dieron al papá. “Yo tomo conocimiento de esta historia a los 8 años y nos contaron un domingo a la mañana sentados en la cama como podían contarlo a un chico de 8 años…y yo de ahí fui a la escuela e hice una encuesta de que les parecía lo que habían hecho los militares, solo uno me dijo que eran unos hijos de puta….el resto no sabia…fue muy incomodo ser minoría, no me vergüenza, siempre he estado muy orgulloso de mis padres”, comenzó relatando Santiago de sus padres, ambos sobrevivientes. Adriana Calvo fue una de los testimonios más importantes del Circuito Camps desde la restauración de la democracia; fundó la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, y tenía una memoria ejemplar en cuanto a los lugares que visitó y a las personas que vio. Falleció en el 2010.

Prosiguió relatando las particularidades que se vivían en su casa: “mis papas se levantaban a la noche a los gritos con pesadillas…cuando se enteraba la gente te miraban distinto… sé lo que es tener un teléfono intervenido y era raro explicar porqué teníamos un policía en la puerta…había amenazas de bomba en la casa de mi abuela paterna y materna”. También tuvieron amenazas luego de la desaparición de López en el 2006. “Unos días después (de la desaparición) fueron a lo de mi mamá, pero no estaba… también a mi ex novia con un llamado telefónico donde le dijeron ´cuidate o te va a pasar lo mismo que Adrianita´.

“Me da bronca que hayan pasado 30 años para hacer justicia, una justicia después de tanto tiempo no se si se puede llamar justicia…ojalá que los hijos y nietos los vayan a visitar a la cárcel, que es donde tienen que estar…porque han hecho mucho daño no solo a mi sino a todo el país”.
Fuente:DiarioHoy

Bajan un cuadro al "personal muerto por la delincuencia terrorista" de un ex centro clandestino 
Fue descubierto por los ex detenidos desaparecidos que realizaban un reconocimiento en el Destacamento de Arana.
El titular de la seccional decidió quitarlo delante durante el acto. En la audiencia se escuchó un testimonio a través de videoconferencia.
El subcomisario Miguel Angel Mossolani descolgó el cuadro descubierto en el Destacamento de Arana (Fotos: Manuel Cascallar) 
Por Miguel Graziano 
@nopublicable 
Un cuadro de “la Policía de la Provincia de Buenos Aires en homenaje al personal muerto por la delincuencia terrorista” fue descolgado hoy de un ex centro clandestino, en el que fue descubierto mientras se realizaba un reconocimiento en el marco de una nueva audiencia por el juicio por el Circuito Camps, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1.

El cuadro fue descubierto por los ex detenidos desaparecidos que reconocían cada uno de los cuartos en los que fueron torturados y las celdas en las que permanecieron prisioneros.

Luego de dejar atrás los calabozos, los detenidos se encontraron con el cuadro con los nombres de los policías muertos “por la delincuencia terrorista”, colgado en el acceso mismo al Destacamento de Arana, donde funcionó un campo clandestino de detención y tortura entre 1976 y 1979.

Los ex detenidos no dijeron nada, pero los fotógrafos y camarógrafos que registraban el recorrido fueron llamados por el cuadro. Incrédulos, se detenían a tomarle algunas fotografías.

El hecho llamó la atención de un jefe policial que, rápido de reflejos, ordenó al subcomisario Miguel Angel Mossolani, que lo retirara.

El acto fue anunciado a los presentes, quienes vieron como el subcomisario bajaba el cuadro con un pedido de disculpas, pues debía suponerse que, a pesar de los años a cargo de la seccional, nunca había notado su presencia ni su importancia.

El cuadro, además, ha sobrevivido a varios reconocimientos e incluso al acto de inauguración de una suerte de museo, creado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires e inaugurado con la presencia del gobernador Daniel Scioli, con el que se pretende proteger el pozo en donde el Equipo Argentino de Antropología Forense encontró diez mil restos óseos.

Al mediodía se realizó una videoconferencia para tomar el testimonio de Silvia Beatriz Davids y por la tarde se realizará una inspección en la Comisaría Quinta.
FuentedeOrigen:Diagonales
Fuente:Agndh

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