martes, 14 de agosto de 2012
"Quisieron acallarla, pero hoy señala a los culpables"
La hija, la abogada y un compañero de militancia reconstruyen la pelea de la mujer que recibió un tiro en la cabeza cuando cayó Mariano Ferreyra y hoy es querellante en la causa.
Por:Gabriel A. Morini
Elsa Rodríguez también fue protagonista aquel trágico mediodía del 20 de octubre de 2010 cuando la patota de la Unión Ferroviaria terminó con la vida de Mariano Ferreyra. Ella recibió un disparo en la cabeza y cayó desplomada en el acto. La bala no pudo ser extraída y se temió el peor final. Estuvo 40 días en coma y cuando despertó sólo podía mover los ojos. Los médicos entonces pronosticaron que no se recuperaría nunca de las graves secuelas neurológicas que le había causado el balazo. Hoy, a casi dos años de aquel episodio y gracias a su notable recuperación y lucidez, Elsa es querellante en la causa que juzga al líder de la UF, José Pedraza. A pesar de tener afasia y parálisis en el lado derecho del cuerpo, se comunica con señas y hasta logra articular algunas palabras. También aprendió a firmar con la mano izquierda para poder presentarse ante la justicia.
Luego de las primeras audiencias del juicio oral por el crimen de Ferreyra que comenzó la semana pasada en los tribunales de Comodoro Py, Tiempo Argentino reunió a la abogada del Partido Obrero, Claudia Ferrero, que la representa en el juicio; a uno de sus compañeros de militancia en el Polo Social y testigo del ataque, Eduardo Belliboni; y a la hija de Elsa, Vanesa, que es un puntal en su recuperación. "Lo que no pudieron matar los asesinos es su conciencia militante", aseguraron.
–¿Cómo se llega a la instancia de que Elsa haya sido aceptada como querellante en la causa?
C. Ferrero: –Cuando empezaba la instrucción, Elsa había estado en coma y era lenta su recuperación. Veíamos que era importante su participación porque la causa avanzaba muy rápido, y nos corría el tiempo legal para presentarse como querellante, que es antes de que se eleve a juicio. Si ella no era querellante no podía discutir los procesamientos, las acusaciones o la calificación penal. Estaba afectado su derecho. La jueza (Wilma López) en un principio rechazó que presentemos a una de sus hijas porque no es lo que establece el Código. Nos pidió que hagamos una "curatela" (NdR: sistema de protección para testigos con algún grado de incapacidad), lo que consideramos ridículo porque apostábamos a la recuperación y no a quitarle derechos.
–¿Y entonces qué solución encontraron?
–CF: Fuimos a la Cámara con este planteo y justo coincidió con la primera apelación de los acusados, y que el fiscal de Cámara –que debe representar a las víctimas– no fue, por lo que no había nadie para refutar a las defensas de la patota. Entonces nos dieron un argumento más para decir "si no fuera porque estábamos nosotros, Elsa no podría haber acusado y nadie lo habría hecho en su lugar porque el fiscal no estaba". Para evitar eso tienen que admitir la presentación de Estefanía (otra de sus hijas) hasta que Elsa estuviera en condiciones. Y así fue hasta que se pudo constatar que, a pesar de no manifestarse oralmente, entiende todo, opina y manda bastante, según sus hijas.
–¿Cómo se expresa hoy?
Vanesa: –Con señas y algunas palabras. Más con señas. Los que ya la conocemos, con la mirada nos dice todo.
E. Belliboni: –Desde el primer momento que ella pudo tomar conciencia expresó una voluntad de hierro de presentarse en la causa. Incluso de participar de las movilizaciones que se hicieron a favor de este juicio. Por supuesto que no pudo hacerlo hasta el primer día del juicio, donde llegó acompañada por sus hijas y participó de la movilización en apoyo. Tiene afasia. Está siendo tratada y está evolucionando en el habla. Ya puede decir algunas palabras pero desde que empezó a hacer señas en el Hospital Argerich, Vanesa comenzó a trabajar con ella para poder interpretar lo que quería decir.
–¿Qué representa su presencia en el juicio?
EB: –Es un símbolo, político, militante. Intentaron acallarla y hoy está acá, señalando con su dedo a los culpables. Elsa es una bandera y hoy, por suerte, está presente en el juicio.
CF: –Cuando se le explicó que para presentarse, como no podía hablar tenía que firmar un poder –pero la mano con que firmaba es la que tiene inmovilizada–, entonces con mucho esfuerzo aprendió a escribir con la otra mano para manifestar su voluntad. Ahora es ella la que requiere justicia, por Mariano, por ella y por los otros compañeros heridos.
–¿Cuál va a ser la modalidad de declaración de ella durante el juicio?
CF: –Creo que no va a estar en condiciones. Aún no sabemos si la fiscalía que la pide, la desistirá. Hay un informe neurológico previo que dice que tiene afasia y es muy difícil que una persona por señas que son traducidas por la gente que la conoce e intercalar con algunas palabras, pueda dar cuenta de lo que sucedió ese día. Pero de todos modos, lo que le sucedió a ella al momento en que le dispararon es una de las pocas filmaciones registradas por los videos de seguridad.
–¿Cómo siente la familia la primera semana de audiencias?
V: –Un poco de miedo tuve. El primer día mi mamá me preguntó quién se iba a sentar en esas sillas vacías que estaban sin ocupar en el tribunal. Yo le dije: "testigos", y mi mamá me dijo que no me creía. Ahí fue cuando empezaron a entrar los detenidos y a mí se me aflojaron las piernas cuando los vi pasar uno a uno. No le quise decir quién se iba a sentar y ella sola se dio cuenta.
–¿Cómo fue todo el proceso para su recuperación?
V: –Fue muy jodido, no fue fácil porque ella se deprimió mucho. Yo le insistía en que tenía que ir a la rehabilitación. "¿Vos te querés ver así?", le decía. Hasta que un día empezó a ir a caminar en el Hospital Jorge de Burzaco. Y también al IREP (Instituto de Rehabilitación Psicofísica).
–Los primeros momentos cuando volvió en sí después del coma debieron ser duros...
V: –Pensábamos en cómo explicarle lo que le había pasado, por miedo a su reacción. ¿Qué le decía, que se había caído en el cordón de la vereda? Y da la casualidad que despertó estando yo sola. Ahí la agarraba y le decía: "te quiero, mamita, te quiero, mamita". Me miraba con todos los tubos en la boca y lloraba. Eso sí no me olvido más. Lloraba un montón.
EB: –Después se lo contamos todo en familia y ella iba recordando. Primero la hieren en un brazo con un priedrazo, después vio los videos y ella fue recuperando la conciencia del problema. Vanesa no lo dice por exceso de modestia, pero los médicos le dijeron que no iba a moverse más en el Argerich. Y Vanesa desarrolló una tarea titánica para que la madre se levantara. Le porfió a los médicos y se levantó. Caminó y empezó a hablar y los médicos le dieron la razón.
–¿Cómo es su rutina hoy?
V: –Ir a la rehabilitación. Se dedica a su nieto Rodrigo, tiene como un kiosquito para que la mente le vaya caminando, y si no va para mi casa. Mi hermana Estefanía la ayuda mucho con el lenguaje. Le dice por ejemplo: "Mami, ¿qué es esto? Trapo-de-piso." Así estamos, porque es lo que nos dicen los médicos que hagamos. "¿Qué es esto? Ce-bo-lla." También tiene ayuda de los médicos, pero tiene que tener ayuda de los hijos. Tiene dos fonoaudiólogas. Avanzó un montón, lo notamos.
–¿Qué esperan ustedes del juicio?
V: –Tenemos confianza en Claudia y agradecimiento a los compañeros, porque si mi mamá se levantó de esa silla fue por la ayuda de la gente que la acompañaba. No me olvido de eso. Yo ya estoy muy agradecida.
CF: –Siento que es un deber representar a esta querella. Tratar de lograr justicia y perpetua para quienes cometieron un crimen tan atroz de quitarle la vida a un chico de 23 años, de quitarle la vitalidad y las posibilidades de seguir teniendo una vida activa, militante, como la que llevaba Elsa al momento de recibir un tiro en la cabeza.
EB: –Creo que haber llegado es ya muy importante. Cuando Elsa ya se retiraba, cansada, y vio la movilización el primer día y su figura en una pancarta quiso ir al centro de la gente para abrazarse con sus compañeros del Polo y del PO, y finalmente logró lo que ella quería, que es volver a la lucha y volver a reclamar justicia.
–¿Elsa pudo expresar qué espera ella del juicio?
V: –Ella dice que se va a ganar. Estos tienen que pagar lo que hicieron. «
Producción: Rodolfo González Arzac
espíritu y compromiso militante
G. M.
–¿Cómo era Elsa, la militante?
–V: Nunca perdió el espíritu militante. Sigue amando al Partido Obrero y al Polo Social. Por lo que le pasó, nosotros pensábamos que no. Pero si hablamos mal, se enoja y nos putea.
–EB: Es del perfil de miles de mujeres en la Argentina que tuvieron que salir a pelearla solas. Salió a pedir ayuda en un momento de una crisis muy profunda en el país, cuando nadie le daba ayuda. Se ligó al Polo de Berazategui. Se empezó a organizar y rápidamente se destacó, a pesar de que es una compañera que no tenía un nivel de instrucción alto, como una gran organizadora de su barrio y de una veintena de comedores populares que existen en Berazategui, y ella era responsable de los alimentos. Pasó rápidamente a asumir otras responsabilidades más allá del alimento. Antes de que la balearan, había empezado a participar en el plenario de trabajadoras, que interviene en el encuentro nacional de mujeres. Había viajado y había vuelto muy entusiasmada con los derechos que se discutían ahí, con los reclamos que había con la violencia contra la mujer, de la que también ella fue víctima. Se empezaba a convertir en una militante plena, consciente, socialista, revolucionaria y es mucho más de lo que se dice sobre ella. La figura de Elsa de alguna manera para la opinión pública es una señora que estuvo ahí y que recibió un tiro, pero Elsa era una militante muy consciente.
–¿Cómo llega a aquel 20 de octubre?
–EB: Ese día Elsa tenía una cita en la municipalidad de Berazategui. Decidió no ir para acompañar los reclamos de los tercerizados y desistió de esa cita de organización de problemas barriales para ir a defender ese trabajo superexplotado que sufrían esos trabajadores. Se habla muy justamente de la militancia de Mariano, pero Elsa también lo era. También lo es y va a recuperarse. Los médicos le dijeron que su recuperación seguía pero que lo más importante para eso es que ella volviera a lo que más quería: a su militancia. Eso refleja que aun herida, aun con sus facultades incompletas, su conciencia permanece. Lo que no pudieron matar los asesinos en el caso de Mariano es su memoria y lo que es hoy como símbolo. En el caso de Elsa es su conciencia. Sigue vigente, sigue presente.
Por:Gabriel A. Morini
Elsa Rodríguez también fue protagonista aquel trágico mediodía del 20 de octubre de 2010 cuando la patota de la Unión Ferroviaria terminó con la vida de Mariano Ferreyra. Ella recibió un disparo en la cabeza y cayó desplomada en el acto. La bala no pudo ser extraída y se temió el peor final. Estuvo 40 días en coma y cuando despertó sólo podía mover los ojos. Los médicos entonces pronosticaron que no se recuperaría nunca de las graves secuelas neurológicas que le había causado el balazo. Hoy, a casi dos años de aquel episodio y gracias a su notable recuperación y lucidez, Elsa es querellante en la causa que juzga al líder de la UF, José Pedraza. A pesar de tener afasia y parálisis en el lado derecho del cuerpo, se comunica con señas y hasta logra articular algunas palabras. También aprendió a firmar con la mano izquierda para poder presentarse ante la justicia.
Luego de las primeras audiencias del juicio oral por el crimen de Ferreyra que comenzó la semana pasada en los tribunales de Comodoro Py, Tiempo Argentino reunió a la abogada del Partido Obrero, Claudia Ferrero, que la representa en el juicio; a uno de sus compañeros de militancia en el Polo Social y testigo del ataque, Eduardo Belliboni; y a la hija de Elsa, Vanesa, que es un puntal en su recuperación. "Lo que no pudieron matar los asesinos es su conciencia militante", aseguraron.
–¿Cómo se llega a la instancia de que Elsa haya sido aceptada como querellante en la causa?
C. Ferrero: –Cuando empezaba la instrucción, Elsa había estado en coma y era lenta su recuperación. Veíamos que era importante su participación porque la causa avanzaba muy rápido, y nos corría el tiempo legal para presentarse como querellante, que es antes de que se eleve a juicio. Si ella no era querellante no podía discutir los procesamientos, las acusaciones o la calificación penal. Estaba afectado su derecho. La jueza (Wilma López) en un principio rechazó que presentemos a una de sus hijas porque no es lo que establece el Código. Nos pidió que hagamos una "curatela" (NdR: sistema de protección para testigos con algún grado de incapacidad), lo que consideramos ridículo porque apostábamos a la recuperación y no a quitarle derechos.
–¿Y entonces qué solución encontraron?
–CF: Fuimos a la Cámara con este planteo y justo coincidió con la primera apelación de los acusados, y que el fiscal de Cámara –que debe representar a las víctimas– no fue, por lo que no había nadie para refutar a las defensas de la patota. Entonces nos dieron un argumento más para decir "si no fuera porque estábamos nosotros, Elsa no podría haber acusado y nadie lo habría hecho en su lugar porque el fiscal no estaba". Para evitar eso tienen que admitir la presentación de Estefanía (otra de sus hijas) hasta que Elsa estuviera en condiciones. Y así fue hasta que se pudo constatar que, a pesar de no manifestarse oralmente, entiende todo, opina y manda bastante, según sus hijas.
–¿Cómo se expresa hoy?
Vanesa: –Con señas y algunas palabras. Más con señas. Los que ya la conocemos, con la mirada nos dice todo.
E. Belliboni: –Desde el primer momento que ella pudo tomar conciencia expresó una voluntad de hierro de presentarse en la causa. Incluso de participar de las movilizaciones que se hicieron a favor de este juicio. Por supuesto que no pudo hacerlo hasta el primer día del juicio, donde llegó acompañada por sus hijas y participó de la movilización en apoyo. Tiene afasia. Está siendo tratada y está evolucionando en el habla. Ya puede decir algunas palabras pero desde que empezó a hacer señas en el Hospital Argerich, Vanesa comenzó a trabajar con ella para poder interpretar lo que quería decir.
–¿Qué representa su presencia en el juicio?
EB: –Es un símbolo, político, militante. Intentaron acallarla y hoy está acá, señalando con su dedo a los culpables. Elsa es una bandera y hoy, por suerte, está presente en el juicio.
CF: –Cuando se le explicó que para presentarse, como no podía hablar tenía que firmar un poder –pero la mano con que firmaba es la que tiene inmovilizada–, entonces con mucho esfuerzo aprendió a escribir con la otra mano para manifestar su voluntad. Ahora es ella la que requiere justicia, por Mariano, por ella y por los otros compañeros heridos.
–¿Cuál va a ser la modalidad de declaración de ella durante el juicio?
CF: –Creo que no va a estar en condiciones. Aún no sabemos si la fiscalía que la pide, la desistirá. Hay un informe neurológico previo que dice que tiene afasia y es muy difícil que una persona por señas que son traducidas por la gente que la conoce e intercalar con algunas palabras, pueda dar cuenta de lo que sucedió ese día. Pero de todos modos, lo que le sucedió a ella al momento en que le dispararon es una de las pocas filmaciones registradas por los videos de seguridad.
–¿Cómo siente la familia la primera semana de audiencias?
V: –Un poco de miedo tuve. El primer día mi mamá me preguntó quién se iba a sentar en esas sillas vacías que estaban sin ocupar en el tribunal. Yo le dije: "testigos", y mi mamá me dijo que no me creía. Ahí fue cuando empezaron a entrar los detenidos y a mí se me aflojaron las piernas cuando los vi pasar uno a uno. No le quise decir quién se iba a sentar y ella sola se dio cuenta.
–¿Cómo fue todo el proceso para su recuperación?
V: –Fue muy jodido, no fue fácil porque ella se deprimió mucho. Yo le insistía en que tenía que ir a la rehabilitación. "¿Vos te querés ver así?", le decía. Hasta que un día empezó a ir a caminar en el Hospital Jorge de Burzaco. Y también al IREP (Instituto de Rehabilitación Psicofísica).
–Los primeros momentos cuando volvió en sí después del coma debieron ser duros...
V: –Pensábamos en cómo explicarle lo que le había pasado, por miedo a su reacción. ¿Qué le decía, que se había caído en el cordón de la vereda? Y da la casualidad que despertó estando yo sola. Ahí la agarraba y le decía: "te quiero, mamita, te quiero, mamita". Me miraba con todos los tubos en la boca y lloraba. Eso sí no me olvido más. Lloraba un montón.
EB: –Después se lo contamos todo en familia y ella iba recordando. Primero la hieren en un brazo con un priedrazo, después vio los videos y ella fue recuperando la conciencia del problema. Vanesa no lo dice por exceso de modestia, pero los médicos le dijeron que no iba a moverse más en el Argerich. Y Vanesa desarrolló una tarea titánica para que la madre se levantara. Le porfió a los médicos y se levantó. Caminó y empezó a hablar y los médicos le dieron la razón.
–¿Cómo es su rutina hoy?
V: –Ir a la rehabilitación. Se dedica a su nieto Rodrigo, tiene como un kiosquito para que la mente le vaya caminando, y si no va para mi casa. Mi hermana Estefanía la ayuda mucho con el lenguaje. Le dice por ejemplo: "Mami, ¿qué es esto? Trapo-de-piso." Así estamos, porque es lo que nos dicen los médicos que hagamos. "¿Qué es esto? Ce-bo-lla." También tiene ayuda de los médicos, pero tiene que tener ayuda de los hijos. Tiene dos fonoaudiólogas. Avanzó un montón, lo notamos.
–¿Qué esperan ustedes del juicio?
V: –Tenemos confianza en Claudia y agradecimiento a los compañeros, porque si mi mamá se levantó de esa silla fue por la ayuda de la gente que la acompañaba. No me olvido de eso. Yo ya estoy muy agradecida.
CF: –Siento que es un deber representar a esta querella. Tratar de lograr justicia y perpetua para quienes cometieron un crimen tan atroz de quitarle la vida a un chico de 23 años, de quitarle la vitalidad y las posibilidades de seguir teniendo una vida activa, militante, como la que llevaba Elsa al momento de recibir un tiro en la cabeza.
EB: –Creo que haber llegado es ya muy importante. Cuando Elsa ya se retiraba, cansada, y vio la movilización el primer día y su figura en una pancarta quiso ir al centro de la gente para abrazarse con sus compañeros del Polo y del PO, y finalmente logró lo que ella quería, que es volver a la lucha y volver a reclamar justicia.
–¿Elsa pudo expresar qué espera ella del juicio?
V: –Ella dice que se va a ganar. Estos tienen que pagar lo que hicieron. «
Producción: Rodolfo González Arzac
espíritu y compromiso militante
G. M.
–¿Cómo era Elsa, la militante?
–V: Nunca perdió el espíritu militante. Sigue amando al Partido Obrero y al Polo Social. Por lo que le pasó, nosotros pensábamos que no. Pero si hablamos mal, se enoja y nos putea.
–EB: Es del perfil de miles de mujeres en la Argentina que tuvieron que salir a pelearla solas. Salió a pedir ayuda en un momento de una crisis muy profunda en el país, cuando nadie le daba ayuda. Se ligó al Polo de Berazategui. Se empezó a organizar y rápidamente se destacó, a pesar de que es una compañera que no tenía un nivel de instrucción alto, como una gran organizadora de su barrio y de una veintena de comedores populares que existen en Berazategui, y ella era responsable de los alimentos. Pasó rápidamente a asumir otras responsabilidades más allá del alimento. Antes de que la balearan, había empezado a participar en el plenario de trabajadoras, que interviene en el encuentro nacional de mujeres. Había viajado y había vuelto muy entusiasmada con los derechos que se discutían ahí, con los reclamos que había con la violencia contra la mujer, de la que también ella fue víctima. Se empezaba a convertir en una militante plena, consciente, socialista, revolucionaria y es mucho más de lo que se dice sobre ella. La figura de Elsa de alguna manera para la opinión pública es una señora que estuvo ahí y que recibió un tiro, pero Elsa era una militante muy consciente.
–¿Cómo llega a aquel 20 de octubre?
–EB: Ese día Elsa tenía una cita en la municipalidad de Berazategui. Decidió no ir para acompañar los reclamos de los tercerizados y desistió de esa cita de organización de problemas barriales para ir a defender ese trabajo superexplotado que sufrían esos trabajadores. Se habla muy justamente de la militancia de Mariano, pero Elsa también lo era. También lo es y va a recuperarse. Los médicos le dijeron que su recuperación seguía pero que lo más importante para eso es que ella volviera a lo que más quería: a su militancia. Eso refleja que aun herida, aun con sus facultades incompletas, su conciencia permanece. Lo que no pudieron matar los asesinos en el caso de Mariano es su memoria y lo que es hoy como símbolo. En el caso de Elsa es su conciencia. Sigue vigente, sigue presente.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont
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