16 de agosto de 2013

BRASIL.

JUEVES, 15 DE AGOSTO DE 2013 
El albañil Amarildo y la transformación de Brasil
Por Bruno Lima Rocha (BARÓMETRO INTERNACIONAL) 
Amarildo Días de Souza es albañil, 47 años, residente de la comunidad de la Rocinha, Son Conrado, Zona Sur de la ciudad de Río de Janeiro.

Este trabajador, padre de seis hijos y casado hace veinte años se encuentra desaparecido desde 14 de julio. 
Las circunstancias de su desaparición indican fuertes indicios de participación de policías militares con puestos en la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) local. Las UPPs son instalaciones permanentes que la Policía Militar del Estado del Río de Janeiro (PMERJ) mantiene en decenas de favelas que –como se dice en la jerga militar– fueron o están siendo “pacificadas”. En estas localidades, el tráfico no anda más con armamento ostensivo y/o se desplazó hacia otras áreas, o actúa de forma silenciosa, muchas veces con la complacencia de los agentes de la ley. Este trabajador ejemplar, fue “desaparecido” y lo que era antes un hecho trivial, se hace hecho político en el Brasil de las protestas.

Infelizmente, Amarildo no es un caso aislado. Según Amnistía Internacional, sólo en los últimos veinte años desaparecieron más de 90 mil personas en el Brasil. La democracia realmente existente trata a la base de la pirámide social de la misma forma que la dictadura militar trataba la disidencia política. La “novedad” no es la posibilidad de crimen por parte de un agente de la ley y sí la reacción popular, y la incorporación de esta pauta en movimientos de tipo político.

Aparentemente, el país se transforma de abajo hacia arriba. Las instituciones estatales no vienen sufriendo alteraciones substantivas y menos aún la promiscua relación entre el agente económico y los gobiernos federal, estadual y municipal. Dos casos ejemplifican el concepto. Primero, el triste episodio del “papódromo”, un área enorme que fue terraplenada con recursos del ayuntamiento y pertenecía a un empresario conocido como el rey de los autobuses en Río. Apenas la obra fue hecha, llovió mucho en Río durante la visita de Jorge Mario Bergoglio (Francisco I) y el local terminó conocido como el “mar de lama de Guaratiba”, nombre de una región en la Zona Oeste de la ciudad del Río. Otro caso es el supuesto cartel formado por empresas ejecutoras de contratos junto al sistema de transporte público del gobierno del estado de São Paulo.

Éste incluye al Metro de la ciudad de São Paulo y a la Compañía Paulista de Trenes Metropolitanos, y el esquema sólo salió a la luz porque la transnacional Siemens acabó declarandolo al Ministerio Público a través de algunos de sus ejecutivos locales. Finalmente, la 5ª economía del mundo no está cambiando porque en el tope de la pirámide, gobernantes de todo tipo –sean tanto los del actual gobierno de centro, Lula–Dilma, como en la Era Fernando Henrique Cardoso, derechista privatizadora –estén alterando sus prácticas. Los cambios que cito son perceptibles en la capacidad de reaccionar, volviendo indignación lo que antes era visto como “natural”, politizando temas básicos. 

Algunos analistas caracterizan la violencia policial sólo como parte del “basurero autoritario”, una forma de maldición antidemocrática, resquicio de la dictadura. Desacuerdo. La violación de derechos en el país, en específico de derechos humanos, es parte de la injusticia estructural sufrida por la mayor parte de los brasileños. Las dos películas brasileños del director José Padilha, Tropa de Élite 1 y 2, fueron éxitos de taquilla, con públicos enormes tanto en los cines como en la TV y en la reproducción ilegal de DVDs. Por primera vez, los brasileños no iniciados en la política o que no pertenezcan ni al mundo del crimen ni las fuerzas de seguridad, pudieron conocer un poco de lo cotidiano de más de 2 millones de habitantes de Río de Janeiro y su Región Metropolitana. Las dos películas explicitaron las entrañas del aparato policial fluminense (del estado del Río de Janeiro, modelo límite de corrupción institucional) así como la relación promiscua entre crímenes de Estado y oportunismo político. 

Como saben los especialistas en seguridad pública, la misma policía que mata de forma indiscriminada es muy corrupta y actúa en la represión política sin ningún tipo de vergüenza o cautela. Cuando la policía es violenta e ideológica, ahí estamos al borde del fascismo o del autoritarismo de Estado. En Brasil siempre hubo una separación simbólica entre quien enfrentaba a la policía en la reivindicación de derechos y las víctimas del abuso policial en función de los altos índices de criminalidad aislada, actuando de manera predatoria en la base de la pirámide. Parece que, a partir de las protestas de junio, las pautas por los derechos se unificaron. 

En el Río de Janeiro, la desaparición de Amarildo materializa la franja llevada en las protestas contra las relaciones poco republicanas (en la jerga de la política brasileña, esto implica sospecha de corrupción) del gobernador Sérgio Cabral Hijo (PMDB), cuyo gobierno estadual también está compuesto por miembros del PT, siendo que la alianza fue creada por Lula. En el panorama general, la Red de Comunidades y Movimientos contra la Violencia dice: “La policía que reprime en la avenida es la misma que mata en la favela!” Debería ser usual la reacción popular y política contra el hecho de un ciudadano humilde desaparecido estando bajo custodia de un agente de Estado. Pero no lo es. Se trata de una poderosa novedad, implicando en un cambio cualitativo tanto para la ciudadanía como para la militancia popular brasileña. 

Bruno Lima Rocha es politólogo, periodista y profesor de relaciones internacionales.
Fuente:Argenpress

¿Dónde está Amarildo?
Cartel de AI sobre la desaparición de Amarildo. -Elisângela Leite/Anistia Internacional
La sociedad brasileña se moviliza para saber el paradero de un albañil desaparecido tras su detención por la policía en una favela de Rio de Janeiro
JOSÉ MANUEL RAMBLA Brasilia 15/08/2013 
¿Dónde está Amarildo? Desde hace un mes, está pregunta pesa como una losa sobre las conciencias de la sociedad brasileña. Algunos, incluso, no dudan en ir más allá y transformar el interrogante en una indignada interpelación a los poderes públicos: ¿Quién mató a Amarildo? Y es que el nombre de Amarildo ha vuelto a poner de manifiesto en Brasil la siniestra actualidad un fenómeno que parecía olvidado en las ya lejanas noches de las dictaduras latinoamericanas: las desapariciones forzosas.

Amarildo de Souza es un albañil de 42 años residente en la Rocinha, una de las favelas más populosas de Rio de Janeiro. El pasado 14 de julio Amarildo fue abordado sobre las 20 horas por cuatro agentes pertenecientes a las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) que le consideraban sospechoso de colaborar en el tráfico de drogas.

Una cámara de seguridad registró más tarde el momento en que era sacado del retén donde fue inicialmente interrogado, e introducido en un vehículo policial. También grabó a su esposa Elizabete acercarse hasta él corriendo al percatarse que era sacado de las dependencias policiales. Luego el coche, con Amarildo en su interior, arrancaba con destino a la sede central de la UPP en Rocinha. Son las últimas imágenes del desaparecido albañil. Luego su rastro se desvanece, aunque las autoridades aseguran que tras ser interrogado en la central, fue puesto en libertad.

Para Ruchester Marreiros, uno de los responsables de la policía civil carioca, el caso no tiene misterios. A su juicio, la información policial ponía de manifiesto la implicación de Amarildo y su esposa en el narcotráfico, en concreto, dando cobertura logística.

Marreiros asegura que el albañil, tras ser liberado, fue asesinado por los propios traficantes que le consideraron un confidente de la policía. Incluso la policía tiene identificado al asesino, el joven Thiago Silva Mendes, de 22 años, actualmente huido.

Pero hay dos problemas. Por un lado que el cuerpo de Amarildo sigue sin aparecer. Por el otro, que las supuestas pruebas que demostrarían la implicación de Amarildo y su esposa en el narcotráfico son, a juicio de otros investigadores como Orlando Zaccone, muy inconsistentes. De hecho, la misma ministra de Derechos Humanos, Maria do Rosário, reconocía que posibilidad de que miembros de la policía estuvieran detrás de esta desaparición, era una hipótesis admisible.

Las desapariciones, un hecho habitual
Mientras se desvela la suerte corrida por Amarildo, la sociedad brasileña se moviliza exigiendo respuestas para unos hechos que se hallan muy lejos de ser un caso aislado. El teólogo Antonio Costa, fundador de la ONG Rio de Paz, recuerda al respecto que desde 2007 el número de personas desaparecidas en Rio de Janeiro supera las 35.000, según los datos oficiales del Instituto de Seguridad Pública.

"Esa estadística no muestra todo el problema", comenta. "El gobierno no tiene transparencia y tememos que muchas desapariciones se mantengan como tal en las estadísticas, aunque luego se sepa que se trata de un homicidio", señala. El 80% de los casos son pobladores de favelas.

"Brasil, que es la sexta economía del mundo, es también uno de los países más desiguales del planeta. Y la desigualdad social, en una sociedad de consumo como la nuestra, genera violencia. El problema es de raíz y solo se resolverá con trabajo digno, educación y distribución de la riqueza", se lamenta.

Desde 2007 el número de personas desaparecidas en Rio de Janeiro supera las 35.000

Detrás de buena parte de estas desapariciones se encuentran los enfrentamientos entre bandas rivales, los ajustes de cuentas dentro de las organizaciones criminales, así como la propia policía o las milicias. Costa destaca especialmente las actividades de estos últimos. "Son peores que el narcotráfico porque tienen connivencia con el poder público, con miembros del Parlamento, con policías retirados y con policías en activo", dice.

Para el teólogo, se trata de una evolución de los grupos de exterminio que operaban en los años 70 que ahora "valiéndose de la extorsión, la tortura y el asesinato exigen ser pagados para garantizar la seguridad en los barrios bajo su dominio", comenta. En la actualidad, estas milicias ya controlan en muchos casos el tráfico de drogas, así como los más variados servicios, desde el transporte público a la distribución del gas, incluyendo la televisión por cable o internet.

Herencia de la dictadura
El sociólogo Fabio Alves Araujo considera que el actual fenómeno de los desaparecidos es una de las herencias más siniestras recibidas de la dictadura. "Una de las herencias que quedó del régimen militar fue la Policía Militar y todo un conjunto de prácticas autoritarias y violacionetegridad física", afirma. "Esas prácticas están arraigadas no solo en la policía, sino de manera estructural en la sociedad brasileña", subraya.
"El Brasil de la violencia cruel contra ciudadanos indefensos es digno de ser odiado"
La brutalidad que presentan muchos de los restos recuperados de algunos de estos desaparecidos ponen de manifiesto esta sádica herencia: miembros amputados, cuerpos disueltos en ácido, o cadáveres calcinados entre ruedas de neumáticos, una cruel técnica con la que borrar identidades conocida como el "microondas". Todo un "arte macabro" para hacer desaparecer cuerpos que Araujo ha analizado en sus investigaciones.

Es el horror que Brasil esconde tras la autocomplacencia de los grandes números macroeconómicos y que el caso Amarildo ha sacado a la luz. Su historia ha llevado a Caetano Veloso a recordar estos días los tiempos en que estuvo preso durante la dictadura. Recordaba los gritos que escuchaba de otros detenidos, muchos de ellos simples presos comunes, que sin la fortuna de ser un conocido intelectual como él, sufrían en sus cuerpos los desgarrados de la tortura. Rememoraba también la lección que aprendió entonces: "el Brasil de la violencia cruel contra ciudadanos indefensos es digno de ser odiado". Un amargo recuerdo del cantante, compartido estas semanas por los miles de brasileños que estos días, en las calles o en las redes sociales, insisten en saber ¿Dónde está Amarildo?


Militares pensaron en un conflicto contra Argentina, Uruguay y ParaguayDictadura brasileña temió guerra regional
La dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 espió a sus vecinos latinoamericanos, incluso a sus guerrillas izquierdistas, y temía un conflicto con los países vecinos, según documentos militares revelados ayer por un diario.
Década de 1970. El dictador brasileño Ernesto Geisel, al centro, junto a su colega uruguayo Aparicio Méndez. 
San Pablo | AFP y Ansa/El País
Según O Estado de Sao Paulo, los agregados militares y diplomáticos brasileños fueron encargados por años de recolectar una extensa y minuciosa información sobre los secretos militares y estratégicos de otros países latinoamericanos.

La búsqueda de esa información se centró en particular en obtener detalles sobre "la estructura general de los ministerios de Defensa, su organización y funcionamiento, la composición de cada fuerza armada, los comandos, la fuerza y el equipo de tropas, su distribución y órdenes de movilización" y otros temas estratégicos como el número de defensas antiaéreas e instalaciones subterráneas.

El plan de espionaje abarcaba todos los países de América, salvo Estados Unidos y Canadá, y no solamente involucraba a los agregados militares del país en el exterior sino también a su cuerpo diplomático.

Los documentos desclasificados que publicó O Estado indican también que a finales de los años `70 el régimen militar brasileño igualmente realizó una estrecha vigilancia sobre los movimientos guerrilleros de izquierda que operaban en Bolivia, Colombia y Venezuela por temor a que sus operaciones se extendieran a Brasil.

Guerra.
El diario también señaló que según esos documentos desclasificados los militares brasileños se prepararon para un posible conflicto regional.

Un documento de agosto de 1978 informa sobre la creación del "Plan de Informaciones Estratégicas Militares" bajo el gobierno del dictador Ernesto Geisel, en el cual los militares y diplomáticos debían participar del espionaje a través de las embajadas y consulados en América Latina.

En abril de 1978, dos meses antes de la realización del Mundial de fútbol en Argentina, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas preparó un escenario bélico llamado Operación Delta, en la cual imaginaba que Brasil se enfrentaría en una guerra a una alianza entre las dictaduras argentinas, paraguaya y uruguaya. Los militares pedían más presupuesto para esta hipótesis de conflicto que meses después fue rechazada por el propio dictador Geisel, ya que ser trataba de sumas demasiado elevadas para ser utilizadas en la preparación de una guerra "improbable", según los documentos.

Los archivos desclasificados indican que en la zona fronteriza con Argentina las fuerzas brasileñas estaban mal preparadas y que el vecino tenía superioridad evidente en su Fuerza Aérea.

"Tal vez el mayor beneficio de este trabajo de planificación, en la etapa en la que está, haya sido la de permitirnos una visión panorámica de la falta de preparación militar en Brasil", señaló el entonces vicealmirante Ibsen Camara, citado en uno de los documentos.

Guerrillas.
La inteligencia de la dictadura militar brasileña, que mantenía un férreo control sobre la oposición interna y los movimientos sociales, se preocupó también de obtener informes sobre los conflictos de sus vecinos y buscó por ejemplo tener un conocimiento detallado de todos los enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas armadas en esos territorios.

O Estado dijo que, según se desprende de los documentos, Brasil no suministró armas a Bolivia para luchar contra la guerrilla, pero en cambio sí proporcionó capacitación de contrainsurgencia a cuatro pilotos bolivianos en el sureño estado brasileño de Rio Grande do Sul.

Las revelaciones de O Estado se producen en momentos en que Brasil ha planteado su disconformidad tras las revelaciones, basadas en las filtraciones del prófugo exanalista de la inteligencia estadounidense Edward Snowden, de que Washington operaba en Brasilia una de las estaciones de la red mundial creada por la Agencia de Seguridad Nacional(NSA) para espiar comunicaciones electrónicas en el mundo.

El mes pasado, el diario O Globo informó que Washington escuchaba a escondidas las conversaciones telefónicas y correos electrónicos brasileños.

A mediados de julio, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, para darle explicaciones sobre las denuncias de espionaje norteamericanas en el país sudamericano atribuidas a Snowden.

Rousseff recupera intención de voto
San Pablo | AFP
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se recupera en los sondeos sobre intención de voto tras caer por las protestas callejeras en el país en junio, pero iría a una segunda vuelta en la elección presidencial de 2014, según un sondeo divulgado ayer.

Rousseff, que perdió 21 puntos porcentuales a fines de junio, cuando se desataron las manifestaciones, tiene ahora 35% de intención de voto para los comicios del año próximo, señala una encuesta de Datafolha. Marina Silva, una líder ecologista, exsenadora y excandidata presidencial en 2010, ocupa el segundo lugar con 26% de intención de voto (tres puntos más que a fines de junio). Por detrás se sitúa el senador Aecio Neves, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña. En una virtual segunda vuelta, Rousseff superaría a Silva por 46% contra 41% y obtendría más de 50% contra cualquier otro candidato de la oposición.


Revelan proyecto secreto de la dictadura en los `70Brasil quiso su bomba atómica
El exdictador brasileño Ernesto Geisel, que gobernó entre 1974 y 1979, expresó ante altos mandos de las Fuerzas Armadas su intención de construir una bomba atómica preocupado por el desequilibrio de poder que representaba el desarrollo atómico argentino.
Brasilia | ANSA y AFP
Geisel señaló que estaban sujetas a revisión algunas premisas estratégicas "formuladas años atrás" ya que es preciso su "actualización, y la nueva concepción deberá contemplar la hipótesis de una guerra continental envolviendo a Argentina".

Lo señaló durante una exposición ante el Alto Comando de las Fuerzas Armadas pronunciada el 10 de junio de 1974, apenas tres meses después de haber tomado posesión de su cargo, según lo revelan los papeles divulgados ayer por el matutino Estado do São Paulo.

En su intervención el presidente de facto refirió a la importancia de contar con desarrollo propio de tecnología nuclear para fines pacíficos y también para la defensa nacional, tras lo cual suscribió acuerdos con Alemania para la construcción de plantas atómicas.

Reservas.
La política nuclear de Geisel fue recibida con reservas por parte de Estados Unidos y fue uno de los factores que causaron roces diplomáticos con Washington, agravados durante el mandato del presidente James Carter que denunció acuerdos de cooperación militar con Brasil.

La dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 espió a sus vecinos latinoamericanos, incluso a sus guerrillas izquierdistas, y temía un conflicto con Argentina, según documentos militares desclasificados revelados el domingo.

Según el periódico O Estado, los agregados militares y diplomáticos brasileños fueron encargados por años de recolectar una extensa y minuciosa información sobre los secretos militares y estratégicos de otros países latinoamericanos.

La búsqueda de esa información se centró en particular en obtener detalles sobre "la estructura general de los ministerios de Defensa, su organización y funcionamiento, la composición de cada fuerza armada, los comandos, la fuerza y el equipo de tropas, su distribución y órdenes de movilización", entre otros temas.


Crimes da Ditadura de 64: Itamaraty-Condor-Depto. de Estado (EE.UU.)"Os golpistas de 64"
Colaboradorpor Dario Pignotti
Jueves, 15 de Agosto de 2013

Documentos revelam conexão entre Itamaraty, Operação Condor e Departamento de Estado dos EE.UU..Esclarecem o rapto do coronel Cardim Osorio,considerado um inimigo do ditador general Geisel.O sinistro Francisco Azeredo da Silveira

Brasília. A primeira pista sobre a Operação Condor surgiu no Brasil e envolve um ex-chanceler que pouco foi investigado. O homem de confiança de Henry Kissinger no Brasil durante os anos da coordenação repressiva sul-americana foi Francisco Azeredo da Silveira, titular do Ministério de Relações Exteriores durante o governo do general Ernesto Geisel entre 1974 e 1979.

Ele ascendeu ao cargo depois de ser embaixador na Argentina, "onde ganhou a confiança dos militares, principalmente de Geisel, por ter executado muito bem o trabalho duplo de diplomata e colaborador dos serviços de inteligência que perseguiam e, quando necessário, eliminavam os opositores prófugos", denunciou Jarbas Silva Marques, um ex-prisioneiro político que foi também "testemunha direta da selvageria dos diplomatas que estavam em Buenos Aires fazendo trabalho sujo”.

“Azeredo autorizou não só pessoalmente, como supervisionou o sequestro e a tortura do coronel Jefferson Cardim, em Buenos Aires. Sei disso porque Jefferson Cardim me disse na prisão, onde fomos companheiros", completou Marques.

Até hoje pouco se sabe sobre a participação do Brasil no submundo repressivo regional devido a várias razões. Uma das principais é que os Estados Unidos tem evitado, tanto quanto possível, tornar públicos os documentos sobre ações encobertas executadas com a colaboração do Itamaraty e seu Centro de Informações no Exterior, o Ciex – discreto braço de espiões criado pelo ex-embaixador na Argentina e no Uruguai e suposto informante da CIA Manuel Pio Correa, uma década antes do surgimento da Operação Condor, criada em 1975, durante uma reunião convocada pela ditadura de Augusto Pinochet.

Apesar da escassez (por ocultação) de informações sobre as operações clandestinas e da ainda vigente lenda de que os generais brasileiros não se misturavam muito com seus primos, os gorilas do Cone Sul, qualquer análise sensata chegará à conclusão de que o Planalto, por ser o mensageiro do Departamento de Estado nesta parte do mundo, foi o fiador da Condor. Se Brasília não houvesse bendito – e instigado – o acionar dessa associação ilícita, ela seguramente teria sucumbido.

A gritante assimetria nos critérios adotados pelos governos recentes dos Estados Unidos para jogar luz sobre o ocorrido é sugestiva. Sob os governos de Bill Clinton e George W. Bush, foram desclassificados milhares de relatórios secretos sobre os regimes de exceção chileno, argentino e uruguaio, a partir dos anos 70, enquanto são contados os papéis relativos ao Brasil. Inclusive, é muito pouco o que foi liberado sobre o golpe de Estado contra João Goulart em 1964, depois do qual ele teve de exiliar-se em Montevidéu, onde, desde então, cada movimento seu foi seguido por uma camarilha de espiões brasileiros e uruguaios.

Será que, ao manter na sombra os crimes brasileiros, os Estados Unidos estão preservando a si mesmos?

Ou será que a Condor, como todo crime de Estado, jamais chegará a ser completamente esclarecido, e seus verdadeiros responsáveis gozarão de eterna impunidade?

O Brasil era, desde abril de 1964, o aliado mais confiável de Washington em sua guerra sem fronteiras para "conter" o avanço comunista, mas talvez 1971 tenha sido o ano chave: foi quando surgiu, do alto do poder, no encontro entre Richard Nixon e Emilio Garrastazú Médici, na Casa Branca, o pacto para semear a desestabilização dos governos inimigos e autorizar a caçada de opositores além das fronteiras nacionais.

"Acredito que a intensidade da organização entre Brasil, Argentina, Uruguai e Chile se iniciou depois de alguns sequestros de diplomatas, no Brasil, (embaixador norte-americano Charles Elbrick , 1969) e do agente norte-americano (Dan Mitrione, 1970), no Uruguai, pelas mãos dos Tupamaros, o cônsul brasileiro em Montevidéu (Aloísio Dias Gomide, 1970), as operações de guerrilha argentina dos Montoneros, que eram fortes", declarou o filho do coronel Jefferson Cardim Ossorio, Jefferson "Jeffinho" Lopetegui Ossorio, em entrevista à Carta Maior, a quem assegurou a "participação total, a responsabilidade criminal que teve no sequestro meu, de meu pai e do embaixador Azeredo da Silveira, que nos acompanhou pessoalmente ao avião que nos deportou clandestinamente ao Brasil".

Certamente, Azeredo da Silveira, que havia sucedido o suposto colaborador da CIA, Correa, no cargo, atuou em sintonia com a política de Estado terrorista acordada entre Nixon e Médici, e agiu em consequência a autorizar e acompanhar o rapto do coronel dissidente Cardim Osorio, que foi apenas o primeiro de vários delitos similares perpetrados na capital argentina desde 1970.

Documentos
Dos documentos obtidos em primeira mão por este cronista, um, encontrado em 2011 e elaborado por um agregado militar na embaixada de Buenos Aires, e o outro, redigido por um quadro do Ciex, descrevem com farta informação o rapto do coronel Cardim Osorio, "que sempre foi um inimigo jurado do general Geisel, desde os anos 50", conta seu filho Jeffinho, perpetrado a pouco de desembarcar em Buenos Aires vindo de Montevidéu.

Depois de ter sido espionado na capital uruguaia por serviços brasileiros e daquele país, o coronel “Jeffinho" e um sobrinho do militar foram raptados em uma doca de Buenos Aires no dia 11 de dezembro de 1970, ou seja, cinco anos antes que a ditadura de Pinochet trouxesse militares de outros quatro países para institucionalizar a Condor.

Um dos telegramas secretos que narra o acontecido com o militar brizolista leva em seu canto superior direito um carimbo da Agência Central do Serviço Nacional de Informações e o número de protocolo 001061.

No documento de seis páginas, originado da embaixada brasileira no dia 19 de dezembro de 1970, se revelam os detalhes da operação coordenada entre brasileiros, argentinos e uruguaios que se consumou com o sequestro do coronel Jefferson Cardim, um dos troféus mais cobiçados pela ditadura, e que finalmente seria deportado clandestinamente ao Rio de Janeiro, depois de ser torturado em uma sede da polícia federal do regime do ditador argentino, general Roberto Marcelo Levingston, que também foi informado de todo o acontecido.

"Esse material é uma peça para ser estudada profundamente, eu o chamo de primeira prova documentada sobre uma ação repressiva internacional, seguindo o modelo de coordenação e repressão dele. Sempre disse que o conceito do Condor foi inventado pelo Brasil e essa comunicação secreta, elaborada na Embaixada em Buenos Aires, está confirmando perfeitamente esta tese", declarou Jair Krischke, presidente do Movimento de Justiça e Direitos Humanos.

Formalmente, a Condor foi fundada em 1975 no Chile, em uma reunião em novembro daquele ano, onde havia correspondentes brasileiros, uruguaios, argentinos, paraguaios, etc.… mas esses papéis não deixam dúvidas de que o sistema existia desde muito antes, porque o rapto e a deportação de Jefferson são fatos pioneiros que depois se repetiriam em casos similares nos anos de 1976, 1977, 1978.

Mas não se deve perder de vista que isso aconteceu em 1970 e que não foi um fato isolado, porque, em outro operativo internacional, em 1971, no aeroporto de Buenos Aires, foi sequestrado quando chegava do Chile Edmur Pericles Camargo, o "Gauchão", que continua desaparecido.

E é muito significativo que, como exposto nesses papeis, o sequestro de Jefferson em 1970 tenha se comunicado com as principais figuras militares e diplomáticas dos governos brasileiro e argentino, e que estes autorizaram tudo o que se fez com o coronel e seu filho, muito jovem naquele momento. Ou seja, se enterra a ideia de que os repressores eram delinquentes que desobedeciam as ordens superiores", observa Krischke.

É verdade que a contribuição entre diplomatas e repressores do Brasil e da Argentina foi motivo de comentários elogiosos no relatório elaborado pelo agregado militar no dia 19 de dezembro de 1970.

No telegrama, se acrescenta também, parte das declarações arrancadas dos dois prisioneiros, Jefferson e seu filho (o terceiro detido foi libertado quase que imediatamente), sob tortura na "Subdelegacia de Assuntos Estrangeiros da Polícia Federal", onde o "Coronel Cáceres (argentino)” recebeu dois agregados militares brasileiros, um disposto na Argentina e o outro em Montevidéu, aos quais manifestou um "notável interesse por parte das autoridades argentinas em colaborar", diz a nota.

"Depois de informar (o coronel argentino Cáceres) sobre os antecedentes de Jefferson e a importância de sua detenção, lhe expressei nosso interesse em que seja entregue às autoridades brasileiras", narra o memorando.

Em um dos fragmentos mais reveladores do cabo (página 5) o autor admite estar surpreso de que, pouco menos de um dia depois da detenção dos opositores brasileiros "fui informado pela Coordenação Federal da Polícia de que o presidente (general Roberto Marcelo) Levingston havia firmado o decreto (autorizando a deportação) e esse fato foi comunicado ao Itamaraty (Chancelaria)", se lê na nota de 19 de dezembro.

Em outro despacho secreto do dia 22 de dezembro de 1970, esse originado no Ciex se menciona que o presidente uruguaio Jorge Pacheco Areco teria sido informado da operação que se executou em Buenos Aires a partir de informações procedentes de Montevidéu, onde residiam as vítimas junto a outros exilados notórios, como o presidente deposto João Goulart e o governador Leonel Brizola.

"Quando li esses papeis descobertos por vocês, a princípio me surpreendi, fiquei meio chocado. Mas depois me dei conta que estava tudo escrito, e eu sabia que por trás de tudo o que nos aconteceu estava a Condor, ou a coordenação repressiva que ainda não se chamava dessa forma. Me veio um calafrio. Depois de informar (o coronel argentino Cáceres) sobre os antecedentes de Jefferson e a importância de sua detenção, lhe expressei nosso interesse em que seja entregue às autoridades brasileiras", narra o memorando. “Porque, pela primeira vez, havia um papel, algo oficial escrito pelos militares, com o carimbo oficial, demonstrando que o Itamaraty estava absolutamente inserido por trás do sequestro meu e de meu pai", resume Jefferson Osorio Lopeteguy Cardim.
*@DarioPignotti

Tradução: Liborio Júnior
Envío:Amarelle

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