6-3-2014
Lesa Humanidad
Córdoba
El juicio por ese centro clandestino acumula más de veinte expedientes
La Perla: “Jugaron a la ruleta rusa con nosotros"
Lesa Humanidad
Córdoba
El juicio por ese centro clandestino acumula más de veinte expedientes
La Perla: “Jugaron a la ruleta rusa con nosotros"
Lo declaró ayer Daniel Andrés García Carranza, uno de los seis seminaristas de La Salette, una orden religiosa francesa, que fueron secuestrados y torturados en Córdoba. También testimonió Alejandro Ramón Dausá. "Una parte de la jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice", dijo.
El ex titular del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, es el principal imputado-Telam
Dos ex seminaristas de la orden de La Salette, secuestrados y torturados en Córdoba por la última dictadura, declararon ayer como testigos en el marco del juicio de la megacausa La Perla que, por delitos de lesa humanidad, se desarrolla en los tribunales federales de la ciudad de Córdoba. Daniel Andrés García Carranza y Alejandro Ramón Dausá eran seminaristas de la orden religiosa francesa y fueron secuestrados el 3 de agosto de 1976 junto a otros cuatro seminaristas, entre ellos el párroco norteamericano Santiago Weeks.
Carranza y Dausá, al declarar como testigos ante el Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) en la 122º audiencia del proceso de enjuiciamiento, relataron que fueron torturados en el Departamento de Informaciones Policiales (D2) y en el ex centro clandestino de La Perla, hasta que dos meses después fueron liberados al legalizar sus detenciones y permanecer alojados en la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1). La libertad de ambos pudo lograrse por las gestiones que la monja estadounidense, Joan Mc Carthy realizó ante las instituciones de su país.
García Carranza, en su testimonio, recordó que cuando fue secuestrado en su casa por una "patota que pensé que se trataba de delincuentes comunes, jugaron a la ruleta rusa con nosotros. Nos golpearon, patearon, destruyeron todo lo que había en la casa y se robaron todo lo que se pudieron robar".
Dijo además que estaba "totalmente convencido" de que "una parte de la jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice" con el régimen militar. Los capellanes fueron cómplices, les pagó el Estado terrorista, caso contrario el golpe de estado no hubiera ocurrido", consideró.
En ese contexto también dijo que el fallecido cardenal Francisco Primatesta tenía "fuertes vínculos" con los militares y que "nunca hizo nada" por los secuestrados, torturados y asesinados.
Por su parte, Dausá analizó que en el caso de Argentina, la jerarquía de la Iglesia Católica se dio la gran paradoja que "no solo no nos protegieron, sino que aportaron argumentos filosóficos y teológicos para avalar la tortura y el genocidio", que se resume en un "baño de sangre purificador" para garantizar esa ideología.
Hizo también una reseña de las situaciones que tuvieron que padecer por la persecución a los sacerdotes tercermundistas, como el caso del asesinato del obispo Enrique Angelelli.
También declaró la monja Mc Carthy, quien fue testigo de los secuestros de los seis seminaristas y gestora para la liberación.
La jornada concluyó con el testimonio de Lucía Molina para aportar datos sobre su secuestro y tortura, además de la desaparición de su hermano Carlos Molina.
La audiencia pasó a cuarto intermedio hasta hoy a las 10, para seguir receptando testimonios en este proceso de enjuiciamiento que comenzó el 4 de diciembre de 2012.
El juicio acumula más de una veintena de expedientes, en todos los casos por delitos cometidos entre 1975 y 1976 mediante el Plan Sistemático de Exterminio implementado por el terrorismo de Estado.
Hasta el momento ya declararon 226 y el ex titular del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, es el principal imputado y los hechos que se juzgan son privación ilegítima de la libertad, imposición de tormentos agravados, aplicación de tormentos seguido de muerte, homicidio calificado, tentativa de homicidio calificado, sustracción de menor de 10 años, abuso deshonesto y violación.
Fuente:Infojus
Día 122: 05/03
18:00 Cuarto intermedio hasta mañana a las 10:00
17:57 Finalizó el testimonio de Lucía Dora Molina
17:20 Secuestro en el cafe concert
El 15 de julio de 1976, un año después, Lito Nebbia iba a dar un recital en ese café concert, por lo que en ese momento los trabajadores estaban vendiendo las entradas y alistando el salón. Una patota irrumpió preguntando por ella, que no se resistió para proteger a sus compañeros de trabajo. La llevaron a la pensión y de allí fue nuevamente llevada a la D2. "Me dejaron toda la noche en una habitación parada contra una pared". Con el tiempo supo que por allí había pasado también su hermano, Carlos, con quien no tenía relación. Nunca más lo volví a ver.
17:16 Rostros y nombres
"Me pegaron, me insultaron... A la mañana me llevaron al baño. Yo iba vendada y veo que hay una puerta que se abría a un patio, y ví una frazada que me pertenecía y una persona tapada, no supe quien era. Me devuelven a la habitación, vuelven a interrogarme a insultarme, golpearme y durante la noche siguieron. Me pusieron en una pieza con una chica, y le pregunté cómo se llamaba, y me dijo que se llamaba Silvina Parodi. Ella me dijo que estaba con una chica Mónica Donato. Ví que era muy joven, estaba con un ponchito cardado, hacía muchísimo frío". Esa fue la primera detención de ambas. Lucía Dora, como Silvina, iban a ser nuevamente secuestradas: la persecusión se había agudizado después del golpe del 76.
16:52 Testigo 229: Lucía Dora Molina
16:40 Huida clandestina
Salir del país por sus propios medios y sin ninguna garantía fue el costo que Juanita debió pagar por denunciar lo que sucedía en Córdoba durante el golpe Cívico Militar que saqueó nuestro país en el marco del llamado Plan Condor.
16:35 Testimonio de libertad
Después que la patota se retiró de la casa de los seminaristas llevándolos secuestrados, Juanita corrió hasta el seminario y pidió ayuda. Aunque al principio no querían abrirle la puerta, porque ya eran las 2 de la mañana, al enterarse de los hechos la llevaron hasta el obispado.
"Primatesta no estaba, estaba en Canadá. Rubiolo estaba encargado, pero estaba durmiendo en el tercer piso y no se despertó... Y yo tenía el en mi bolso el número de Vicente Sueco, un gran hombre que ya murio... él conocía a Weeks, fue a la Fuerza Aérea inmediatamente, hizo averiguaciones, buscó en todas las cárceles y los encontró en el D2... Ellos quisieron echar la culpa a los montoneros pero yo sabía que habían sido ellos"
16:20 La evidencia
16:05 Testigo 228: Declara Joan Caron Mc Carthy
El 3 de agosto se encontraba en Córdoba haciendo los trámites para la renovación de su visa y antes de viajar a Buenos Aires, decidió visitar a los sacerdotes de la Salette quienes la invitaron a comer en la casa de Barrio Yofre Norte. Allí se encontraban unos seminaristas que estudiaban teología y la invitaron a conocer la casa en que vivían y estudiaban.
Juanita sintió un mal presentimiento y esa misma noche presenció todo el operativo de secuestro de los cinco seminaristas y su superior. Dotada de gran lucidez, prestó atención a cada detalle bajo la imagen indefensa de una religiosa extranjera. La dejaron sola en la casa y ella se propuso no descansar hasta poder salvarlos. Así comenzó su esforzado itinerario que culminó con la liberación de los seis.
16:00 Interrogatorio
-Le voy a hacer una pregunta que me 'impone' uno de mis defendidos.
15:50 El miedo era una cosa cotidiana
15.45 "El baño de sangre purificador"
-"Cuáles eran dichos argumentos?" pregunta el fiscal.
-Que había que extirpar los elementos que se distanciaran en su ideología y que no había que reparar en el método. Lo se por escritos de sacerdotes como Bonamin o Tortolo que hablan de un "baño de sangre purificador".
15:23 La muerte de Angelleli
Sin embargo, es inevitable la conmoción que lo atraviesa cuando recuerda su traslado el 4 de agosto a UP1, y de cómo en ese lugar se enteraron del asesinato del Obispo Angellelli.
15:20 El infierno que empezó en el D2
En dos oportunidades le bajaron la venda para ser interrogado. Un militar de nombre Barreiro le hizo un interrogatorio que a su criterio no fue demasiado "habil": "la primera pregunta que me hizo es de cuántos días me dejaba crecer la barba. Después este hombre nos interrogó sobre los libros que nos robaron de la biblioteca, no parecía muy hábil".
15;12 Persecusión a los sacerdotes tercermundistas
Alejandro relata el secuestro con los mismos detalles que el primer testigo de hoy, Daniel García Carrara: "Me decían que rece, que me iban a matar".
15:06 Testigo 227: Declara Alejandro Dauzá
15:03 Se reanuda la audiencia
13:43 Terminó el Testimonio de Daniel García Carranza
13:33 Nuevos datos
12:59 La tortura en La Perla fue tremenda
Cuando el fiscal le pregunta los detalles de aquello que vivió durante su estadía en La Perla, el testigo rompe en un llanto sincero. El recuerdo del horror parece despertarse en su memoria: "No era la antesala del infierno, era el infierno mismo. Son cosas que uno no quiere recordar. Hasta el día de hoy no puedo entrar a mi casa con las luces apagadas, es decir, hay marcas de todo lo que han hecho. Pero no me mataron y hoy puedo venir a decirles a ellos, aunque se oculten en la salita de ahí atrás, que son culpables".
12:39 Una parte de la jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice
"Una parte de la jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice. Estoy totalmente convencido. Si ellos no hubieran apoyado, ese Golpe no se daba. Monseñor Tortolo le había dicho a nuestro Provincial que no nos dejaran entrar una Biblia, nos dijeron que nosotros no nos la merecíamos por traidores.... Los capellanes fueron cómplices, les pagó el Estado Terrorista. Les pido a los fiscales que los citen. Ellos son cómplices" dice, vehementemente y dirigiéndose al Dr. Facundo Trotta.
Además, mencionó la participación concreta de religiosos de jerarquía como Primatesta, de quien dijo que mantenía una fuerte relación con los militares. También nombra a Monseñor Bordagaray, quien frecuentaba el Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba y vió a la gente secuestrada y torturada en el "tranvía". "Venía enviado por el Arzobispado, era mi padrino de bautismo! Mis padres le rogaron que hiciera algo por mí y no, no hizo nada!".
12:15 Testigo 226: Declara Daniel García Carranza.
En ese operativo, la patota se sellevó a seis seminaristas junto al Padre Weeks, superior de la casa. Vivían en una casa en un barrio marginal por desición de vida, para vivir pobres entre los pobres, compartiendo su suerte. Poco antes de su desaparición habían asesinado a Angellellilos curas en La Rioja, y a los padres Palotinos en San Patricio. Todos ellos compartían la Teología de la Liberación.
12:00 Arranca una nueva jornada: Complicidad eclesiástica
Los testigos del día de hoy servirán como prueba para acreditar la complicidad de la Iglesia con la dictadura. Declararán Daniel Andrés García Carranza y Alejandro Ramón Dausá, que al momento de los hechos eran seminaristas en la orden de La Salette, y fueron secuestrados y torturados en La Perla. También prestará testimonio la monja norteamericana Joan Mc Carthy, cuyo aporte para la liberación de muchos de sus compañeros religiosos fue muy grande.
Junto a ellos, la patota de la OP3 secuestró también al sacerdote Santiago Martín Weeks (el superior del grupo religioso); Alfredo Daniel Velarde; José Luis Destéfanis y el ciudadano chileno Humberto Hugo Pantoja Tapia. Todos estos hechos figuran en el expediente Morard.
También declara Lucía Dora Molina, una testigo nueva en el expediente Barreiro.
El fiscal elevará la versión taquigráfica de este testimonio para que se instruya la causa por su propia detención y por la desaparición de su hermano Carlos Molina, de quien nunca se abrió ninguna causa.
Después de aquel episodio, Lucía se mudó. Había quedado con una imparable sensación de miedo. Ahora vivía en una pensión y trabajaba en el Cafe Concert que estaba justo al lado.
De su paso por la D2, Lucía Dora Molina recuerda algunos rostros y nombres. A ella le dijeron que tenía que cooperar o la cosa se iba a poner muy dura, que habían encontrado material subversivo en su casa. Ella no entendía de qué hablaban.
Viene a declarar como testigo nueva en el marco del expediente Barreiro. Estuvo secuestrada desde mitad de julio de 1975 cuando fue llevada desde su trabajo en un Bowling, hasta el Departamento de Informaciones de la Policía.
Sorprendentemente, Juanita cuenta los padecimientos que le llevó el retorno a su país, después de que en la embajada no quisieran otorgarle ninguna ayuda: el embajador Owen le dijo que la policía y los ejércitos de los países latinoamericanos estaban vinculados y que ellos no podían ayudarla.
La testigo continúa: "Aquella noche, durante la comida habíamos conversado sobre el trabajo que estabamos haciendo en el norte, sobre la inmigración boliviana y Weeks me pasó el teléfono de un sacerdote de nombre Vicente Sueco, que podía aportar a esos estudios".
Con acento extranjero y aún con un resto de sentido del humor Juanita relata el brutal comportamiento de la patota que destruyó todo a su paso. "Levantaron el psio, rompieron cajones, hasta me revolvieron mis lanas preguntándome si traía yo pistola!" Cuenta que entre la "evidencia" que secuestraron, se llevaron tres discos: uno de Joan Baez, otro de Los Beatles y uno de música de Bolivia.
Fue testigo presencial del secuestro de los seminaristas de La Salette. En español la llaman "Juanita". Tiene 81 años, un rostro dulce y una gran lucidez. Nacida en Oakland, California, es matemática, pero fue religiosa durante 20 años y asi vivió en varios países de américa latina trabajando con el pueblo.
El defensor oficial Casas Nóblega pidió la palabra para interrogar al testigo.
El testigo busca las palabras que ejemplifiquen el miedo que sentían a diario por lo difícil que estaba la situación de represión contra quienes pensaban como ellos. "Con mi superior, el padre Santiago Weeks ibamos a trabajar o reunirnos con vecinos en uno de los barrios más carenciados, que por entonces no tenía luz ni agua. Ibamos en un vehículo y antes de ingresar al barrio el padre me preguntaba si quería confesarme, por lo que nos pudiera pasar. Uno sentía un gran miedo, pero lo entendía como consecuencia de nuestra opción de vida".
Yo afirmo que la Jerarquía de la Iglesa Catolica, en el caso de la Argentina, se dio la gran paradoja que no sólo no nos protegieron sino que aportaron argumentos filosoficas y teologicos para para avalar la tortura y el genocidio.
El testimonio de Alejandro Dauzá lleva un ritmo contínuo, constante. Ello le ayuda a no reparar en lo más doloroso y le permite repasar todos los detalles para que el testimonio aporte la mayor cantidad de elementos probatorios para la causa.
El testigo relata su paso por el centro clandestino montado en el Departamento de Inteligencia de la Policía, donde sufrieron crueles tratos y vieron a mucha gente muy maltratada. "Una mujer de edad que sólo atinaba a gritar que no le metieran más bichos, personas con hematomas visibles, gente herida".
"Fue una época difícl, veíamos que se estaba atacando a un sector de la iglesia." El testigo menciona los diversos ataques a sacerdotes que profesaban una ideología tercermundista.
Actualmente dirige una ONG destinada a la formación de jóvenes. Fue uno de los secuestrados el día 3 de agosto unto a otros seminaristas que, como él, pertenecían a la congregación de La Sallette. Como ellos, figura como víctima de esta causa en el Expediente Morard.
El defensor Viola aclara que su defendida Graciela la Cuca Antón se encuentra descompuesta, por lo que se va a retirar de la sala con autorización médica.
El tribunal dispuso un cuarto intermedio hasta las 14:30.
El fiscal Facundo Trotta solicitó que se incorpore a las investigaciones de la Fiscalía la copia taquigráfica de todo el testimonio ya que aporta nuevos datos para esclarecer la desaparición de sus dos tías, Adriana Maria Carranza y Cecilia Maria Carranza, secuestradas en 1976 y que habrían pasado por La Perla (el caso está actualmente en instrucción). Y también por los datos que aporta en lo concerniente a la investigación de las complicidades de la Iglesia Católica.
Daniel cuenta su traslado a La Perla, donde perdió toda noción del tiempo. La tortura era terrible en ese lugar, pero a él no llegaron a aplicarle picana como al resto de los prisioneros: "Me interrogaba un tal Magaldi, dijo que si iban más allá de los golpes conmigo los podían excomulgar, porque yo era religioso". El tema de la tortura era motivo de discusiones aún entre ellos: "Bonamín dijo que era un mal menor, y que debiera estar aceptada en el Código Militar".
Como era de esperarse, el testigo hace permanentemente hincapié en la responsabilidad que le cupo a la jerarquía eclesiástica en los padecimientos de aquellos que ostentaban un pensamiento de izquierda dentro de la propia Institución.
El primer testigo es un teólogo laico, secuestrado el día 3 de agosto de 1976 cuando era estudiante de teología. "Esa noche llegué a casa a eso de las 12 de la noche y cuando entré, sentí que alguien gritaba que me pusiera contra la pared. Pensé que era un mal chiste, pero me dieron culatazos en la espalda y me pusieron contra la pared. Me agarraron de la nuca y me ordenaron que mirara el piso y no mirara a nadie.
Me vendaron con una camiseta. Lo que sentí en ese momento y lo que sigo sintiendo, es que era una patota de delincuentes comunes los que entraron ahí, aunque dijeran que fueran policías. Jugaron a la ruleta rusa con nosotros, nos golpearon, patearon, destruyeron todo lo que había en la casa y se robaron todo lo que se pudieron robar".
Fuente:DiariodelJuicio
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