Publicado el 24-03-2018
En el Día de la Memoria, Nélida Decristófano de Orzaocoa, dejó un clavel en el Parque Don Tomás en la placa de su nieta o nieto, que nació en cuativerio. A los 96 años, sigue esperando.
Nélida Decristofano de Orzaocoa recorrió, con sus 96 años a cuestas y con ayuda de un bastón, los treinta metros de distancia que separaron al público que asistió este sábado al acto por el Día Nacional de la Memoria en la laguna Don Tomás y el Monumento a la Memoria con los nombres de los 53 desaparecidos pampeanos durante la dictadura militar. Allí dejó un clavel blanco sobre la placa de su nieto o nieta nacida en cautiverio.
La mujer es la madre de Carlos, que vive en Córdoba y participa en organismos de derechos humanos, y suegra de Mercedes Gómez, desaparecida embarazada de cuatro meses en marzo del ‘75. Nélida hizo esos pasos con entereza, con una mano que la sostuvo y una ilusión que le dio fuerzas. A la amiga que la acompañó, le confió en un susurro que, ahora que encontraron a la hija de Lucía Tartaglia, tiene más esperanza de que la hamaca del Paseo de la Memoria que aguarda a su nieto o nieta, deje de estar vacía.
Hace cuatro años la mujer había pronunciado un discurso en el mismo escenario. "Seguramente que eran ideas demasiado progresistas para la época, pero por qué no dialogaron con ellos. No. Era mejor matarlos para que el mundo no conociera sus pensamientos. ¿No sabían que la vida la da el amor y que nos vamos de este mundo cuando Dios lo dispone? Yo no podré entender nunca la mente de los represores. Eran personas instruidas que habían estudiado en establecimientos prestigiosos. No se arrepintieron. Se les otorgó todos los medios de defensa cuando los juzgaron, cosa que ellos no hicieron con sus víctimas", dijo en esa oportunidad.
"Yo perdí una nuera maravillosa, que llevaba un bebé en sus entrañas. Su delito fue trabajar en una villa de Córdoba. Era enfermera y daba los primeros auxilios y además era catequista. A mí me queda muy poco tiempo para abrazar a mi nieto o mi nieta, si es que le permitieron nacer. Pero si en algún lugar está, será una persona honesta y solidaria como era su madre y como es su padre, que todavía trabaja para ayudar a los que más lo necesitan", cerró ese día.
Placas y un árbol
Este sábado las autoridades municipales descubrieron en el Parque de la Memoria una placa para celebrar la recuperación de la identidad de la nieta 125, hija de la pampeana Lucía Tartaglia. No estuvieron los familiares de Lucía. También, como todos los años, plantaron un árbol y colocaron claveles en el Monumento.
El intendente Leandro Altolaguirre encabezó el acto, acompañado por concejales y funcionarios, el rector de la UNLPam, Sergio Baudino, diputados provinciales, el subsecretario de Salud, Gustavo Vera, familiares de las víctimas de la represión y de los cuatro abogados pampeanos que presentaron habeas corpus por la liberación de los secuestrados durante la dictadura militar.
Durante el acto, Gimena Paulucci, una sobrina de la desaparecida pampeana Cristina Barbeito, recordó “la valentía de mi tía” y sostuvo que “tener memoria nos enaltece como sociedad y como argentinos”. La piquense María Cristina Barbeito fue asesinada por una patrulla de la Policía Bonaerense en octubre de 1977 durante la dictadura militar. La pareja de la joven, Juan Carlos Follonier, había desaparecido un año antes. El hijo de ambos, Pedro, que tenía tres meses, sobrevivió al tiroteo y fue recuperado por su abuelo materno.
“Nos enfrentamos a contradicciones, pero respetarnos me parece excelente. Es muy valiente hacer memoria y revolver las heridas”, destacó la joven.
La joven celebró la realización de los juicios por delitos de lesa humanidad, la lucha de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y de los nietos recuperados que reconstruyen su historia. Dijo que en el resto de los países “se admira” el proceso de memoria, verdad y justicia que se encaró en la Argentina. “Somos ejemplo porque vivimos en democracia y tuvimos memoria. Otros no se animan a mirar debajo de la alfombra”, señaló.
También manifestó orgullo por su tía y su primo Pedro, sobreviviente. “No existe una sola verdad. Confío en la justicia. Y hay otra justicia interior, que a veces se puede encontrar al ser escuchado”, concluyó.
Por su parte, el secretario de Gobierno de Santa Rosa, Fernando Pina, consideró que “el 24 de marzo es un día de aprendizaje y reflexión. El ojo por ojo no es justicia. Debemos bregar por un estado más democrático, que nos incluya a todos”. “La dictadura dejó secuelas por décadas”, remarcó, además de pedir no olvidar las amnistías, la ley de punto final y obediencia debida, los indultos, que benificiaron en su momento a los represores. Afirmó que es necesaria la verdad y la justicia porque tienen un “estrecho vínculo con la paz“. En ese camino, mencionó como un hito el juicio a las juntas militares que se llevó adelante en 1985 por orden del entonces presidente Raúl Alfonsín.
Fuente:DiariodelaPampa
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