26 de septiembre de 2022

Este jueves 29, en el ex campo de concentración Olimpo, será presentado un libro sobre la «masacre de la calle Corro», donde fueron asesinados varios militantes montoneros.

 

Este jueves 29, en el ex campo de 

concentración Olimpo, será presentado 

un libro sobre la «masacre de la calle

Corro», donde fueron asesinados 

varios militantes montoneros

Resumen Latinoamericano, 25 de septiembre de 2022.

FOTO: María Victoria Walsh, caída en combate en la calle Corro.

Escrito por el periodista y militante Ernesto Valverde, el libro «Corro 105: Rodeados», es un trabajo minucioso en el que se reconstruye (con testimonios y relatos) la vida de militantes de la Organización Montoneros que integraban el Secretariado político de la misma. Allí, en la calle Corro 105, los cinco montoneros que cayeron en combate dejaron un mensaje claro de que cuando se asume una causa justa hay que estar dispuestos a los mayores sacrificios, incluso hasta morir por ella.

Aparte de hacer importantes aportes desde el punto investigativo de la masacre, Valverde se centra en los cinco montoneros (José Coronel, Ismael Salame, Ignacio Bertrán, Victoria Walsh y Alberto Molina Benuzzi), reconstruyendo desde su infancia y adolescencia, su toma de conciencia política y su paso a un mayor compromiso, que desemboca en esta militancia que les costó la vida.

Hoy, diez militares que participaron en el brutal ataque están detenidos y han sido llevados a juicio, cerrando la parábola de una de las tantas historias de lo que significó la dictadura militar que comenzó el 24 de marzo de 1976.

El libro será presentado este jueves 29 en el ex centro de detención Olimpo (Ramón Falcón 4250-CABA) a las 19 hs.

HACIENDO MEMORIA DE LO QUE SUCEDIÓ EN LA CALLE CORRO 105, HACE 46 AÑOS

El 29 de septiembre de 1976 las fuerzas represivas argentinas mataron a cinco militantes montoneros, entre ellos a una de las hijas del periodista Rodolfo Walsh, Victoria. Después de 45 años de impunidad, la Justicia detuvo a 10 genocidas que participaron en el operativo, conocido como la masacre de la calle Corro. Ninguno de ellos quiere declarar.Con tanques, camiones con bazucas, helicópteros, autos y un arsenal, unos 150 militares argentinos fueron a buscar a nueve militantes de la organización política guerrillera Montoneros, a la casa número 105 de la calle Corro, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí funcionaba, en la clandestinidad, la oficina de prensa.Los militares, gendarmes, policías y bomberos dirigidos por los genocidas Roberto Roualdes, Ernesto el Nabo Barreiro y Héctor Vergez, dispararon hasta matar a tres de los cinco montoneros que ese día fueron asesinados: José Coronel, Ismael Salame e Ignacio Bertrán. Los otros dos, Victoria Walsh y Alberto Molina Benuzzi, decidieron quitarse la vida al grito de: «Ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir».Esa mañana, además, fueron secuestrados otros cuatro militantes que se encontraban en la casa: Lucy Matilde Gómez de Mainer, Juan Cristóbal Mainer, Maricel Marta Mainer y Ramón Alcides Baravalle.

Hasta el barrio porteño de Villa Luro, el 29 de septiembre de 1976 llegaron cientos de represores del GADA 101, la Policía Federal y Gendarmería. En la casa número 105 de la calle Corro se encontraban los militantes montoneros encargados de la prensa de la organización, que se habían reunido allí desde el día anterior. La historia de la muerte de Vicky Walsh —y sus compañeros— fue relatada por su propio padre en Carta a mis amigos y Carta a Vicki.

«El 28 de septiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en sus brazos a su hija porque en el último momento no encontró con quién dejarla. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones largos que siempre le quedaban grandes. A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja», relató.

Resistieron por más de una hora, pero al ver que no iban a ganar, Walsh y Molina decidieron quitarse la vida. En su texto, Rodolfo Walsh cuenta que un conscripto le prestó su testimonio, y le dijo: «Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba, nos llamó la atención porque cada vez que tiraban una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía'».

Después reflexiona: «Mi hija estaba dispuesta a no entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación».

La hija de Victoria Walsh fue secuestrada por los militares; al tiempo la entregaron a la familia de su padre.

Envio:RL


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