Veinte años del «No a la mina» en
Esquel, Argentina: «Un pueblo
dispuesto a luchar no tiene límites»
Por Dario Aranda, Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
La tranquilidad del pueblo patagónico se vio sacudida en 2002 con la llegada de una multinacional minera que prometía trabajo y bienestar. Pero la población de Esquel se informó, organizó y, en una votación histórica, el 81% dijo «No» a la megaminería. Se transformó en una referencia en la lucha contra el extractivismo. Crónica de una victoria.
Esquel no conocía de megaminería, cianuro y drenajes ácidos. Pero tuvo un curso acelerado en 2002, cuando se enteraron por el diario que la multinacional Meridian Gold pretendía explotar oro y plata en las montañas a diez kilómetros del casco urbano. El pueblo vivió una revolución, tanto que fue el primer lugar de Argentina que votó contra la magerminería y el 81 por ciento dijo «No». Ese triunfo, inédito en el país, iluminó luchas en los 5000 kilómetros de Cordillera. A veinte años de aquella gesta, Viviana Moreno, de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina de Esquel, repasa aquellos días, las dos décadas de lucha y también el futuro: «Luchamos por el agua de todos, luchamos por el agua de las generaciones futuras».
Nacida en Santa Fe y afincada en Esquel desde hace casi cuatro décadas, Moreno estuvo desde la conformación de la Asamblea No a la Mina hasta la actualidad. En esta charla aborda todos los temas: de lo personal a lo colectivo, la política partidaria y la que se hace de forma horizontal, la defensa del territorio y los entregadores, el saber popular y el conocimiento científico. Y, a cuarenta años de la recuperación de la democracia, destaca una certeza: «Si estás a favor de los derechos humanos, no podés estar a favor del extractivismo».
Crónica de una victoria: «No a la mina»
—¿Cómo recuerda ese 23 de marzo de 2003?
—Lo recuerdo con mucha alegría y con mucha emoción. Sabíamos que íbamos a ganar, pero no me imaginé que sería por el 81 por ciento de los votos porque desde el gobierno y las mineras hicieron una campaña enorme para tratar de seducir a la gente, con plata, electrodomésticos, de todo. Pero la gente recibía lo que le daban y luego iban y votaban contra la megaminería. Y siempre destaco a los barrios más humildes, donde ya había problemas de acceso al agua, que fueron muy conscientes de lo que podía implicar la megaminería y de lo importante que era defender el agua.
—¿Qué importancia le asignan, en estos veinte años, a la movilización permanente (en Esquel se marcha todos los 4 de cada mes)?
—El 23 de marzo fue felicidad absoluta. Pero algo que marcó dónde pararnos en esta lucha fue que en ese momento, que estábamos en la calle celebrando, un vecino dijo: «Miren que esto es solo una batalla». Lo entendimos de esa manera y al mismo tiempo que valorábamos muchísimo ese triunfo, seguimos trabajando para la toma de conciencia sobre el agua, la organización colectiva y el no dejar la calle.
—¿Qué la motivo, en lo personal, a sumarse a la lucha?
—Trabajaba en el hospital y recuerdo cuando vi la tapa del diario con el cerro y el anuncio de la llegada de la minera. Era 2002. Era muy notoria la desocupación y prometían puestos de trabajo, progreso. Me pareció una buena opción. Hasta que mi compañero de trabajo, bacteriólogo, me dijo: «Te voy a dar un artículo canadiense que habla sobre cómo este tipo de minería actual genera drenaje ácido (que contamina las fuentes de agua)». Y fue un viaje de ida. Confirmaron que de ninguna manera esta actividad puede resolver el drenaje ácido. Yo no podía estar de acuerdo con esa contaminación. Ahí fue muy importante también el accionar de académicos como Silvia González, Marta Sahores y Lino Pizzolón, que comenzaron a explicar los aspectos químicos y técnicos de la minería. Ahí comenzamos hablar de cianuro de sodio, detonaciones y el «no» se fue haciendo más fuerte.
—Y comenzaron las asambleas masivas…
—Todo fue muy rápido. La información comenzó a circular. La primera reunión en la que participé, que era la segunda reunión que se convocaba, ya éramos 600 personas. Y fueron cada vez más masivas.
—¿Cómo jugó la crisis social post 2001 y, al mismo tiempo, el proceso asambleario que se había dado en distintas ciudades del país?
—La crisis había aportado desocupación, empobrecimiento y eso era tierra fértil para el extractivismo. Por otro lado, ese furor social que hizo del movimiento asambleario una práctica fundamental, se aplicó en nuestro caso. Hubo una participación social activa, involucramiento. Eso también jugó a favor de la lucha. Y también, claro, estuvo la lucha de los pueblos originarios, que ya venían luchando por sus territorios.
—¿Cómo fue la participación de los pueblos indígenas?
—Los pueblos originarios participaron desde un comienzo. Puntualmente recuerdo que, en diciembre de 2002, el Pueblo Mapuche hace un trawn (gran reunión) donde se nos invitó a todos. Mucha gente de la Asamblea del No a la Mina participó. Y de ahí salió un documento (que forma parte de la muestra por los 20 años) donde toman un posicionamiento muy claro respecto al agua y por el no a la magaminería. Muchas ideas de organización surgieron de ese famoso documento del trawn.
—¿Cómo llegan de juntarse en asambleas, cada vez más masivas, a impulsar el plebiscito?
—En noviembre de 2002 comenzamos a ir al Concejo Deliberante. Para que tome partido por el proyecto minero. La primera vez éramos tantos que fue caótico. Suspendieron la sesión y la hicieron en un gimnasio. Ahí fue muchísima gente, tanto a favor como en contra. Y el Concejo Deliberante pidió 15 días para poder tomar una posición. Pero empezó el receso legislativo. Entonces se hizo una sesión extraordinaria los primeros días de febrero. Nos enteramos y fuimos cientos, con bombos y no paramos de cantar, presionar, hasta lograr lo que queríamos.
—¿Qué querían?
—Surgieron tres ordenanzas. La de prohibición de cianuro en el ejido municipal de Esquel (que a los pocos días el intendente la vetó). La segunda implicaba desafectarse de las leyes mineras nacionales. Y la tercera fue el plebiscito por «Sí» o «No» al proyecto minero. Terminada esa sesión, estuvimos horas marchando alrededor de la ciudad. Festejando ese primer triunfo, el de lograr el plebiscito. Lo logramos con la gente en la calle.
Luchas conjuntas contra la megaminería
—En 2002 no existían las herramientas de comunicación actuales. ¿Cómo llegaban a la información? ¿Qué rol jugó la relación con otros territorios?
—En ese momento la única forma de conectarnos era a través de correo electrónico. Y una de las primeras comunidades que conectamos fue Tambo Grande (Perú). Ellos tuvieron algunas sugerencias que nos parecieron importantes, entre ellas, la de que fuéramos un movimiento con muchas cabezas, no solo una. Ellos hicieron un plebiscito previo al nuestro y a su líder lo asesinaron. Entonces ellos nos decían que teníamos que ser muchos. Hubo gente de acá que pudo viajar a Tambo Grande. Y luego también fue importante Andalgalá, que vinieron y nos contaron de qué trataba la megaminería en Catamarca (ya operaba Bajo la Alumbrera), que no era nada bueno para los pueblos.
—También hicieron mucho eje en las leyes mineras...
—La información fue clave, tanto como el estudiar cómo llegó la megaminería a nuestro país. Ahí conocimos de las leyes de la década de 1990 y empezamos a identificar que la minería era sinónimo de saqueo y contaminación. Así lo definimos y fue otra forma de explicar por qué no queríamos a Meriand Gold, ni a ninguna otra empresa. Y no podemos no mencionar a Javier Rodríguez Pardo, del Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH), que fue muy importante. Era un compañero muy claro y sumó a todo un trabajo colectivo que se estaba dando en Esquel y, de una u otra manera, se sostuvo estos veinte años.
—¿Qué aprendizaje le queda del rol de los gobiernos y empresas?
—Que las empresas y gobiernos nos subestiman. Pero los pueblos tenemos una enorme potencia organizativa y de lucha. Podemos cambiar las cosas y ya no aceptamos espejitos de colores.
Esquel, dos décadas de movilización
—¿Cómo ve hoy lo que sucedió en Esquel contra la megaminería y, también, en la provincia, por ejemplo el Chubutazo de 2021?
—Algo que aprendimos es que un pueblo dispuesto a luchar no tiene límites. Me emociona cada vez que hablo de esto. Fundamentalmente porque, por ejemplo, en el Chubutazo hubo mucha gente joven que salió a la calle. Fue el pueblo de Chubut que salió a la calle en toda la provincia. Yo creo de verdad que un pueblo unido jamás será vencido. Y fue así, era un pueblo unido por un objetivo determinado y estaba convencido. Luchamos por el agua de todos, luchamos por el agua de las generaciones futuras. Y cada uno de los que estuvieron poniéndole cuerpo a esto, a las balas, son héroes. Diciembre de 2021 fue una cacería organizada que tiraba contra todos, era tremendo, y ningún político de la provincia de Chubut se paró delante de una cámara de televisión o delante de una radio a repudiar lo que estaba pasando.
—En esos días, justo a veinte años de diciembre de 2001, se dijo que había un encadenamiento de resistencias. ¿Saben que ustedes también han inspirado otras luchas? Recuerdo Loncopué (Neuquén) con la minería y Gualeguaychú contra las pasteras y sus referencias hacia Esquel.
—Lo hemos escuchado pero creo que ni siquiera nosotros lo sabemos, quizá no somos conscientes. Imaginate una pequeña población luchando contra poderosos. Pudimos vencer a una multinacional apoyada por los gobiernos nacional, provincial y local. Me parece que el mensaje que dimos a la Argentina y a muchas otras luchas, no solo socioambientales, es que se puede. Unidos, decididos, convencidos: se puede. Creemos que los pueblos no deben estar sometidos a intereses ajenos y pueden elegir qué es lo que quieren para su presente y futuro.
—¿Cuáles son algunos de los hitos de estos veinte años?
—Siempre decimos que la embestida minera es cíclica. Ya sabíamos que puede parecer que se van pero al par de año vuelven. El oro y la plata están en la montaña e incluso ahora vale más que hace veinte años. Entonces la lucha nos enseñó que las mineras tienen mucho dinero y tiempo. Y contra eso resistimos. Una de los hechos más importantes es la conformación de la UACH (Unión de Asambleas de Chubut). Eso nos hace fuertes.
—¿Cómo fue ese proceso?
—Las asambleas de la Comarca nos acompañaron inmediatamente, desde el principio. El Bolsón, Lago Pueblo, El Hoyo, Epuyén. Estaban en nuestras marchas y ellos también hicieron, diríamos, el plebiscito con nosotros. Faltaba en ese momento el resto de la provincia. Pero la información comenzó a circular, nos fuimos conociendo y se fue fortaleciendo la lucha en la costa, con las asambleas de Madryn, Rawson, Trelew, Comodoro Rivadavia. Fue muy importante. Y después vino la Meseta (en centro geográfico de la provincia). El Gobierno en esos años decía que la minería iba a entrar por la Meseta. Y, entre todos, logramos también hacer fuerte la lucha ahí. La lucha y el «no a la minería» se provincializó, y eso es un logro enorme.
Gobiernos, organizaciones y Derechos Humanos
—En muchos de los escritos de la Asamblea queda claro la diferencia de qué es la democracia desde las asambleas y, por otro lado, cómo entienden la democracia los gobiernos, por ejemplo el actual gobernador Mariano Arcioni.
—El gobernador Mariano Arcioni siempre mostró una insensibilidad hacia el sentimiento del pueblo, sea éste un reclamo salarial o el rechazo a la megaminería. No puede o no quiere entender qué significan las luchas del pueblo. Muchas veces no actúa como un político, sino más bien como un patrón. En vez de mirarnos como el representante del pueblo votado en democracia, la mirada o la actitud para con nosotros fue siempre de patrón. Y esas actitudes son irreconciliables con la lucha socioambiental.
—¿Qué lectura hacen de los distintos gobiernos de estos 20 años?
—Desde el menimismo hasta hoy la megaminería es política del Estado y las leyes nacionales son absolutamente a favor del extractivismo. Esté quien esté, ya sea en el gobierno nacional o provincial, todos están a favor del extractivismo. En lo provincial se da que, muchas veces, apoyan la minería por conveniencias individuales, por dádivas, no por un convencimiento político. Hubo claros casos de legisladores que apoyaban la Iniciativa Popular (una propuesta de Ley impulsada por las asambleas) y, poco tiempo después, esos mismos aprobaron la zonificación a favor de la minería. Acá nos conocemos todos y también sabemos de cuestiones de dinero que circulan. Incluso el gobernador Mario Das Neves, que estaba a favor de la minería en su primer gobierno, pocos meses antes de fallecer reconoció que más importante que la minería era el agua. Contó las presiones que tenía de parte de Macri para explotar el proyecto Navidad (de la multinacional Pan American Silver) y decidió hacer una cumbre ambiental. En su discurso, que se puede ver en internet, reconoce que las mineras vienen con valijas de dinero para comprar a otros políticos.
—El 23 de marzo es una fecha histórica para Esquel y las luchas socioambientales. El 24 de marzo es una fecha emblemática para todo el país. ¿Cómo entienden que hay gobiernos, políticos, académicos y hasta organizaciones sociales, entre otros actores, que hablan de la defensa de los derechos humanos pero impulsan el extractivismo en los territorios?
—Yo lo veo como una enorme contradicción. Si vos estás a favor de los derechos humanos, no podés estar a favor del extractivismo de ninguna manera. Es muy claro que el extractivismo se impone con la violación de los derechos humanos. Latinoamérica lleva infinidad de muertos y en Chubut tuvimos criminalización y represiones. Incluso hubo servicios de inteligencia que hicieron espionaje. Y en otros lugares, como Andalgalá, se ve igual o peor, con mucha represión y decenas de judicializados. Entonces, o defendés de verdad los derechos humanos o estás con el extractivismo, no se pueden ambas cosas.
Fuente: Tierra Viva
Convocan en Río Negro a una jornada
«contra la criminalización y a una
plaza por la justicia popular»
Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
JORNADA CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN Y PLAZA POR LA JUSTICIA POPULAR
Organismos de Derechos Humanos se harán presentes en Fiske Menuco (Gral. Roca)- Río Negro.
El jueves 30 de marzo se llevará a cabo una jornada contra la criminalización en Fiske Menuco (Gral. Roca) frente al Juzgado Federal. Más de una decena de organismos de Derechos Humanos nacionales y regionales se harán presentes en la localidad para solidarizarse con organizaciones protagonistas de procesos de lucha de las provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut, que están siendo criminalizadas por la justicia federal y provincial. En este marco, se solicitó una audiencia ante la Cámara Federal para manifestar la preocupación de los organismos de Derechos Humanos.
Resulta imperioso señalar que las causas judiciales a quienes nos organizamos se han multiplicado en los últimos años. En momentos críticos, cuando nos encontramos en la necesidad de salir a luchar por nuestros derechos, esta ha sido una respuesta cada vez más extendida. Los procesos de criminalización afectan a quienes luchamos por mejores condiciones de vida en los barrios populares y atacan directamente nuestras formas de auto-organizarnos así como también las medidas de protesta por mejoras salariales y en defensa de la educación y la salud pública, la lucha en defensa de nuestros territorios contra los proyectos extractivos y en defensa de los bienes comunes. Sin ir más lejos, en la provincia de Río Negro, en el mes de los Derechos Humanos y a 40 años del retorno de la democracia, tenemos aún presas políticas mapuche e infancias que sufrieron múltiples vejaciones que van desde desalojos violentos hasta parir en cautiverio. Es fundamental que la situación de prisión domiciliaria de las lamgen sea atendida y continuamos exigiendo la liberación de todas ellas y sus niñeces.
Por esto, invitamos a las organizaciones sociales y políticas, a los sindicatos, al movimiento feminista y socio ambiental y a la comunidad a ser parte de la Plaza de la Justicia Popular y manifestarse contra la violencia judicial que nos criminaliza por ponernos de pie y denunciar las injusticias. Aunque la mal llamada Justicia pretenda que agachemos la cabeza, nuestra dignidad está más presente que nunca.
Convocatoria: jueves 30 de marzo 9 horas en Plaza San Martín de Fiske Menuco
¡Contra de la criminalización de quienes luchan y se organizan!
¡Por la absolución de todas las y los luchadores!
¡Por la libertad de las presas políticas mapuche!
¡Organizarse en los barrios populares y luchar por trabajo digno no es delito!
¡Defender el territorio no es delito!
¡Luchar por mejores condiciones laborales no es delito!
¡Luchar por la defensa de la salud y la educación no es delito!
Organizan:
Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro
Trabajadorxs de salud de Neuquén
Partido Obrero – Polo Obrero
Multisectorial No a la Mina Trelew
CTA Autónoma – Viedma
Wallmapu Rebelde – Viedma
FOL en la Coordinadora por el Cambio Social
Contactos de prensa:
Trabajadorxs de Salud Pública Neuquén – Sol Martín (299-4057881)
Multisectorial No a la Mina Trelew – Matias Crespo (280- 5055081)
Partido Obrero – Polo Obrero – Beto Castro (2984344743)
FOL en la Coordinadora por el Cambio Social – Catalina Martínez (2944-665010)
Adhesiones:
CELS (Centro de Estudio Sociales y Legales),
SERPAJ (Servicio Paz y Justicia),
Encuentro Memoria Verdad y Justicia,
Asociación Ex-Detenidos Desaparecidos,
Encuentro Militante Cachito Fukman,
APDH La Matanza
CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional)
CEPRODH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos),
CADHU (Centro de Abogades por los Derechos Humanos)
APEL
Observatorio de Derechos Humanos
Liga Argentina por los Derechos Humanos
H.I.J.O.S Zona Oeste,
Secretaría de Derechos Humanos AGD-UBA,
Red por la Identidad,
Zainuco,
La Defensoria de los laburantes
Corriente Social y Política Marabunta,
Violeta Negra- PTS
Acción Grupal Antirrepresiva (AGARRE)
El Colectivo – Conducción del Centro de Estudiantes de la Fadecs Fadel- UNCo
Consejeria Jurídica Fadecs
Agrupación Rojinegra (El Bolsón)
Radio La Negra (El Bolsón)
MULCS (Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social)
Nuevo MAS,
Izquierda Socialista,
Partidos Obrero,
Movimiento Libres del Sur
Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra
Frente Patria Grande- Rio Negro
OLP-Resistir y Luchar
Periódico Resumen Latinoamericano
Para sumarse a la adhesión, ingresar acá:
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La Policía Federal, de las torturas
al espionaje
Por Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
El grupo de informaciones de la Policía Federal en el que trabajó el espía Américo Balbuena, infiltrado en la agencia Rodolfo Walsh, funciona en el mismo edificio que fue sede de la Superintendencia de Coordinación Federal, símbolo de la represión dictatorial desde los años sesenta.
“La agencia está en la calle Moreno 1417”, precisó el comisario Alfonso Ustares, imputado en la causa al igual que Balbuena. Desde el golpe de 1966 encabezado por Juan Carlos Onganía, Coordinación Federal fue sinónimo de persecución política, secuestros y asesinatos que continuaron en la década del setenta.
En 1976, después del golpe del 24 de marzo de ese año, Coordinación Federal cambió de nombre, pero no de mañas. Pasó a llamarse Superintendencia de Seguridad Federal y se convirtió, además, en uno de los centros clandestinos de detención más activos de la Capital Federal.
Prueba de ello es que el 10 de febrero pasado comenzó el tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos por efectivos de esa dependencia, con su nuevo nombre, durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional.
La “Sección Especial”
La Federal tiene antecedentes anteriores a los años sesenta con organismos especializados en la persecución ideológica. De hecho, Coordinación Federal fue contemporánea y luego sucesora, dentro de la uerza, de lo que durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón fue la “Sección Especial”, que funcionaba en la comisaría 8, frente al Hospital Ramos Mejía, en General Urquiza al 500, bajo las órdenes del coronel Jorge Osinde.
En ese lugar hubo desapariciones y torturas. Sus jefes directos eran los comisarios Cipriano Lombilla y José Faustino Amoresano, torturadores por mano propia.
El maestro Osvaldo Pugliese, aunque no fue objeto de violencia física, tenía que ir en forma periódica al lugar, para informar en qué andaba. “Me acusan de comunista y soy comunista”, le comentó al militante de izquierda peruano Ricardo Napurí, quien también estuvo detenido en la Sección Especial. Napurí fue discípulo de Silvio Frondizi, abogado y teórico marxista asesinado por la Triple A.
La placa que decía “Sección Especial”, siguió vigente en la fachada del edificio de la calle Urquiza meses después de la asunción de Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983.
En el hall de entrada a la seccional podía verse todavía, en esos años, la foto —a caballo— del comisario Alberto Villar, con una leyenda que decía “jefe de la Policía Federal”, como si siguiera ocupando el cargo en forma simbólica.
El comisario Villar y el coronel Osinde, fueron precursores de las desapariciones y las torturas por parte de organismos de inteligencia de la Policía Federal.
La historia de “Coordina”
El Terrorismo de Estado se consolidó en los años sesenta, después del golpe de Onganía, de la mano de la Doctrina de la Seguridad Nacional, impuesta por Estados Unidos en América Latina.Si en una reunión política, gremial o estudiantil se escuchaba el grito de advertencia: “Vienen los de Coordina”, rajar era el camino obligado. Todas esas actividades estaban prohibidas y se realizaban en la clandestinidad.
Coordinación Federal comenzó con el golpe de Onganía y adquirió mayor virulencia en 1974, hasta llegar a su pico luego del golpe del 24 de marzo de 1976. Siempre funcionó en el lúgubre edificio de Moreno 1417, a una cuadra del Departamento Central de Policía, donde fue uno de los más activos centros clandestinos de detención de la Capital Federal.
“Hacía varios días que percibía que me estaban siguiendo. Eran las tres y media de la mañana cuando me desperté con el ruido de vidrios de las ventanas que se quebraban y vi que estaban empujando la puerta de mi habitación. Me encañonó el comisario (Juan Carlos) Morales. Con él estaban (Alberto) Villar y (Luis) Margaride. Me sacaron a la terraza y la lluvia de puntapiés no terminaba más. Como tenía un taller de reparaciones de radios para hacerme un manguito, ahí mismo agarraron la punta de los cables y me picanearon. Me llevaron a Coordinación Federal y me siguieron picaneando durante dos semanas”.
El relato fue hecho a Página/12, en agosto de 2007, por el uruguayo Antonio Viana Acosta, detenido en Buenos Aires el 21 de febrero de 1974. Estuvo tres meses preso y luego fue extraditado al Uruguay, donde la dictadura de su país lo tuvo en cautiverio ocho años más. En su detención participaron grupos que pertenecían a la Juventud Peronista de la República Argentina (la “Jotaperra”), que lideraba Julio Yessi, mano derecha de José López Rega en el Ministerio de Bienestar Social de la Nación.
Los métodos de Coordinación Federal fueron acuñados por el comisario Alberto Villar, quien fue jefe de la Federal en dictadura y en democracia. Villar fue el creador de la Guardia de Infantería.Un grupo encabezado por el propio Villar estuvo en Córdoba, en 1969, durante la represión a obreros, dirigentes gremiales y estudiantiles que participaron del Cordobazo, en mayo de ese año.
Uno de sus primeros jefes fue el capitán Abel Rodríguez. En la dictadura militar que comenzó en 1976, su jefe más reconocido fue el coronel Alejandro Arias Duval.
Desde fines de 1975, en el edificio de Moreno 1417, se asentó el Grupo de Tareas 2, que dependía del Comando del Primer Cuerpo de Ejército, a cargo del general Carlos Guillermo Suárez Mason. La “patota” del GT-2 estaba asentada en el tercero y en el cuarto piso del edificio, que hasta hoy mantiene casi sin variantes su antigua estructura.
Los pisos cinco, seis y siete fueron utilizados como centro clandestino de detención. En el juicio contra el espía Américo Balbuena, el comisario Adolfo Ustares dijo que el grupo al que pertenecían los dos estaba en el piso “sexto o séptimo” del edificio de Moreno 1417. Es decir, en los mismos lugares donde se torturaba a los detenidos durante la dictadura.
En esos tiempos, las víctimas permanecían en condición de “RAF” (en el aire), es decir que sus nombres no figuraban en ninguna nómina legal de personas privadas de su libertad. También existieron muchos casos de prisioneros a los que luego se les dio el “traslado final”, como se llamaba la orden de ejecución sumaria. Uno de los casos más conocidos fue el ocurrido la noche del 2 de julio de 1976 y en los días sucesivos. Decenas de personas fueron asesinadas a mansalva como represalia por un atentado contra el comedor del edificio de Coordinación Federal.
De esos asesinatos en masa fue prueba el libro de entradas de la Morgue Judicial de la Capital Federal, donde en ese mes y año se elevó en forma notoria el número de ingresos de cadáveres N.N. Durante años, el máximo de entradas, podía llegar a ser de uno o dos cuerpos N.N en algunos días. Entre el 3 y el 7 de julio de 1976, el total de cuerpos llegó a 46, casi todos con la misma causa de muerte: “Heridas de bala en cráneo, tórax, abdomen y pelvis, hemorragia interna”. En todos los casos, acompañaba un informe similar: “Hallado junto con otros siete cadáveres en el interior de una playa de estacionamiento en Chacabuco 639, Capital”.
Otros 30 cuerpos aparecieron en el partido de Pilar. “Uno (de los detenidos) me comentó que la noche anterior al hallazgo de 30 cadáveres en Pilar habían sacado treinta presos de Coordinación Federal” (Legajo 6976 de la ex Conadep).
“Las tres estábamos vendadas y esposadas, fuimos manoseadas durante todo el trayecto y casi durante todo el traslado. La misma persona vuelve a aparecer con alguien que dice ser médico y quiere revisarme, ante lo cual fui nuevamente manoseada sin ningún tipo de revisación médica seria. Estando medio adormecida, no sé cuánto tiempo después, oí que la puerta del calabozo se abría y fui violada por uno de los guardias”. El relato, hecho en su momento ante la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (Conadep), es una muestra del abuso que sufrían las mujeres en el centro clandestino de Coordinación Federal.
Patrick Rice, sacerdote católico irlandés que estuvo secuestrado en el mismo lugar, vio que entre las detenidas estaba María del Socorro Alonso, que fue torturada a pesar de que estaba embarazada, lo que le provocó la pérdida del bebé.
“Allí me pusieron en una celda y había unos seis presos en el mismo pasillo en otros calabozos, otros cuatro muchachos en una celda grande y otras tantas mujeres en otra celda grande. Había una cruz esvástica pintada en la pared del fondo (…) según me comentaron, algunos guardias abusaban de las mujeres allí” (Legajo 6976 de la ex Conadep).
El grupo central de represores que actuó en Coordinación Federal (Morales, Villar, Arias Duval) conjugaba con personeros del peronismo de extrema derecha y con altos funcionarios de la dictadura militar.
En 1975, antes de ser ministro del Interior de la dictadura, el general Albano Harguindeguy fue jefe de la Policía Federal y como tal, responsable de la formación del GT-2 que funcionó en Coordinación Federal. En los últimos años de la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, como para tender un manto de olvido, la vieja “Coordina” recibió el nombre de Superintendencia de Seguridad Federal, y en democracia pasó a ser la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. Con cualquiera de sus nombres siempre fue símbolo de represión, torturas y asesinatos.
Los juicios de hoy
En el Tribunal Oral 6 de la Ciudad de Buenos Aires el 10 de febrero de este año comenzó el tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos por personal de la Superintendencia de Seguridad Federal (ex Coordinación Federal). En el debate se juzga a los responsables de cinco operativos realizados en CABA y un sexto en el partido de San Martín.
*Se investigan los homicidios de Jorge Hugo Casoy, María Marta Carlota Imáz Garzón Maceda de Casoy y Bernardo Levenson, el 18 de mayo de 1976 en la calle Yatay 707, piso 8°.
*El homicidio de Mario Lerner, el 17 de marzo de 1977 en Don Bosco 4125.
*Los homicidios de Carlos Gabriel Federico Jeifetz y Nora Beatriz Salvarezza en San Nicolás 2220, el 4 de enero de 1977.
*Los homicidios de Mario Alfredo Frías Pereira, Patricia Clariá Pedernera y Liliana Patricia Griffin, el 19 de abril de 1977, en Bacacay 2215.
*El homicidio de Oscar De Cicco en procedimiento fraguado, realizado el 14 de abril de 1977 en la estación de servicio YPF de las calles Montes de Oca y Sáenz Peña, en Villa Maipú, San Martín.
*La desaparición de Alberto Jorge Gorrini el 2 de junio de 1977, en Salcedo 3564.
Hay 17 imputados: Juan Carlos Carrera, Esteban Adolfo Sanguinetti, Antonio Ángel Imbrogiano, Miguel Ángel Boiffier, Guillermo Dolz, Carlos Jorge Berón, Norberto Julio Varcasia, Rafael Oscar Romero, Osvaldo Nestor González, Daniel Pablo Amarillo, Juan Adolfo Ríos, Miguel Enrique Carlos Olarte, Alberto Mattone, Horacio Alfredo Ortiz, Eduardo Norberto Comesaña, Gerardo Jorge Arráez y Germán Ricardo Rimoldi.
Fuente: La Retaguardia
“La intervención de Edesur es un
maquillaje que no resuelve lo
estructural”
Por Rosaura Barletta y Felipe Gutiérrez, Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
En un nuevo capítulo de la crisis energética, el gobierno nacional decretó el martes la intervención de Edesur. La trama de denuncias, decretos, dueños fugándose del país y grupos empresariales amigos del gobierno asomando en el horizonte, oculta la base del problema: millones de personas viviendo mal. Así lo considera en esta entrevista un trabajador de la empresa, que califica la medida como “electoralmente inteligente, pero poco efectiva desde nuestra perspectiva como usuarios”.
Luego de semanas de crisis del servicio eléctrico, el gobierno nacional anunció este martes la intervención por 180 días de Edesur, una empresa que se venía cayendo a pedazos durante los últimos años. Más atenuada que la estatización, la medida no interrumpe la concesión -que tiene vigencia hasta ¡2092!- ni le permite a la empresa denunciar al gobierno en tribunales internacionales.
Edesur es la resultante de la división en tres partes de Segba, la histórica empresa estatal eléctrica de Buenos Aires y La Plata, privatizada en 1992. Desde 2008 está controlada por ENEL, empresa semipública de origen italiano. ENEL se encuentra de retirada y ya anunció que en abril venderá la concesión, así como sus activos en el sector de generación eléctrica.
“Ese es el trasfondo de este conflicto”, cuenta Eliseo Arena. “ENEL es una empresa claramente en retirada, con los activos puestos en venta, ya desligándose de la generación y la distribución. Pero además, no es una empresa que esté preparada para estos momentos, tiene un plan de negocios que funciona casi once meses al año, pero que no se sostiene en los picos de calor”. Arena es un trabajador del sector de media tensión de Edesur. Por precaución ante posibles repercusiones, preferimos cambiar su nombre en esta nota; “estamos en una situación complicada los y las trabajadoras de Edesur. Hay un nivel importante de estrés, hay mucha presión patronal pero también social, los usuarios están muy molestos y te interpelan de manera directa. La presión, el cansancio, la acumulación de días, es una bomba de tiempo”, sostiene.
-¿Por qué decís que Edesur no está preparada para estas situaciones?
Desde 2013 hasta acá siempre venimos diciendo ‘qué suerte que tiene la empresa, que hay dos o tres días de mucho calor, baja la temperatura y vuelve a haber luz’. La baja de la temperatura no te soluciona absolutamente nada, pero sí te da un fenómeno físico que no es menor: se enfrían los cables. Lo que vivimos ahora fueron 15, 20 días terribles, yo nunca viví un verano así en la empresa durante marzo.
El otro factor que habilitó este problema es el principal: la falta de inversión en estos 31 años, que se nota. No es una empresa preparada para estos momentos, para una gran tormenta por ejemplo, que puede destruir la red de distribución de la provincia de Buenos Aires, que es aérea. No está preparada ni para una gran lluvia, ni para grandes calores. En definitiva, Edesur es una empresa privatizada, de capitales trasnacionales, monopólica, brindando un servicio público. Es todo lo que no debería hacerse.
-La empresa dice que los problemas de operación son porque las tarifas están muy bajas y que van a pérdida
Con respecto a lo que es el nivel de precios en Argentina, puede parecer que la electricidad es barata. No digo que lo podamos pagar todos, para nada, sino que es barata la mano de obra, son baratos nuestros sueldos. Eso, para la empresa, no es una gran pérdida con respecto a todos los subsidios que tiene. Viendo el equilibrio general del negocio de ENEL en Argentina es mentira que da pérdida, si se considera también el sector de generación, que les ha dado grandes ganancias con un plantel de trabajadores muy chico. La tarifa va para abajo, como los salarios, y la inversión está atada a la tarifa. ENEL es un negocio grande en el cual la distribución es sólo una parte. Entonces, ¿la tarifa es baja con respecto a qué? A los salarios y a los costos operativos, no.
-Todos los veranos hay problemas por los cortes de luz, ¿qué pasó este verano que tuvo mucha más repercusión?
Creo que este año hubo mayor desgano de la empresa para cubrirse mediáticamente y hay una intencionalidad política que se ve por todos lados, según quién te lo cuenta. No es menor que la empresa esté en venta, se rompió el blindaje mediático que tenía. Nuestras protestas y las de usuarios, antes no salían en ningún lado, y ahora sí, se amplifica en todas partes. Massa anunciando la intervención fue entre un acto de campaña y un gesto para los amigos, los dueños de Edenor.
Y por otra parte es un hecho que la gente sale rápidamente a cortar la calle, los medios lo cubren y eso puede ser una caja de resonancia. Yo reivindico esa dinámica. Si la comparo con años anteriores, por ejemplo con el verano del 2014, hoy se siente menor combatividad, supongo que por los años de pandemia, pero mayor hartazgo social.
-¿Cómo les impacta a ustedes como trabajadores ese hartazgo cuando van a trabajar a la calle?
Llegar a la zona de laburo en un corte es complicado para un trabajador si tiene poca consciencia. Quizás se siente atacado, es una posición incómoda. En mi caso, somos una cuadrilla de tres que muchas veces terminamos siendo cara de la empresa, que no nos representa, ni nos identifica. Nosotros odiamos a la empresa como cualquier usuario. Pero esta vez creo que estamos tomando un poco más de consciencia las y los trabajadores, de que cuando volvemos a nuestra casa estamos sin luz de la misma manera que cualquiera, que sufrimos doblemente a esta empresa como usuarios y como trabajadores. Creo que la percepción de la gente cambió hacia el trabajador, identificando como culpable a la empresa, a veces también al gobierno.
Y por otro lado tenemos una dirección sindical ausente, que no ha sacado ni un comunicado, nota de prensa, nota radial, trascendidos, señales de humo, nada. Ninguna declaración interpelando a la sociedad, diciendo ‘acá los responsables son la empresa, el gobierno, el ENRE y no los trabajadores’. No han salido porque son socios políticos de este gobierno, sobre todo del ministro de Economía, porque tienen una relación fraternal con la empresa y no hay ningún camino independiente. Nosotros quedamos muy indefensos y somos los grandes ausentes. En cada nota que hubo, el gran ausente somos las y los trabajadores.
-¿Cómo evalúas la intervención de Edesur por parte del gobierno?
Creo que, como casi todo lo que ha hecho este gobierno, es una puesta en escena. La intervención de Edesur es un maquillaje que no resuelve nada estructural, el gobierno toma nota tardíamente de la bronca que hay, y la desidia de la empresa. Habrá que ver cómo evoluciona, pero de momento no creo que la intervención sea más que poner a una persona en los distintos sectores para ver cómo marcha el trabajo. Si vos empezas a rascar el tema de la intervención, han pasado varias en Edesur en estos años y no ha sido más que eso, pero no se resuelve nada estructural. Evidentemente van a disminuir los cortes de servicios porque con o sin intervención, bajó la ola de calor, lo peor ya pasó y de ahora en adelante se va a ir recuperando.
-Entonces, ¿por qué hace esta intervención ahora?
Capaz que todo tiene que ver con que es año electoral: el gobierno interviene una empresa que funciona mal, como Edesur. Massa es moderado y no habla de estatización, pero toma cartas en el asunto, y un tipo del riñón del kirchnerismo como es Ferraresi, interviene. Puede ser una medida electoralmente inteligente, pero poco efectiva desde nuestra perspectiva como usuarios.
También tiene que ver con que desde el gobierno saben que ENEL está en retirada, la concesión puede quedar de manos de un sector empresarial cercano, como el grupo Vila Manzano que hoy controla Edenor. No se puede dejar de ver una ligazón muy concreta entre la medida que toma Massa y los posibles nuevos dueños. Eso podría dejarnos ante el problema de que un solo sector empresarial se quede con la operación eléctrica en todo el AMBA. Distinto sería si quedara bajo la órbita del estado.
-¿Crees que la estatización hubiera sido una mejor medida?
Depende. Lo que necesitamos, es resolver de manera estructural esto, y para eso hay que tener tiempo y plata. En ese sentido una estatización significa hacerse cargo de ese tiempo y esa plata. Pero cuando uno ve los límites que tiene un gobierno de estas características o con el que venga que puede llegar a tener características muy similares, no tiene mucho sentido una estatización. Tampoco la cúpula sindical está preparada ni dispuesta a ese proceso.
Una estatización que tendría sentido es una que considere a trabajadores y usuarios dentro de toda la gestión. Esto quiere decir participación en los sectores del control operativo, de inversiones, de las obras y las tarifas que son las patas que tendrían que mejorarse. A partir de ahí se podría desarrollar una orientación de determinados tipos de subsidios a los sectores populares y que la energía la paguen quienes la están usando en cantidad. Cuando se habla de estatización bajo el control de trabajadores y usuarios, siempre recordamos que en Argentina en nuestro ámbito, existió una experiencia concreta que fue el proceso de autogestión que se dio en Segba entre los años 1974 y 1976.
-¿Cómo fue esa experiencia?
Segba era la empresa pública de electricidad de Buenos Aires. Durante esos años tuvo un proceso de autogestión en donde el sindicato, trabajadores y usuarios, participaban en comités de autogestión, tanto a nivel de dirección, como hacia abajo. Entonces, cada zona tenía su comité de autogestión integrado por la empresa estatal, el sindicato y los trabajadores, además de los usuarios. Esta última era la pata más floja porque no era común en ese tiempo una organización de usuarios. Pero creo que hoy por hoy sería otra la experiencia.
Todo esto ocurrió más allá de las críticas que se le pueden hacer a un proceso. Fue en un contexto capitalista, con una central sindical burocratizada, durante un gobierno que cada vez se iba más a la derecha. Ese es nuestro ejemplo no por lindo, ni por efectivo, sino por posible. Cualquier trabajador o trabajadora sabe que la posibilidad del control de la empresa no es algo extraterrestre, es algo normal porque, de hecho, intervenimos mucho en algunas cuestiones operativas. Tenemos esa característica que capaz no se tiene en otros ámbitos, acá hay un grado de intervención u opinión, un saber hacer obrero muy particular. En ese sentido la posibilidad de una empresa estatal o bajo la gestión de trabajadores, no es alocada ni histórica ni políticamente.
-¿Considerás que existen las condiciones para hacer algo así?
Creo que no es una consigna, sino algo posible. Los y las trabajadoras estamos preparados. Creo que quien no está preparado es el gobierno nacional, por las muchas tensiones que surgirían. ¿Quién administraría esta empresa estatal? ¿La Ciudad de Buenos Aires? ¿La Provincia? ¿El gobierno nacional? Esto último me parecería incorrecto, por ejemplo, EPEC es de Córdoba. O podemos pensar otras formas de gestión, ¿es posible una cooperativa? ¿O por la dimensión ya lo negamos? Esas son preguntas, discusiones, que tienen que formar parte del debate, se tienen que poder desarrollar. También Argentina tiene otro componente que es el territorial. Tenemos que pensar la intervención de organizaciones barriales, juntas de vecinos, movimientos sociales que tengan un trabajo barrial, que son quienes mejor conocen la demanda y la problemática. Este es un debate urgente, que tenemos que plantearnos desde esos sectores pero durante todo el año, no puede ser que hablemos de esto sólo en momentos de crisis.
Fuente: OPSUR
24 de marzo de 1976
Por Osvaldo Bayer / Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
En homenaje a su lucha permanente, publicamos este trabajo que él realizara sobre el 24 de marzo de 1976 , cuando en Argentina se instaló la más cruel dictadura.
«Hitler no fue ningún accidente de trabajo», escribió el escritor alemán Fritz Fischer. Videla tampoco fue ni una casualidad histórica, ni una repentina aparición en la sociedad argentina. Videla es un producto nacido en el proceso de constante traición a la democracia argentina de todos sus factores de poder, partidos políticos, militares, poderes económicos, intelectuales, iglesias, sindicatos. Videla, en primer término, es un hijo legítimo de la educación que recibió y se sigue impartiendo en nuestras instituciones militares, pero al mismo tiempo, es el hijo putativo de radares de autodefensa de los poderes económicos, es la consecuencia directa de la absoluta falta de convicción democrática de los dos partidos mayoritarios argentinos o, por lo menos, de las estructuras que mueven su poder interno. En fin, Videla es la síntesis de un establishment argentino donde amigos y enemigos de intereses creados son circunstanciales protagonistas que se aporrean y golpean y terminan luego saliendo al escenario tomados del brazo y unidos cuando huelen algún peligro próximo
Diario del 17 de marzo de 1976
A veces, las figuras representativas, los llamados modelos, son más didácticos para comprender el juego interno que se mueve en la sociedad que un análisis científico. Menem y Alzogaray en trincheras enfrentadas en marzo de 1976, Menem y Alzogaray en marzo de 1996, hombro con hombro en la misma trinchera, es decir, cambiar todo, para no modificar nada.
En estos veinte años últimos, el país, en sus estructuras no ha cambiado, por lo menos para el desocupado, por lo menos para el sin techo. No debe tomarse esta imagen de los dos políticos del brazo o enfrentados según las circunstancias como una anécdota que busca descalificar y no analizar profundamente, digo, como un fenómeno sintetizador descriptivo, por un lado de las estructuras de dominación y de las reglas de juego del sistema, por el otro, ya desde el aspecto filosófico, la poca o ninguna importancia que tienen, en nuestro país, la base ética, los programas partidarios, los ideales básicos de una sociedad. Todo se explica con el cínico axioma de que la política es sólo el arte de lo posible.
Los partidos políticos del poder, que han sido dos los actuantes constantes del uso del poder en el escenario constitucional argentino, no han marcado una línea de principios sino que han variado conductas de acuerdo a las posibilidades de llegar, o de mantener el poder.
Los radicales, por ejemplo, se dividirán en la década del 20 y una parte de ellos apoyará al gobierno de la Concordancia llegado al poder gracias a la dictadura de Uriburu. El período denominado para algunos historiadores como La década infame, tendría la cabeza bifronte del conservadurismo liberal y del radicalismo antipersonalista. Luego el radicalismo, nuevamente unido en 1955, apoyará a la junta militar de Aramburu y le dará ministros: Eugenio Blanco, por ejemplo, será ministro del gobierno surgido del golpe de Aramburu y luego del gobierno de Illia; Mor Roig, hombre de Balbín, será ministro del gobierno militar del general Lanusse; Alconada Aramburú, ministro del Interior de los militares de Aramburu, luego será ministro de Alfonsín, sólo para citar algunos casos.
El peronismo surgirá de un golpe militar, el del ’43, ratificado por el voto. Dio preponderancia a la institución militar en cuanto casi dobló el número de sus efectivos y en las instituciones castrenses, principalmente en el Colegio Militar y en la Escuela de Guerra para oficiales, se siguió una línea de instrucción que precisamente no sería positiva para los lineamientos democráticos del país.
El dictador Onganía fue apoyado por gran parte del peronismo, recuérdese la declaración de la junta metropolitana del Partido Justicialista, de apoyo a lo que ellos llamaron la revolución, que no fue otra cosa que un golpe conservador.
Pero no sólo los dos grandes partidos cometerían pecados contra la democracia, también los partidos más pequeños se hamacaron con la dictadura. El Partido Socialista, por ejemplo, dio sus mejores hombres al golpista Aramburu, hasta Alfredo Palacios, una de las figuras más nítidas y populares, llegó a ser embajador de Aramburu; y Américo Ghioldi y Walter Constanza terminaron sus días políticos sirviendo a Videla y a Massera.
Para no hablar del Partido Demócrata Progresista, que trató de escalar posiciones en cuanto golpe militar se produjera.
Oscar Alende, del Partido Intransigente, fue consejero del gobierno militar de Levingston, y saludó a Onganía como a un revolucionario.
Otras traiciones a la democracia fueron cometidas por el resto de los partidos políticos, y también fue la de Frondizi, radical hasta ese momento, y de Illia, los dos que aceptaron presentarse a elecciones a pesar de que el partido mayoritario de ese momento estaba prohibido. Muchos esperaron que una vez en el poder, esos políticos llamarían a elecciones verdaderamente democráticas con la participación de todos los partidos políticos, pero no lo hicieron y sus gobiernos condicionados, terminaron con el acceso de los militares al poder, antes de finalizar sus mandatos. Las amnistías e indultos a los golpistas y fusiladores se sucedieron sin mayor problema. Tal vez el mayor antecedente de la Obediencia Debida, el Punto Final e indultos, a la dictadura de Videla y sus hombres, fue el otorgado por Frondizi a Aramburu y Rojas, con aditamento de ascenderlos a la cúpula del ejército y la marina, los más altos cargos de teniente general y almirante, a pesar de sus antecedentes de haber sido los responsables de la masacre de José León Suárez y del fusilamiento de compañeros de armas suyos, como el general Valle y otros oficiales y suboficiales.
La falta de vocación democrática de las organizaciones políticas y de los poderes que movieron siempre a la sociedad argentina se comprueba en el hecho por el cual todos aquellos que aceptaron y ejercieron cargos durante las sucesivas dictaduras, pudieron ser, sin problemas, ministros o funcionarios elegidos constitucionalmente. Hasta ahora mismo, después de la máxima tragedia argentina, un ministro de la dictadura ha pasado a ser ministro del gobierno constitucional, como es el caso de Camilión, para no hablar de otros funcionarios.
Pero el caso más patético de nuestra historia, de nuestro historial democrático, lo estamos viviendo ahora, después de haber experimentado esa tragedia y que es como si nada hubiéramos aprendido. Es el caso del general Bussi, acusado y condenado por múltiples crímenes, que hoy gobierna Tucumán por haber sido el más votado. Vemos, que nuestra pobre democracia no tiene ningún resorte para su defensa. Se dictan leyes, pero luego se eluden, ¿dónde quedó la tan cacareada defensa de la democracia que tanto se habló en diciembre de 1983?Jinete de dos caballos
«Hitler no fue un accidente de trabajo», las dictaduras de las fuerzas armadas en la Argentina no se dieron por casualidad, fueron el resultado de una sociedad insolidaria, superficial, egoísta, falta de ética, exitista.
Videla y Massera comienzan ya en el momento en que en nuestras calles no se respeta al peatón: primero el camión, luego el colectivo, luego el auto y último el peatón, más todavía si es anciano o niño. El aprender esa norma de convivencia tendría que ser el primer capítulo para que los argentinos aprendamos lo que son los derechos humanos.
Videla y Massera comienzan en cuanto hay políticos que no reaccionan, cuando en sus propios partidos hay afiliados declarados criminales de apellido Patti, elegido intendente de Escobar, o mercaderes de objetos robados a los desaparecidos, como Julio César Aráoz, alias el «Chiche» Aráoz, un funcionario fundamental del actual gobierno.
«Hitler fue culpable de todo», otro de los slogan con los que la sociedad alemana trató de disculparse a partir de mayo de 1945, dicho que para nosotros podría valer: los militares fueron los culpables de todo. La verdad es que Videla y Massera pudieron cometer tales crímenes porque la sociedad argentina se lo permitió, por consentimiento o por indiferencia. Por lo menos junto al retrato de Videla, en el repudio, también tendría que estar el de Martínez de Hoz, no menos culpable, y el de todas las estructuras del poder que apoyaron, aplaudieron o, por lo menos toleraron, sin abrir la boca, lo que ocurrió. Las grandes empresas, que con la ayuda de sus policías internas se desembarazaron de los delegados obreros, molestos para ellas. El espantoso caso de Villa Constitución por ejemplo, un comprobado caso de la mafia empresaria-militar y del sindicalismo burocrático. La iglesia, con una conducta oficial que debe repugnar hasta a los fieles más incondicionales. La universidad de los Bruera y los Ottalagano, que ayudaban a redactar las listas de profesores y alumnos que luego desaparecerían. La burocracia sindical, de donde luego salieron miembros de las patotas de las «Tres A».
Y el sector de los intelectuales. Bastaría leer las declaraciones del escritor argentino Manuel Mujica Láinez, en el diario español La Vanguardia del 10 de octubre de 1979, en las que él rechazaba las aseveraciones de Julio Cortázar que había acusado al gobierno de Videla de cometer un genocidio cultural en la Argentina, con el asesinato de escritores, la quema de libros, y las listas prohibitivas de hombres y mujeres de la cultura. Como ejemplo de que en la Argentina no sucedía eso, Mujica Láinez señaló, textual: «En la Argentina estamos allí muy tranquilos. Estamos todos, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, todos los grandes. –y agregó con humorismo– Nada nos hubiera costado ir a París, como los reprimidos de otros países, nadie nos lo impide, nos dan el pasaporte en cuanto lo pidamos».
El 11 de octubre de 1979 el escritor colombiano Gabriel García Márquez, en el diario El País de Madrid, le escribió una carta abierta a Mujica Láinez en la cual le dice: «si interpretamos bien sus palabras, hay que entender que sólo ustedes, los escritores grandes, están muy tranquilos en la Argentina. Sin embargo hay dos, que yo considero muy grandes y que no están tan tranquilos como ustedes: me refiero a Rodolfo Walsh y a Haroldo Conti que hace ya varios años que fueron secuestrados por patrullas de la represión oficial y que nunca más se ha sabido de ellos. Usted y todos los escritores grandes que cita, serían todavía mucho más grandes si sacrificaran un poco de su tranquilidad y su grandeza y le pidieran al gobierno argentino un par de esos pasaportes tan fáciles para Rodolfo Walsh y Haroldo Conti».
En efecto, los grandes escritores argentinos que menciona Mujica Láinez, pudieron entrar y salir del país sin ningún problema, estuvieron en grandes citas internacionales. Ninguno de ellos fue capaz de denunciar en el exterior el tema de los desaparecidos, o de la represión cultural. Silvina Bullrich atacará también a Julio Cortázar, escribiendo que «ni Borges, ni Mallea, ni Sábato se fueron». Ernesto Sábato, muy indignado por el llamado al mundo de Julio Cortázar, escribió en Clarín, el 5 de julio de 1980, textual: «En la Argentina la inmensa mayoría de sus escritores, de sus pintores, de sus músicos, de sus hombres de ciencia, pensadores, están en el país, y trabajan. Cometen una gran injusticia los que están afuera del país pensando que acá no pasa nada y que es un tremendo cementerio».
Luis Gregorich, un crítico literario que fue posteriormente funcionario de cultura de Alfonsín, se pregunta en el mismo número de Clarín: «Después de todo, ¿cuáles son los escritores importantes exiliados?». Me pregunto: ¿acaso hay algo más cínico que esa pregunta?, como si el crimen se midiera por la importancia de la obra. Aquí me vienen a la memoria las palabras de Cicerón, que opinaba con referencia a la dignidad de la persona: «Toda laudatio debe estar referida a la dignidad que tuvo en su vida la persona y no a su obra. A la dignidad con que ha vivido, que le es propia, no a la obra que puede haber escrito o creado». Apreciamos más la actitud digna y valiente de la partera María Luisa Martínez de González y la enfermera Genoveva Fantacsi, quienes asistieron al parto de una detenida embarazada, Isabela Valenci, que había sido llevada esposada por el célebre torturador de parturientas comisario médico Bergés, al hospital de Quilmes, en 1976. Las dos mujeres cumplieron con un deber humanitario, avisando a la familia de la detenida sobre el nacimiento del niño. Desde entonces estas dos heroínas de la civilidad están desaparecidas. Apreciamos más la dignidad de estas dos humildes mujeres que toda la obra genial de un escritor que terminó aceptando la condecoración de Pinochet.
Pero ni Julio Cortázar ni los que denunciáramos desde el exilio el drama argentino para ayudar a todos los colegas y amigos que sufrían aquí el exilio interior nos equivocábamos ni exagerábamos. El año pasado, en un acto similar al de hoy, en esta misma aula, Patricio Contreras y Leonor Manso nos leyeron poesías de nuestros poetas desaparecidos durante el régimen de la picana y la capucha.
Hace menos de una semana, en la plazoleta Rodolfo Walsh se recordaron las decenas y decenas de periodistas asesinados. Durante todo el año pasado descubrimos placas en patios y galerías de colegios y universidades, con centenares de nombres de profesores y alumnos secundarios y universitarios caídos en la edad en la que despertaban a la vida. A Cortázar quisieron acallarlo arrojándole a la cara los nombres de los famosos, pero cuando los militares cayeron y todos los famosos se reacomodaron, la verdad de Cortázar salió a la luz.
Tal vez muy pronto los organismos de Derechos Humanos y esta cátedra hagamos un acto de desagravio a Julio Cortázar, ese tan talentoso como humilde ser humano que tanto hizo para que se conociera lo que estaba pasando en suelo argentino. Julio Cortázar fue el argentino que se puso a la par de un intelectual como Thomas Mann, quien había conmovido al mundo con sus denuncias a los crímenes del nazismo, con sus vibrantes discursos de la serie «Oíd, alemanes».
Más todavía, en ese año de 1979 en que Julio Cortázar hace esa declaración, la opinión pública del exterior había sido sacudida por el informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA acerca de la verdad de la cruel represión argentina. Un documento oficial, incontrastable, redactado por representantes de los países americanos. Tal vez por eso mismo tenía más fuerza que el mismo Nunca más, informe de la CONADEP, hecho cuatro años después.
El informe de la OEA descarta totalmente la teoría de los dos demonios, cuando señala: «En la vida de cualquier nación las amenazas al orden público o a la seguridad personal de sus habitantes que emanan de personas o grupos que utilizan la violencia, pueden llegar a alcanzar tales proporciones que exijan suspender temporalmente el ejercicio de ciertos derechos humanos. La mayoría de las constituciones de los países americanos aceptan tales limitaciones e incluso prevén algunas instituciones como el estado de emergencia o el estado de sitio, para tales circunstancias. Por supuesto que para que puedan adoptarse tales medidas deben mediar consideraciones de extrema gravedad ya que su implementación debe obedecer precisamente a la necesidad de preservar aquellos derechos y libertades que han sido amenazados con la alteración del orden público y la seguridad personal. Sin embargo, es igualmente claro que ciertos derechos fundamentales jamás pueden suspenderse, como es el caso del derecho a la vida, el derecho a la integridad personal o el derecho a un debido proceso. En otros términos, los gobiernos no pueden emplear, bajo ningún tipo de circunstancia, la ejecución sumaria, la tortura, las condiciones inhumanas de detención, la negación de ciertas condiciones mínimas de justicia como medios para restaurar el orden público. Estos medios están proscritos en las constituciones y en los instrumentos internacionales, tanto regionales como universales».
Éste es el documento de la OEA enviado a la dictadura de Videla. El documento reconoce que ciertas medidas pueden llegar a significar el riesgo que se pierda el imperio del derecho, pero agrega que aquello no es inevitable si los gobiernos actúan responsablemente, si se registran los arrestos y se informan a las familias de las detenciones, si se dictan órdenes estrictas prohibiendo la tortura, si se entrenan cuidadosamente a las fuerzas de seguridad, eliminando de ellas a los sádicos y psicópatas, si, en fin, existe un poder judicial independiente dotado de suficientes atribuciones como para corregir con prontitud cualquier abuso de autoridad. Este documento de la OEA sobre la Argentina de los generales habla bien claro y elimina de por sí la teoría de los dos demonios, que ha servido y sigue sirviendo hoy a muchos intelectuales, políticos, gremialistas y argentinos en general para ponerse en una posición neutral, algo así como no tengo nada que ver ni con uno, ni con el otro.
Hace apenas 15 días, el ex funcionario del gobierno de Alfonsín, el historiador y abogado Félix Luna, a la pregunta de cuál es el período más trágico de nuestra historia, respondió en la revista Viva textualmente: «el período más trágico en la historia es el de la violencia terrorista y el Proceso. Son como el positivo y el negativo de una fotografía, la violencia terrorista y la del Estado».
Realmente es hasta perverso que se sigan haciendo estas interpretaciones, aún hoy, a 20 años.
Lo aclaró definitivamente la Fiscalía Nacional en la acusación a los Comandantes en Jefe, al decir: «con dos sofismas se pretendía justificar la represión clandestina, el primero dice: todos los detenidos son subversivos. No es que se ponía: detener subversivos, sino que todos los que ellos detenían eran subversivos, la detención convertía a la persona en subversivo. Conseguido esto, el segundo paso de este método perverso fue considerar que al subversivo como una especie de subhumano, de sanguijuela a quien se lo puede torturar o matar. Como se dijo haciendo referencia al régimen nazi, una vez que se convence a la sociedad de que una minoría, o un grupo, puede equipararse a una sabandija, el paso que hay que dar para llegar al propósito de eliminarlo no es ya demasiado grande».
El fiscal Moreno Ocampo, ante el secuestro y asesinato de la estudiante alemana Elizabeth Kaesemann, dirá estas palabras indiscutibles desde el punto de vista político y humano: «Ante la justicia, todos los desaparecidos son inocentes de los crímenes de los cuales se los acusa. Los militares no pudieron comprobar jurídicamente ninguno de esos crímenes, por lo tanto, para la justicia todos los acusados son inocentes». Estamos hablando desde el punto de vista estrictamente jurídico.
En cualquier discusión acerca de los derechos humanos y la memoria esto tiene que quedar bien claro: el Estado no puede arrogarse facultades que pisoteen los derechos primigenios de la individualidad humana. Ningún Estado deberá, bajo ningún pretexto, aun aludiendo a múltiples razones aparentemente racionales, declarar permitida la tortura de los detenidos, por más sospechosos que sean. Lo digo porque el tema se ha vuelto muy actual: me da mucha pena que un pueblo tan sabio como es el pueblo judío, haya adoptado una ley en donde se permite la tortura.
La defensa de los principios éticos fortalecerán siempre y harán invencible al Estado que los respete por encima de todos los argumentos tácticos o estratégicos, por encima de todos los terrorismos más trágicos, más todavía, en el denominado proceso de Videla y Massera, ya que sus integrantes fueron simples salteadores del poder sin legitimación alguna. Por un lado, se había convocado a elecciones, por el otro, los militares tenían las leyes necesarias para llevar adelante su denominada «guerra» dentro de las normas constitucionales y no dentro del terrorismo de Estado.
Félix Luna en el mismo reportaje, como si la violencia de los ’70 hubiese comenzado con la muerte de Aramburu, a la pregunta de ¿cuál fue para él la muerte más absurda?, contesta: «La de Pedro Eugenio Aramburu a manos de los Montoneros».
Que la violencia argentina empezó con dicha muerte es uno de los mitos de nuestra historia sostenido especialmente por los militares represores. Aramburu había fusilado al general Valle sin ningún juicio. Dentro de todo, el levantamiento del general Valle tenía más basamento de legalidad que el de Aramburu ya que se proponía devolver el gobierno a Perón que tenía mandato hasta 1958.
Cuando el pasado año el periodista Bernardo Neustadt puso frente al hijo de Aramburu al matador de su padre, Firmenich, el hijo del militar mostró toda su indignación ante el crimen y el criminal. Claro, el periodista Neustadt había invitado a un dúo falso en vez de a Firmenich, habría que haber traído a la hija del general Valle. Entonces la escena se hubiera invertido, el hijo de Aramburu, tendría que haberle pedido disculpas a la hija del general Valle.
Félix Luna, si hubiese dejado su corazón político y hubiera hecho un análisis ético a fondo, tendría que haber calificado como la muerte más absurda y no sólo más absurda, sino más cobarde y cruel, al asesinato cometido en la ESMA contra Azucena Villaflor, la madre que marchó a Plaza de Mayo para averiguar el paradero de su ser querido o la muerte de esa joven NN, embarazada a término y cuyo cadáver fue hallado en el cementerio de Avellaneda en una tumba masiva de desaparecidos durante el proceso, muerta de un tiro en el vientre que atravesó la cabeza, ya formada, de su futuro hijo.
Por supuesto, no hay muertes mejores que otras, pero sí las hay más cobardes y abyectas.
La memoria en nosotros significa precisamente eso, preguntarnos el por qué de la violencia de abajo en respuesta a la violencia de arriba, el estudio de la sociedad argentina y sus reiteradas traiciones a la democracia. Dilucidar el por qué del fracaso de esa violencia realizada desde abajo, y el por qué de la increíble y tal vez ya insuperable crueldad de la represión militar argentina.
En nuestros análisis llegaremos al presente del «gatillo fácil», donde todo joven morocho y de pelo largo ha pasado a ocupar el cargo del presunto subversivo. Donde lo ocurrido en La Plata, en la represión contra estudiantes viene a rememorar la noche de los bastones largos de Onganía. Por supuesto, se produjeron de inmediato los razonamientos típicos del «por algo será», y del «¿saben los padres dónde están sus hijos?».
La pregunta de una periodista radial, Magdalena Ruiz Guiñazú, a la madrugada siguiente de los balazos a quemarropa en las tierras de Duhalde, tiene el mismo contenido, «¿Qué hacía Hebe de Bonafini con los estudiantes?».
Inventar demonios es mucho más fácil que preguntarse el por qué de las órdenes brutales de represión.
La memoria en nosotros. Hablemos de las víctimas. Hoy todavía calificadas por muchos como el otro demonio. ¿Quiénes están habilitados para juzgar? En general, analistas y medios se basan en tres o cuatro figuras dudosas para juzgar el empuje de una generación. Esto sí hace pensar en lo erróneamente trágico que fue, para parte de la juventud, creer en cúpulas cerradas. Lo que sí es reivindicable fue su espíritu de protesta, su protagonismo ante tanto miedo y servilismo de una sociedad que había aprendido a decir que sí a todo y a confundir el ruido de los tanques en la calle como el del tránsito de vehículos de todos los días.
El gran filósofo de la historia Jakob Burckhardt se hizo la pregunta de qué pasaría si Sócrates regresara a la sociedad actual y concluye que el destino de Sócrates, mutatis mutandi, se repetiría. Los ricos de hoy desaprobarían a Sócrates a causa de su desprecio por el consumismo, los poderosos lo definirían como un revoltoso subversivo, los intelectuales tomarían a mal su burla del academicismo, los burgueses aplicados lo considerarían un vago asocial. Entre la sociedad y el individuo –dice el filósofo–, hay en todos los tiempos tensiones parecidas. Quien no cree en nuestros dioses, es un ateo; quien trata de socavar nuestro poder, es un anarquista; quien duda de nuestros valores, es un nihilista. Sócrates se comparó a un tábano, que debía impedir el sueño de los atenienses. Termina diciendo: «y a los tábanos se los mata». Muchos de los jóvenes desaparecidos, tal vez no hayan sido Sócrates, pero sí tábanos, que trataban que no nos durmiéramos conformes en una sociedad increíblemente egoísta y cínica.
La memoria en nosotros. Para probar lo anterior voy a leer dos documentos periodísticos, del órgano de prensa que más apoyó al régimen represivo de Videla, el diario La Nación. Se trata de algunos editoriales, dos de hace veinte años y el otro de dos décadas después. El primero, del 16 de agosto de 1976, señalaba textualmente: «Una guerra llevada a cabo sin piedad, por la subversión, ha hecho tabla rasa de los derechos humanos y ha llevado al gobierno del general Videla a una lucha sin cuartel, y en cuyo transcurso es muy difícil atender a las consideraciones de otros tiempos, invioladas. El presidente de la república, general Videla, ha hecho alusión, con acierto, a este estado de cosas. Nadie puede dudar, con justicia y honradez, de la vocación argentina por los derechos humanos y por la posición de las fuerzas armadas en el mismo sentido». En otro editorial del mismo diario, que hoy nadie dudaría de calificar de infame, se incitaba a las fuerzas armadas a ejercitar la represión ya mismo contra los refugiados chilenos y uruguayos, que venían huyendo con sus familias y caían en la trampa de Buenos Aires. Fue la incitación a la caza del ser humano.
Veinte años después, el mismo diario escribe, en el mismo lugar de su página 8, el 15 de marzo de este año: «Las fuerzas armadas han producido los esperados mensajes de autocrítica sobre los métodos empleados en la lucha contra la subversión. Se ha completado así el proceso de sinceramiento de las fuerzas armadas respecto de esa sombría etapa histórica. Y el reconocimiento de sus propios horrores que han hecho las fuerzas armadas, abre ahora sí, la posibilidad de comenzar a marchar hacia una genuina reconciliación nacional». ¿Cómo? ¿Hace veinte años incitaba a lo que hoy llama horrores? Los han dejado solos a los verdugos.
Cuando leo esto y comparo, no puedo menos que acordarme de todos los improperios que ese diario, más todos los medios de comunicación en esa época, más los organismos del Estado, y hasta los intelectuales, hicieron contra las Madres y otros organismos de derechos humanos, cuando denunciaban la existencia de campos de concentración, las torturas y las horribles muertes a las que eran sometidos los sospechados de conspirar contra los «valores occidentales y cristianos». Pero claro, la palabra es hoy suprimir de la memoria todo lo que puede ser prueba de colaboración o de simpatía con el régimen verdugo.
Cuando escribí mi ensayo Pequeño recordatorio para un país sin memoria, con la prueba documentada fiel y cuidada del comportamiento de nuestros intelectuales y políticos, en esa época, se me respondió con enojo y censura, y con más homenajes y premios a los grandes modelos de nuestra burguesía. Que tal vez sí, «habían cometido sólo un desliz, como todos», pero que no era para recordar. Y aunque las pruebas sean públicas, y estén en todas las hemerotecas y cintas grabadas, nadie quiere hablar del tema, y a los elegidos por la sociedad culpable, se los sigue cubriendo de premios, porque así nuestra burguesía se premia a sí misma.
La memoria en nosotros. Entonces es claro que reaccionen hoy los que oficiaron de verdugos. ¿Por qué nosotros solos y no todos los que nos elogiaron y nos impulsaron a seguir ese camino? Desde hace años Massera los tiene amenazados con el libro que anuncia publicar alguna vez. Así se explica que no hace muchos meses pudo decir un discurso, desde el escritorio de su casa, a la hora televisiva más vista de la Argentina. Como dijo él, «yo los conozco a todos».
La memoria en nosotros. ¿Para qué? Como instrumento para la democratización de la sociedad argentina. No un mero y hasta falso mea culpa sino un análisis de cómo fue posible tanta perversidad, en una sociedad que se considera a sí misma cristiana y hasta amable. Las manifestaciones populares de la semana pasada fueron una brisa fresca de esperanzas. Las clases que dieron los maestros, alusivas, representan un buen fundamento para el futuro. Por ahí está la senda. Pero millones fueron al country o al fútbol o se pasaron frente a la pantalla televisiva para no ver, para no recordar, para no verse en toda su cobardía.
Las encuestas dieron como resultado que la población no considera ya un posible golpe militar. Pero desconfiemos. Como se expresara el gran psicólogo Mitscherlich en su libro La incapacidad de duelo: «¿cuánta pasión por la democracia se mostraría si la economía empezara a andar mal?». En nosotros precisamente no anda muy bien, por lo menos para los desposeídos. Este profundo psicólogo nos hablaba de los miedos regresivos. Veamos si no las causas de lo de Tucumán. El verdugo llamado nuevamente a gobernar: mejor un verdugo que corte cabezas, y no pensar.
Reflexionar lleva a posiciones peligrosas para la seguridad de cada uno. Es el mismo miedo cómodo de la teoría de los dos demonios: «Yo en el medio de los dos demonios».
El mismo psicólogo agrega, «cuando la libertad de pensamiento no es exigida en forma crítica, corre el peligro de desaparecer nuevamente». Ésta es justo la misión de docentes, intelectuales y protagonistas del estudiantado, del sindicalismo, de los luchadores por los derechos humanos.
La tarea no es fácil. Con excepción de algunas ciudades-repúblicas en la historia, apenas se han realizado esfuerzos para preparar a las sociedades como un todo en las decisiones, y con ellas que se interesen en su entorno social con algo más que con una participación egoísta. Hablábamos de los miedos regresivos y aquí caben preguntas que para muchos podrían aparecer como verdaderas provocaciones contra el buen gusto. Seamos valientes, dejemos lo de hace veinte años y vayamos a nuestro presente.
Por ejemplo, ¿por qué no se ha logrado en nuestro país que ni la iglesia, ni los sindicatos, ni las universidades, ni los partidos políticos, hayan convocado a debatir el siguiente tema que todos conocen pero que ninguno se atreve a tocar ¿por qué nuestra sociedad que se denomina democrática soporta que a los presos de La Tablada se los haya convocado a prisión perpetua en cárceles humillantes y los autores del genocidio estén todos libres paseando sus perros por la calle?, o esta otra: ¿cómo es posible que el padre Puigjané, que no disparó ningún tiro, ni siquiera al aire, haya sido condenado a veinte años de prisión y al verdugo Galtieri, en el juicio a los comandantes, se lo haya declarado absuelto, tratándose de uno de los peores criminales, demostrado en la represión de Rosario cuando llegó a torturar y matar a una pareja de ciegos, y a otra pareja los hizo encerrar en el baúl de un Ford Falcon, los roció con gasolina, y él mismo hizo el disparo para que se produjera la explosión que los quemaría vivos?
¿Cómo es posible que dos presidentes, Alfonsín y Menem hayan, el primero ascendido, y el segundo mantenido en actividad a uno de los seres más repugnantes que han tocado suelo argentino, el capitán Astiz, mientras al coronel Cesio se lo dio de baja por haber participado en una marcha con las Madres de Plaza de Mayo?
Voy a leer un párrafo del libro del coronel Horacio Ballester, titulado Memorias de un coronel democrático: «En el caso del ex coronel Cesio, sigue siendo el único militar argentino que continúa sancionado por hechos ocurridos en épocas de la última dictadura militar». Claro, Cesio no mató, no robó, no torturó, no violó, no forzó la desaparición de personas, pero para las jerarquías castrenses hizo algo mucho peor. El fallo que lo condenó, dice así: «Cesio antepuso su condición de ciudadano a la situación de militar».
Creo que lo dice todo. O son muy bestias, muy cínicos, o tal vez las dos cosas.
Sigo leyendo: «La causa real fue que Cesio acompañó a las Madres de Plaza de Mayo en sus marchas reivindicativas, por eso no está incluido en la obediencia debida, ni indultado. El militar que delinque gravemente es perdonado, mientras que aquel que no quiere ser cómplice de un equivocado espíritu de cuerpo es sancionado con dureza, ante la indiferencia del poder constitucional civil». Ante este hecho, Alfonsín se calló la boca, Menem se calló la boca, el general Balza se calla la boca, el Parlamento se calla la boca, la sociedad argentina se calla la boca. Todos nos callamos la boca.
Argentina, 1996. No nos quejemos si después Patti y Bussi son elegidos por el pueblo.
La memoria en nosotros. A veinte años comencemos a abrir los claustros para el gran análisis y las búsquedas de los por qué, tenemos que estar preparados y preguntarnos cómo es que hemos llegado a la sociedad actual, desocupación, pobreza en aumento, humillación de la escuela pública, deterioro de la salud pública, jubilaciones de vergüenza.
Debemos trabajar esto, por la responsabilidad que tenemos ante nuestros hijos, nuestros nietos, ante la generación actual, ante las próximas generaciones.
La memoria en nosotros. Para que no se nos vuelva a sorprender con la desaparición y la tortura en la defensa de denominados valores occidentales y cristianos.
Esta cátedra estará incondicionalmente para analizar temas profundos de la Argentina. El foro de los viernes a la noche será el ágora donde protagonistas y gentes sin nombres podrán exponer sus testimonios y sus defensas. No le tendremos miedo a la palabra y buscaremos los argumentos que nos llevan a desnudar las falacias y a buscar la verdad, sin la cual no habrá solución para los problemas de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Y lo haremos en paz, en libertad, en solidaridad. No queremos vencer, sólo queremos convencer.Notas:El 20 de marzo de 1996, faltando pocos días para cumplirse los veinte años del golpe militar de 1976, Osvaldo Bayer pronunciaba su clase inaugural en la Cátedra Libre de Derechos Humanos, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La trascripción que publicamos de dicha clase inaugural ha sido corregida por el autor y nos fue acercada por gentileza de dos integrantes de la misma cátedra: Graciela Daleo y Juan Carlos Cena. Este texto inédito, más allá de las referencias a personajes y situaciones de entonces, conserva toda la vigencia y el peso que sobrepasa ampliamente la temporalidad de su redacción.
En este nuevo 24 de marzo, la OLP-
Resistir y Luchar realizó una campaña
de propaganda reivindicando a los
30 mil y cuestionando la democracia
dependiente
Resumen Latinoamericano, 23 de marzo de 2023.
Mediante carteles y pintadas, militantes de la organización social y política OLP-Resistir y Luchar, fijaron sus definiciones en paredes del AMBA y en varias provincias.
BALLESTER
LUIS GUILLÓN y EL JAGUEL
LAFERRERE
ENSENADA-PUNTA LARA
SAN JOSÉ
CAPITAL (frente a estación Constitución)
GUERNICA (I)
FLORENCIO VARELA
EZEIZA
LA PLATA
ROSARIO
PARANÁ-ENTRE RÍOS
SAN MARTÍN
LA PLATA
MISIONES
JUJUY (HUMAHUACA)
JUJUY (BARRANCAS)
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