La complicada biografía de Don Paco Picapiedras
Paco vivió hace unos tres mil años en la isla de Menorca, en el Mediterráneo, hoy parte de España. Lo hemos bautizado así por cuanto, a falta de registros escritos, su nombre verdadero no llegó hasta nosotros, como era de esperarse para alguien que vivió en la Edad de Bronce (probablemente fuera "Ugh" o "Grrr" o algún sonido gutural por el estilo). El nombre es totalmente arbitrario, y se basa en la actual nacionalidad de sus huesos, pero a Paco (como a nuestros mapuches originarios) los límites nacionales lo tenían totalmente sin cuidado, entre otras cosas, porque España no existiría como nación por un par de milenios. Decir que era español, o balear, o menorquino, sólo reflejaría nuestra ignorancia (tanto como decir que los mapuches eran chilenos).
Mechón.
No nos ha llegado su nombre, pero sí sus huesos, en una tumba colectiva que incluía a unos dos centenares de sus congéneres, descubierta por unos espeleólogos en 1995. Los espeleólogos, por cierto, practican un curioso deporte extremo, que consiste en explorar las cavernas subterráneas. Esta caverna en particular, llamada Es Carritx, había quedado sellada siglos atrás con un aluvión de tierra y piedras, lo que permitió una excelente conservación de su contenido.
Además de los cuerpos, y guardados primorosamente en recipientes cilíndricos hechos de madera o cuernos de animales, se recuperaron mechones de cabello, casi intactos, al punto que es perceptible el teñido de color rojo, una moda que por cierto parece coherente con las tendencias de la Edad de Bronce, metal rojizo si los hay.
Todo esto lo contamos por un reciente artículo publicado en la revista científica Nature, que revela las conclusiones que pudieron extraerse cuando, con la novísima tecnología del ADN, los científicos -comandados por la antropóloga española Elisa Guerra-Doce- comenzaron a sacar conclusiones sobre la vida cotidiana de estos antepasados pelirrojos. Para empezar, sabemos que casi todos los doscientos esqueletos, enterrados allí en un período de unos ochocientos años, eran parientes entre sí. Una suerte de mausoleo familiar. Curiosamente, sin embargo, no había allí niños y mujeres embarazadas.
Keto.
Paco, como los humanos de su época, no habrá vivido mucho más de treinta años. Y eso que practicaba muchas costumbres actualmente consideradas saludables en algunos sectores, tales como la dieta keto y la abstención de vacunarse.
Sin embargo, doña Guerra-Doce -experta en una dudosa disciplina llamada "antropología de la intoxicación"- pudo descubrir que en esa corta vida, Paco se divirtió bastante. Más concretamente, la evidencia química irrefutable de su mechón de cabellos, revela que el joven Paco consumía habitualmente todo tipo de drogas, incluyendo estimulantes como la efedrina (famosa entre nosotros por el affair Maradona en el Mundial 1994) pero también poderosos alucinógenos como la atropina y la escopolamina.
No hay mayores dudas de que esas drogas provenían de la flora natural de Menorca, ya que, recordemos, Paco era naturista y terraplanista. Lo curioso del caso es que el análisis químico, practicado sobre toda la longitud de su cabello, permitió determinar que estos consumos (¿recreativos? ¿religiosos? ¿terapéuticos?) se prolongaron por lo menos un año antes de la fecha de su muerte. Nada que no estuvieran haciendo sus congéneres en América, del otro lado del Atlántico, desde México hasta el Noroeste argentino.
No es casual que los recipientes en los que se guardaron esos cabellos estuvieran adornados con motivos que hoy calificaríamos como "psicodélicos": una serie de círculos concéntricos, algo hipnóticos. Cosa de hippies.
Secreto.
Así que el ADN terminó por develar el secreto que Paco habrá creído llevarse a la tumba. O quizá no era ningún secreto, y en la comunidad en la que él vivía, ese tipo de consumos estaba aceptado y extendido. Como los hallazgos arqueológicos dan cuenta de la presencia de alcohol y otras drogas desde los primeros vestigios de vida humana sedentaria, no ha faltado quien especule que estas sustancias habrían tenido un rol crucial en la evolución del cerebro humano y su capacidad de inventiva.
Probablemente a Paco y sus contemporáneos les parecería un concepto muy extraño el de la "guerra contra las drogas" en la que la humanidad se ha entretenido durante las últimas cinco décadas, con alto costo y bajísimo éxito. Para ellos, la idea de combatir una planta sería ridícula, y más aún, si esa planta los conectaba con una experiencia extra-corporal, un vínculo con lo divino.
Quién sabe si en Menorca -o en Ibiza, o en Formentera- no vive hoy un descendiente de aquel Paco fiestero. Quizá tenga su mismo nombre, y se tiña el pelo de rojo. Quizá consuma drogas psicodélicas en el marco de esas misas paganas que son las fiestas electrónicas, tan comunes en esas islas del Mediterráneo. Quizá el Paco actual practique la dieta keto, o la macrobiótica. Quizá crea que la tierra es plana, y milite en contra de las vacunas, a las que creerá parte de una conspiración global para privarlo de sus libertades esenciales.
Quizá, con todas las drogas y las ideas tóxicas que consume, el Paco actual no viva mucho más allá de los treinta años, tal como su antepasado de hace tres milenios. Quizá eso no sea una mala cosa para la democracia española, ya que este sujeto pinta como un potencial votante del partido Vox.
PETRONIO
Fuente:LaArena
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