11 de agosto de 2013

Avances en la investigación por la desaparición de Ledo.

Avances en la investigación por la desaparición de Ledo
Año 6. Edición número 273. Domingo 11 de Agosto de 2013
Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com
17 de junio de 1976. Día en el que desapareció el soldado Ledo.
La reciente detención del capitán (R) Esteban Sanguinetti permitiría ampliar el esclarecimiento en la causa del soldado Jorge Ledo, ocurrida hace 36 años.

El pasado miércoles 7 de agosto, 36 años y 50 días después de la desaparición del entonces soldado Jorge Agapito Ledo, fue detenido el capitán retirado Esteban Sanguinetti, señalado por varios testimonios y algunas pruebas documentales como el responsable directo de esa desaparición. Sanguinetti fue citado el pasado miércoles por el juez Daniel Bejas, titular del juzgado federal número 1 de Tucumán, quien había librado una orden de detención en su contra no bien terminó la feria judicial el pasado 22 de julio.

Sanguinetti estaba a cargo de la compañía del batallón de ingenieros en construcciones 141 de La Rioja que participó de la represión en el sur tucumano al momento de la desaparición de Ledo, ocurrida el 17 de junio de 1976. Las primeras noticias de la desaparición de Ledo las tuvo su madre, Marcela Brizuela de Ledo, cuando viajó a Monteros, en el sur tucumano, donde estaban los vivacs de la compañía a cargo de Sanguinetti. Allí y en contactos anteriores, la madre de Ledo pudo saber de fuente directa que Sanguinetti había llevado en tres oportunidades a su hijo a hacer patrullajes. El tercero fue durante la noche y Jorge Ledo le dejó sus anteojos a otro soldado, de apellido Orihuela, quien a su vez se los dio a Marcela Brizuela de Ledo que los guarda desde aquel entonces.

El también capitán retirado del cuerpo de ingenieros José Luis D’Andrea Mohr consignó estos datos y otros respecto de la responsabilidad de Sanguinetti en El escuadrón perdido, un libro publicado a fines de los noventa. D’Andrea Mohr, formado como comando y paracaidista, decidió pedir el retiro en 1976 porque no estaba dispuesto a participar de la cacería de militantes políticos encarada por la dictadura cívico militar con el fin de detener, torturar y hacer desaparecer a 30.000 personas.

El nombre de Sanguinetti quedó implacablemente ligado a la desaparición de Ledo y en 2007, cuando se inició una causa penal en el juzgado que hoy está a cargo de Bejas, fue nombrado como el principal imputado. En 2008, la fiscalía pidió que el capitán retirado fuera citado a declarar. La causa judicial nunca estuvo cerrada. La explicación de que no se registraran avances se debió a las prioridades de las organizaciones de derechos humanos y al trabajo de los fiscales federales y del juez Bejas que lograron avanzar en la instrucción de otras dos causas donde se produjeron desapariciones masivas y que hoy están transitando el desarrollo del juicio oral. Se trata de las causas caratuladas como Jefatura de Policía y Batallón de Arsenales Miguel de Azcuénaga.

El viaje de Sanguinetti y el rol de Milani. Sanguinetti, de 71 años y con buen estado de salud, llegó en un vuelo procedente de Madrid el pasado miércoles 23 de julio. El capitán, según declaró el pasado miércoles a Bejas, "se enteró que pesaba sobre él una orden que le impedía salir del país ese día cuando hizo el trámite de Migraciones". La realidad es que esa orden había sido impartida unos días atrás por ese juzgado y que el nombre de Sanguinetti había salido profusamente en los medios en las tres semanas anteriores a su regreso, incluso en el diario español El País.

Sanguinetti, con domicilio en Buenos Aires, alegó que al llegar a su casa se enteró de la imputación del juez Bejas. Fue entonces que pidió la asesoría letrada de Tucumán, María Carolina Cuenya, quien es defensora pública. Lo primero que pidió el capitán retirado fue que Cuenya solicitara al juez la eximición de prisión, cosa que fue negada por el juez. Fue entonces que Sanguinetti viajó a Tucumán y se presentó ante el juez que llamó al fiscal federal Carlos Brito, quien llevó una veintena de preguntas destinadas a que Sanguinetti diera cuentas de la desaparición de Ledo.

Sanguinetti se negó de plano a responder y el juez ordenó de inmediato su detención. El capitán, en previsión de eso, había fijado un domicilio en Tucumán y presentó unos papeles firmados por médicos que indicaban supuestos problemas de salud de este hombre recién llegado de dos meses de descanso en el verano español. De acuerdo con los trámites procesales, el juez tendrá que resolver, antes del 17 de agosto, día del libertador general San Martín, si Sanguinetti es pasible de recibir la prisión preventiva o no. Además, en caso de dejarlo preso, deberá evaluar si la salud de Sanguinetti es tan precaria como para concederle la prisión domiciliaria o, como sucede con la mayoría de los procesados y condenados por delitos de lesa humanidad, debe permanecer en una cárcel común.

En esta semana que termina, el juez Bejas recibió el testimonio del también ex soldado Álvaro Illanes, del Batallón 141 de Ingenieros quien compartió esa unidad con Jorge Ledo sólo durante febrero y unos días de marzo de 1976, ya que a Illanes lo tenían identificado como militante de la Juventud Peronista de Chilecito y lo "licenciaron", un eufemismo para secuestrarlo en su pueblo la misma noche del golpe de Estado. Illanes dio información al periodismo en la que incriminó al entonces subteniente César Milani, quien reportaba a las órdenes de Sanguinetti, por otros temas ocurridos en La Rioja, concretamente la detención de su padre y por visitas que realizó el entonces subteniente a la cárcel donde Illanes estaba detenido.

Si bien el testimonio de Illanes no puede certificar qué sucedió el 17 de junio en el vivac donde estaba Ledo, esta semana la familia de Ledo brindó al juzgado información para que puedan citar a declarar al ex soldado Orihuela, quien podría dar un testimonio clave. Además de ese y otros testimonios que están en carpeta para las próximas semanas, los fiscales Carlos Brito y Pablo Camuña han solicitado pruebas de orden documental. Una de ellas, que ya estaba en el expediente del juicio iniciado en 2007, tomó estado público hace pocas semanas. Se trata del documento que Milani firmó como oficial informante de lo que el Ejército caratuló entonces como "deserción" y no "desaparición". El documento firmado por Milani denunciaba que Ledo se había llevado bienes del Estado, como el pantalón y la camisa reglamentarias, así como la cuchara y el plato de aluminio. El Ejército le reclamaba a Ledo el pago de 26.544 pesos por la sustracción de esas pertenencias.

El cinismo de aquellos registros quedó ahora en evidencia. Cabe consignar que en muchos de los juicios por delitos de lesa humanidad la imputación testimonial es valorada y ponderada con mucho cuidado por los magistrados como pruebas decisivas. Se debe a que fueron los sobrevivientes quienes pudieron reconstruir los hechos debido a que la documentación fue escondida y no llega a los jueces. Sin embargo, en esta oportunidad, la desaparición de Ledo no sólo fue denunciada a su familia por sus compañeros de conscripción sino que quedó registrada en el documento mencionado en el que Milani firmó por instrucción de Sanguinetti. Los próximos días serán claves para saber qué pasará con Sanguinetti y eso será, sin duda, un indicio para imaginar qué puede hacer el juez Bejas para esclarecer la desaparición de Ledo e imputar a quienes fueron, presumiblemente, al menos partícipes necesarios de esa desaparición.
Fuente:MiradasalSur

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