JUEVES, 15 DE AGOSTO DE 2013
Maduro fortalece misiones sociales y llama a
combatir la corrupción
Por Emilio Marín (LA ARENA)
Nicolás Maduro se viene consolidando como
presidente de Venezuela. Por una parte fortaleció las llamadas misiones
sociales creadas por Hugo Chávez. Y por la otra emprendió una ofensiva
ético-cultural contra la corrupción.
Los críticos quieren restarle importancia a
decisiones adoptadas por el presidente Maduro desde que ganó los comicios del
14 de abril pasado. A la habitual letanía de que el chavismo es una cuasi
dictadura le agregan que la preocupación por los más humildes tendría que ver
con el objetivo de ganar las elecciones municipales.
En esa compulsa competirán los candidatos del
oficialismo (PSUV y diez agrupaciones aliadas, entre ellas el Partido Comunista
y Patria Para Todos), con los de la opositora Mesa de Unidad Democrática, que
hoy no tiene el mismo nivel de compactación que en las presidenciales de abril.
Hubo fuga de candidatos y partidos, como el MAS, que presentará los suyos sin
atender los acuerdos cupulares de la MUD, digitados entre Primero Justicia y
Acción Democrática.
Por supuesto que el oficialismo, pero también
la oposición, aspira a ganar las alcaldías y concejalías en la votación del 8
de diciembre. El Consejo Nacional Electoral (CNE) ya recibió más de 40.000
postulaciones a alcaldes, concejales y consejeros indígenas, según informó
Tibisay Lucena, titular del Consejo. Casi todas las candidaturas fueron
homologadas, en otra refutación de la acusación de "cuasidictadura".
En las presidenciales de abril Maduro se impuso
al derechista Henrique Capriles por apenas 1,5 puntos, alrededor de 250.000
votos. La alianza bolivariana busca hoy una victoria más amplia y recuperar el
millón de votos propios que emigró en aquella oportunidad hacia su rival.
Esta pulseada a nivel municipal conecta con la
lucha política de Venezuela. Es que Maduro ha planteado una batalla general
contra la corrupción y pedido que los candidatos del Gran Polo Patriótico sean
jóvenes, patrióticos y honestos que hagan honor al legado de Hugo Chávez.
Cero pobreza, ¿será posible?
El 7 de agosto el presidente planteó que para
el final de su mandato quiere llegar a "La meta 2019 pobreza cero",
según escribió en su cuenta de Twitter.
La agencia Prensa Latina informó que ese día
fue activado "el Sistema de Misiones y Grandes Misiones (programas
sociales impulsados por el Ejecutivo nacional)". Tales misiones son 33 y
dan a la población servicios esenciales que figuraban en la letra de ciertas leyes
anteriores al chavismo, pero que no existían realmente. En poco tiempo la
"Misión Robinson", de alfabetización, sacó de esa condición de
iletrados a 1.5 millón de personas y declaró a Venezuela libre de
analfabetismo.
Ahora el gobierno mantiene las misiones, les da
nuevos objetivos a las preexistentes, las coordina mejor y prioriza las que más
tengan que ver con las necesidades de la población. Por caso la Gran Misión
Vivienda, concita la mayor atención y fondos estatales con créditos a 30 años y
un interés anual del 4,66 por ciento.
Desde el primer día de su mandato, el jefe de
Estado viene poniendo en práctica el "gobierno de calle", concretando
reuniones y consultas con la población. Esto permite tomar el pulso a la
situación, recoger críticas e iniciativas, y comunicar en vivo y en directo lo
que los medios informan nacionalmente.
En seis años es muchísimo más lo que el
gobierno bolivariano puede lograr con esos programas sociales. De todos modos,
entre los enemigos de la "Pobreza Cero" están las empresas privadas,
las multinacionales y la burguesía, incluso la que actúa bajo los colores
"rojo-rojito" o sea al interior del gobierno. Todas conspiran contra
aquel éxito.
Por ejemplo, hay intereses empresarios que
ganan con la inflación, que empobrece a los venezolanos. Según el Índice
Nacional de Precios al Consumidor (INPC), el acumulado de precios de los
primeros siete meses del 2013 llegó a 29 por ciento, superior al 8,6 por ciento
contabilizado en similar lapso del pasado ejercicio. Maduro propuso aumentar el
PBI un cinco por ciento y controlar la inflación, pero las presiones
inflacionarias amenazan las metas políticas y sociales, entre otras la
eliminación de la pobreza.
Palos en la rueda
El gobierno venezolano tiene fijadas doce
orientaciones básicas para mejorar la situación de su gente, entre ellas las
misiones sociales y el "gobierno de calle". Pero es complicado
llevarlas adelante cuando tiene que lidiar con el imperio y los socios de éste
que le hacen la vida difícil desde afuera, más los socios internos de esos
intereses, que ponen permanentemente palos en la rueda para impedir el
avance.
Lo del imperio está claro. Aún hoy Washington
no reconoció formalmente al presidente Maduro, más allá de ciertos gestos del
secretario de Estado John Kerry en sus conversaciones con el canciller Elías
Jaua en Guatemala. Ese inicio de diálogo fracasó luego que la designada
representante de EE UU ante la ONU, Samantha Power se comprometiera en
audiencia ante el Senado "a responder a la represión a la sociedad civil
que se está produciendo en países como Cuba, Irán, Rusia y Venezuela". El
otro que no reconoció la victoria de Maduro fue Israel.
Los socios nativos de esos poderes, expresados
por Capriles y el resto de la opositora MUD, hicieron todo lo posible por
provocar la violencia y la desestabilización del gobierno. No sólo no
admitieron los resultados de abril sino que organizaron marchas y mataron a
once personas, presentaron recursos ante el Tribunal Supremo de Justicia y
tribunales internacionales, implicaron a gobiernos vecinos en su campaña
antidemocrática, caso del colombiano Juan M. Santos.
Fueron cosechando fracasos. El mundo reconoció
a Maduro, comenzando por Unasur. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia de Venezuela declaró inadmisibles los recursos que solicitaban la
nulidad de las elecciones de abril. Y hasta Santos terminó retrocediendo y
concurriendo con varios de sus ministros a Puerto Ayacucho (estado Amazonas), a
normalizar la relación con el vecino y firmar acuerdos comerciales. La idea es
llevar el intercambio bilateral a los 8.000 millones de dólares de 2008, porque
el año pasado la cifra fue de sólo 3.000 millones.
Lucha contra la corrupción
Como si algunos de los problemas enumerados no
fueran suficientes -amén de la extraordinaria pérdida que supuso la muerte del
presidente Chávez en marzo- existe también en Venezuela, en rigor a nivel
mundial, el fenómeno de la corrupción.
A diferencia de los gobiernos que lo disimulan
o fomentan, el bolivariano le viene dando pelea, ya bajo el liderazgo del
fallecido comandante. Maduro llegó a la conclusión de que combatir la
corrupción es una prioridad de su administración, por los daños que causa el
desvío de fondos y la marca social negativa a nivel ideológico y cultural. Ha
llamado a una revolución ética-cultural. Ya a principios de agosto encabezó una
manifestación muy numerosa con esas banderas y ha planteado que tiene a estudio
leyes para profundizar esos embates.
¿Qué dice la derecha y los medios privados en
Venezuela, Miami y Madrid, entre otras capitales de la derecha mundial? Que el
gobierno chavista quiere arremeter contra la oposición con acusaciones de ese
tipo. El Miami Herald y "La Nación" de Buenos Aires son algunos de
los periódicos que mienten a este respecto, en sintonía con el opositor
Capriles que ha caracterizado de "cortina de humo" a la campaña
presidencial contra la corrupción.
El problema de esa gente es que entre los
acusados de desviar dineros, defraudar al fisco y blanquear capitales sucios hay
legisladores opositores, como Richard Mardo, de Primero Justicia, a quien se
privó de su fuero parlamentario para investigarlo por esos delitos. En la
Asamblea Nacional también fue denunciado Oscar López, director del despacho de
la Gobernación del estado de Miranda, del círculo íntimo de Henrique
Capriles.
Grito en el cielo
De todos modos, la corrupción es un mal propio
del capitalismo pero no tiene un color político definido y crece tanto en la
oposición cuanto en segmentos del mismo gobierno que propone el socialismo del
siglo XXI.
Por eso ayer estuvo reunido el Consejo de
Estado bajo la titularidad del vicepresidente de la República, Jorge Arreaza,
para elaborar las propuestas que elevará al presidente para redoblar la apuesta
contra la corrupción.
En vez de alentar esa cruzada, la oposición ha
puesto el grito en el cielo diciendo que el bolivariano quiere gobernar por
decreto. "Yo como presidente y jefe de Estado voy a llamar a una
emergencia nacional en la lucha contra la corrupción y voy a pedir poderes
especiales para ir a un proceso de reforma de las leyes y de cambio de la
institucionalidad" proclamó Maduro el lunes en un acto.
En vez de tomar la parte positiva de esas
iniciativas, la oposición vuelve a pintarlo como un cuasidictador. Cuando
Chávez pidió poderes especiales a la Asamblea Nacional, en 2000, 2001, 2008 y
2010, fue para poner en marcha medidas favorables a la mayoría de los
venezolanos. Si Maduro en los próximos días pide poderes similares al Congreso
será para atender a las propuestas hechas por el Consejo de Estado contra la
corrupción. ¿Será que la oposición es tan apegada a leyes que no solucionan el
drama o tiene mucho que ocultar de sus enriquecimientos con negocios "non
sanctos"?.
JUEVES, 15 DE AGOSTO DE 2013
Ante el 8-D, la confusión reinante y la
avanzada fascista-reformista: ¿Qué hacer?
Por Martín Guédez
El momento histórico es definitivamente muy
duro. A pesar de que en su legado Chávez nos encomendó a Maduro y estoy
persuadido de que fue la más sabia de las decisiones, el timonel no está y el
capitalismo por distintas vías (la economía, la ausencia de liderazgo
intermedio y una burocracia definitivamente infestada de anti valores en su
conjunto) nos está torciendo el brazo. Un pueblo en buena medida confundido y sin
conocimiento profundo del momento histórico o la imprescindible conciencia de
clase podría resultar fácil presa de los enemigos de todas las horas.
Como saben he tomado el título de un texto
escrito por Lenin en circunstancias muy especiales para presentar a mis
camaradas estas reflexiones. Veamos: La Revolución Bolivariana está bajo fuego
del más poderoso e inmoral imperio de todos los tiempos. Un poderoso enemigo
con una multitud de cómplices internos cuya característica es su espíritu
apátrida, la impudicia de la rapiña y la ferocidad de la bestia carroñera.
Imperio y cómplices determinados a erradicar, borrar y extirpar el ejemplo de
soberanía, independencia e integración que pone en peligro sus planes de
dominación.
El capitalismo no sólo se juega la inapreciable
joya de los recursos naturales propios de Venezuela, por sí solos suficientes
como para justificar cualquier agresión sino qué, sabe que está en peligro el
programa económico-filosófico neoliberal desafiado gravemente por su propia
crisis y por la novedosa experiencia de democracia plena participativa y
protagónica con todo y los errores y el sabotaje de innumerables bandidos de
todos los colores.
Contra la Revolución Bolivariana están haciendo
coincidir todas las estrategias desestabilizadoras conocidas e inventadas en
los centros de inteligencia del gran capital y algunas más por añadidura.
Nuestro pueblo cada día enfrenta una verdadera ensalada estratégica en la cual
y según vaya conviniendo se aplican páginas del libreto aplicado al Chile de
Salvador Allende, con escasez de productos de primera necesidad, especulación
descarada –un asalto a mano limpia-, guerra psicológica de cuarta o quinta
generación, ataque inclemente a la moneda, sabotaje al sistema eléctrico,
“huelgas universitarias” y todo ello con la innegable y a veces entusiasta
colaboración de quintas columnas enquistados en la administración pública e
incluso en los partidos y movimientos sociales revolucionarios.
No obvian la “receta nicaragüense” de los
tiempos cercanos a la “estrella democrática” doña Violeta Chamorro, variante de
la doctrina desestabilizadora e intervencionista menos apoyada en la cosecha de
pinochetes o videlas y más en la conducción del proceso a la trampa formal de
las elecciones burguesas. Una furibunda campaña de guerra psicológica y su
correspondiente elemento de contraste basado en la incontrolable escasez,
especulación e inseguridad cuyo fin sólo sería alcanzado como alivio si el
pueblo decide desprenderse de la “causa” de sus actuales angustias: la
Revolución Bolivariana
El preámbulo para el escenario del 8-D contiene
todos los ingredientes incluida una buena dosis de complicidad interna. El
resultado de tales elecciones tendrá carácter plesbicitario ¡que nadie se
equivoque! No están en juego algunas alcaldías, algunos espacios de poder de
algunos bandidos de boina roja o algunos “regalitos” a barraganas o amigotes
vividores de oficio. ¡Está en juego la Patria y con ella la esperanza de una
humanidad expectante! Están en juego los sacrificios de Jesús, de Bolívar, del
Che, de Chávez y de millones de mártires a lo largo de la historia. Inútil será
luego el llanto y el rechinar de dientes. Podríamos pasar a la historia como el
rey moro Boabdil el chico, el que “debió llorar como niño lo que no supo defender
como hombre”
Resulta de una ingenuidad criminal suponer que
la contrarrevolución concurrirá a la lid electoral sin poderosas cartas bajo la
manga. El escenario electoral es un medio y sólo eso, un medio para alcanzar el
único fin que les alienta y les quita el sueño: extirpar el proceso
revolucionario bolivariano construido por Chávez y enterrar bien hondo su
legado si acaso no lo hacemos nosotros mismos. Cualquier titubeo o actitud
egoísta por ambiciones pequeñas es mucho más que una idiotez es un crimen
imperdonable hasta para los traidores mismos.
Las fuerzas revolucionarias deben prepararse en
dos aspectos fundamentales para salir victoriosas de este nuevo trance.
Primero: vigorizando, organizando y elevando su propia capacidad de combate.
Segundo: reconociendo, detectando, descubriendo y anulando todas las
estrategias del enemigo interno o externo sin miramientos ni medias
tintas.
El primer objetivo está claro: hay mucha tuerca
que apretar, mucho oscurana que alumbrar y mucha basura que barrer. Al hacer
memoria del caso sandinista recuerdo que el propio comandante Tomás Borges, de
visita en Caracas en 2011 y en presencia de Moncho Lets nos decía con amargura
y tristeza que, “más que los aciertos y el poderío desplegado por la
contrarrevolución en aquella lid la derrota tuvo como aliado fundamental
nuestros propios errores, algunos de bulto y groseros”, así explicaba cómo
muchos “sandinistas” encargados de la Reforma Agraria se habían enriquecido al
mejor estilo burgués y cómo estas acciones terminaron por enajenarle al
sandinismo la voluntad, la confianza y el cariño popular. En esta situación la
contrarrevolución con buena campaña de manipulación de por medio logró
desalojar del poder a la Revolución Sandinista ¡Qué pena y qué vergüenza!
¡Eso no puede pasarnos! Debemos vencer o morir,
de modo que es hora de barrer y limpiar la casa pero no perderla. La campaña
que se nos viene encima tendrá todos los ingredientes del mejor guiso
desestabilizador de las conciencias. La oligarquía no tiene ninguna posibilidad
de ganarle a la Revolución ni una sola alcaldía que no sea las minoritarias
tradicionalmente dominadas por ella si la Revolución se juega a Rosalinda con
toda la lealtad y el sacrificio que debe esperarse de sus líderes y un pueblo
en marcha irrevocable a su liberación. Las manipulaciones oligarcas serán
sucias, terribles, tramposas, impúdicas, indecentes y obscenas, ¡vale! Así ha
sido siempre. Nuestra fuerza está en la gente, en nuestro pueblo, justamente el
verdadero protagonista de la batalla. Este pueblo no puede ser ninguneado por
oportunistas de oficio a riesgo de perdernos. Requerimos una elevación de la
conciencia revolucionaria, una profundización de sus objetivos, una avanzada de
organización popular, los sueños y las esperanzas de todo un pueblo no pueden
seguir en manos de conciliábulos de caudillos regionales o municipales. Todo el
poder para el Pueblo dirigido y orientado por una vanguardia con espíritu
apostólico y su conductor: Nicolás Maduro es y tiene que ser la consigna.
Fuente:Argenpress
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