14 de abril de 2015

VIDELA ENVIÓ LOS ARCHIVOS DE LA REPRESIÓN A ESPAÑA, SUIZA e ISRAEL.

Videla envió los archivos de la represión, con las listas de desaparecidos, a España, Suiza e Israel 
13 abril 2015 

En 1983, el Gobierno de Felipe González autorizó el aterrizaje de 15 aviones del régimen militar argentino
DANILO ALBIN @danialri
En 1983, el Gobierno de Felipe González autorizó el aterrizaje de 15 aviones del régimen militar argentino. Según consta en la Audiencia Nacional, los registros de aquellos viajes fueron eliminados.

Un testigo afirmó que transportaban “fichas microfilmadas con las listas de los desaparecidos en la Argentina, liquidados por las Fuerzas Armadas”.

“La subversión buscaba la conquista del poder para imponer una ideología de izquierda totalmente ajena a las tradiciones, al sentir y al sistema de vida nacional”.

Con esa frase, el general Cristino Nicolaides, último jefe del Ejército durante la dictadura argentina (1976-1983), justificaba la friolera de 30 mil asesinatos. Sus crímenes, creía el militar, no tenían nada de ilegal.

Aún así, debían ser escondidos: el 22 de noviembre de 1983, unos veinte días antes de entregar el poder al presidente Raúl Alfonsín, Nicolaides ordenó a todos los jefes de Policía que aportasen la “documentación clasificada relativa a la lucha contra la subversión”, eufemismo empleado para referirse a fusilamientos, torturas y robos de bebés.

Buena parte de aquella documentación cruzaría el Atlántico algunas semanas después, a bordo de un avión Hércules C-130 de las Fuerzas Armadas argentinas.

El 19 de diciembre de 1983, este avión aterrizó en la base aérea militar de Gando, al este de la isla de Gran Canaria.

Así consta en un informe policial elaborado el 2 de junio de 1997 a instancias del juez Baltasar Garzón –quien entonces investigaba los asesinatos de ciudadanos españoles por parte de la dictadura de Videla–.

Según ese documento, tres integrantes de la aeronave “no fueron registrados por el servicio de Emigración ni por los funcionarios de Aduanas”. 

La tripulación argentina –compuesta también por otros cinco militares que sí fueron identificados al llegar al aeropuerto- durmió en el Hotel Cristina, donde contaba con habitaciones reservadas por el consulado de ese país en Las Palmas.

Cuando Garzón trató de conseguir los registros de huéspedes, desde el hotel le respondieron que habían sido destruidos debido al tiempo transcurrido. Tampoco fue posible encontrar datos sobre el vuelo en el aeropuerto de Gando.

“Los datos almacenados en sus archivos actuales no registran históricos con esa antigüedad, y es práctica habitual destruirlos pasado un tiempo prudencial”, señalaba el informe policial.

En medio de un absoluto hermetismo, aquel vuelo habría tenido como destino final la localidad francesa de Chateauroux-Deols.

Desde allí, los militares argentinos se habrían trasladado por tierra hasta la localidad de Lugano, en Suiza.

Junto a ellos llevaban “fichas microfilmadas con las listas de los desaparecidos en la Argentina, liquidados por las Fuerzas Armadas, encontrándose también documentos sobre el general argentino Juan Domingo Perón”, declaró a Garzón uno de los testigos argentinos.

A finales de 1984, el gobierno de Alfonsín habría intentado recuperar los archivos ocultos en una caja fuerte de una entidad bancaria suiza.

“El entonces ministro de Defensa, Germán López, ordenó al responsable de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), Roberto Peña, que encargara la misión al agente Pablo Valle, quien, en los años sesenta, había trabajado para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos en Guatemala”, señala uno de los documentos de la Audiencia Nacional a los que ha tenido acceso Público.

Sin embargo, el operativo habría fracasado, “ya que el enviado del Gobierno argentino se sumó al grupo que debía investigar y desapareció en Ginebra”.

“Existe una versión nunca confirmada oficialmente que indica que el agente Valle habría vendido las claves secretas de las cajas de seguridad suizas a un Gobierno occidental por una suma cercana a los treinta mil dólares americanos”, apunta el escrito.

Este periódico ha podido confirmar que el régimen de Videla contaba con una cuenta en un banco suizo, a nombre del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país. 

La vía israelí
Del mismo modo, la dictadura argentina también habría utilizado la base canaria de Gando como escala en su traslado de documentos secretos a Israel.

Así se desprende del expediente de la Audiencia Nacional, en el que figuran los datos del vuelo SDA B-707 que llevaba como destino final el aeropuerto de Tel-Aviv.

Su aterrizaje en Gran Canaria se registró sobre las 15.30 del 13 de diciembre de 1983. Al igual que en el caso anterior, otros tres tripulantes de este avión tampoco fueron identificados por las autoridades españolas.

En marzo de 1999 (16 años después), el entonces general jefe del Mando y Zona Aérea de Gando, Gonzalo Ramos Jácome, respondió a Garzón que “dado el tiempo transcurrido desde el año 1983 y una vez examinados los archivos de la Unidad, no consta información documental alguna respecto al asunto de referencia”.

Vuelos a España
Sin embargo, Público ha reunido numerosos documentos que demuestran que a lo largo de 1983, el Gobierno de Felipe González autorizó el aterrizaje en territorio español de al menos 15 vuelos militares procedentes de Argentina.

Las solicitudes eran tramitadas por las representaciones diplomáticas de la dictadura, que en todos los casos alegaban los mismos motivos de viaje: el supuesto traslado de material aeronáutico “hacia y desde” el país suramericano.

Uno de los casos más llamativos ocurrió en mayo de 1983 –con la dictadura ya de capa caída–, cuando las autoridades diplomáticas llegaron a cursar solicitudes con menos de 48 horas de diferencia. Según ha podido confirmar este periódico, en esas mismas fechas el régimen argentino sacó del país distintos documentos de la represión.

Su destino, al igual que el de los 30.000 desaparecidos, sigue siendo un misterio.
Fuente:FedEstataldeForosPorLamemoria






La dictadura argentina tuvo medios españoles que mostraban su cara amable 

La dictadura contó en España con medios que omitían su lado sórdido y mostraban el ‘bueno’, hasta la Prensa del corazón

El dictador Videla con su 'colega' Pinochet 
Contamos aquí hace meses lo que el diario digital Público.es descubrió: que los políticos españoles de la época apoyaron la dictadura argentina, le vendieron armas, barcos, adiestramiento a torturadores (con dinero español), etc.

Toda clase de atrocidades permitidas y apoyadas desde España, desde el Rey a Adolfo Suárez, pasando por militares y banqueros.

Ahora se ha sabido, gracias a los archivos de medios como los diarios La Vanguardia, El Faro de Vigo, la revista Hola y TVE (la TV estatal), que la dictadura de Jorge Videla consiguió contrarrestar las denuncias exteriores contra su Régimen gracias a los medios españoles de entonces.

Casi todos se ofrecieron para mostrar el lado humano del dictador. Público.es descubrió nuevos documentos sobre esto, y dichas campañas de publicidad elogiosa no tenían nada que envidiar a las actuales sobre países con Gobiernos dictatoriales, desde Guinea Ecuatorial a China.

Toda esta iniciativa se fraguó en innumerables comidas, agasajos, cenas, etc., en restaurantes madrileños, los más caros, por supuesto.

Los diplomáticos de la Embajada argentina en Madrid tuvieron varias reuniones con representantes de Televisión Española. En dichas comidas también estuvo un representante del diario Abc, al cual los militares argentinos elogiaban por que lo veían como "un medio objetivo" cuando informaba sobre Argentina, como "algunos editoriales que informaban de los cuatro años del actual Gobierno argentino [en 1980]".

El 14 de enero de 1977, el entonces Embajador argentino, Leandro Enrique Anaya, presumía de haber comido "con casi la totalidad de los medios informativos locales e internacionales acreditados en Madrid".

En la reunión antes mencionada, hubo representantes de diarios como Ya, Pueblo, Informaciones o El Alcázar, ya desaparecidos, o actuales como Abc, Marca e incluso El País. Luego, medios como Associated Press, Europa Press, Reuters o France Press. También corresponsales en Madrid como el de Herald Tribune. La lista de asistentes fue inmensa al final, y salían incluso los corresponsales o periodistas de muchos medios latinoamericanos, y a los postres, se sugirió utilizar la frase "Proceso de Reorganización Nacional", como la Dictadura argentina quería denominar a su Régimen.

Un documento muestra cómo el diario El Ideal Gallego iba a publicar un reportaje en páginas de huecograbado sobre Argentina por la Semana de Galicia en Buenos Aires. Pedía su colaboración a la Embajada, pues "nos supondrá un ingente sacrificio y un esfuerzo económico importante" dicho reportaje, publicado como un número monográfico. Incluían tarifas publicitarias, aunque ofrecían a la Embajada el "precio normal, como contribución económica".

La Vanguardia (por entonces se llamaba La Vanguardia Española) también preparó otro monográfico de 32 páginas, cuyo coste para la Embajada fue de 205.000 pesetas por cada página a color, publicado en abril de 1978, "para ofrecer la imagen real y futura de Argentina".

Ello recibió el apoyo de la Embajada y del Ministerio de Asuntos Exteriores argentino. 

Luego vinieron también acuerdos para incluso ofrecer la cara humana de Jorge Videla en la revista Hola, la Biblia de la Prensa del corazón. Según el guión del reportaje, se le preguntaría sobre el significado de la Navidad, "la importancia de la familia" y "la educación de los hijos en el seno familiar".

Por supuesto, nada de preguntas "comprometidas", sino otras como "¿Cree que hay una crisis mundial de valores y de ética?"
Fuente:Interncionales

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