2 de diciembre de 2021

TROPEL 2 del 02.12.2021.

 

Un fantasma que desvela a la 

partidocracia liberal

Resumen Latinoamericano, 1 de diciembre de 2021. 

Aniquilando al único planeta – hogar con que contamos

Durante los albores de la cuarentena global, el clareamiento de cielos y espejos de agua y la prosperidad de la vida silvestre – entre otros indicios de saneamiento medioambiental – tentaron a imaginar un futuro inmediato más venturoso si la humanidad era capaz de tomar nota de las lecciones en curso. Pero está visto que los grandes beneficiarios de este capitalismo apocalíptico son incapaces de limitar la escalada de su codicia exponencial. Los ejemplos abundan. Sin ir más lejos, en las últimas horas el dueño de un campo aplastó 140 nidos de pingüinos con una topadora en un campo lindero a la reserva natural de Punta Tombo, en la costa atlántica de la provincia del Chubut. Ya es un dramático lugar común: La actividad humana está destruyendo la naturaleza, y provocando una aceleración alarmante de la extinción de especies animales y vegetales. 

Los líderes mundiales han vuelto a comprometerse con acciones para afrontar el problema. ¿Bastará con eso? 

La biodiversidad es la variedad de seres vivos de la Tierra y los ecosistemas a los que pertenecen, que aportan oxígeno, agua, alimentos y otros innumerables beneficios. 

Recientemente, un conjunto de informes y estudios han alertado sobre el estado actual de la naturaleza.

El pasado mes, un informe concluyó que las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, peces, anfibios y reptiles se redujeron en un 68% en promedio entre 1970 y 2016. 

La comunidad científica ha advertido que estamos viviendo la sexta extinción masiva y que lo que hagamos ahora probablemente definirá el futuro de la humanidad. 

Una de las cinco extinciones masivas que sufrió la Tierra fue el impacto de un asteroide que acabó con los dinosaurios y muchas especies marinas.

«No tenemos tiempo para esperar. La pérdida de la biodiversidad, la pérdida de la naturaleza, está a un nivel sin precedentes en la historia de la humanidad«, asegura Elizabeth Mrema, secretaria ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica. 

«Somos la especie más peligrosa de la historia mundial«. 

Los seres humanos están ocasionando la extinción de otras especies mediantela caza, la pesca excesiva y la tala de bosques. 

Somos casi enteramente responsables de la extinción de varias especies de mamíferos en las últimas décadas, según un estudio reciente publicado en la revista especializada Science Advances. 

Y las predicciones sugieren que se perderán otras 550 especies de mamíferos este siglo, si continuamos por el camino actual. 

Abandonar el modelo devastador que hemos adoptado requerirá grandes cambios. 

En la Cumbre de Biodiversidad de la ONU, que tuvo lugar el pasado 30 de septiembre en Nueva York, el secretario general de la organización, Antonio Guterres, aseguró que «la humanidad está librando una guerra contra la naturaleza y necesitamos reconstruir esta relación«.

Se insta a que los países firmen un acuerdo que sería para la biodiversidad lo que elacuerdo de París fue para el cambio climático.

Esto entra en lo que se conoce como el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), un tratado internacional acordado en la denominada «Cumbre de la Tierra», celebrada en Brasil en 1992. 

Este acuerdo tiene tres objetivos: la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes, y el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos. 

Los países tenían hasta este año para alcanzar las metas establecidas hace una década, que van desde detener la extinción hasta reducir la contaminación y preservar los bosques.

A pesar de que se lograron algunos avances, no se alcanzó ninguno de los objetivos trazados.

Ahora, los líderes mundiales están siendo llamados a firmar un pacto para salvar la biodiversidad del planeta a través de un plan que pone a la vida silvestre y al clima como una prioridad.

Según la comunidad científica, no es demasiado tarde para revertir el declive de la naturaleza, pero hace falta mucho compromiso y que las promesas sean cumplidas. Estamos advertidxs.

Desde el pensamiento crítico no queda espacio para otra militancia que no sea socioambiental.

Amenaza de tormentas en el horizonte político nacional

A la fecha todo parece indicar que, al tren que vamos, Argentina se dirige hacia un  nuevo descalabro. Tal pronóstico no se basa en la desquiciada expresión de deseo de un maximalista impaciente, ni de un analista desprevenido que pasa por alto la capacidad de generar rehenes y mojar la pólvora de la rebeldía que tienen los millones de pesos invertidos en ayuda (que no Justicia) social, sino en la rigurosa comprobación de que el régimen que alguna vez conocimos con el nombre de democracia ya no le sirve al capital financiero trasnacional para continuar saqueando los recursos naturales del Sur Global, ni alcanza para sostener la mascarada institucional de sus vicarios locales. Pruebas al canto:

Si analizamos los resultados generales de las recientes elecciones en la Venezuela bolivariana, teniendo en cuenta por una parte al oficialismo unido y por la otra a los votos de la diáspora opositora, advertiremos que – en conjunto – la oposición alcanzó los 4.430.000 votos (54,3%), mientras el gobierno obtuvo 3.723.000 (45,7%), o sea 700 mil votos menos. Tales guarismos dejan en claro  cómo el oficialismo de Nicolás Maduro capitalizó el voto disperso de sus adversarios, manteniendo un categórico liderazgo. Corresponde subrayar que ésta ha sido la primera ocasión – al cabo de varios años de abstenciones parciales – en la que el conjunto de la oposición participó, bajo distintas denominaciones, de unos comicios convocados por el gobierno.

En Chile también tuvieron lugar las elecciones previstas. Los 2 candidatos que pasaron a segunda vuelta son el pinochetista  José Antonio Kast (28%) y el  progresista Gabriel Boric (26%) Resulta difícil vaticinar el desenlace de la contienda que tendrá lugar el 19 del mes en curso, pero lo que no ofrece lugar a dudas es la escasa asistencia de votantes tanto como el menguado poder institucional con que contará quien se imponga en dicha ocasión.

En nuestro país, un dato sumamente relevante que permiten advertir las últimas elecciones legislativas viene a complementar el cuadro de situación regional que venimos revisando. Reparar en la distribución del universo de votantes habilitadxs a tal fin (34.332.992), lleva a constatar que el 32,5%, compuesto por ausentes, votos en blanco, o nulos, constituye la primera minoría del padrón; mientras que el 28,3% votó por Juntos, el 23,3% optó por Frente de Todos, y el 17,5% lo hizo por otras fuerzas políticas de izquierda, derecha, partidos provinciales o peronistas independientes de la coalición gobernante.

Si para muestra bastara con este puñado de botones, resultaría legítimo preguntarse cuánta presión más soportará esta caldera de descontento general ante la inocultable crisis de representatividad política vigente que – al decir del ensayista Alejandro Horowicz – desde hace bastante tiempo ante cada comicio nos revela votando contra el peor de los candidatos y ya no a favor de ningún proyecto.

Esas altas cifras de abstencionismo/votoblanquismo, a la ligera bien podrían ser interpretadas como éxodo de la política, o bien como mero síntoma circunstancial de descontento. Pero lo cierto es que esa mayoría relativa no tan silenciosa también constituye el núcleo potencial de un cambio, toda vez que – como bien señalara Lenin – una de las condiciones de la transformación social se materializa cuando lxs que nunca hicieron política se convierten en protagonistas de la misma.

Aprestos de confrontación

Para más dato acerca de cuál es por estas horas el microclima político en Palacio, cabe tomar en cuenta que un reciente hilo de tuits de una funcionaria dejó al descubierto que el clima en el ministerio que atiende las urgencias del pobrerío no es el mejor y la interna entre el kirchnerismo y Emilio Pérsico continúa al rojo vivo. 

En efecto, la Secretaria de Inclusión Social, Laura Alonso, salió al cruce de una información que la señala como la encargada del manejo de la caja millonaria de los programas alimentarios, agregando que hay una maniobra para endilgarle a La Cámpora la responsabilidad sobre dichos fondos.

«Nuestra tarea es determinar el rumbo de los programas y supervisar su ejecución pero, como es de público y notorio conocimiento, son otras áreas del Ministerio las que se ocupan de las compras, licitaciones y transferencias de fondos«, replicó la ex diputada nacional. 

Ese último mensaje revela que detrás de la información en cuestión está la interna entre la agrupación que lidera el hijo de la Vicepresidenta y el Movimiento Evita. 

Según fuentes kirchneristas, es Pérsico quien maneja una caja de 300 mil millones de pesos por año entre los programas que tiene a su cargo en el Ministerio (alimentarios y de formación, entre otros) y los planes sociales y de trabajo. 

La disputa en cuestión se agravó durante los últimos meses, dado el impulso oficialista a los proyectos para cambiar planes por trabajo formal, apuntando a recortarle a Pérsico su principal factor de poder.

Pero también hay otra pelea que subyace a esta discusión y es la de Alberto Fernández con el kirchnerismo. Pérsico es uno de los principales impulsores del albertismo, que en los últimos días se ha mostrado revitalizado y dispuesto a confrontar con el sector de Cristina

Por lo demás, se acerca el fin de año y, con él, el avance deuna de las principales preocupaciones del Gobierno: las tensiones que puedan llegar a producirse en las calles con las organizaciones sociales rebeldes. En un contexto en el que las urgencias apremian y marcan el ritmo de los reclamos, en el oficialismo aseguran tener la situación bajo control y que no esperan mayores sobresaltos. Sin embargo, desde la dirigencia piquetera aseguran que irán a un acampe si el ministerio de Desarrollo Social sigue sin cumplir con los compromisos asumidos,principalmente, en lo respectivo a la entrega de alimentos. 

Al Gobierno también le llegaron advertencias de los intendentes del conurbano, quienes miden de cerca la temperatura social. En consecuencia, se han empezado a reactivar las conversaciones con supermercados y almacenes, que históricamente deben enfrentar reclamos de bolsones de alimentos por parte de las organizaciones. 

La preocupación deriva esta vez especialmente de la imparable suba de precios en el rubro alimentos, que en general hacia fin de año se espiraliza. El Gobierno acaba de llegar a un acuerdo precario para sostener por el fin de semana los valores de la carne, ante la previsión de una remarcación del 25%. De hecho, en la última medición del Indec, correspondiente a octubre, la inflación promedio fue del 3,5%, pese a la política de congelamientos que impulsa el secretario de Comercio, Roberto Feletti

Este año se suma un dato particular: se cumplen 20 años del diciembre más conflictivo de la historia contemporánea, el de 2001, que terminó con el gobierno de Fernando De la Rúa. El aniversario de esa violenta revuelta que dejó 39 muertos agrega un factor adicional de inquietud en la mirada de la Casa Rosada. 

A la cuestión alimentaria se le suma la solicitud de altas para los programas Potenciar Trabajo, que las organizaciones le solicitaron al Gobierno y que también se encuentran demoradas. 

Son circunstancias reconocidas por la cartera que comanda Zabaleta. Aunque sostienen que las condiciones para la compra, en última instancia, no las pone el ministerio, sino que las determina la lógica del mercado. Aducen, además, que tampoco estarían a su alcance las decisiones de política económica que permitirían la creación de puestos de “trabajo genuino”, tal y como lo demandan las organizaciones. 

Así y todo, si bien muchos de los pedidos de los piqueteros se diluyen en promesas y la posibilidad de un acampe está latente,las instancias de negociación parecen no agotarse nunca, en parte también porque Zabaleta adoptó la política de no romper el diálogo en ninguna circunstancia(incluso después de un episodio violento que se generó cuando un grupo de militantes quiso entrar al Ministerio de Desarrollo Social, antes de las elecciones)

Además, cuando despunta diciembre, el reclamo social se atomiza y aparecen facciones de agrupaciones más pequeñas para demandar alimentos. De hecho una importante cadena de supermercados con sucursales en buena parte del conurbano, ya empezó a activar un operativo para coordinar con el Gobierno acciones ante esa demanda. 

Por ende, gastando sus últimos cartuchos en procura de atemperar los ánimos del pobrerío, el Gobierno piensa en reflotar un bono social para fin de año. 

Con las elecciones formando parte del pasado y una expectativa inflacionaria en ascenso, la coyuntura política argentina se encuentra signada por un tema que pende como una espada de Damocles: la inminencia de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, anunciado por el Primer Mandatario la noche de la “derrota triunfal” del Frente de Todos.

Ratificada la vocación epistolar de la Vicepresidenta por el leve repunte en dichas elecciones legislativas, esta acaba de “abrir el paragua” mediante una nueva carta en la que deslinda responsabilidades respecto al inminente arreglo con los acreedores externos, seguramente procurando preservar su caudal de votos de cara a 2023: “Surge a simple vista que la totalidad de las fuerzas políticas de ambas coaliciones asumió la responsabilidad de decidir si se aprueba o no lo que el Poder Ejecutivo negocie y acuerde con el FMI. Todo ello sin perjuicio de que es el titular del Poder Ejecutivo quien lleva adelante las negociaciones en ejercicio de su responsabilidad constitucional en esta materia”; advierte en esa última misiva. 

Las organizaciones sociales insumisas entienden que el monto designado para la política social estará directamente atado a las condicionalidades que imponga desde Washington el organismo multilateral. Por eso, sus dirigentes estarán atentos a la letra chica de lo que comenzará a debatirse en el Congreso durante el mes en curso.

La tradición rebelde que caracteriza a nuestro pueblo desde octubre de 1945, pasando por mayo de 1969 y llegando a diciembre de 2001, desempolva una certeza que insiste en reaparecer: Quien siembra hambre cosecha rebeliones.-  



¿Quién puede llegar con vida a la 

cura del VIH?

Por Lucas Gutiérrez, Resumen Latinoamericano, 1 de diciembre de 2021.

En primera persona, el periodista y Lucas Gutiérrez, reivindica el valor del activismo en los avances con respecto al virus. La esperanza de una nueva ley.

Uno de los primeros mantras que aprendí en 2009 cuando comencé con mi activismo VIH fue: “Necesitamos llegar vivos a la cura”. Lo leí en una pancarta cuando en 2016 los faltantes de medicación eran graves.

La frase se levantaba en brazos al cielo de otre activista que rezaba a ningún dios ni Estado. La pedagogía de los carteles en las marchas entra por la retina y se graba en la piel. Las frases que vemos y escuchamos juegan un rol muy importante en nuestra salud. Con el tiempo aprendí a parar de pecho los “vos que sos enfermo”, bajarla y gambetearla por toda la cancha hasta meter un gol al grito de: “Yo no estoy enfermo. Yo soy una persona viviendo con VIH. Enfermo está el sistema que nos odia”. Mis defensas a veces se cansan de luchar contra un virus, no las forcemos a combatir también tanto prejuicio y estigma.

Mientras en Argentina el proyecto para una nueva ley de VIH finalmente parece avanzar, en México se lucha para derogar leyes que criminalizan a las personas positivas y estos sin lugar a duda son logros a celebrar. Todos estos avances son posibles gracias a los activismos que constantemente alzan la voz, tejen estrategias y acercan información, visibilizan urgencia.

Pero también recordemos que nuestros activismos nacen en respuesta a los ataques, crímenes, invisibilizaciones y derechos negados. Y que en el camino a la aprobación de leyes y derechos obtenidos son muchas, muchos y muches les activistas y amigues que han perdido la vida. En cada marcha hay un espacio vacío, están presentes las ausencias. Faltan en la mesa de casa, en el escritorio del trabajo, en el abrazo cotidiano.

Que esta memoria nunca nos falte al momento de reclamar y gritar por todes.

Doble pandemia

Las personas positivas vivimos en pandemia hace 40 años. En 1981 surgió la primera alerta sobre casos de una rara enfermedad, se la conoció como el “cáncer de los gays”. Si moríamos los no heterosexuales, importaba nada. Si en ese momento el mundo hubiese respondido con toda su fuerza quizás el virus se hubiese podido controlar, se hubiesen evitado tantísimas muertes y se hubiese comenzado mucho antes un camino a la mejor calidad de vida. 

Cuatro décadas después una nueva pandemia arrasa. Y es muy evidente cómo una reacción rápida y global marca la diferencia. No es que hayamos aprendido algo, reaccionamos al miedo. Ni con este terror la solidaridad termina de afianzarse. Las vacunas se siguen mezquinando, la gente prefiere una pandemia antes que una respuesta global.

El VIH durante el aislamiento preventivo evidenció aún más la vulnerabilidad de las personas positivas. Con la doble pandemia debimos ingeniárnosla para armar las redes que nos ayuden a llegar a los hospitales para retirar la medicación, no pudimos realizarnos estudios y controles por mucho tiempo. Hoy en esta “casi” post pandemia seguimos sin poder acceder a los servicios de salud. Tuvimos que aprender nuevamente que nuestro derecho a la confidencialidad no podía ser violentado, y mucho menos en los vacunatorios de covid-19. 

A fines del año pasado desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informaban que los casos de VIH en América Latina entre 2010 y 2019 habían aumentado un 21%. Y esas cifras no contemplan los años de Covid. Y más allá de las cifras y porcentajes me pregunto por los diagnósticos obligados a vivir en un clóset. ¿Qué pasa con esas personas positivas que deben llevar en silencio su vida porque la sociedad se planta como amenaza ante ellas? Mi infancia de barrio de años 80 a veces se empata con el año 2021 cuando escucho que “se murió de un cáncer raro” o “bueno viste como era”. El tiempo y el estigma se muerden la cola en un bucle infinito que día a día ayudamos a terminar cuando militamos con amor e información.

El camino a la cura

Cada cierto tiempo un nuevo hallazgo promete acercarnos más a la cura del VIH. El paciente de algún lugar con su trasplante, la medicación nueva en formato más sencillo, un estudio tal que ata cabos, etc. 

Hace poco supimos que en Argentina está la “paciente Esperanza”, una de las dos únicas personas conocidas en el mundo que pudieron combatir al virus sin necesidad de medicación. Y vive en la ciudad de Esperanza, Santa Fe. Pero esto no pasa por fe ni esperar a la providencia, esto sucede cuando hay investigación y un sistema de salud presente. El camino a la cura se hace con presupuesto, profesionales y Estados que acompañen. Y cada día que se va sin alcanzar esa cura es otro obituario. Pero como las metáforas no existen, acá seguimos construyendo estrategias, redes, abrazos, y claro, esperanza.

No tengo duda que la respuesta va a llegar. Pero será el resultado del trabajo colectivo. Y el mientras tanto no puede ser excusa para no atender la calidad de vida de las personas que vivimos con el virus. Porque los ojos que se pulverizan mirando fijo a ese horizonte que es la cura, no podemos negar lo que pasa con las vidas positivas hoy. Si no tenemos trabajo, si no podemos tomar la medicación, si no tenemos acceso al mejor esquema para la salud, si no podemos vivir una vida sexoafectiva y social en libertad, si se nos sigue criminalizando, si no tenemos todo esto, la cura vendrá a ser una flor más sobre nuestras tumbas. 

Nuestra militancia consiste en llegar con vida y de la mejor manera al día que el virus ya no exista.

Fuente: Agencia Presentes



Pelear para vivir: El boxeo como 

trabajo

Por María Ullivarri*, Resumen Latinoamericano, 1 de diciembre de 2021.

El boxeo contiene un universo laboral difícil de catalogar. Los sentidos otorgados por los pugilistas a lo que hacen se parecen mucho a las historias de redención. Las condiciones de trabajo sacrificadas se justifican porque la fe en el boxeo tiene siempre una esperanza de recompensa. Este ensayo toma el caso del equipo de Mataderos, Pura Sangre, para trazar una radiografía de una práctica en la que conviven fuerza física, inteligencia táctica, habilidad técnica, y una estructura emocional entrenada para el arte de atravesar el miedo y el dolor. Fotos de Javier González Toledo.

El boxeo a veces es pensado como una anomalía de la civilización. La práctica tuvo desde su origen un status legal inseguro y, en mayor o menor medida, siempre suscitó resquemores en las autoridades. Históricamente formó parte de esa conexión trasnacional que vinculó a América Latina con el Reino Unido a través de sus puertos y de sus empresas de servicios, como los bancos o ferrocarriles.  Marineros y empleados de compañías inglesas fueron los primeros boxeadores que llegaron al país. Los diarios británicos mostraban el orgullo de haber traído a la Argentina no solo tecnología, industria, razas vacunas y ovinas, sino también el gusto y la pasión por los deportes, entre ellos el boxeo.

Los inicios de su práctica en el país fueron complejos. Las autoridades consideraron muy tempranamente que con su popularización existía la posibilidad de que esa violencia contenida resulte material de emulación fuera del ring. Brutalidad, prostitución masculina y profunda incultura eran las formas elegidas para discutir la reglamentación del boxeo en los tempranos años veinte del siglo pasado. Estas ideas revelaban los miedos y las ansiedades de una sociedad que se transformaba con la inmigración y la democratización y, con ellas, las prácticas corporales de los nuevos sectores que se incorporaban a la vida de la ciudad. Así, a pesar de que se pensaba que la gimnasia podría “restringir el espacio para los desvíos,” había deportes y prácticas que no podían permitirse, porque competían con los usos productivos de esos cuerpos. En esas interdicciones no solo se hablaba de los pugilistas, sino también de las nuevas pasiones que se generaban en los espectadores.

Más temprano que tarde la popularidad del fenómeno y los logros deportivos internacionales comenzaron a dar al boxeo nuevos aires. Este no es un dato menor porque el boxeo es el deporte que más medallas olímpicas ha traído al país (24 medallas) y tiene una historia de 41 campeones mundiales profesionales y 29 campeonas. También forjó ídolos populares de enorme trascendencia cultural y me atrevería a decir que la pelea de Firpo y Tracey en 1922 fue uno de los primeros espectáculos de masas en la ciudad de Buenos Aires, con más de 60 mil espectadores.

El boxeo es el deporte que más medallas olímpicas ha traído al país (24 medallas) y tiene una historia de 41 campeones mundiales profesionales y 29 campeonas.

Lejos de las fotos de KO (knock out) masivos que aparecían en las tapas de las revistas deportivas de las primeras décadas de práctica, en la actualidad el boxeo es un deporte muy regulado y las equivalencias son estrictamente fiscalizadas. Sin embargo, no goza de la misma popularidad que tenía en otros tiempos. Los nostálgicos marcan un quiebre con el cierre del gimnasio del Luna Park en 1987, pero de vez en cuando algún campeón argentino de la talla del Chino Maidana, Lucas Matthysse, Brian Castaño o Maravilla Martínez hace saltar las taquillas. Por eso es posible pensar que el boxeo se construye de momentos estelares y momentos de calma.

A nivel nacional la cosa es más compleja, porque la industria del boxeo no es ajena al escenario económico y está cerrada sobre compartimentos estancos -las empresas promotoras- que trabajan para buscar plata en el exterior. Esa metodología de trabajo dificulta la distribución de oportunidades y no hay un continuum de boxeo argentino como show porque la economía del boxeo no garantiza la reproducción adecuada de su fuerza de trabajo. Hoy en la Argentina están trabajando aproximadamente 1000 boxeadores y 150 boxeadoras profesionales.

Es sobre esa fuerza de trabajo que nos interesa contar una historia, para pensar el boxeo no como meros espectadores o jueces morales, sino para entender qué sienten los que trabajan adentro, por qué se dedican a una tarea tan sacrificada y en qué consiste ese trabajo. El pugilismo es un universo laboral que está poblado de diferentes tipos de trabajadores y por eso es muy difícil pensar una narrativa única para sus experiencias. Elegimos un pequeño equipo de Mataderos, Pura Sangre, dirigido por Federico Balmetti, para contar lo que Carbón Pérez, Bruni el Rayo Paraguayo Venialgo Arguello, el Matador Ríos, Papelito Santillán y Pinino Areco piensan y sienten sobre su profesión y sobre la industria que les da trabajo.

Es sobre esa fuerza de trabajo que nos interesa contar una historia, para pensar el boxeo no como meros espectadores o jueces morales, sino para entender qué sienten los que trabajan adentro, por qué se dedican a una tarea tan sacrificada y en qué consiste ese trabajo.

La economía social del boxeo

Papelito aceptó una pelea donde tenía todas las de perder. “Peleamos con todo en contra, no solo con el contrincante”, me dijo.  Él y su equipo aceptaron la pelea tres días antes y en otra categoría”. Papelito es un welter (hasta 66,67 kg) con esfuerzo y tenía que subirse al ring con un superwelter (hasta 69,85 kg) más armado. En el pesaje dio la categoría porque estaba pesado, pero ese registro no era su peso habitual de pelea. En deportes de combate la equivalencia de peso es fundamental porque hay una relación directa entre masa y fuerza. Siempre los boxeadores compiten con el límite de la balanza, intentando alcanzar el peso más bajo posible para no dar ventajas. Pero la pelea era por un título, era televisada, y tenía un componente central: la urgencia por cubrir la velada de la que se había bajado el rival del fondista. Ese conjunto de factores le permitió a Papelito negociar una buena bolsa (dinero acordado por la pelea), la mejor de su carrera y, quizás también, nuevas oportunidades. “Es otra plata”, me contó.

Por esa plata Papelito perdió por primera vez por KO. Siempre había fantaseado sobre cómo sería ser noqueado, y un día esa fantasía se hizo realidad. Para él fue un antes y un después. “Perder por KO te hiere el orgullo porque te matás para que eso no pase. Me pusieron KO en el tercer round -cuenta con un gesto de tristeza. De todas formas, me puse en la cabeza que nunca más, nunca más me voy a subir ni por plata, ni por orgullo, ni por querer medirme con el otro contrincante, me voy a subir al ring cuando esté al 100% física y también mentalmente. Agarré porque quería pelear por un título, pero vino rápido y se fue rápido.”

Papelito vive en Monte Chingolo, trabaja como operario de limpieza en un ministerio. Se levanta a las 4 de la mañana y trabaja hasta las 14. Apenas termina se sube al 126 y se apura para llegar al local del Sindicato de la Carne, en Mataderos, donde entrena con el equipo de Pura Sangre. Vuelve a su casa ya cayendo la noche y sale a correr. Tiene 24 años, 3 hijas y una mujer.

El caso de Papelito no es una rareza, la mayor parte de los boxeadores trabaja de otra cosa y la mayoría de ellos de cualquier cosa que les permita entrenar, porque no están dispuestos a dejar de boxear. En Argentina son muy pocos los y las boxeadoras que pueden vivir del boxeo. Algunos lo logran por contratos con promotores que les permiten cubrir los gastos mínimos, o el esponsoreo de algún sindicato, intendente o municipio que les garantiza los recursos para dedicarse a entrenar o por lo menos acelerar los tiempos para lograr un contrato. Otros, los menos, tienen una carrera de éxitos en el exterior y logran convertir al pugilismo en su principal fuente de ingresos. Pero el porcentaje sobre el total de trabajadores del boxeo es insignificante.

Papelito vive en Monte Chingolo, trabaja como operario de limpieza en un ministerio. Se levanta a las 4 de la mañana y trabaja hasta las 14. Apenas termina se sube al 126 y se apura para llegar al local del Sindicato de la Carne, en Mataderos, donde entrena con el equipo de Pura Sangre. Vuelve a su casa ya cayendo la noche y sale a correr. Tiene 24 años, tres hijas y una mujer.

Los privilegiados deben “romperse el lomo para sostener esa banca”. Demostrando que son capaces de llegar a algo y “hacer lo que dicen que pueden hacer”. Estas palabras se acoplan con las del ex campeón del mundo y entrenador de Atlanta, Marcelo Domínguez, quien está convencido de que trabajar de otra cosa funciona en el mundo del boxeo, porque garantiza cierta disciplina. Y recuerda haberse negado a dejar de trabajar. Me reafirma su hipótesis contándome que sus compañeros de promotora que sí eran mantenidos por la empresa, no llegaron a ser campeones y él, en cambio, llegó trabajando. “Cuando te dan de arriba, te quedás”, afirma Domínguez.

Hoy el boxeo argentino tiene cinco grandes empresas promotoras a nivel nacional y muchos pequeños promotores a nivel regional. Los promotores comparten el mercado a partir de un sistema de competencia y cooperación sostenido por la negociación, donde están involucrados los actores más poderosos del negocio y el pilar fundamental que es la televisión. El boxeo es un sistema económico complejo en medio camino entre el espectáculo y el deporte. Y no puede entenderse por fuera de la lógica interna que lo regula ni de las posibilidades sociales que los contextos de vulnerabilidad económica le ofrecen a la mayor parte de los y las jóvenes que lo practican.

En Argentina son muy pocos los y las boxeadoras que pueden vivir del boxeo. Algunos lo logran por contratos con promotores que les permiten cubrir los gastos mínimos, o el esponsoreo de algún sindicato, intendente o municipio que les garantiza los recursos para dedicarse a entrenar o por lo menos acelerar los tiempos para lograr un contrato.

A pesar de la ansiedad teórica y también moral que genera esta práctica en el ojo no entrenado, el boxeo es una actividad altamente calificada. El virtuosismo y la belleza son significados inscriptos en los combates que, como dice Joyce Carol Oates, hay que saber descifrar. La riña y la violencia constituyen dos de las imágenes morales más fuertes del boxeo. Sin embargo, son necesarios muchos años de preparación para saber boxear. Este deporte requiere el manejo de un conjunto de habilidades corporales y emocionales muy sofisticadas. El boxeo es un enfrentamiento de estrategia que por su complejidad requiere de fuerza física, inteligencia táctica, habilidad técnica, que muchos llaman “científica” y una estructura emocional entrenada para trabajar, sobre un ring elevado e iluminado, el arte de atravesar el miedo y el dolor.

En ese escenario también se deben descifrar las herramientas del contrincante y adaptar las propias a ese enfrentamiento planteado. Por eso el combate es una experiencia física y emocional muy difícil de describir y quizás por eso la literatura haya sido siempre mucho más sagaz para narrar la inclemencia emocional que atraviesa un boxeador durante una pelea. Norman Mailer habla de “experiencias ocasionalmente inmensas, comunicables solo para boxeadores de magnitud, o para mujeres que sufrieron un parto angustioso”.

El boxeo es un enfrentamiento de estrategia que por su complejidad requiere de fuerza física, inteligencia táctica, habilidad técnica, que muchos llaman “científica” y una estructura emocional entrenada para trabajar, sobre un ring elevado e iluminado, el arte de atravesar el miedo y el dolor.

El drama del boxeo además está construido sobre la inmanencia del tiempo, no solo porque sus acciones se desarrollan estratégicamente en un tiempo determinado, sino también porque es la estructura temporal la que le da ritmo al combate, y el tiempo de las acciones y movimientos, el sentido. Esa temporalidad también ordena cierto patrón de jerarquías internas. Esto es, los boxeadores pelean según su experiencia 4 a 6 rounds de tres minutos para boxeadores preliminaristas, 6 a 8 para semifondistas y 8 a 12 para fondistas. En el caso de las mujeres, los rounds en Argentina son de dos minutos.

Para avanzar en estos escalafones, los boxeadores deben sumar peleas y mejorar su récord (número de peleas divididas en ganadas, perdidas y empatadas). Es el récord lo que les permite a los boxeadores negociar bolsas y combates en mejores condiciones. En la economía del boxeo nacional, el trabajo por el récord es una inversión para poder salir a pelear afuera o enfrentarse a algún título internacional, que es donde realmente está el dinero. Osvaldo Príncipi, una de las personas que más sabe de boxeo en el país, afirma que quizás cierta impaciencia por conseguir peleas afuera pueda ser una de las causas que expliquen la baja en la popularidad del boxeo, en tanto la mayoría de las experiencias internacionales fracasa por la falta de rodaje interno y peleas equivalentes. En otras palabras, los boxeadores salen crudos del país porque para cuidar el récord los mejores no pelean entre ellos.

Cada promotor funciona como un sistema cerrado de construcción de récords para luego poder conseguir peleas afuera. “Ser sacado afuera” es la aspiración de los boxeadores, porque en el país las bolsas o las pagas son muy pequeñas. En ese sentido, es importante señalar que las peleas de boxeadores profesionales son esporádicas. La mayoría de ellos pelea una vez cada dos o tres meses, dependiendo de los resultados obtenidos. Nadie puede vivir con esa plata.

Una vez cumplidos los requisitos del amateurismo, las carreras de los boxeadores se inician en clubes, organizadas por sus managers o entrenadores para conseguir algo de plata y experiencia sobre el ring. La gran mayoría viene de carreras amateurs más o menos exitosas, pero el boxeo profesional es un deporte mucho más duro y riesgoso, tanto que según estimaciones de la Federación Argentina de Box, aproximadamente el 80% de los amateurs “llega” a profesional. Las peleas se realizan con guantes más pequeños, un vendaje semi rígido que parece yeso y se combate sin cabezal de protección.

Es importante señalar que las peleas de boxeadores profesionales son esporádicas. La mayoría de ellos pelea una vez cada dos o tres meses, dependiendo de los resultados obtenidos. Nadie puede vivir con esa plata.

Cuando los boxeadores adquieren cierta proyección suelen ser contratados por los promotores, e incluso algunos entregados a determinados entrenadores que trabajan para las empresas de promoción. Cada promotor tiene su equipo “rincón rojo” y contrata “rincones azules”. Si los boxeadores cumplen con los requisitos necesarios de talento y posibilidades, formarán parte del equipo “rincón rojo”. Mientras que aquellos menos afortunados serán los rincones azules, que usan el boxeo como para “sumar un pucho”, pero en realidad están ahí para hacerles la carrera a los rincones rojos. Estos son los asalariados libres del boxeo, que “atienden el teléfono” a todos los promotores.

El boxeo está construido sobre categorías de trabajadores. Los boxeadores del rincón rojo son los protegidos, los prospectos, “trabajan de boxeadores”. Los boxeadores rincón azul, también conocidos como probadores, jornaleros, obreros del ring, están fundamentalmente destinados a perder para construir el récord de los rojos. De vez en cuando pueden y deben ganar. En definitiva, un rincón azul es un boxeador que puede pelear con cualquiera, sostener una pelea y dar un show sin perjudicar la carrera de un boxeador con proyección.

El boxeo está construido sobre categorías de trabajadores. Los boxeadores del rincón rojo son los protegidos, los prospectos, “trabajan de boxeadores”. Los boxeadores rincón azul, también conocidos como probadores, jornaleros, obreros del ring, están fundamentalmente destinados a perder para construir el record de los rojos.

En este proceso, los resultados son fundamentales para conservar la licencia activa. El Reglamento Argentino de Boxeo estipula que se puede suspender la licencia de boxeadores con baja performance, especialmente si pierden por KO. Entonces ser rincón azul también implica mantener una modalidad de trabajo que permita sostenerse en el tiempo. Muchos han peleado con grandes boxeadores, pueden atravesar peleas sin salir heridos y por eso son centrales en el negocio. Cobran para perder y muchas veces cobran bastante más que el rincón rojo. Muchos de ellos tienen el oficio.

-¿Qué es el oficio?- le pregunto a Domínguez. Me explica categóricamente que tener oficio no necesariamente es compatible con saber boxear. Un boxeador con oficio sabe lo que tiene que hacer sobre el ring, sabe pegar, esperar, moverse. No siempre gana, pero resulta fundamental para mover el mundo de los combates. Muchos boxeadores además trabajan de sparrings para garantizar el entrenamiento de otros boxeadores y cobran bastante bien su esfuerzo. Por último, en el conjunto de trabajadores del boxeo también hay boxeadores envejecidos, sin talento o simplemente buscavidas del ring, que reciben su paga para tirarse, perder desprolijamente o realizar cualquier tarea necesaria sobre el cuadrilátero.

La estructura ocupacional que sostiene la economía del boxeo es amplia. Esta variedad también está atravesada por los estilos, cada boxeador tiene un estilo definido, estilista, pegador, fajador, contragolpeador. Y esos estilos moldean los combates. En ese universo de veladas, los matchmakers que trabajan para promotoras o por su cuenta, son los armadores de peleas, son los arquitectos de la industria porque facilitan la acumulación de dos tipos de capital, el pugilístico y el económico. Deben conseguir enfrentamientos entre boxeadores que garanticen experiencia sobre el ring, un buen espectáculo e ingresos, y para eso tienen que articular encuentros que sean rendidores. Estos procesos de acumulación funcionan con márgenes de negociación muy amplios. Las peleas son acuerdos de negocios que se discuten sobre la premisa de que tienen que satisfacer las necesidades de hombres que si bien están enfrentados, son mutuamente necesarios. Allí se discute el número de rounds, el peso, el lugar, los viáticos, próximas peleas, contratos. El boxeo conserva todavía esa impronta de toma y daca que lo caracterizó desde su surgimiento en el siglo XVII.

La estructura ocupacional que sostiene la economía del boxeo es amplia. Esta variedad también está atravesada por los estilos, cada boxeador tiene un estilo definido, estilista, pegador, fajador, contragolpeador. Y esos estilos moldean los combates.

El romance del pugilismo

El ámbito de producción del boxeo es el gimnasio. Allí se construye lo que Wacquant llama el homo pugilisticus, un ser humano que tiene dos cosas fundamentales: la habilidad para pelear y el deseo de pelear. En ese lugar también se delinean las estrategias de carrera a un nivel más pequeño.

El equipo de Pura Sangre es un ejemplo de esto. Al convertirse en pugilistas todos ellos están sometidos a una preparación casi monástica para garantizar la posibilidad de subirse al ring de manera más o menos segura. Nadie está exento de una tragedia, pero las posibilidades de evitarla se construyen en el entrenamiento.

Los sentidos otorgados por estos boxeadores a lo que hacen se parecen mucho a las historias conocidas como de redención. Papelito, por ejemplo, considera que el boxeo es su profesión y sueña con ser campeón. Bruni, el rayo paraguayo (medio pesado, hasta 79,38 kg), está contento con haber llegado porque nadie creía en él. Mientras que Pinino (supergallo, hasta 55,3 kg) que está por debutar y tiene una ansiedad que le atraviesa el cuerpo, me cuenta que está en el boxeo porque quiere cambiar su vida. “Hacerme una casita en mi pueblo, regalarle una casa a mi hermana y hacerme un gimnasio, quiero ser profesor”.

Los boxeadores viven de una expectativa, porque el boxeo está validado sobre la idea de que el hombre que lucha puede ascender socialmente. Pinino relata que como no estudió nada, el boxeo es el único camino que tiene para llegar a ser alguien, pero sonríe y me dice – “peleo también porque me gusta”. Y le gusta tanto que toma seis colectivos diarios para llegar de Marcos Paz, donde vive, a Mataderos.

La historia de ser “alguien” se repite en cada uno de los boxeadores con los que hablé. Las condiciones de trabajo tan sacrificadas se justifican porque la fe en el boxeo tiene siempre una esperanza de recompensa. Pero también por algo más. En casi todos los casos esa recompensa tiene que ver con la posibilidad de obtener un reconocimiento que trasciende lo monetario.

Papelito me dice que no boxea para salir en la tele o tener una foto en Facebook con un título. “Quisiera ser reconocido por haber entrenado once años, el esfuerzo, el sacrificio, privarme de cosas. No voy por la plata”. Carbón (Superliviano, hasta 63,5 kg), por ejemplo, me cuenta que en el barrio lo saludan porque saben que es boxeador. Y ese detalle no es menor. El boxeo construye una profesión cargada de historia, tradición y gloria, accesible para hombres y mujeres que, en la mayoría de los casos, proceden de hogares sin demasiadas posibilidades de obtener reconocimiento social. Cada uno de ellos se convierte en un engranaje más de un linaje de guerreros sobre el que se referencian constantemente. Papelito encuentra consuelo pensando que él fue noqueado, por ejemplo, pero que también grandes campeones han perdido por KO.

Pinino relata que como no estudió nada, el boxeo es el único camino que tiene para llegar a ser alguien, pero sonríe y me dice – “peleo también porque me gusta”. Y le gusta tanto que toma seis colectivos diarios para llegar de Marcos Paz, donde vive, a Mataderos.

Hay toda una ritualidad plebeya que convierte al boxeo en una representación verdadera de la fuerza y la destreza. Esa construcción social del respeto, del coraje y la profesión de boxeador, tiene implícitos ciertos requisitos asociados al peligro de exponerse a riesgos. Lo que en la jerga se conoce como “corazón”. Estas narrativas se presentan como ejemplos de un valor esencial e inalterable, reproducido en gran parte de las historias sobre boxeadores, que son las condiciones de posibilidad del éxito para personajes que tienen un sinfín de adversidades para alcanzar sus sueños. En ese sentido, estas posibilidades generan una suerte de democratización de las oportunidades, porque ese camino está sostenido sobre un “capital corporal” cuya distribución es relativamente independiente de otras formas de capital o poder que circulan en la sociedad y de las cuales muchos sectores sociales han sido históricamente excluidos.

Ese capital les permite elegir un destino distinto, trabajar sin depender de nadie.  Esa es una paradoja central en la industria del boxeo, porque una de las críticas fundamentales que recibe esta actividad es que estos hombres son víctimas de una “picadora de carne”. Sin embargo, para los de adentro -aunque no sin críticas- significa la posibilidad de tener control, aunque sea pequeño, del proceso de trabajo. Pinino me cuenta que siempre trabajó de albañil y que ahora rechazó un buen trabajo para dedicarse a boxear. “No quiero laburar para los giles, entonces tengo que cagarme a piñas para vivir.”

Frente a esto, el balance de riesgos y beneficios da solo positivo para hombres y mujeres de un sector social muy definido. Los boxeadores deciden dedicarse al boxeo porque es una opción mejor que lo que encuentran a su alrededor, por eso son los boxeadores de lugares recónditos en las provincias o del conurbano más alejado, los que subsisten en el sistema. Siguen en el boxeo porque conviven con menos oportunidades y necesitan pelear para ganar un mango. A veces no hay laburo que les vaya a dar más de lo que el boxeo les da, me cuenta Balmetti. También pensando que como contrapartida, estos lugares suelen tener municipios que aportan a las carreras de muchos boxeadores, a diferencia de los que están en la ciudad de Buenos Aires, donde el boxeo no tiene mucho acompañamiento.

Una de las críticas fundamentales a la industria es que estos hombres son víctimas de una “picadora de carne”. Sin embargo, para los de adentro -aunque no sin críticas- significa la posibilidad de tener control, aunque sea pequeño, del proceso de trabajo.

Con menos oportunidades de ayuda, Papelito se considera un “obrero del ring”. “Un obrero porque intento trabajar con esto, intento vivir de esto. Muchos promotores te ofrecen un contrato donde solo te dan peleas a cambio, nada más. Te casás con ellos por nada. Pero si no estás con ellos a veces no te quieren programar”. Ser obrero de un promotor es una forma de encaminar una carrera, pero no la que quieren estos boxeadores Pura Sangre. Papelito se sabe “rincón azul” en las grandes ligas, pero planea, con ayuda de su técnico, hacer carrera independiente en su peso y tratar de llegar lo más alto en su categoría.  Es difícil, me dice, porque ser “Lado B” o “Rincón Azul” implica entrenar y conciliar esa vida con la familia, para poder dar el batacazo y ganarse el lugar.

El boxeo es una profesión de clase obrera, y en el caso de la gran parte de los “obreros del ring”, es un medio para complementar sus ingresos. “Qué va a hacer el pibe si no sabe hacer nada más, el pibe va a pelear”- me dice el técnico Balmetti- “Los pibes tienen hambre, tienen hijos. Sueñan con ser campeones, pero saben que no lo van a ser. Igual tienen una esperanza, un sueño”. Domínguez me dice que es necesario convencerse de esa posibilidad para poder lograrlo, para poder subirse al ring. Hay pibes que están muy rotos y a ellos el boxeo les da un sueño. La idea del batacazo construye la esperanza de seguir. Domínguez lo dice porque “llegó”, fue campeón mundial crucero CMB y campeón argentino.

No sé si es relevante pensar en qué momento los boxeadores se dan cuenta de que “no van a llegar”. Pero sí es importante saber que es justamente esa incertidumbre con la que aprenden a vivir, la que a cambio les abre un universo de posibilidades. Pinino me cuenta que él estaría preso si no fuera por el boxeo. Y cuando habla del boxeo se refiere a Pura Sangre. Y en una línea similar sus compañeros de entrenamiento sostienen que una vida lejos del boxeo sería una cornisa de desencuentros con la ley. El gimnasio funciona entonces como un ordenador de conductas, consolidando la ética ocupacional de la profesión, en tanto sostiene reglas estrictas sobre los comportamientos tolerados, la disciplina y el uso de la violencia. Domínguez afirma que el gimnasio permite canalizar y regular la pulsión de agresividad humana que todos tenemos y orientarla técnicamente hacia el combate.

El boxeo es una profesión de clase obrera, y en el caso de la gran parte de los “obreros del ring”, es un medio para complementar sus ingresos. “Qué va a hacer el pibe si no sabe hacer nada más, el pibe va a pelear”- me dice el técnico Balmetti.

En esas condiciones, también el boxeo les permite sostener una vida vinculada a la familia, tanto desde el lugar de la contención necesaria para prepararse para la pelea como desde los motivos expuestos para soportar los sacrificios que impone la vida de boxeador. Los pugilistas necesitan un entorno familiar ordenado para poder aferrarse a la catequesis disciplinaria y la responsabilidad que implica el entrenamiento y la preparación necesaria para subirse al ring.

Pelear cuerpo a cuerpo da cuenta de deseos carnales y emociones -enfrentamientos físicos y demostraciones de fuerza y destreza- que a veces vienen incorporadas en estos trabajadores, pero no necesariamente. Pinino y Carbón pelearon siempre en riñas callejeras y lograron encontrar en el boxeo una identidad que diera forma a esa pulsión. Bruni, en cambio, deseaba ser boxeador desde el deporte porque “los golpes no son alimentos, el cuerpo te queda todo dolorido, pero mi hermano me dijo que no iba a llegar, entonces quise llegar y llegué.”

Pinino me cuenta que él estaría preso si no fuera por el boxeo. Y cuando habla del boxeo se refiere a Pura Sangre. Y en una línea similar sus compañeros de entrenamiento sostienen que una vida lejos del boxeo sería una cornisa de desencuentros con la ley.

En estas historias cruzadas el boxeo y el gimnasio representan espacios de contención fundamentales. Carbón me explica que su situación económica es muy compleja, pero que encuentra en los compañeros toda la ayuda que necesita. Bruni, que está lejos de su familia, armó una estructura afectiva muy sólida en torno al grupo de entrenamiento que lo contiene y lo asiste. Pinino cuenta que lo mejor del boxeo es compartir con “los reales” y con sus compañeros. “Antes, cuando peleaba en Carhué, en el rincón me alcanzaban la botellita de agua nomás”. Ese boxeador solitario y con un rincón desconocido, que describe Pinino, desapareció con Pura Sangre, donde ahora encontró una familia.

¿Pero podemos pensar que es solo eso lo que convierte a estos trabajadores en adoradores del vértigo? El boxeo es un trabajo de riesgo y por eso está enredado con estímulos y percepciones sensoriales que provocan químicamente sensaciones de placer, éxtasis y dolor inalcanzables para los no practicantes. El boxeo les devuelve experiencias y vivencias que convierten a la profesión en un espacio de deseo y de sufrimiento. Por eso, solo una profunda relación de amor entre el boxeo y el boxeador puede explicar la sostenida vocación se sacrificio que estos hombres abrazan. Wacquant llama a esto pasión, entendida en su doble acepción, la del amor y la del sufrimiento.

Los Pura Sangre definen el boxeo como “verdad”. Esa construcción tiene varias aristas, por un lado refiere a que cada boxeador “tiene dos manos” y con ellas puede golpear, ganar, noquear, salvarse luchando o perder. Pero por otro lado se articula con los valores de masculinidad, honorabilidad y entrega que conforman el coraje, la disciplina y la camaradería que reina sobre el ring. “Te cagás a trompadas y cuando termina te das un abrazo- dice Pinino- Acá nadie habla mal de nadie”.

* Sobre María Ullivarri: La autora falleció hace unos pocos, fue historiadora, deportista entusiasta y una docente dedicada. Fue una de las primeras investigadoras de CITRA, también fue profesora de la Carrera de Relaciones del Trabajo y directora de la revista UMET Inclusive.




Gatillo fácil: un policía de la Ciudad 

asesinó a un joven en José C. Paz

Resumen Latinoamericano, 1 de diciembre de 2021. 

El efectivo Federico Medina fue detenido por matar de un disparo en el tórax a Guido Segura. La familia de la víctima denuncia que se trató de un nuevo caso de gatillo fácil.

El último sábado por la madrugada, el efectivo de la Policía de la Ciudad Federico Medina asesinó con un disparo en el tórax a Guido Segura, de 33 años, en la localidad bonaerense de José C. Paz. Según el testimonio del acusado, los hechos sucedieron a partir de una discusión entre ambos en la que Segura lo agredió con un fierro mientras viajaba en su auto.

Sin embargo, la familia de Segura denuncia que se trató de un nuevo caso de gatillo fácil. Antonella, hermana de Guido, escribió en Facebook: “Federico Medina, Policía de la Ciudad, le disparó sin piedad dejando a dos hijitos sin su papá, y a una familia destruida”. Y añadió: “Basta de gatillo fácil ¿cómo puede ser que una persona así pueda manejar un arma así como si nada? Tiene que cumplir una condena, tienen que inhabilitarlo”.

“A los que hablan giladas contando otra historia este hdp le disparó en el pecho en la puerta de la casa donde alquilaba con mi hermana”, relató la suegra de la víctima en sus redes sociales, al mismo tiempo que sentenció: “No tiene derecho de dispararle así a una persona. No merecés cargar con ese uniforme que tenés”.

La causa quedó a cargo de la fiscal Lorena Carpovich, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 21 descentralizada de Malvinas Argentinas, que imputó al oficial por “homicidio simple”. En un principio, el imputado aseguró haber actuado en legítima defensa, pero gracias el testimonio de testigos y otras pruebas recolectadas en el lugar del hecho, la fiscal le negó el pedido.

José C. Paz había sido escenario de otro hecho de violencia policial hace dos semanas, cuando efectivos de la Bonaerense atropellaron a Facundo Curras, de 17 años, provocándole un coma farmacológico. La Policía de la provincia de Buenos Aires argumentó que Facundo estaba en situación sospechosa, aunque los testigos señalaron un mal accionar de las fuerzas represivas.

Fuente: Notas del periodismo popular



Lucio, el niño que sigue vulnerado tras 

su muerte

Por Sonia Santoro, Resumen Latinoamericano, 1 de diciembre de 2021.

La difusión de ciertos detalles de la causa, de la autopsia y de los padecimientos que vivió el nene violan su derecho a la intimidad, que no cesa aunque esté muerto.

El crimen de Lucio Dupuy recibe la condena unánime de toda la sociedad, incluidos los medios de comunicación. Sin embargo, amparados en que “la gente quiere saber” o en contribuir a que se haga “justicia”, los medios también violan los derechos de ese niño, al que ya se le han vulnerado todos. ¿Cuánto es necesario saber en la cobertura de un caso en que la víctima es un niño, niña o adolescente? ¿Qué resguardos hay que tomar para proteger su intimidad? ¿Al interés de quién responden los medios al publicar detalles de una autopsia? Son algunas de las preguntas que contestan especialistas en la temática.

El lunes, el Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia (Conacai) emitió un comunicado en el que llamó la atención a los medios de comunicación sobre el tratamiento del caso. “El respeto a la memoria de la víctima, a su dignidad e intimidad, y la de su familia, es lo primero que se pone en riesgo en estos casos y no puede ser soslayado”. “El derecho a informar y a estar informado” se debe practicar “sin vulnerar otros derechos, individuales y colectivos”.

En ese sentido el texto planteó que “es necesario que las y los comunicadores se pregunten sobre cuánto contribuye al interés y al bienestar público la difusión de circunstancias que están en el ámbito familiar y privado, además de que no ayudan e incluso pueden obstaculizar la investigación y el esclarecimiento del asesinato”.

El acento en los detalles morbosos

Según explicó a este diario Dolores Espeja, coordinadora del Conacai, el comunicado se gestó al advertir que el tratamiento mediático del caso “redundaba en aspectos de carácter macabro, ponía el acento en la descripción de detalles morbosos al tiempo que promovía especulaciones sobre circunstancias del ámbito privado, que resultan vulneratorios de la intimidad de la víctima y de su familia y entorno”.

Remarcó, asimismo, que la normativa es clara “al establecer que en caso de colisión de derechos que involucran a las infancias frente a otros derechos también legítimos, prevalecerán los primeros en virtud del interés superior del niñx. Esto debería interpelar a los medios de comunicación en cuanto a la responsabilidad social de su ejercicio profesional y evaluar en qué medida contribuye al interés público la difusión de asuntos y detalles que exponen la intimidad y la dignidad del chico”.

A pesar de esta advertencia, la información sobre los padecimientos que sufrió Lucio no paró de circular y multiplicarse; este martes especialmente se conocieron datos muy específicos de la autopsia que Página/12 evitó replicar.

Los derechos del niño

Las normas que protegen estos derechos son la Constitución Nacional, que en su artículo 75 inciso 22, incorpora la Convención Internacional sobre Derechos del Niño.  En la Ciudad de Buenos Aires, rige la ley 114 y a nivel nacional la ley 26.061, de protección integral de niños y adolescentes, que en su artículo 22 se refiere al derecho a la dignidad y dice que “se prohíbe exponer, difundir o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar, directa o indirectamente a los sujetos de esta ley, a través de cualquier medio de comunicación o publicación en contra de su voluntad y la de sus padres, representantes legales o responsables, cuando se lesionen su dignidad o la reputación de las niñas, niños y adolescentes o que constituyan injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada o intimidad familiar”.

Un caso emblemático fue el de Angeles Rawson. En nombre de la “justicia” y para que no quede “impune” su crimen, la tapa de un diario del Grupo Clarín publicó una foto del momento en que Ángeles fue hallada dentro de una bolsa de basura deshilachada en una planta de residuos de la Ceamse. Ese día (13 de junio de 2013) concluyó con una resolución judicial que prohibía la reproducción de esas fotografías y cualquier información referida a la intimidad de la adolescente. La medida, aunque necesaria, llegó tarde. Por otro lado, los medios parecen no aprender de los errores.

Las guías que ya existen

Claudia Fernández, exconsejera por los derechos del niño, hizo una presentación judicial en ese caso. “Cuando se toman esas medidas es que los medios ya están vulnerando los derechos”, dijo a Página/12. Por eso propone la actualización y capacitación permanente de los medios de comunicación en perspectiva de derechos de la infancia. Las herramientas para comunicar sin vulnerar derechos están. Varios organismos tienen guías de actuación periodística sobre noticias de infancias, entre ellos el Conacai. En ésta recomienda, en relación al uso de las imágenes: “Considerar que el pixelado o desenfocado no son suficientes a veces para preservar su identidad. Evitar utilizar fotos de redes sociales que puedan afectar su dignidad o la de su entorno”.

“Los medios de comunicación deben entender que aunque el niño haya fallecido lo asisten sus derechos, derechos a su imagen, cuidado de la intimidad y también obviamente de toda su familia”, explicó Fernández. En ese sentido, dijo que describir con minuciosidad una autopsia vulnera todos los tratados de protección de la niñez vigentes en el país con rasgo constitucional. Fernández llamó a los medios a discernir que “cuando el objetivo solo es para satisfacer la curiosidad del público, no es nunca una manera de contribuir al debate de interés general de la sociedad. Cada medio debe tener un código de ética sobre la información que recibe y cómo la transmite”. 

El caso de Lucio Dupuy

Sobre este niño “que ha tenido todos sus derechos vulnerados… saber que lo mataron a golpes es más que suficiente, no necesitamos la autopsia para saber cómo. Sí tenemos que saber por qué, esto sí es de interés general, mirar en las instituciones qué es lo que se ha hecho mal, qué es lo que ha fallado. Estos casos nos tienen que interpelar a cada uno en el lugar que nos toque para poder revertir a futuro estas situaciones”, apuntó.

En la misma línea, María Elena Naddeo, titular del Programa de Atención de la Niñez, Adolescencia y Género de la Defensoría del Pueblo de la ciudad y copresidenta de la APDH, recomendó comunicar los peritajes y los contenidos investigados “con sumo resguardo para la privacidad de todes los involucrados”. “Cuando las víctimas de maltrato están vivas, es de absoluta obligatoriedad evitar la filtración de datos personales y resultados específicos de los diagnósticos. En este caso, ya fallecido Lucio, corresponde el respeto de les comunicadores y funcionarios públicos por evitar las presunciones aún no confirmadas, las hipótesis que circulan rodeando de más dolor y sufrimiento su corta vida”, agregó. También puso el acento en investigar por qué todas las alarmas fallaron y el sistema que debía cuidar a Lucio no lo hizo.  

Por su parte, el fiscal Aldo de la Fuente, de la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra la Integridad Sexual de Niñas y Niños (Ufidisn),explicó a este diario que “toda información, como es el tema de la autopsia que se le hizo a este chiquito, es un tema sumamente sensible. Particularmente nosotros siempre buscamos preservarla, por distintas razones, primero por la investigación, para llevar a buen cauce el esclarecimiento del hecho. El sumario, esto lo dice la ley, es público solo para las partes, es secreto para terceros. Pero por otra parte es sensible esa información porque hace también a los derechos de la familia de la víctima: derecho a la privacidad, al honor, al buen nombre. O sea, que desde todo punto de vista uno trata de proteger esos datos. También es cierto que muchas veces se filtran no desde los operadores judiciales sino desde las mismas partes que intervienen. Pero si hay responsabilidad de quienes trabajan en la causa se tendrá que investigar”.

Envio:RL

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