9 de febrero de 2013

CÓRDOBA: LA MALDITA POLICÍA.

Córdoba: denuncian que la Policía obstaculiza investigaciones sobre narcotráfico
05 de Febrero de 2013 

Fernando "Chino" Navarro culpó por "obstaculizar" investigaciones vinculadas con el narcotráfico y su par Marcelo Saín (Nuevo Encuentro) la calificó como "retrógrada".

Marcelo Saín culpó a la fuerza de "obstaculizar" investigaciones vinculadas con el tráfico de drogas. Además, el diputado provincial Fernando "Chino" Navarro la responsabilizó por obstaculizar causas relacionadas a con crímenes de la última dictadura.

El accionar de la policía cordobesa recibió duras críticas: el diputado bonaerense Fernando "Chino" Navarro (Frente para la Victoria) culpó por "obstaculizar" investigaciones vinculadas con el narcotráfico y su par Marcelo Saín (Nuevo Encuentro) la calificó como "retrógrada" y denunció al gobierno cordobés por "obstruir" investigaciones sobre la última dictadura.

Navarro aseguró que la policía cordobesa "obstaculizó" investigaciones vinculadas con el narcotráfico, llevadas a cabo por la policía aeroportuaria en la provincia, y destacó: "Esto no hace más que comprobar el accionar de la policía de Córdoba, que suma antecedentes de violencia y represión".
"Nosotros pedimos la renuncia del jefe de la Policía de Córdoba, Ramón Frías, luego de que se hiciera pública en el diario Tiempo Argentino la denuncia por intimidaciones al hijo de una víctima de la dictadura", aseveró Navarro.

Frías fue denunciado por amenazar de muerte a un comisario retirado que investiga el asesinato de su padre, ocurrido en 1976, y que se encuentra en el programa de Protección a Testigos de delitos de lesa humanidad.
Por otro lado, el diputado recordó: "Este sábado realizamos una denuncia desde el Movimiento Evita porque cinco oficiales de la Policía de Córdoba apuntaron con armas a tres jóvenes militantes de la JP Evita, dos de ellos menores de edad, y los agredieron y amenazaron con matarlos y desaparecerlos".

Según el diputado, el hecho sucedió cuando los jóvenes regresaban de las jornadas solidarias que se realizaron en la ciudad de Rosario, los días 26 y 27 de enero, para repudiar el ataque a tres jóvenes de esa organización por parte de "soldados" narco en el barrio Nuevo Alberdi de esa ciudad, ocurrido días atrás.
Asimismo, Navarro destacó: "Las fuerzas policiales no han sido recuperadas luego de la dictadura, estas prácticas demuestran que no nos defienden, por lo que creo fuertemente que es una asignatura pendiente de la democracia, revisar el rol de las fuerzas de seguridad".

En tanto, Sain, quien también es ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), denunció este martes que el gobierno de Córdoba "tiene la actitud de obstruir todo tipo de investigación sobre la D2 (Dirección de Inteligencia Provincial)", acusada de asesinatos durante la última dictadura militar.

En relación al caso de la denuncia de Frías, Sain aseguró que el ministro de Seguridad de la provincia de Córdoba, "Alejo Paredes tiene estrechas vinculaciones con los viejos jefes de la D2" y remarcó que la policía de Córdoba "es una de las más retrógradas y miltarizadas de la Argentina".

"A diferencia de otras policías, la de Córdoba no fue depurada en forma inmediata después de la última dictadura militar y el grupo que conducía la fuerza continuó durante el gobierno de (Raúl) Alfonsín", explicó el ex interventor de la PSA.

Por ello, agregó el diputado provincial, "los oficiales que hoy son jefes se formaron con ese grupo que viene de la última dictadura".

Sain también recordó que cuando conducía la PSA y Alejo Paredes era jefe de la Policía de Córdoba, en el marco de un allanamiento a un domicilio con documentación vinculada a delitos de lesa humanidad, "se produjo un enfrentamiento" entre ambas fuerzas.

"Cuando estábamos por entrar en la casa del comisario Argüello (Américo Domingo, ex jefe de la policía de Córdoba en 1974), rápidamente se presentan varios patrulleros. El objetivo de la policía provincial era obstaculizar la investigación", relató Sain, en declaraciones que publica MinutoUno.com.
Sobre el perfil que trazó de Paredes, el actual legislador de la provincia de Buenos Aires explicó además que "empezó como jefe de custodia de De la Sota y continuó como jefe de la policía de Córdoba durante el gobierno de Schiaretti (Juan)".

También, Sain cuestionó que "el de Paredes es uno de los pocos casos en que un policía se desempeña como ministro de Seguridad", a la vez que señaló que la policía de Córdoba está "muy vinculada a la DEA (agencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha contra el contrabando y el consumo de drogas) y, por ende, al tráfico de drogas".

"La DEA tiene lazos muy fuertes con algunas policias y en el 2006 su primera base en la Argentina la quiso instalar en Córdoba", agregó al respecto.

El prontuario de los jefes policiales de De la SotaLa maldita cordobesa

07.02.2013

Quiénes son y qué hicieron Ramón Angel Frías y Daniel Alejo Paredes, los máximos funcionarios de Seguridad de la provincia. Aprietes, amenazas, desapariciones, homicidios y la defensa a ultranza del Código de Faltas, que permite la persecución ideológica.

El reciente nombramiento de Ramón Ángel Frías al frente de la policía cordobesa trajo a la primera plana de los medios nacionales el debate sobre cuánto se adecuaron a los tiempos democráticos las fuerzas de seguridad y en qué medida siguen manejándose con la lógica del terrorismo de Estado. La decisión de poner a Frías en el cargo fue tomada a fines del año pasado por el ministro de Seguridad provincial, Daniel Alejo Paredes, el ex jefe policial elegido por José Manuel de la Sota para hacerse cargo de un eje que es parte esencial de su proyecto presidencial. De esta manera, el gobernador de la provincia mediterránea busca perfilarse como un hombre de mano dura, planteando como principal política empoderar cada vez más a la policía, que todavía no puede despegarse de sus lazos con la dictadura, que se constatan día a día, ante la catarata de denuncias de amenazas, apremios, torturas y hasta desapariciones. Las víctimas, preferentemente jóvenes.
Detrás de la dupla Paredes-Frías hay una fuerza con comisarías denunciadas por extorsiones y también por “fabricar” cifras, es decir, producir detenciones arbitrarias con tal de llenar un mínimo por turno. Todo sea para satisfacer las ansias de más seguridad, una seguridad que en Córdoba –y en todo el país– se muerde la cola: a más policías con más poderes, pareciera haber mayor inseguridad. La policía de Córdoba tiene más de 20 mil efectivos. Si se toma la cantidad de policías per cápita, la fuerza cordobesa es una de las más numerosas del país. Según informó el gobierno provincial, hay un efectivo cada 168 personas; en las provincias de Santa Fe, Mendoza y Buenos Aires esa relación es de 188, 205 y 273 habitantes por cada agente, respectivamente.

No bien fue nombrado, Frías quedó en el centro de la polémica. Pesaba en su contra una denuncia, de 2009, por amenazar al por entonces comisario Julio Giménez, querellante y testigo en una causa de derechos humanos. Giménez sostiene que Frías le dijo “vas a tener el mismo fin que tu papá”. Se refería a Alberto César Giménez, que era secretario general del gremio de Pasteleros y fue asesinado en febrero de 1976, según todo indica por el Comando Libertadores de América, organización parapolicial. Giménez, que en ese entonces tenía 11 años, entró a la policía para esclarecer el crimen. Pero desde hace tres años recibe amenazas y todo tipo de inconvenientes administrativos. El último apriete que sufrió, según denunció, se produjo apenas unas horas después de que Frías quedara a cargo de toda la policía cordobesa en reemplazo de Sergio Comugnaro. Fue el 28 de diciembre último. Unas horas después, unas motos policiales siguieron a Giménez hasta su casa, donde vive con su mujer y su hijo de 9 años. Apenas pudo hacerlo, el ex comisario amenazado efectuó la denuncia en la Justicia.

Ante el poco eco que dice haber encontrado con las autoridades locales, el ex policía viajó el pasado miércoles 6 de febrero a Buenos Aires junto a su abogado, Hugo Vaca Narvaja, para entrevistarse con el ministro de Justicia, Julio Alak, y el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda. “Frías está investigado en la Justicia federal y lo ascienden a jefe de policía. En Córdoba, la policía trabaja con los mismos métodos de la época de plomo de la represión. Sólo que son más diplomáticos. Siento pena, si a mí me hacen esto de apretarme, sabiendo que soy policía, ¿qué le queda al ciudadano común?”, se preguntó Giménez en diálogo con esta revista, instantes antes de entrar a hablar con los funcionarios nacionales. El tema cobró relevancia luego de la publicación de una nota de Guillermo Posadas, en la edición cordobesa de Veintitrés, que a su vez levantó el diario Tiempo Argentino, en la que Giménez responsabilizó al gobernador provincial por su seguridad. “¿Cómo puede ser que De la Sota desconozca el tema? Comprendo que tiene una apretada agenda laboral y asuntos más importantes que el mío, pero nadie me llamó de su parte para interesarse. Lo hago responsable de cualquier cosas que me pase a mí o a mi familia”, advierte Giménez, que conoce muy bien a quienes están al frente de la seguridad en Córdoba. “A Paredes lo conozco bien. Fuimos compañeros de promoción, hermanos de camada. En 2007, cuando asume, nos cita a todos los integrantes de la promoción, uno por uno, a ver qué necesitábamos. Le dije que había denunciado el asesinato de mi padre en la fiscalía, como crimen de lesa humanidad. Le dije que quería que se entere por mi boca, yo no sabía de su vínculo con Yanicelli. Me abrazó y me dio un beso, el beso de Judas. Me dijo: ‘No te hagas problema, en lo que te pueda dar una mano te la voy a dar’”.

Carlos “Tucán” Yanicelli era policía, actualmente se encuentra detenido por el rol que jugó en la dictadura como integrante de la D2, la dirección de investigaciones de la policía cordobesa, que funcionó como centro clandestino de detención.

El ministro Paredes nació el 3 de marzo de 1963. Siendo oficial principal, fue parte de la brigada de Yanicelli. Constituyeron un vínculo perdurable: el “Tucán” es padrino del hijo más grande de Paredes, que prefiere mostrar en público su costado cosmopolita. De la mano de la politóloga Alejandra Monteoliva, consultora de la gobernación cordobesa, forma parte de la Asociación Colombiana de Criminología. Según asegura en su currículum, hizo sus especializaciones con el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Policía Nacional Francesa y la Policía de Israel, “promovido por la industria militar israelí”, según dice el CV, donde asegura que hizo un curso SWAT en Nueva Laredo, Texas, entre otros entrenamientos. Fue jefe del Equipo Táctico Especial Recomendado (E.T.E.R.) de 2001 a 2007 y jefe de la División Antisecuestro entre 2004 y 2006. Llegó a jefe de la policía cordobesa en 2007 hasta 2011, cuando De la Sota lo nombró ministro.

Para Hugo Vaca Narvaja, abogado de derechos humanos, los vínculos entre la policía del presente con la del pasado dictatorial son evidentes. Según recordó, durante el terrorismo de Estado “todo militante que detenían, todo supuesto delincuente subversivo, pasaba por el D2, donde lo tenían una semana o diez días torturándolo”. Y agregó que “en el año ’94 Luis Urquiza, que era policía, fue secuestrado y torturado y se tuvo que exiliar, denunció que quienes lo habían torturado habían sido sus compañeros en la policía. Se lo comunicó al hoy diputado nacional Oscar Aguad, que era ministro de Gobierno, quien le ofreció seguridad. A Urquiza luego lo amenazaron y se tuvo que ir a Dinamarca”.

Vaca Narvaja confirmó que Carlos “Tucán” Yanicelli era integrante del D2 y fue instructor de la escuela de policía. “Durante el gobierno de Mestre llegó a número 3 de la policía provincial. En el juicio a Videla le dieron cadena perpetua, se lo identifica como uno de los que llevaban y torturaban a la gente. Por eso la trascendencia del tema cuando Frías amenaza a Giménez y le dice ‘dejate de joder con eso del D2’. Frías es hijo de un policía que actuó en la misma época que actuaba Yanicelli. No sabemos si el padre de Frías tuvo alguna conexión o no con el D2, lo estamos investigando”, relató el abogado.

A través de su currículum se puede saber que Frías es técnico superior en Seguridad y concluyó las carreras de Abogacía en la Universidad de Córdoba y la Licenciatura en Seguridad en Villa María. Nació el 1 de junio de 1961 y fue titular de las seccionales 6ª y 7ª de 2001 a 2004, jefe del Comando de Acción Preventiva 2005, jefe de la Departamental Punilla nombrado en 2007 hasta 2009, cuando fue ascendido a comisario general y designado integrante del Estado Mayor Policial y director general de Departamentales Sur. Luego se desempeñó como director general de Seguridad Capital en 2012. En su trayectoria, Frías tuvo una serie de causas penales que prescribieron, pero que aún generan dudas. Fue acusado de extorsión, de lesiones culposas e incluso fue sospechoso de dos homicidios. Sin embargo, las investigaciones no prosperaron y nadie pudo demostrarle nada.

Hasta el momento, su mayor exposición mediática había sido en oportunidad de dirigir la represión contra la marcha de estatales, el año pasado, donde los manifestantes y legisladores opositores denunciaron que la policía actuó de manera desproporcionada. También es conocido por sus declaraciones en defensa del Código de Faltas, una normativa muy criticada en la provincia por los defensores de los derechos humanos que sostienen que criminaliza a la juventud, ya que son quienes sufren en carne propia la aplicación de esa normativa. Las últimas cifras, de 2010, indican que el total de detenciones por el Código de Faltas informadas por los distintos departamentos de la provincia ascienden a 54.223. Un 44% son jóvenes de entre 18 y 25 años; 8% de entre 26 y 35; más de 45 años, el 17,4%; de 36 a 45 años, el 8,7%; y menores de 18 años, el 5,2%. De acuerdo con la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, en Córdoba, “cada 10 minutos se llevan a un pibe detenido por el Código de Faltas”.

Viviana Alegre, madre de Facundo Rivera Alegre, que tenía 19 años y está desaparecido desde el 19 de febrero de 2012, no tiene dudas: “A mi hijo lo desapareció la policía y del gobierno provincial nunca me ayudaron en nada, hasta me quisieron silenciar”, dijo la madre en conversación con esta revista. Su repudio al nombramiento de Frías es rotundo: “Con él va a ser peor, es un amante del Código de Faltas, que le da autoridad a la policía para comportarse como juez, la jefatura policial hace que cada policía detenga por lo menos a 10 personas”. La madre también denuncia que la policía y el gobierno quieren aplicar el Código de Faltas en las manifestaciones sociales. Sin embargo, no se deja amedrentar y anunció que el primer aniversario de la desaparición de su hijo realizarán una marcha y festival para denunciar el caso, que tiene muchas semejanzas con el caso Luciano Arruga en la provincia de Buenos Aires.

A partir de lo que denuncia Alegre sobre la exigencia de un mínimo de detenciones por día que se les hace a los policías, se produjo uno de los casos de jefes sospechados por su mal proceder. El comisario Pablo Márquez, que era jefe de División del Comando de Acción Preventiva, es investigado por abuso de autoridad a raíz de una denuncia efectuada por una policía que lo acusó de ordenar detenciones arbitrarias para elevar las estadísticas policiales, más allá de si los detenidos hubieran cometido o no contravenciones o delitos. La denunciante fue amenazada de muerte. La investigación judicial sigue, pero se sospecha que esto es una práctica extendida a toda la fuerza.

En diálogo con esta revista, el referente provincial del Movimiento Evita, Ricardo Vissani, que estuvo en el D2 detenido, exigió “la inmediata renuncia de Frías”. Para el dirigente, el Código de Faltas es “medieval”. El Movimiento Evita denunció un brutal caso de abuso policial hacia militantes juveniles de la organización. Sucedió el pasado 26 de enero, cuando unos jóvenes que venían de “Jornadas Solidarias” por sus compañeros baleados en Bº Nuevo Alberdi, Rosario (ver recuadro), uno de 19 años y dos menores, iban en taxi al Barrio Comercial. Fueron interceptados por un control policial. Al ver sus remeras, los arrojaron violentamente al piso, los apuntaron con armas largas y revisaron todas sus pertenencias, al tiempo que los amenazaban diciéndoles “ustedes son todos terroristas, los conocemos bien, sabemos dónde viven, si queremos los hacemos desaparecer”. Visanni llamó a que “se terminen los nexos que mantuvieron lamentablemente los dos gobiernos radicales y los peronistas entre comillas que gobernaron hasta ahora la provincia”.

En el Informe 2012 de la Coordinadora Anti Represiva de Córdoba se puntualiza que “los gobernantes otorgan más poder a las fuerzas de seguridad, cobra mayor evidencia la connivencia entre los agentes policiales y sus cúpulas de mando, con el crimen organizado, el narcotráfico, la trata de personas para la explotación laboral y sexual y demás entornos y actividades delictivas. La Policía de la Provincia de Córdoba promueve la actividad delictiva”. Lucrecia Fernández, integrante de dicho organismo de derechos humanos y del Frente Popular Darío Santillán, planteó que “hay una política de De la Sota de poner cuatro policías por cuadra y llenar todo de cámaras”. Respecto de cómo funciona el polémico Código de Faltas, Fernández recordó que a Alegre “lo detenían constantemente, por portación de cara” y ahora no investigan porque “no quieren que (la investigación) vaya más allá y se destape todo lo que realmente pasó”.

Fernández, en sintonía con la madre de Facundo Alegre, planteó que “hay un plan sistemático de aumentar la represión, al Código de Faltas se le suma la Ley Antiterrorista, persiguen a quienes se movilizan, como sucede con quienes protestan contra Monsanto y sus fumigaciones. La violencia policial es contra los jóvenes pobres y también contra los de las universidades, adonde la policía ingresa violando la autonomía universitaria”. La militante dijo que reciben “cada vez más denuncias de casos de abusos policiales. Detienen mucho a artesanos, sobre todo si son extranjeros. Les pegan, los dejan incomunicados. Hay mucha tortura. La policía siempre dice que hubo ‘resistencia a la autoridad’. Si se escucha lo que dice De la Sota es claro, habla todo el tiempo de ‘seguridad’, va a recrudecer la represión”.

Reveladora investigaciónInforme sobre la "maldita" policía de Córdoba

Un informe de C5N sobre la policía de Córdoba revela y denuncia el pasado y presente de quienes están a cargo de ella. Vínculos con la última dictadura, connivencia política, relación con el crimen organizado, y amenazas y persecución a otros colegas, son algunos de los aspectos que señala la investigación.
Jueves 07 de febrero de 2013 
"700 denuncias de corrupción policial, una brigada fantasmas que mata policías, servicios adiconales truchos, politerroristas, el máximo porcentaje de policía por habitante de cualquier provincia...", enumera el revelador y escalofriante informe de C5N sobre la policía de Córdoba.
El Comisario General Ramón Angel Frías fue nombrado por el secretario de seguridad, Alejo Paredes.
Los vínculos entre ellos, las conexiones con el crimen organizado, y con la temible D2, el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, que fue uno de los Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en Córdoba durante la última dictadura militar.

Vínculos
Paredes no sólo nombró comisarios con prontuario temible, sino también al padrino de uno de sus hijos, Carlos "Tucán" Yanicelli, condenado por delitos de lesa humanidad pero que goza de una jubilación de privilegio. La protección política llega hasta Oscar Aguad.

Denuncia
El comisario Julio Giménez, de la departamental de Marcos Juárez, denunció a Frías por amenazas. Giménez relató que Frías lo citó en esa oportunidad en su despacho "y me dijo que me iba a pasar a retiro si seguía investigando al D2, que es la responsable del asesinato de mi padre, (el gremialista Alberto `El Oso` Giménez) en 1976".

"Le dije que ésa era una de las razones por las que había entrado a la policía, entonces me dijo que si seguía con esa actitud me iba a pasar lo mismo que a mi padre", afirmó el comisario retirado.

Informe Completo Policía Cordobesa: http://www.youtube.com/watch?v=XoR4YrMkNv4
De New York a la cañada: Postales de una Córdoba policializada
Por Revista Hondera 

Tuesday, Nov. 08, 2011 



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La que sigue es la primera de dos notas que forman parte de un trabajo colectivo realizado por comunicadores cordobeses para el Nº 0 de la revista Hondera. El objeto de las mismas es abordar el carácter profundamente represivo de la policía cordobesa, legitimado por el Código de Faltas puesto en funcionamiento en la provincia en el año 2006.
Mientras encarábamos la escritura de este artículo, ya obsesionadas por el tema, a uno de nosotros le toco visitar por otro asunto la ciudad de Neuquén. ¡Ahí si que podíamos aprender de la policía! qué mejor lugar que la capital neuquina para ver una versión hiperbólica de la institución: cuna de la ejecución tirana del docente Fuentealba, reino de una derecha fuerte con larga trayectoria de la mano de Sobich, vanguardia de la militarización de la protesta. La visita prometía un festín experiencial para ahondar en una versión extrema del tema que elegimos para este primer número de la revista. La estancia en la urbe sureña se perfilaba como una oportunidad inmejorable para empezar a pesquisar la cosa. Viernes cinco de la tarde, cinco jóvenes sentados en la vereda de la principal intersección de la ciudad tomando una cerveza del pico y comiendo sándwiches de mortadela con queso. A modo de obligada experimentación, nuestro enviado se paro en frente a fumar un pucho para ver cuánto demoraría la poli en hacer lo suyo. Se terminó el pucho y nada. Se fumó otro y nada. Los pibes terminaron el sándwich y se tomaron el palo. Él se quedó ahí sin entender mucho. Daba por hecho el accionar policial, solo restaba ver y registrar diferencias menores, vinculadas básicamente al procedimiento. Para nuestra sorpresa, la diferencia no sólo no fue menor sino que fue contundente: la policía nunca apareció. Un pucho más y su ingenuidad finalmente se desnudó, el sentido común le advertía que en nuestra ciudad esa escena no podría haber acontecido de ningún modo. Tomar una cerveza en una vereda de la ciudad de Córdoba, al igual que muchas otras actividades antes comunes, es una práctica erradicada del itinerario cotidiano. Esa era la única certeza que teníamos hasta el momento, que por escueta no dejaba de ser sumamente reveladora. El dato mas valioso que trajimos de la ciudad sureña poco decía de la policía neuquina, por el contrario, hablaba de nuestra propia ciudad poniendo en evidencia el hecho de que nuestro marco interpretativo se encuentra sujeto a nuestra condición de cordobeses.
La interrogación que inicialmente proyectábamos en un objeto geográfica y ontológicamente lejano (la policía, la policía neuquina) ahora daba lugar a un proceso reflexivo en el cual sujeto y objeto nos registramos en continuidad especular. ¡Nuestro cuerpo cordobés esta habituado a una dosis descomunal de policías, por eso pedíamos más, porque nos acostumbramos a más! Como un alcohólico con un vasito de promoción de vino en un híper mercado, pedíamos mas, lo normal parecía insuficiente para saciar una experiencia signada por el exceso. Una vez anoticiados del sesgo intrínseco de nuestra mirada, nos dimos cuenta que el interés no se depositaba en torno al cuerpo físico de tal o cual sargento u oficial, o tal o cual comisaría, sino ante todo en el proceso a partir del cual el cuerpo social cordobés se constituyó como superficie de inscripción de un meticuloso programa de seguridad impulsado por el estado provincial en los últimos cinco años. Todos sabemos qué hacer y qué esperar frente a un policía, conocemos las reglas de ese juego, ese es un dato, es un dato sobre nosotros y sobre lo que hay de la policía en nosotros, mas allá de las diversas apariciones escénicas de los bufonescos representantes de la fuerza.
Por supuesto no todos, ni todas, habitamos la ciudad de la misma manera, así como no todos ni todas somos destinatarios del mismo rigor policial, no seamos ingenuos en este punto, la policía opera con esquematizaciones y parámetros de selectividad que diagraman el múltiple social en programas y taxonomías específicas, diferenciales y desiguales, generalmente coincidentes con el dibujo que el capitalismo local traza en la estructura social. Pero, a pesar de lo heterogéneo y fragmentario del proceso, la experiencia de la policía se inscribe en una historia que, mas allá de las singularidades de cada trayectoria, es colectiva, una experiencia colectiva de la ciudad de córdoba. La historia de cómo aprendimos a policializar nuestra conducta y nuestra mirada es un acontecimiento que demanda complejizar la lectura de los hechos implicándonos como variable significativa. El espectro de lo que la policía de Córdoba “es”, habita en nosotros, cicatriza y supura en nuestro propio cuerpo. Cómo nos habituamos a vivir así y cómo lograron imponernos un hábitat urbano militarizado es la pregunta que nos retumba en la cabeza cada vez que nos toca interactuar con la fuerza. ¿¡Si esto no es una dictadura, qué es, qué es!? II
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Foto: Indira Montoya
Alejo Paredes asumió como jefe de policía en enero de 2007 durante el gobierno de José Manuel De la Sota, joven, carismático y con un pasado indeleble. Se formó bajo la sombra de Carlos “Tucán” Yanicelli, un ex represor del denominado grupo D2 de Informaciones que funcionaba a pocos metros de la Plaza San Martín, en pleno centro de la ciudad, entre la Catedral y el Cabildo Histórico. Alejo Paredes fue colaborador del “Tucán” en el Departamento de Inteligencia Criminal, cargo del que el represor sería desplazado en 1997. Ayer en el D2 en pleno centro de la ciudad, hoy a la vista de todos, un personaje muy comprometido con el pasado más oscuro de la Argentina, dirige la fuerza policial. A pesar de su vínculo estrecho con la dictadura de los 70` el personaje de Paredes excede los estereotipos clásicos del policía de facto. La trayectoria personal que antecede su desempeño como jefe de policía se muestra como un tour entre bizarro y ominoso: de ser apadrinado por la dictadura, rondando por centros clandestinos de detención, pasó a constituirse en guardaespaldas profesional de primeros mandatarios provinciales (Ramón Mestre y José Manuel De la Sota). Sí!!, por extraño que pareciera era la versión cordobesa del noventista guardaespaldas hollywoodense tan en boga por aquellos años. Durante su desempeño a la sombra de gobernadores de toda especie logró cimentar el lobby necesario que finalmente lo llevaría a ocupar el cargo máximo en la fuerza. Todo ese camino, del cual seguramente desconocemos los pasajes más siniestros, se vio alternado por escapadas frecuentes a Israel, Francia y quien sabe que otro oscuro paraíso represivo, coronando su formación con las fuerzas de elite extranjeras mas experimentadas en el arte policíaco. Según podemos observar, intentar capturar su figura en el molde del represor setentista, con picana y fal como instrumentos de trabajo, no llega a buen puerto. La notebook, una retorica televisiva, y una marcada vocación por la gestión represiva del ejido urbano, son sus armas privilegiadas. Caminando por el centro cordobés lo confundiríamos con un empresario, nunca pensaríamos que es el mandamás de los gorilas azulados que insistentemente nos vigilan.
Paredes es básicamente un tecnócrata, su empresa es la seguridad, su contratante es el Estado. Lejos del tosco y rudimentario modelo de policía callejero, Paredes es en si mismo una tecnología: eficiente, políglota, carismático y letal, así de simple. Un verdadero leadership del emprendimiento represivo y regulatorio del estado cordobés. Un rápido pantallazo en torno a algunos de los “hitos” de la gestión de Alejo Paredes nos ayudará a enmarcar la figura del controversial jefe de policía:


trata2.jpgNegó que en nuestra ciudad existan redes de trata. Sostuvo que “en Córdoba no hay denuncias por trata de personas”, que “no existen casos de mujeres que hayan sido llevadas del territorio provincial”, y, coronando esta burlesca, afirmó que “en uno de los casos denunciados se pudo comprobar, porque hay testimonios, que la jovencita, una estudiante que iba a un colegio de la ciudad de Córdoba, estaba con su noviecito y mintió al decir que fue llevada en un auto y trasladada por la Capital”. (Conferencia de prensa 7/05/2009)
policia_caminera3.jpgCreó la policía caminera, la cual, según datos oficiales preveía recaudar 37 millones de pesos a lo largo del 2010. El destino final de estos fondos se desconoce, sólo se sabe que en su corta vida la misma ha sido destinataria de una importante cantidad de denuncias por maltratos y arbitrariedades. Regular la circulación y los accesos a la ciudad constituye su función privilegiada que trae como resultado el literal cercamiento de la capital cordobesa, nada entra o sale sin contar con el consentimiento del minucioso ojo policíaco. Ganó legitimidad pública al presentarse como una medida destinada a preservar la vida ciudadana acosada por los accidentes de tránsito. Una vez más, sobre la lógica de la prevención de flagelos reales, se monta y justifica el aumento exponencial de la operatoria policial en el cotidiano urbano. Lejos de ser un mero garante de la ley de tránsito, la policía caminera se constituyó paulatinamente en una guardia permanente del perímetro extendido de la ciudad.
camaras01.jpgImpulsó la tecnologización de los sistemas de control, implementó cámaras de seguridad en distintos puntos de la ciudad, modernizó el 101, creó un 0810 para denuncias, creó la moderna página web de la policía de córdoba y colocó un sistema de seguimiento satelital a los móviles. Esta serie de modificaciones no solo conllevan la sofisticación del aparato de control urbano en términos estrictamente tecnológicos, sino también inauguran un nuevo modo de incorporar al ciudadano común en el entramado del dispositivo de control. La comunicación y la constitución de redes sociales de seguridad amplían el ámbito de ejercicio de la policía, la regulación continua define un diagrama de control que, al igual que los modernos dispositivos productivos post-fordistas, apunta a un modelo de eficiencia sincrónica integrada, un autentico just-in-time policíaco. El plan es simple, una vez vulnerada la prevención, se busca reducir al mínimo posible la diferencia entre demanda y ejecución.
policiassss2.jpgMultiplicó exponencialmente la planta de personal de la policía. Tanto el jefe como el gobernador lograron superar los 20.000 efectivos a finales del 2010. Dividan este número por la población actual cordobesa y vean cuantas personas le toca a cada poli, un rebaño manejable, sin duda, mientras los grados de sumisión de las masas se mantengan al día.
pilar.jpgAl inicio de su gestión fue fotografiado con una planta enmasetada que le regaló Pilar Szwedowicz, una joven policía que fue reconocida como hija de desaparecidos. En el mismo momento, los retratos de cinco ex jefes de Policía, que desempeñaron su labor durante la última dictadura militar, adornaban como por descuido uno de los salones de la jefatura de policías que él atravesaba todos los días. Después de un esperable e inmediato escándalo mediático, tras hacerse publico el acto decorativo, los cuadros polémicos fueron descolgados. El funcionario sigue caminando por los mismos pasillos hasta hoy, los cuadros son otros, las alfombras seguramente también.
repre.jpgExpresó su disconformidad con el uso de la violencia en defensa propia por parte de la población. Sostuvo: “El vecino promedio no sabe utilizar las armas, no tiene experiencia. Eso conlleva riesgos y hasta errores groseros, como el caso de un padre que, años atrás, mató a su hijo porque lo confundió con un ladrón. Hay que tener en cuenta esto: el asaltante siempre está predispuesto a usar su arma, pero el vecino no; y esa duda puede ser fatal en un enfrentamiento. A ello se suma que el vecino, al no tener experiencia, es lento con las armas”. Para el funcionario, dar muerte a un “ladrón” reviste un carácter negativo porque ello comporta un altísimo riesgo para el vecino. Matar no es cosa fácil, el policía se erige en el profesional pertinente para eliminar al delincuente, está entrenado para tal fin. La muerte de quien roba no conlleva problema alguno.
jovenes En el último informe oficial se supo que la fuerza que dirige Alejo Paredes realizó 54.223 detenciones por contravención en la provincia. En la ciudad de córdoba el 70 por ciento de los detenidos corresponde a jóvenes menores de 25 años, en su gran mayoría la caratula es “merodeo”.
alejoparedesweb.jpg Desde el comienzo de su gestión la represión de la protesta social, el desalojo de asentamientos populares y la relocalización de villas marcan sus hitos característicos. Nunca antes desde la dictadura fue tan frecuente la represión policial de manifestaciones político-sociales. La violencia política de la mano de la policía se instaló como práctica habitual de la conflictividad social urbana. La judicialización de la protesta, la construcción simbólica y jurídica del manifestante como terrorista y la naturalización del accionar represivo y brutal contra el activismo son hoy moneda corriente en la ciudad de córdoba.
¿Por qué empezar esta especie de genealogía de la policía de Córdoba a partir de la figura de Alejo Paredes? La persona de Paredes no nos interesa en absoluto más allá de su condición de funcionario. Paredes es un engranaje de la maquinaria represiva de la policía provincial, pero no es un engranaje cualquiera. En su corporalidad se actualiza y condensa un modelo de subjetividad privilegiado del emergente dispositivo de seguridad urbano. Él es una de las marcas de renovación de la fuerza policial, en él se esconden algunos de los secretos de la nueva policía. Entre este sofisticado personaje y el puberal policía común existe una sincronización específica, una línea de continuidad característica que a simple vista no es evidente.
La enumeración de los datos punteados mas arriba, lejos de pretender engrosar una larga lista de referencias anecdóticas, intentan delinear el perfil del personaje que protagoniza hoy el inquietante panorama de lo que ha llegado a ser la policía de la Provincia de Córdoba. En pleno 2011, asistimos a la materialización de un proceso, de un programa concienzudo y sistemático que viene gestándose desde hace tiempo atrás. Como un artesano o un ajedrecista, asume como propia la tarea de preparar e implementar una alquimia especifica para garantizar el cometido regulatorio, es decir reducir el múltiple social a parámetros mensurables susceptibles de control. Garantizar el gobierno de las conductas en la ciudad de Córdoba: ése es el proyecto que desvela a la institución. Conocer, describir, analizar, prevenir, regular, ordenar, reprimir y ejecutar marcan el orden del día del accionar policial. El desafío de Paredes en su condición de emisario conlleva colectivizar dicha prerrogativa.
III
“Para Estados Unidos el tema de la seguridad en Latinoamérica, y por ende en la Argentina, es una preocupación seria”.“Hay que generar un prisma virtuoso y dinámico que premie las zonas más seguras, para que allí vayan a parar los inversores. El gobernador De la Sota ha advertido esta situación, y por ello es que vamos a trabajar juntos.”
Gerardo Ingaramo, asesor de Blumberg
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Foto: Indira Montoya
Desde comienzos de la década del 90 la problemática de la “seguridad” se erige como prioridad en la planificación de las gestiones de gobierno, domina las conversaciones cotidianas y captura la atención de los medios de información. Conquistar una vida segura, esto es, de forma exclusiva: lograr transitar por una ciudad en la cual el temor a ser víctima de un delito no exista en el imaginario habitual, se presenta como “El” imperativo de la época, quizás sólo superado en popularidad por el mandato de consumo compulsivo de lo que sea. La seguridad paulatinamente se instaló como un valor, como una divisa cotizada. Su reverso, lo “inseguro”, se constituyó correlativamente en un significante axiológicamente negativo que tiene la propiedad de aparearse con cualquier objeto alterando su entidad, desvalorizándolo. Paradójicamente, la demanda de “seguridad” en los últimos años engorda compulsivamente su lista de socios, aunque sin embargo los índices delictivos se mantienen relativamente estables. Venga de donde venga el fantasma de la inseguridad, nos interesa ante todo la ecuación directa entre la progresiva instalación de la inseguridad como reclamo colectivo y la destinación inmediata de recursos estatales para reforzar la fuerza policial. Es decir, la línea de continuidad directa entre el crecimiento objetivo de la institución policial y la proliferación discursiva del reclamo “seguridad/inseguridad”. El consumo de dicha divisa, consuma los estatutos y prerrogativas del plan de seguridad. Así como el llanto desconsolado de un recién nacido constituye un equivalente del significante “alimento”, “teta”, “leche”; el grito de “seguridad-inseguridad” se traduce en mas policía. Continuando la metáfora, así como ocurre con los infantes, el llanto no siempre demanda más alimento sino que a veces comunica el advenimiento de la caca. Sumada a la intensificación de políticas judiciales y penitenciarias, la prevención del delito se convierte en la vedette de las gestiones de gobierno, aparece en escena promocionada como parte de un paradigma superador de la sola injerencia represiva por parte del Estado en el control de la criminalidad. La sanción del Código de Faltas (1994), el acuerdo-marco de cooperación entre el Manhattan Institute, la Fundación Axel Blumberg y el gobierno de Córdoba, el plan “Mi casa, mi vida” de relocalización de villas miseria (2003), son sólo algunos de los lugares donde este programa de gobierno comienza a develar su inquietante materialidad. Materialidad que sigilosamente se instaló en nuestras casas, en nuestros barrios, en nuestra ciudad y en nuestros cuerpos en solo unos pocos años. No hace falta decir que el marketing de este modelo benevolente de prevención mostró su opacidad inmediatamente, y que el objetivo de velar por la seguridad de la ciudadanía, resulto desde su raíz en la diferenciación radical y racial entre ciudadanos ha ser protegidos y “otros” ha ser vigilados y/o segregados y/o reprimidos. Aquellos que padecen el rasgo más brutal del dispositivo de seguridad se debaten en una auténtica batalla por la supervivencia, recluidos en campos de concentración coloridos y distantes (Ciudades Barrios) mientras el resto de la población se mantiene entre impávido y eufórico frente al espectáculo quirúrgico de rediseño urbano. La denuncia de dicha operación se restringe a minorías activistas que intentan alertar y resistir el genocidio silencioso sin obtener mayores resultados. En el marco de estas políticas de “prevención”, las atribuciones otorgadas a la fuerza policial se multiplicaron de forma obsesiva, creando además un cuerpo especial de seguridad para la acción preventiva (CAP), merecedor de todo tipo de trofeos en materia de gatillo fácil y en las diferentes modalidades del abuso de autoridad. El parodiado por la jerga callejera como “Comando Anti Pobres” crece y crece como solo la mala hierva sabe hacerlo.



No cabe duda que nuestra ciudad es uno de los mejores alumnos del Manhattan aplicando sus formulas con una celosa ortodoxia. La exigencia que los funcionarios Cordobeses importarían directamente de EE. UU, mediando claro, una cuantiosa suma de dinero en honorarios, establecía la necesidad inminente de “restablecer la ley y el orden” en la provincia. El antiguo axioma liberal “orden y progreso” asumía un renovado rostro de la mano de la nueva policía y la demanda de seguridad. “Orden” significa, ni mas ni menos que policía al por mayor como supuesta garantía de progreso. La receta para lograrlo la conocía Carlos Medina, entonces director ejecutivo del Manhattan: “Nosotros pensamos que si uno no trata con los delitos menores, a tiempo, realmente se convierten en delitos mayores. Y con eso yo estoy hablando con temas como la orinación (sic) en las calles públicas, la prostitución, el ruido en exceso, los limpiaparabrisas (sic) agresivos; esos son elementos realmente que contribuyen a un sentido de inseguridad del cual el delincuente toma ventaja. Es como asegurar y restablecer el estado de derecho, y nosotros pensamos que lo que esta ocurriendo en Latinoamérica y lo que ocurre en otras partes de la Argentina realmente que el estado de derecho esta muy débil y realmente que las personas están actuando más como terroristas urbanos que delincuentes”(1) Según los consultores extranjeros, para restablecer el orden era necesario comenzar por sanear las ciudades, esto es, empeñar la fuerza en la prohibición de incivilidades menores, o mejor dicho, en el apartamiento de personas con ciertas características distintivas del resto de la sociedad. “No se trata de gente violenta, ni necesariamente delincuente, sino personas desaliñadas, revoltosas o impredecibles: mendigos, borrachos, adictos, adolescentes ruidosos, prostitutas, vagabundos, personas mentalmente perturbadas.” Según dicho planteo, condensado en la “teoría de las ventanas rotas” la sola presencia de estas personas genera una cadena de respuestas sociales desfavorables, por las cuales un vecindario “decente y agradable” puede transformarse en pocos años, y hasta en pocos meses, en un atemorizarte “gueto” surcado por la criminalidad. “Si el barrio no puede evitar que un molesto mendigo fastidie a los transeúntes –razonará el ladrón–, es mucho menos probable que alguien llame a la policía para identificar a un potencial asaltante o para intervenir cuando el asalto efectivamente ocurra”. El Gobierno de la provincia firma este acuerdo marco, y dispone sus fuerzas en consonancia con este plan de gobierno, invierte todos sus recursos con el fin de decretar la tolerancia cero hacia los supuestos motivadores de la decadencia ciudadana. Detener el ciclo de “declinación urbana” en sus primeras etapas, alejar de las ciudades a mendigos, limpia vidrios, entre otros es uno de las formulas principales que la policía cordobesa supo importar del modelo neoyorquino. Por supuesto, gracias al código contravencional, queda a juicio de cada policía determinar cuando un cuerpo ostenta la ambigua y brutal condición de “indeseable” o “inmoral. Afortunadamente a pesar de que el policía se erige en juez y verdugo, por el momento no tenemos que referirnos a el o ella como “su señoría”, aunque llamarlo respetuosamente “oficial” (aunque sea un sub oficial raso de 21 años), aún funciona para apaciguar las aguas frente a la siempre incomoda, peligrosa y humillante requisa arbitraria.

IV
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Foto: Tyler
Llegando al final de esta nota nada dijimos de ciertos hitos fundamentales de la policía de Córdoba, no hablamos de su renovado armamento que cualquier escuadrilla militar envidiaría, no interrogamos el plan sistemático para bajar la imputabilidad de los menores a 14 años, tampoco hablamos de las íntimas vinculaciones entre el híper rentable negocio inmobiliario y la salvaje operación de depuración urbana de cuerpos y poblaciones definidas como “indeseables”. Nada dijimos de la ostentosa “Media Legua de Oro” (2) que disfraza a nuestra ciudad de urbe cosmopolita del primer mundo con el altísimo costo de exclusivizar y restringir la circulación céntrica a determinados cuerpos rentables. También quedó afuera de este artículo algo de la “tourpol”, esos atentos policías que surcan el centro de la ciudad dispuestos a proteger y servir (en varios idiomas) la entrada de divisas de la mano del turismo internacional, disfrazados con un chaleco inmaculadamente blanco que oculta deficientemente el azul de fondo. Tampoco logramos terminar de desentrañar las intimas relaciones entre las emergentes lógicas de seguridad y control latinoamericanas con las directivas neo-coloniales de Estados Unidos en directa continuidad con lo que fue el plan Cóndor que conllevó el exterminio de miles de personas en la década del 70 y 80. Menos aún pudimos poner en evidencia la relación directa existente entre dicho plan sistemático de rediseño urbano y los intereses económicos locales y transnacionales que a partir del mismo multiplican exponencialmente sus márgenes de ganancia. Tampoco rescatamos aquellas estoicas experiencias militantes antirrepresivas y anticarcelarias que desde hace años vienen intentando apalear y poner en evidencia, con lo que tengan a la mano, los efectos del recrudecimiento progresivo del accionar represivo de la policía de Córdoba. Mucho a quedado afuera sin duda, pero coincidirán con nosotras que lo dicho es suficiente para que el escozor se apodere de nuestro ser hasta tornarse insoportable. Retomemos la pregunta del principio entonces: ¿Cómo carajo permitimos que estos tipos se apoderen de nuestros cuerpos, que juzguen nuestras prácticas, que sancionen nuestra sexualidad, que nos amedrenten, interroguen y profanen? ¿Cómo podemos dignarnos a hablar de derechos humanos sin una denuncia directa, frontal y prioritaria de lo que cierto sector dominante de la sociedad civil, el Estado y la Policía han hecho con nuestra ciudad, con nuestro barrio, con nuestros vecinos, con nuestras prácticas, con nuestros cuerpos?

El paisaje cotidiano de la ciudad de Córdoba se ha transformado profundamente en los últimos años. Caminar la ciudad en un recorrido heterogéneo, en una deriva transversal ametralla y confunde la experiencia inmediata del transeúnte desprevenido. Decadencia y opulencia se mixturan y confunden en un colage incierto y espectral que nos muestra que todo esta ahí, la exposición pornográfica de los hechos, de los cuerpos dispuestos en relación de dominancia, sin que las hordas de ciudadanos se conmocionen al menos. Las detenciones y los interrogatorios se realizan en la vía pública, a la vista de todos, las armas se exhiben amenazantes, las miradas se cruzan desafiantes y provocadoras, los CAPs rastrillan las calles todos los días. Somos testigos de un Proceso de Reorganización Provincial que esta vez prescinde del ejército como fuerza de choque y como brazo ejecutor, apoyándose principalmente en la Policía para la consecución de sus siniestros fines. A pesar de que el problema de la Policía es un acontecimiento actual que compromete todos los puntos que la crítica al totalitarismo impugna, la agenda pública del progresismo dice poco y nada, ocupada de sus economías virtuales y su memoria restringida y encorsetada. De una cosa estamos seguras, la apuesta se redobla día tras día, aun no hemos visto el rostro más oscuro de la policía, que como un gallo de pelea sediento de sangre engorda y entrena para terminar el plan de saneamiento y exterminio digitado por la mano de quien le da de comer. Hemos podido ver que las escobas se han modernizado pero la “basura” sigue siendo la misma: aquellos cuerpos insumisos y juzgados moralmente indeseables que no encuentran lugar en la ciudad transparente que sueñan y diagraman los déspotas y tecnócratas que nos dominan, explotan y gobiernan. “No vamos a responder críticas infundadas; tenemos en claro lo que debemos hacer y lo estamos haciendo. Por eso estamos construyendo más cárceles que nadie.” José Manuel De la Sota, 15 de febrero de 2005
1.Citado en La Voz del Interior, 21.10.2004.
2. Es el nombre que la campaña de prensa del gobierno provincial le asigno al trayecto que comprende desde el Patio Olmos hasta las puertas de ciudad universitaria.
Envío:Guido Dione


09.02.2013
BALEADO EN ALLANAMIENTORepudian la muerte de un joven cordobés y piden la remoción de la cúpula policial
Organismos de derechos humanos manifestaron su “repudio al hecho protagonizado por la Policía de Córdoba en Laboulaye" y expresaron su "solidaridad con la familia Sarandón y sus allegados”.
Además reclamaron la destitución de la cúpula policial luego que once policías fueran detenidos ayer en esa ciudad en el marco de la investigación por la muerte del adolescente de 16 años baleado durante un allanamiento.

El fiscal del caso, Enrique Berger, informó que el hecho se registró a las 4.30 del viernes en una vivienda de barrio Mataderos de la mencionada ciudad, 345 kilómetros al sur de la capital provincial, donde efectivos de la Departamental Roque Sáenz Peña realizaron un allanamiento en el marco de la investigación de un robo.

Pese al hermetismo inicial impuesto por los investigadores, trascendió que los uniformados habían logrado reducir a los supuestos autores del delito y estaban preparando su traslado a una dependencia policial cuando un joven de 16 años salió corriendo desde el interior de la vivienda allanada, e instantes después se escuchó un disparo que habría impactado en la espalda del chico, quien murió en el acto.

En declaraciones a Telediario Digital de la ciudad de Río Cuarto, la madre del joven, Sandra Sarandón, aseguró que su hijo, Alvaro, se encontraba en casa de un amigo en una vivienda vecina al lugar donde se había realizado el operativo policial.

Ante este hecho, las agrupaciones Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio -Regional Río Cuarto- y la Comisión Municipal de la Memoria de Río Cuarto expresaron que la situación no los sorprende porque "el asesinato de un joven en un operativo policial es un desenlace predecible dada la brutalidad, negligencia e impunidad con la que se llevan a cabo diariamente estos procedimientos en el territorio provincial”.

“Estos operativos no se ajustan a un marco legal y por ello vulneran ampliamente los derechos de las personas. No hay que entenderlo como un error de un agente en particular, sino que es producto del nefasto modelo de seguridad que propugna el gobernador De la Sota”, afirmaron en un comunicado.

Y agregaron que este modelo reprime a los jóvenes más humildes y que "conlleva a la marginación, exclusión y criminalización, ocasionando consecuencias irreparables que van desde la pérdida o imposibilidad de acceder a empleos formales, persecución sistemática a través de la aplicación del Código de Faltas encausando al joven hacia el sistema penal; hasta llegar al resultado más terrible como la pérdida de la vida de una persona”.

También afirmaron que este tipo de acciones responden “a las autoridades recientemente nombradas en la Policía (de clara tendencia represiva) y a la inusitada decisión de tener un policía a cargo del Ministerio de Seguridad en un sistema democrático”.

“Es inentendible que un gobierno surgido del voto popular lleve adelante una política de seguridad basada en la desconfianza… lejos de combatir la inseguridad, este modelo cordobesista fomenta la creación de verdaderas estructuras de oportunidad delictiva, brindando garantías a los responsables del delito complejo”, agregaron.

Luego, en otro párrafo del comunicado reclamaron “una autocrítica del gobernador sobre las políticas de seguridad y sus trágicas consecuencias. Apelamos a su capacidad de diálogo y a la voluntad de los legisladores para encontrar señales claras de democratizar la fuerza policial, convocar a sectores de la sociedad civil para discutir la seguridad desde la vigencia plena del Estado de derecho y encontrar mecanismos para evitar la exclusión social y el desamparo del Estado”.

Finalmente, reclamaron “la remoción de la actual cúpula de la policía provincial y los subordinados en el orden de mando que tengan responsabilidad por acción u omisión en el asesinato de Alvaro Sarandón, el apartamiento del ministro Alejo Paredes, un urgente repudio por parte de la Legislatura y que el Ejecutivo provincial convoque a un consejo de seguridad para toda la provincia con amplia representatividad social”.
Fuente:Telam 

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